martes, 25 de octubre de 2011

La transformación del planeta Tierra


Aunque la materia nos parezca estática, si la llevamos a un poderoso microscopio nuclear, veremos que su constitución (átomos, moléculas) están en continuo movimiento. No existe realmente la solidez aparente de la materia. La materia es energía altamente condensada que puede ser liberada, como lo mostró lamentablemente la bomba atómica. 

El camino de la ciencia ha hecho más o menos el siguiente recorrido: de la materia llegó al átomo, del átomo a las partículas subatómicas, de las partículas subatómicas a los «paquetes de onda» energética, de los paquetes de onda a las supercuerdas vibratorias en once dimensiones o más, representadas como música y color. Así un electrón vibra más o menos quinientos billones de veces por segundo.

La vibración produce sonido y color. El universo sería, pues, una sinfonía de sonidos y colores. De las supercuerdas se llegó, finalmente, a la energía de fondo, al vacío cuántico.

 W. Heisenberg, uno de los padres de la mecánica cuántica, en un semestre que dio en la Universidad de Munich en 1968 dijo: «El universo no está hecho de cosas sino de redes de energía vibratoria, emergiendo de algo todavía más profundo y sutil». Por lo tanto, la materia perdió su foco central en favor de la energía que se organiza en campos y redes.

¿Qué es ese «algo más profundo y sutil» de donde emerge todo? Los físicos cuánticos y astrofísicos lo llaman «energía de fondo» o «vacío cuántico», expresión inadecuada porque dice lo contrario de lo que la palabra vacío significa. El vacío cuántico representa la plenitud de todas las posibles energías y sus eventuales densificaciones en los seres. De ahí que hoy se prefiera la expresión pregnant void «vacío preñado» o la «fuente originaria de todo ser». No es algo que pueda ser representado en las categorías convencionales de espacio-tiempo, pues es algo anterior a todo lo que existe, anterior al espacio-tiempo y a las cuatro energías fundamentales, la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la débil.

Algunos astrofísicos lo imaginan como una especie de vasto océano, sin márgenes, ilimitado, inefable, indescriptible y misterioso en el cual, como en un útero infinito, están hospedadas todas las posibilidades y virtualidades de ser.

Con la aparición del universo, irrumpió simultáneamente el espacio-tiempo. El tiempo es el movimiento de la fluctuación de las energías y de la expansión de la materia. El espacio no es el vacío estático dentro del cual todo sucede, sino aquel proceso continuamente abierto que permite que las redes de energía y los seres se manifiesten. La estabilidad de la materia presupone la presencia de una poderosísima energía subyacente que la mantiene en este estado.

En realidad, nosotros percibimos la materia como algo sólido porque las vibraciones de la energía son tan rápidas que no alcanzamos a percibirlas con los sentidos corporales. Pero para eso nos ayuda la física cuántica, justamente porque se ocupa de las partículas y de las redes de energía, que nos abren esta visión diferente de la realidad. La energía es y está en todo. Sin energía nada podría subsistir. Como seres conscientes, somos una realización complejísima, sutil y extremadamente interactiva de energía.

¿Qué es esa de energía de fondo que se manifiesta bajo tantas formas? No hay ninguna teoría científica que la defina. Además necesitamos de la energía para definir la energía. No hay como escapar de esta redundancia, observada ya por Max Planck.

Así que claramente la aparente densidad y solidez de la materia es una ilusión.

Estos conceptos debemos comenzar a incorporarlos, porque nos acercamos a la transformación del planeta tierra. Y nosotros también seremos transformados.

La realidad del cambio

El cambio es algo normal y siempre presente aquí en la Tierra. Nada es estático. Así también lo que nos rodea del Planeta Tierra. El crecimiento, multiplicación celular y vibración molecular siempre está presente. Siempre ha sido así. Por lo tanto, es ilusorio creer en una vida eterna estática y sin cambio. La Tierra durará hasta tiempo indefinido, pero eso no implica que haya sufrido transformaciones. De hecho, seguirá transformándose.

Hace mucho mucho tiempo, la Tierra no era como hoy. Pangaea fue el supercontinente formado por la unión de algunos continentes actuales que se cree que existió durante las eras Paleozoica y Mesozoica, antes de que los continentes que lo componían fuesen separados por el movimiento de las placas tectónicas y conformaran su configuración actual.  Quizás la vibración y densidad molecular de las estructuras y atómos terrestres eran muy diferentes a los actuales. De hecho, es posible que en la época de los dinosaurios, la materia no vibrara tal como lo hace hoy.

Al parecer antes del Diluvio la materia del Planeta igualmente vibraba y conformaba otra densidad. El distinto campo magnético de la tierra y su posición en el universo evitaba los daños genéticos en los hombres antes del Diluvio. El colapsamiento de la cubierta de agua, seguramente vaporizada, que rodeaba la tierra a modo de filtro y de cubierta <<invernadero>>, que daría al mundo antediluviano un clima  sub-tropical de polo  a polo provocó la brusca caída en longevidad de los hombres. El Diluvio también provocó una intensa conmoción de los fondos oceánicos, con la apertura de innumerables bocas volcánicas arrojando lava, gases,  etc., provocando una terrible actividad tectónica.

Efectivamente la materia y su vibración fué afectada por los rayos cósmicos tras el Diluvio, al perder la Tierra los "escudos" protectores que tenía.
Esto nos muestra que la Tierra, a pesar de toda la belleza y variedad que posee, no se encuentra en su estado normal material. La Tierra está en un estado alterado de realidad y densidad material. No vivimos en el estado pleno y normal de la Tierra.  Atómicamente el Planeta no vibra como lo hacía en el Edén. Esto demuestra que la potencialidad máxima del Planeta aún no ha sido manifestada. La Tierra es aún una oruga que espera transformarse en mariposa.


Por eso, estas palabras cobran un gran significado:

"Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios;  y por aquellos [medios] el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua.  Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.

Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar" - 2 Pedro 3:5-13.

Los cielos y la tierra (La zona megnética atmosférica y los continentes) antes del Diluvio eran este mismo planeta, pero dicho mundo era diferente en sus componentes moleculares. Hoy, este mismo planeta es otro mundo, y la nueva tierra y el nuevo cielo serán este mismo planeta, pero con una vibración atómica elevada y diferente a la actual. Los árboles, lagos y praderas serán más imperecederos, y los hombres serán eternos como rocas.

"Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. 2 Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo. 3 Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. 4 Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” - Rev 21:1-4.

La Tierra estará en una condición excelsa, casi celestial, un lugar con una densidad material muy elevada, incluso apta para recibir a la Nueva Jerusalén que traerá a los rescatados. La Tierra será un bello  Paraíso, superior a cuanto hemos imaginado.

‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas’. También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’.” (Rev. 21:5.)