viernes, 30 de diciembre de 2011

Cristo y su Cuerpo


Pero Jesús, llamándolos a sí, dijo: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los grandes ejercen autoridad sobre ellas.  No es así entre ustedes; antes bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes,  y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser esclavo de ustedes. – Mateo 20:25-27

Cualesquiera títulos o posiciones oficiales que, de por sí, colocaran a alguien o a un grupo en un nivel espiritual diferente al de los demás o que de alguna manera llegaran a entrometerse en el exclusivo derecho del Hijo de Dios como Amo y Maestro de sus seguidores, son  una desviación del espíritu del cristianismo.

Actualmente la Iglesia Católica Romana se basa en la interpretación sectaria de Mateo 16:18 para justificar la existencia del Papa. Pero un estudio sincero nos demuestra que el “Roca” no era Pedro realmente sino más bien Cristo mismo. De igual forma un estudio imparcial nos demuestra que el “Esclavo Fiel y Discreto” de Mateo 24:45 no es una persona especial ni un grupo de personas que estén en una posición de autoridad espiritual sobre otras, sino más es una parábola que llama la atención a la mayordomía de cada cristiano. La Watchtower cae en el mismo error de la Jerarquía Católica cuando pretende establecer una seudo-clase gobernante que dirija con autoridad al resto de las congregaciones. El que se alegue que no hay clase clerical es una mera afirmación y falacia. Efectivamente y en la práctica hay una clase o cuerpo gobernante.

Actualmente algunas iglesias afirman ser herederas del sistema establecido por los apóstoles. De esa forma, un grupo de hombres a puertas cerradas, delibera y toma decisiones que afectan a toda su comunidad religiosa, basándose por lo general en la creencia de que Hechos 15 es un apoyo para éstos procedimientos. El Consejo de los 12 apóstoles de la Iglesia Mormona, el Cuerpo Gobernante de la Watchtower, la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, e incluso los Cónclaves de los Cardenales Católicos, etc; son ejemplos de grupos de juntas directivas que actúan como árbitros y tribunales eclesiásticos en cuestiones de vida personal y doctrinal.

Una lectura honesta de Hechos 15 nos muestra como la entera congregación, junto a los apóstoles y ancianos, analizaron la circuncisión y la observancia de la Ley. Nunca existió un Concilio a puertas cerradas ni tampoco existió la figura de un Cuerpo Gobernante centralizado. De hecho, esa expresión ni siquiera sale en la Biblia y la expresión Gobernante entra en claro conflicto con la exhortación de Jesús mismo que aparece en Mateo 20:25-27 y que aparece al inicio de la entrada. El que se enfatice a un Cuerpo Gobernante sobre las congregaciones es una desviación de seguir y honrar a Cristo como el auténtico gobernante de las congregaciones. En las cartas apostólicas aparece repetido de varias formas éste principio:

1 Corintios 11:3: “La cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez, la cabeza de la mujer es el varón; a su vez, la cabeza del Cristo es Dios”.   “Él también sujetó todas las cosas debajo de sus pies, y lo hizo cabeza sobre todas las cosas en cuanto a la congregación,  la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que llena todas las cosas en todos” – Efesios 1:22,23.

¿Dónde sale una especie de cuerpo gobernante en la narración? ¿Hay un grupo de hombres que hayan usurpado el papel de Cristo cómo gobernantes y cabeza de la congregación? ¿Acaso no se nos dice que toda la congregación es el cuerpo?
La congregación Cristiana es el “cuerpo” de Cristo. Mediante el Espíritu Santo Cristo como “origen” (cabeza) de la congregación se comunica con su cuerpo. No lo hace nombrando otra cabeza o grupo de hombres que hagan de gobernantes o intermediarios.

Ahora bien, notemos lo que muestra Hechos 15, el cual es frecuentemente utilizado para apoyar la doctrina de una clase gobernante:

15 Y ciertos hombres bajaron de Judea y se pusieron a enseñar a los hermanos: “A menos que se circunciden conforme a la costumbre de Moisés, no pueden ser salvos”. 2 Pero cuando hubo ocurrido no poca disensión y disputa de Pablo y Bernabé con ellos, hicieron los arreglos para que Pablo y Bernabé y algunos otros de ellos subieran a donde los apóstoles y ancianos en Jerusalén respecto a esta disputa.

El relato del capítulo quince de Hechos muestra por qué era Jerusalén el sitio adecuado a donde acudir para el asunto particular de la circuncisión. En ninguna parte del texto se indica que Jerusalén fuera la localidad para algo así como un cuerpo administrativo de carácter internacional. Más bien, fue principalmente debido a que Jerusalén y Judea  era el origen de un problema preocupante con el que Pablo y Bernabé se habían encontrado en Antioquía donde prestaban sus servicios (Hechos 14:26-28).

 Todo había transcurrido con relativa calma en Antioquía hasta que llegaron hombres procedentes de Jerusalén y causaron problemas por su insistencia en que los cristianos gentiles debían circuncidarse y observar la Ley. La congregación cristiana había dado comienzo en Jerusalén. Judea, con su capital Jerusalén, era donde prevalecía un fuerte apego al mantenimiento de la ley entre la mayoría de las personas que profesaban el cristianismo, actitud que continuó por años incluso después de haberse celebrado aquel concilio. Quienes provocaban dificultad en Antioquía eran hombres procedentes de Jerusalén. Esos factores, y no tan sólo el hecho de la presencia física de los apóstoles, determinaron que Jerusalén fuera el lugar adecuado para abordar y dar solución al problema en cuestión.

 Lógicamente la presencia de los apóstoles, divinamente elegidos, constituía un factor de peso. Incluso esa circunstancia estaba próxima a su fin, a medida que los apóstoles fueran muriendo sin dejar sucesores, nadie con los dones y autoridad apostólica. De manera que en aquella situación de mediados del siglo primero estaban envueltos factores que no habían de ser permanentes ni tener carácter continuista y, por tanto, sencillamente no son transportables a nuestro tiempo. Además, no olvidemos que la entera congregación participó de dicha deliberación.

3 Por consiguiente, habiendo sido acompañados parte del camino por la congregación, estos hombres continuaron su camino a través de Fenicia y también de Samaria, contando en detalle la conversión de gente de las naciones, y ocasionaban gran gozo a todos los hermanos.

4 Llegados a Jerusalén, fueron amablemente recibidos por la congregación y por los apóstoles y los ancianos, y refirieron las muchas cosas que Dios había hecho por medio de ellos. 5 Sin embargo, algunos de los de la secta de los fariseos que habían creído se levantaron de sus asientos y dijeron: “Es necesario circuncidarlos y ordenarles que observen la ley de Moisés”.


Aquí notamos como TODOS participaron del debate. No se  hizo a puertas cerradas, sino que la congregación, los ancianos, los apóstoles, e incluso algunos creyentes con ideas farisaicas estaban presentes en la Sesión.

6 Y los apóstoles y los ancianos se reunieron para ver acerca de este asunto. 7 Ahora bien, cuando se hubo disputado mucho, se levantó Pedro y les dijo: “Varones, hermanos, bien saben ustedes que desde los primeros días Dios hizo de entre ustedes la selección de que, por mi boca, gente de las naciones oyera la palabra de las buenas nuevas y creyera;

Ésta parte del relato pareciera dar a entender que los apóstoles y ancianos se reunieron a puertas cerradas y que ellos deliberaron. Sin embargo, una lectura cuidadosa muestra que ellos no lo hicieron así. Miremos la forma griega:

Συνήχθησαν τε ο πόστολοι κα ο πρεσβύτεροι δεν περ το λόγου τούτου.

Y se juntaron los apóstoles y los ancianos para conocer de este negocio - Sagradas Escrituras (1569)

Los apóstoles y los ancianos se reunieron para considerar esta materia - Acts 15:6 New American Standard Bible (© 1995)

El sentido de la frase es que los apóstoles y ancianos querían conocer el problema, interiorizarse en él. ¿Cómo lo harían? Escuchando todas las partes. Sin embargo, esto no quiere decir que ellos lo decidirían por sí mismos y se encerrarían a puertas cerradas.

Más bien convocaron una reunión en la que ellos la presidían, pero con el detalle de que toda la congregación deliberó. La congregación decidiría finalmente. Esto queda presente cuando Pedro termina de hablar las palabras anteriores:

 8 y Dios, que conoce el corazón, dio testimonio dándoles el espíritu santo, así como nos lo dio también a nosotros. 9 Y no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, sino que purificó los corazones de ellos por fe. 10 Ahora, pues, ¿por qué están ustedes poniendo a Dios a una prueba, imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros antepasados ni nosotros fuimos capaces de cargar? 11 Por el contrario, confiamos en ser salvados mediante la bondad inmerecida del Señor Jesús de la misma manera como esa gente también”.
12 Ante aquello, toda la multitud calló, y empezaron a escuchar a Bernabé y a Pablo contar las muchas señales y portentos presagiosos que Dios había hecho mediante ellos entre las naciones. 
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Notemos que la pregunta de Pedro en ésta reunión está dirigido contra los judaizantes presentes que habían generado el problema. Las palabras de versículo 12 son más decidoras por que hablan de la “multitud” presente en esta deliberación.

Después que Santiago presenta su punto de vista y propuesta, el relato dice:

22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, junto con toda la congregación, enviar a varones escogidos de entre ellos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé, a saber, a Judas, que se llamaba Barsabás, y a Silas, varones prominentes entre los hermanos; 23 y por mano de ellos escribieron:

Cómo notamos, la congregación es la que decide y delibera. Los ancianos solo presidían y representaban a la congregación en las cartas, pero la congregación era la que tomaba en conjunto las decisiones. Esto obraba en armonía con el hecho de que la Congregación es el Cuerpo y Cristo el Cabeza.

Por lo tanto, considerando como se planteó el asunto, analizando el contexto y el espíritu de la situación, notamos que nunca existió una especie de Consejo a Puertas Cerradas para deliberar sobre cuestiones doctrinales trascendentales. Además esto fue de carácter puntual y no estableció la pauta para un continuismo ni sucesión de autoridad eclesiástica de ningún tipo.

Algo muy importante y que derriba la idea de que TODAS las congregaciones se regían por las mismas leyes y doctrinas como si hubiesen sido emanadas de una central mundial, radica en el hecho de que la carta resultante de la recomendación de Santiago fué dirigida específicamente a los cristianos gentiles, "gente de las naciones," en Antioquía, Siria y Cilicia (regiones adyacentes que se extienden al norte de Israel), y como hemos visto, este asunto trató la cuestión específica de un intento de pedir a los creyentes gentiles que "observaran la ley de Moisés." Trató aquellos aspectos de conducta más probables de crear dificultades entre los creyentes judíos y gentiles. Y  no hay nada que indique que la carta tenía que ser aceptada como "ley," como si las cuatro abstenciones instadas formaran un "Cuadrílogo" reemplazando el "Decálogo" o los Diez Mandamientos de la ley de Moisés. Fue un consejo específico para una ocasión específica imperante en aquel período de la historia. Y tampoco fue adoptado por todas las congregaciones del mundo cristiano*.

*Nota: La carta inicia así: “Los apóstoles y los ancianos, hermanos, a los hermanos de Antioquía y Siria y Cilicia que son de las naciones: ¡Saludos!” –Hechos 15:23

Esto queda tremendamente demostrado cuando años más tarde Pablo se encontró con esta situación en la misma Jerusalén:

“Después de oír esto, ellos empezaron a glorificar a Dios, y le dijeron: “Contemplas, hermano, cuántos millares de creyentes hay entre los judíos; y todos son celosos por la Ley.  Pero ellos han oído que se rumorea acerca de ti que has estado enseñando a todos los judíos entre las naciones una apostasía contra Moisés, diciéndoles que ni circunciden a sus hijos ni anden en las costumbres [solemnes].  Entonces, ¿qué ha de hacerse acerca de ello? En todo caso van a oír que has llegado.  Por lo tanto, haz esto que te decimos: Tenemos cuatro varones que tienen sobre sí un voto.  Toma a estos contigo y límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se les rape la cabeza. Y así sabrán todos que no son ciertos los rumores que se les contaron acerca de ti, sino que estás andando ordenadamente, tú mismo también guardando la Ley.  En cuanto a los creyentes de entre las naciones, hemos enviado [aviso], habiendo dictado nuestra decisión de que se guarden de lo sacrificado a los ídolos así como también de la sangre y de lo estrangulado y de la fornicación” – Hechos 21: 20-25.

¡Solo la eliminación de la circuncisión era para la gente de las naciones! Los cristianos de Judea aún seguían fuertemente atados a las tradiciones judías, hasta el punto de que Pablo tuvo que adaptarse a esa situación. Si hubiese existido un Cuerpo Gobernante real y efectivo, a esa altura los cristianos judíos ya habrían sido expulsados por no regirse en doctrina por la autoridad central mundial, pero observamos que los ancianos de Jerusalén ¡permitían que los cristianos de Judea siguieran atados a ciertos aspectos de la Ley! Esto nos muestra que no había una Sede Mundial de la cual emanaban directrices para que todos las apliquen por igual so pena de expulsión o excomunión.

¡Esto demuestra que las congregaciones tenían diferentes grados de comprensión de la verdad en torno a Cristo! Nunca existió una uniformidad de criterios en dónde un cuerpo gobernante hubiese dado una directriz universal para que todos los miembros y todas las congregaciones hubiesen estado bajo la obligatoriedad de aceptar esa decisión.

Un [hombre] tiene fe para comer de todo, pero el que es débil come legumbres. 3 El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios ha recibido con gusto a ese. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de casa ajeno? Para su propio amo está en pie o cae. En verdad, se le hará estar en pie, porque Jehová puede hacer que esté en pie.

5 Un [hombre] juzga un día como superior a otro; otro juzga un día como todos los demás; cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. 6 El que observa el día, lo observa para Jehová. También, el que come, come para Jehová, pues da gracias a Dios; y el que no come, no come para Jehová, y sin embargo da gracias a Dios. – Romanos 14: 2-6

Cómo notamos existían cristianos que seguían atados a algunas costumbres judías como ciertos alimentos y observar algunos días sagrados. Estos asuntos sin duda no eran meras cuestiones menores de carácter personal. Involucraban ataduras e inmadurez en relación a dejar las sombras de la Ley y podían estorbar el crecimiento espiritual. Pero notemos que pese a los consejos de Pablo, finalmente se considera que estos asuntos doctrinales no deben ser motivos para juzgar al hermano o menospreciarlo. Se respetaba que cada cristiano tomara sus decisiones en cuanto a seguir atado a ciertas partes de la Ley. Lo único que Pablo combatió fue que algunos obligaran a otros a tomar sus normas en cuanto a éstos asuntos doctrinales. Cuando Pablo defiende la gracia (bondad inmerecida) frente a la Ley es porque algunos quieren obligar a otros a seguir atados a la Ley. Algo similar ocurre con el asunto de comer alimentos sacrificados a ídolos en los Templos de Corinto (1 Corintios 8:7-9).

La razón es que nunca se sacrificó la unidad por la uniformidad y nunca existió algo semejante a una Junta Administrativa piramidal que hubiese dictado de forma simultánea las mismas leyes a todos los cristianos. Tampoco existió una especie de Credo de doctrinas.

Y esto se manifestó incluso en el asunto de los “nombramientos”.  Hay mucha evidencia de que decisiones eran tomadas por las mismas congregaciones y no por algún grupo que controlara todo desde Jerusalén.
 NO se menciona que un cuerpo gobernante tuviera este cargo de hacer nombramientos en las congregaciones.
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“No solo eso, sino que también ha sido nombrado por las congregaciones para que sea nuestro compañero de viaje con respecto a este don bondadoso que ha de ser administrado por nosotros para la gloria del Señor y en prueba de nuestro ánimo pronto” – 2 Corintios 8:19.

La magnifica autonomía de las congregaciones, e incluso sus distintos grados de comprensión de la verdad revelada, no impidió un espectacular crecimiento. En palabras de la propia Watchtower, la Iglesia Primitiva “funcionó sin una corporación legal constituida por César, y funcionó... prósperamente, magníficamente”- W 72 15/2

Era realmente el Espíritu Santo y el control directo de Cristo sobre sus congregaciones lo que producía la auténtica Unidad Espiritual. Para el hombre de mente material, difícilmente una organización de gente puede funcionar sin una instrucción organizacional simultánea, pero la existencia del cristianismo puro y bíblico, fundado por Jesús de Nazaret, es una prueba de que la congregación se sostenía por fuerzas sobrehumanas y no por el ordenamiento de directrices humanas. Cuando los hombres insistimos en que se necesitan caballos o carretas para llevar el Arca del Pacto, caemos en el mismo error de David quién ordenó llevar el Arca en una carruaje, creyendo que era el mejor método. La Fe y obediencia en Dios se evidencia en cuando no añadimos a su Palabra y hablamos dónde Dios no ha hablado.

Las primeras comunidades cristianas se reunían en los sencillos hogares, y las mujeres gozaban de los mismos privilegios y capacidades para enseñar que los hombres, el estudio de las Escrituras giraba en torno a comprender el papel de Cristo Jesús como el eje de la enseñanza, pero estas congregaciones no eran controladas por estructuras eclesiásticas de poder, cuerpos gobernantes o consejos directivos rectores. Y aún en medio de ésta auténtica libertad cristiana, el Espíritu Santo fluía sin cadenas logrando una exquisita unidad.

El gran mensaje de fraternidad universal y la paternidad de Dios provocaba que los discípulos de Jesús predicaran un  mensaje liberador a la Humanidad. Ese era el auténtico gobierno celestial (Reino) que regiría bajo el Amor a la Tierra. Ellos fueron un grupo sin nombre, una comunidad abierta sin título por muchos años puesto que para ellos el mundo entero estaba llamado a comprender  que todos somos parte de una gran familia humana bajo la paternidad de un Dios-Amor. Todos los seres humanos estaban llamados a formar parte de la fraternidad espiritual. Por esa razón, durante muchas décadas el cristianismo nunca tuvo el carácter de una religión o estructura cerrada.

De forma magnífica fluía el Espíritu de Jehová a pesar de que los grados de comprensión de la verdad variaban de una congregación a otra.

“Ahora bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el espíritu de Jehová, hay libertad” – 2 Corintios 3:17.

Estas hermosas palabras inspiradas fueron escritas en el contexto de que el "código de la ley" no era una manifestación plena de la libertad de los cristianos. En realidad el código escrito era una sombra, y bajo la liberación de Cristo Jesús obtenemos la verdadera libertad.
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La libertad es un don maravilloso del ser humano. Tenemos libre albedrío para buscar la verdad, ya que somos amantes de la verdad. Ningún ser humano, ni ángel,  puede privarnos de ese don. La libertad de pensamiento incluso es respetada y defendida por Dios mismo. Él nos creó de esa forma, y nuestra madurez espiritual significa aceptar confiados ese don de Dios.

Muchos creen que la multiplicidad de ideas y la libre expresión en materia religiosa pueden tener efectos devastadores. Se suele argumentar que las miles de sectas y religiones son producto justamente de esa llamada libertad religiosa. Por esa misma razón, se suele atacar en las religiones a las personas que expresan públicamente sus pensamientos religiosos distintos, o hablan de una forma diferente en cuanto a las directrices y códigos de su organización  religiosa. Existe un gran temor, de que esas personas puedan provocar divisiones y sectas, y por lo tanto, generalmente son apartadas del grupo social-religioso al que pertenecen.

Sin embargo, es un error creer que la multiplicidad de sectas y religiones se debe a la "libertad" religiosa. ¿Por qué razón? En realidad las religiones son productos de tradiciones religiosas que son extrabíblicas. En el fondo, las sectas y religiones son las que estarían siendo víctimas del error interpretativo de la Biblia. El que más y más grupos tiendan a forzar la Biblia es lo que produce el fenómeno del sectarismo. En cambio, si se estudiara la Biblia con libertad y públicamente,  no habrían deserciones masivas. Más bien el Espíritu Santo lograría que hubiese verdadera unidad y libertad. Pero sería una unidad basada en la libertad y no en la uniformidad.

Por ejemplo, algunos estudiosos a nivel individual de la Biblia llegaron a muchas creencias que los investigadores posteriores encontraron. Es notable el caso de Newton. Sin embargo, éstos cristianos a nivel individual no crearon sectas en torno a esos descubrimientos. Cómo observamos, encontrar la simple verdad en la Biblia no necesariamente provoca sectas o religiones. No tuvieron confusiones de Fe o crisis espirituales al investigar la Biblia de forma privada y sin un "conducto oficial". Es debido a otros intereses cuando se provoca el fenómeno sectario. No es por la libre investigación bíblica.

Lo hemos visto con respecto a la circuncisión. Muchos años después de los eventos de Hechos 15, las congregaciones de Judea seguían libremente y por propia decisión la idea de que ese precepto aún era necesario. Nunca existió un cuerpo gobernante rector que hizo que la instrucción se aplicara a todos por igual.

Justamente muchos cristianos modernos no saben que en el siglo I no todos tenían el "mismo entendimiento" al mismo tiempo, como tampoco existía una imposición para que todos pensaran de igual forma. Cuando Pablo llama a "que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar"* se refiere a los partidismos que existían entre los cristianos cuando decían “Yo pertenezco a Pablo”. “Pero yo a Apolos.” “Pero yo a Cefas.” “Pero yo a Cristo.” (1 Corintios 1:10-17).

Cómo notamos, el sectarismo es provocado por seguir a los hombres o estar en un grupo con un nombre nominal de pertenencia y no por la investigación personal de la Palabra de Dios, la cual no está dividida y nos debe llevar a todos en la misma dirección inevitable, salvo que los hombres (no la Biblia) lo impidamos manipulando su mensaje. Por eso hay sectas. Por la manipulación bíblica (sin intención o con intención), y no por su libre investigación.

Nota: La expresión es “la misma forma de pensar” la cual incluye las cualidades que tienen que dominar al cristiano, independiente de su grado de progreso.  No es “que todos piensen igual”. Hay una gran diferencia.

Notamos que Pablo dice: “El Cristo existe dividido. Pablo no fue fijado en un madero por ustedes, ¿verdad? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?” – 1 Corintios 1:13.

Aquí notamos que lo que provoca las sectas y religiones nominales (seguir a Cefas, Pablo o Apolos) es dejar a Cristo de lado y desviarse a cualesquier otro objetivo que no sea él, ya sea una persona u otra entidad que se interponga entre Jesús y nosotros. Por eso el apóstol recalca que él no tiene ningún mérito en la salvación de los Corintios ni tampoco a él se le debe ninguna honra.

Cuando entendemos bien este pasaje comprendemos que Pablo está advirtiendo contra el fenómeno religioso (que vendría en un futuro próximo) de crear grupos con nombres distintivos (humanos) y que se desvían del Cristo. No está hablando en absoluto de que los cristianos tenían que pensar igual en todo asunto ni que tuvieran que estar sometidos a un conducto humano. Ciertamente mientras los discípulos de Jesús se mantuvieran unidos en Espíritu y Amor a las enseñanzas del Hijo del Hombre, y éste fuera el elemento unificador y cohesionador  de la Fe, no habría ninguna razón de inventar nombres para distinguirse unos de otros. No habría “marcas” para postular las enseñanzas cristianas. Cristo no estaría “dividido” tal como ocurre con los centenares de “marcas” cristianas de la actualidad.