martes, 10 de enero de 2012

¿Sigue usted bajo condenación?

La carta a los Romanos, la Ley y el Rescate han sido considerados hace poco en una revista llamada la Atalaya. La revista ofrece información y razonamientos muy valiosos sobre la conducta. No obstante, al llegar a un punto clave del asunto: La relación de los cristianos con Jesús, se vuelve a establecer una separación. Varios lectores de éste blog y que son testigos, ya lo han percibido.

Sobre ésto puedo decir que nunca se podrá derrotar verdaderamente el mal a menos que las personas se unan a la Vid verdadera. Aunque hagan cientos de horas en actividad teocrática, quién no comulga en intimidad con Cristo, no puede obtener una auténtica vida de santidad y una renovación del corazón mediante el Espíritu.

Una de las tragedias más grandes para los testigos es que son llamados a tener una relación con Cristo de segunda mano. Y todo por el status que quieren tener solo unos pocos para mantener control (ya ni siquiera es de una "clase ungida").

Al no sentir un verdadero llamamiento para unirse al Padre como Hijo a través del Hijo, los testigos no sienten un compromiso interno para transformarse, solo un llamado a la rectitud mediante obras externas para evitar el pecado.

De ésta forma, de manera paradójica se mantiene la esclavitud a la Ley y se insulta el sacrificio de Cristo.

La Carta a los Romanos nos muestra que aceptar el sacrificio de Cristo por la Fe y dejar la obras de la Ley, va indisolublemente ligado a despertar a la condición de ser Hijos de Dios y estar unidos a Jesús de Nazaret.

Al rechazar la condición de Hijos de Dios y la unión con Cristo para las "otras ovejas", se mantiene en la esclavitud a millones, y ésto equivale a dejarlos bajo condenación y repudiar el sacrificio de Cristo.

Es grave. Y las otras ovejas no tienen una auténtica defensa contra el mal. La cantidad de expulsiones lo confirman. Hay solo una piedad externa, una rectitud de apariencia que es muy presta para evitar el pecado por la penalización judicial (que es presta y rápida), pero no por una razón de unión con el Padre y su Hijo.

Hace años, algunos miembros del comité de redacción de la Watchtower analizaron la primera parte del capítulo ocho de Romanos. Ellos estaban interesados en saber cómo se entendía el versículo 14 en cuanto a la relación de Dios con sus hijos, cuando se le considera a la luz del contexto. Uno de ellos era E. A. Dunlap, registrador de la escuela de Galaad y estrecho colaborador del cuerpo gobernante.

Él se dio cuenta que nunca lo habían examinado contextualmente (lo cual es cierto de casi todos los Testigos de Jehová). Al hacerlo, tuvo una reacción tanto espontánea como notable. Lo que a otros pudiese parecer obvio, para un Testigo de Jehová puede resultar sorprendente, como si se tratara de una auténtica revelación. El comentario de él fue: "Por años tenía la sensación de que estaba resistiendo al espíritu santo al leer las Escrituras cristianas. Yo podía estar leyendo tranquilamente, aplicando a mí mismo todo lo que leyera, cuando, súbitamente me detenía y decía 'pero éstas cosas no me aplican, son sólo aplicables a los ungidos.'"

No hubo persuasión alguna para que él viera las cosas de forma diferente. Fueron las propias palabras del apóstol en la Biblia, leídas contextualmente las que obraron para persuadir. Desde aquél entonces las Escrituras en general cobraron vida con un significado mayor para él.

Cuando un Testigo o cualquier otra persona pregunta, "¿Cómo sabe uno si él o ella es de la clase de los 'ungidos' con la esperanza celestial?" la respuesta común es referir a la persona a la declaración de Pablo en Romanos 8:16,17:

”El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, mas coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente”.

Al leer el contexto, desde el mismo comienzo del capítulo, le fue evidente a dicho hermano que el apóstol Pablo de veras estaba escribiendo sobre dos clases. Pero no sobre dos clases divididas por su esperanza, fuera ésta celestial o terrenal, en cuanto a su vida futura.

En vez de eso, las dos clases claramente eran: aquellos guiados por el Espíritu de Dios, a un lado, y los regidos por la carne pecaminosa, al otro.

Quién haya leído la Atalaya reciente lo puede recordar. Ahora bien, el contraste que el apóstol presenta no es entre la esperanza de vida en el cielo o vida en la tierra, sino entre la vida y la muerte mismas, entre amistad con Dios o enemistad con El. Como lo indican los versículos 6 al 9:
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“Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz; porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar. Por eso los que están en armonía con la carne no pueden agradar a Dios.

Sin embargo ustedes no están en armonía con la carne, sino con el espíritu, si es que el espíritu de Dios verdaderamente mora en ustedes. Pero si alguien no tiene el espíritu de Cristo, éste no le pertenece”.

En la discusión de Pablo, no se está considerando la vida celestial o la terrenal, sino simplemente si uno está viviendo por el Espíritu de Dios o está viviendo de acuerdo a la carne pecaminosa. Pablo dejó claro que era una cosa o la otra: Tiene uno el Espíritu de Dios y produce sus frutos, o está en enemistad con Dios y no pertenece a Cristo. Sin ese Espíritu no podría haber "vida y paz", sólo habría muerte. Si la persona de hecho tenía el Espíritu de Dios, entonces era él un hijo de Dios, pues Pablo dice (verso 14):

“Porque todos los que son guiados por el espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”.

Como este hermano hizo notar, y que fue confirmado por un miembro del cuerpo gobernante que estaba de acuerdo con ésta idea,  Pablo no dijo, algunos, sino "TODOS los que son guiados por el espíritu de Dios" son sus hijos. Aquellos que son guiados por ese Espíritu tendrían "el testimonio" del Espíritu.

Usted puede comparar el uso que hace el apóstol de la misma frase, "conducidos por el espíritu," en contraste similar entre la carne pecaminosa y el Espíritu de Dios en Gálatas 5: 18, donde se declara que aquellos que son "conducidos por espíritu, no están bajo-ley."

El negar que esto aplique a TODOS los cristianos, y que sí aplique a un grupo selecto, sería dejar a todos los demás bajo la Ley y la condenación de ésta.

Así de serio y grave.
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NOTA: Aunque parezca extraño, para un Testigo de Jehová (que no pertenece al grupo de los más de los pocos miles ungidos) el llegar a la conclusión de que las palabras desde Mateo hasta Revelación están dirigidas a él y le aplican no meramente de "refilón," sino real y directamente, resulta en que se abra la puerta a un cúmulo de preguntas, preguntas que a menudo anhelan recibir respuesta, pero las cuales él no se atrevía a hacer.

Pero cómo he analizado en la entradas anteriores, si desapareciera ese temor y miedo a perder autoridad y se aclarara bien a toda la hermandad, no habría grandes deserciones, sino todo lo contrario, se ahorrarían miles de expulsiones anuales, habría una mayor devoción, de corazón, con gozo y una potencia sin igual. Las congregaciones florecerían mucho más y quizás millones de almas también se sentirían atraídas al cristianismo por que las buenas nuevas tendrían un impacto poderoso en darle sentido y razón a su vida. La persona no se sentiría como parte de una masa, sino que tendría claro que el Dios Todopoderoso le ha asignado un papel singular a su propia vida. 
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Para Reflexionar

"Por lo tanto, no tienen condenación los que están en unión con Cristo Jesús"- Romanos 8:1.

Si solo los ungidos "están en unión con Cristo", ¿están condenados el resto de cristianos?

"Porque la ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte" - Romanos 8:2.

¿Nota como solo al estar en unión con Cristo nos liberamos de la ley del pecado?

"Sin embargo, ustedes no están en armonía con la carne, sino con el espíritu, si es que el espíritu de Dios verdaderamente mora en ustedes. Pero si alguien no tiene el espíritu de Cristo, este no le pertenece.  Pero si Cristo está en unión con ustedes, el cuerpo verdaderamente está muerto a causa del pecado, pero el espíritu es vida a causa de la justicia" - Romanos 8:9,10.

Note como ésto armoniza con la carta de Juan:

"Todo el que permanece en unión con él no practica el pecado; nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo" 

"Todo el que ha nacido de Dios no se ocupa en el pecado, porque la semilla [reproductiva] de Él permanece en el tal, y no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios" - 1 Juan 3:9 
 
Por lo tanto, si alguién no nace de nuevo, no recibe la revelación de ser un Hijo de Dios, no tendrá defensa permanente contra el pecado, haga lo que haga, desde hacer miles de sacrificios de toros o predicar en las puertas miles de horas.

"Así pues, hermanos, no nos vemos obligados a la carne, para vivir de acuerdo con la carne;  porque si ustedes viven de acuerdo con la carne, de seguro morirán; pero si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán.  Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios". - Romanos 8: 12-14