jueves, 23 de mayo de 2013

pecado, maldad, iniquidad

La falsa creencia del Dualismo
“Hay muchas maneras de considerar el pecado; pero desde el punto de vista filosófico del universo, el pecado es la actitud de una personalidad que deliberadamente resiste la realidad cósmica. Se puede considerar el error como un concepto erróneo o una deformación de la realidad. La maldad es una realización parcial de las realidades del universo o una falta de adaptación a ellas. Pero el pecado es una resistencia intencional a la realidad divina —el optar conscientemente oponerse al progreso espiritual— en tanto que la iniquidad consiste en desafiar abierta y persistentemente la realidad reconocida y supone tal grado de desintegración de la personalidad que raya en la locura cósmica.” (754.5) 67:1.4

El Universo se fundamenta en la Realidad sustentada por el Padre Universal. La luz, la paz, el amor y la armonía gobierna la creación de los universos. El mal no es la otra cara de la moneda o una fuerza opuesta en equilibrio como declaran algunos místicos. Muchas religiones enseñaron el Ying Yang (Taoísmo) o el Dualismo Persa que ha penetrado en el mundo occidental hasta en curiosas producciones de Cine como "La Guerra de las Galaxias", en la cual se habla de una "Fuerza" que tiene dos lados. Según éstas falsas creencias el bien y el mal son necesarios para un equilibrio.

 Al contrario de estas ideas falsas, el Libro de Urantia nos dice que el mal es una deformación de la realidad y que trata de resistirla.

1-  "El error es un concepto erróneo o una deformación de la realidad"

2- "El pecado es una resistencia intencional a la realidad divina"

3-  "la iniquidad consiste en desafiar abierta y persistentemente la realidad reconocida y supone tal grado de desintegración de la personalidad que raya en la locura cósmica"

En otra parte de los documentos, Jesús vuelve a decir:
“«El mal es la transgresión inconsciente o sin intención de la ley divina, la voluntad del Padre. El mal es, del mismo modo, la medida de la imperfección de la obediencia a la voluntad del Padre.
“«El pecado es la transgresión consciente, conocedora y deliberada de la ley divina, la voluntad del Padre. El pecado es la medida de la renuencia a la guía divina y a la dirección espiritual.
“«La iniquidad es la transgresión voluntaria, decidida y persistente de la ley divina, la voluntad del Padre. La iniquidad es la medida del rechazo constante del plan amante del Padre para la supervivencia de la personalidad y del ministerio misericordioso de los Hijos para la salvación.” (1660.2) 148:4.3
La senda del mal puede llevar a que alguien en cadena vaya progresando desde el mal, pasando por el pecado,  hasta la iniquidad.

Toda realidad fuera del Padre Universal (fuera del Paraíso) es incompleta y en desarrollo. El Libre Albedrio coloca ante el hombre la posibilidad de escoger. Por lo tanto, el mal jamás puede ser obra de Dios.

“El problema del pecado no es autoexistente en el mundo finito. El hecho de la finitez no es malo ni pecaminoso. Un Creador infinito hizo al mundo finito —es la obra de sus Hijos divinos— y por lo tanto debe ser bueno. Es el mal uso, la distorsión y la perversión de lo finito lo que da origen al mal y al pecado.” (1222.2) 111:6.3

“Los Dioses no crean el mal ni permiten el pecado y la rebelión. El potencial del mal es temporo-existente en un universo que comprende niveles diferenciales de sentidos y valores de perfección. El pecado es potencial en todos los reinos en los que los seres imperfectos tienen la dote de saber elegir entre el bien y el mal. La presencia conflictiva misma de la verdad y la no verdad, el hecho y la falsedad, constituye la potencialidad del error. La elección deliberada del mal constituye el pecado; el rechazo volitivo de la verdad es error; la búsqueda persistente del pecado y del error es iniquidad.” (613.2) 54:0.2

Por lo tanto, Dios y sus Hijos Altísimos no crean el mal ni el pecado.

“‘No es extraño que hagas estas preguntas, puesto que estás comenzando a conocer al Padre así como yo lo conozco, y no como los profetas hebreos tan nebulosamente le veían. Bien sabes que nuestros antepasados estaban dispuestos a ver a Dios en casi todas las cosas que sucedían. Buscaban la mano de Dios en todas los acontecimientos naturales y en cada episodio poco común de la experiencia humana. Relacionaban a Dios tanto con el bien como con el mal. Pensaban que había ablandado el corazón de Moisés y endurecido el corazón del faraón. Si el hombre sentía un fuerte impulso por hacer algo, bueno o malo que fuera, tenía por costumbre considerar estas emociones inusitadas diciendo: `el Señor me habló y me dijo, haz esto y aquello, o ve aquí o allí'. Así pues, ya que los hombres tan a menudo y tan violentamente caen en la tentación, se tornó costumbre de nuestros antepasados creer que Dios los conducía a la tentación para probarlos, castigarlos o fortalecerlos. Pero ya sabes que no es así. Sabes que los hombres demasiado frecuentemente son conducidos a la tentación por el ímpetu de su propio egoísmo y los impulsos de su naturaleza animal". (1738.3) 156:5.4

Desde cierta Perspectiva Cósmica el Mal es una irrealidad al compararlo con la realidad, porque el mal crea una auto ilusión desastrosa que puede ser ejecutada de forma ignorante o tornarse deliberada según el grado de desviación.

“Dios ama al pecador y odia el pecado: esta declaración es filosóficamente cierta, pero Dios es una personalidad trascendente, y las personas tan sólo pueden amar y odiar a otras personas. El pecado no es una persona. Dios ama al pecador porque es una realidad de personalidad (potencialmente eterna), mientras que hacia el pecado Dios no asume ninguna actitud personal, porque el pecado no es una realidad espiritual; no es personal; por lo tanto sólo la justicia de Dios toma conocimiento de su existencia. El amor de Dios salva al pecador; la ley de Dios destruye el pecado. Esta actitud de la naturaleza divina aparentemente cambiaría si el pecador se identificara final y plenamente con el pecado, así como esta misma mente mortal puede identificarse plenamente con el Ajustador espiritual residente. Ese mortal identificado con el pecado se volvería entonces completamente carente de espiritualidad en su naturaleza (y por tanto personalmente irreal) y experimentaría eventual extinción del ser. La irrealidad, incluso el hecho de que la naturaleza de las criaturas es incompleta, no puede existir eternamente en un universo progresivamente real y crecientemente espiritual.” (41.6) 2:6.8

Estas declaraciones son muy ciertas y profundas. Lo único real y que realmente existe es el bien y el amor. Los universos evolutivos son como una enorme corriente de agua llena del bien que progresa mediante la Realidad establecida por Dios. El mal equivale a remar individualmente (de forma pequeña y aislada) contra esa corriente.

Lo podría ejemplificar también con una película. Una cinta de cine de esas antiguas siempre se va moviendo. Imaginemos que recortáramos un personaje de la cinta. Entonces el flujo y el movimiento de dirección de la cinta lo haría "desaparecer" al proyectarla.

Los inicuos desde la perspectiva cósmica son irreales. Son personas que van en contra de la realidad progresiva, contra los valores y realidades universales. Abrazar el mal y pecado ("hacerse uno con la maldad")  logra que uno se vuelva también "irreal".

Los inicuos en medio del inmenso Cosmos se vuelven un elemento estancado y retrógrado. Universalmente son una pequeña anomalía.  Esto finalmente los destruye porque quedan atrás de la evolución.  El tiempo los aniquila y los hará desaparecer de nuestra perspectiva. Es como dice el Salmo, son como "la hierba que desaparece":

No te impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

Porque como hierba serán pronto cortados,
Y como la hierba verde se secarán.  - Salmo 37

“Cuando esta sentencia se confirma finalmente, el ser identificado con el pecado instantáneamente se vuelve como si no hubiera sido. No hay ninguna resurrección de este destino; es perdurable y sempiterno. Los factores de identidad de la energía viviente se resuelven mediante las transformaciones del tiempo y las metamorfosis del espacio en los potenciales cósmicos de los cuales emergieron anteriormente. En cuanto a la personalidad del inicuo, se la priva de un vehículo continuado de existencia vital debido al fracaso de la criatura de hacer esas elecciones y decisiones finales que le habrían asegurado la vida eterna. Cuando el abrazo continuado del pecado por la mente asociada culmina en la identificación completa del ser con la iniquidad, entonces, en el momento de la cesación de la vida, en el momento de la disolución cósmica, esa personalidad aislada es absorbida en la superalma de la creación, haciéndose parte de la experiencia evolutiva del Ser Supremo. Nunca más aparece como personalidad; es como si su identidad nunca hubiera sido. En el caso de una personalidad que albergue a un Ajustador, los valores espirituales experienciales sobreviven en la realidad del Ajustador que sigue existiendo.” (37.2) 2:3.4

Lo único que queda de un inicuo exterminado son los "materiales" que como el polvo son absorbidos en la totalidad. Pero dicha identidad desaparece. Y el Ajustador se aleja de esa criatura extinguida, y regresa a Dios.

La única posibilidad de supervivencia que nosotros tenemos es progresar integrándonos en la realidad establecida del universo, partiendo desde esta esfera hasta continuar avanzando a la máxima realidad llegando al mismo Paraíso.

Si cultivamos una relación con Dios, si progresamos hacia los más altos ideales, más nos integraremos al amor y  a la verdadera realidad. Este es el único salvoconducto para la vida eterna.