martes, 27 de mayo de 2014

Conflicto interior


El gran problema de la expresión sexual en el mundo moderno y toda la contaminación con la pornografía y las prácticas eróticas que tanto venden comercialmente en la actualidad obedece no solo a los nuevos estímulos comunicacionales. Tenemos evidencia de algunos pueblos que también tenían prácticas repugnantes en torno a la sexualidad. Los Documentos nos señalan un factor en relación al problema del control de las pasiones animales que comenzó a agravarse miles de años después de la venida de Adán y Eva:

(913.5) 82:1.2 El interés y deseo sexuales no eran pasiones dominantes en los pueblos primitivos; ellos simplemente las aceptaban. La entera experiencia reproductora estaba libre de embellecimientos de la imaginación. La pasión sexual que todo lo absorbe de los pueblos más altamente civilizados se debe principalmente a la mezcla de razas, especialmente allí donde la naturaleza evolucionaria ha sido estimulada por la imaginación asociativa y la apreciación de la belleza por parte de los noditas y adanitas. Pero esta herencia andita fue absorbida por las razas evolucionarias en cantidades tan limitadas como para no conseguir proveer suficiente autocontrol para las pasiones animales así desencadenadas y estimuladas por la dote de una conciencia sexual más aguda y de impulsos más intensos de apareamiento. De entre las razas evolucionarias, el hombre rojo era el que tenía el código sexual más elevado.

Notamos que los salvajes realizaban sus actos sexuales sin imaginación ni asociación de erotismo. Posteriormente la raza humana con la influencia de los noditas y adanitas provocó una inyección de imaginación en el acto reproductivo, separando mentalmente el placer del mero acto de apareamiento. Sin embargo, los genes adanitas y noditas finalmente se diluyeron en las tribus que presentaban una mayor cantidad de habitantes primitivos. Esto ha provocado, que los impulsos primitivos finalmente dominen a los pueblos modernos. Y como conclusión tenemos una amalgama complicada de imaginación erótica (que es un derivado de la imaginación artística adanita) y que se ha vuelto dañina debido a la mezcolanza con la animalidad sexual de los primitivos antes de los días de Adán.

Lo anterior ha provocado problemas en nuestra genética, cerebro y mente para tener mayor receptividad a lo que es espiritual.

(382.1) 34:7.1 La carne, la naturaleza inherente derivada de las razas de origen animal, no da naturalmente los frutos del Espíritu divino. Cuando se mejora la naturaleza mortal con el agregado de la naturaleza de los Hijos Materiales de Dios, así como las razas de Urantia se mejoraron hasta cierto punto por el otorgamiento de Adán, entonces el camino está mejor preparado para que el Espíritu de la Verdad coopere con el Ajustador residente para producir la hermosa cosecha de los frutos de carácter del espíritu. Si vosotros no rechazáis a este espíritu, aún se necesita la eternidad para ejecutar la misión, «él os guiará hacia toda la verdad».
(382.2) 34:7.2 Los mortales evolucionarios que habitan mundos normales de progreso espiritual no experimentan los agudos conflictos entre el espíritu y la carne que caracterizan a las razas de hoy en día en Urantia. Pero aun en los planetas más ideales, el hombre preadánico debe esforzarse positivamente para ascender desde el plano puramente animal de la existencia por los sucesivos niveles de significados cada vez más intelectuales y valores espirituales más elevados.
Si la raza humana hubiese recibido más genes adánicos, la naturaleza animal estaría más subyugada y controlada. La receptividad espiritual sería mejor. Los pensamientos del hombre promedio no estarían tan dominados por sus desequilibrios químicos-mentales-hormonales que lo empujan a pensar más en lo sexual que en lo espiritual y superior.

Los conflictos internos tan desastrosos entre lo espiritual y lo carnal no serían tan agudos. Pablo mismo aludió a esa lucha entre las dos naturalezas cuando lo ejemplificó en su propio caso (Romanos 7:15).
(382.3) 34:7.3 Los mortales de un mundo normal no experimentan una constante lucha entre sus naturalezas material y espiritual. Se enfrentan a la necesidad de subir desde los niveles animales existentes hasta planos más altos de vida espiritual, pero este ascenso más se parece a un curso de capacitación si se lo compara con los intensos conflictos de los mortales urantianos en este reino de divergentes naturalezas material y espiritual.
(382.4) 34:7.4 Los pueblos de Urantia están sufriendo las consecuencias de una doble privación de ayuda en esta tarea de progresivo logro espiritual planetario. La sublevación de Caligastia precipitó una confusión mundial y robó a todas las generaciones subsiguientes de la asistencia moral que una sociedad bien ordenada hubiera provisto. Pero aun más desastrosa fue la falta de Adán que privó a las razas de un tipo superior de naturaleza física que habría sido más armoniosa con las aspiraciones espirituales.
El problema de la naturaleza inclinada a lo moralmente bajo, es producto de no poseer una naturaleza física más elevada que hubiese provocado mayor armonía mental interna, mientras que los instintos hubiesen sido adecuadamente controlados. 

Si la humanidad hubiese sido totalmente heredera de un hombre que era perfecto como Adán, no tendríamos esos conflictos, incluso si Adán hubiese caído en "imperfección". Pero la razón de la lucha entre dos naturalezas se debe a que nosotros también somos herederos de un linaje animal.
(382.5) 34:7.5 Los mortales de Urantia están forzados a someterse a tan profunda lucha entre el espíritu y la carne debido a que sus ancestros remotos no estuvieron más plenamente imbuídos y adanizados por el otorgamiento edénico. Según el plan divino, las razas mortales de Urantia deberían haber contado con naturalezas físicas más naturalmente sensibles al espíritu.
Jesús nos enseña a liberarnos y trascender nuestra naturaleza
(382.6) 34:7.6 A pesar de este doble desastre para la naturaleza del hombre y su medio ambiente, los mortales de hoy en día experimentarían menos de este aparente conflicto entre la carne y el espíritu si quisieran entrar en el reino del espíritu, donde los hijos de Dios por la fe disfrutan relativa redención de la servidumbre esclavizadora de la carne en el servicio iluminado y liberador de la devoción sincera al cumplimiento de la voluntad del Padre en el cielo. Jesús le mostró a la humanidad el camino nuevo de la vida mortal por donde los seres humanos pueden escapar de la mayor parte de las espantosas consecuencias de la rebelión de Caligastia y compensar más eficientemente las privaciones resultantes de la falta de Adán. «El espíritu de vida de Cristo Jesús nos ha liberado de la ley de la vida animal y de las tentaciones del mal y el pecado». «Ésta es la victoria que supera la carne, y aun vuestra fe».
(383.1) 34:7.7 Aquellos hombres y mujeres que conocen a Dios y que han nacido de la experiencia de Espíritu, no experimentan conflicto con sus naturalezas mortales más de lo que lo hacen los habitantes de los mundos y planetas más normales, que nunca han sido manchados por el pecado ni tocados por la rebelión. Los hijos de fe trabajan en niveles intelectuales y viven en planos espirituales muy por encima de los conflictos producidos por desenfrenados o desnaturalizados deseos físicos. Los estímulos nor-males de los seres animales y los apetitos e impulsos naturales de la naturaleza física no están en conflicto siquiera con los más altos logros espirituales excepto en la mente de las personas ignorantes, mal instruidas, o desafortunadamente, en extremo escrupulosas.
Y el Mensajero Poderoso a cargo de este Documento nos recuerda comprensivamente que no debemos desanimarnos ante nuestras caídas.
(383.2) 34:7.8 Habiendo comenzado el camino de la vida eterna, habiendo aceptado el deber y recibido tus órdenes de avanzar, no temas los peligros del olvido humano e inestabilidad mortal, no te preocupes por el temor al fracaso, o por la confusión que te deja perplejo, no vaciles ni interrogues tu estado y situación porque en las horas sombrías, en cada encrucijada de la lucha por progresar, el Espíritu de la Verdad siempre hablará, diciendo: «Éste es el camino».