jueves, 29 de mayo de 2014

Los vicios morales correctamente abordados

Nota: Es imprescindible leer la entrada anterior.

En la entrada pasada notamos como la privación de las cantidades adecuadas de "sangre" adanita en la humanidad, la ha dejado desprovista de un soporte material adecuado para tener un equilibrio y control sobre los rasgos de la herencia animal.

(914.6) 82:1.10 Ninguna emoción o impulso humano, cuando no se le enfrena pero se le da rienda suelta, puede producir tanto daño y pena como este poderoso impulso sexual. La sumisión inteligente de este impulso a las reglamentaciones de la sociedad es la prueba suprema de la realidad de toda civilización. El autocontrol, más un autocontrol en constante aumento, es la demanda cada vez mayor de la humanidad en avance. El secreto, la falta de sinceridad y la hipocresía podrán oscurecer los problemas sexuales, pero no proveen soluciones, ni tampoco avanzan la ética.

Dado que la humanidad de forma inherente tiene poco autocontrol sobre éste asunto, ha sido necesario una reglamentación social para no haber socavado tempranamente las instituciones esenciales de la civilización. El matrimonio y la familia se han vuelto los reguladores necesarios del hombre. 

(914.5) 82:1.9 Entre los salvajes, la consecución de alimentos era la motivación principal, pero cuando la civilización asegura suficiente alimento, el impulso sexual se vuelve muchas veces un impulso dominante y por consiguiente necesita por siempre de la reglamentación social. En los animales, la periodicidad instintiva controla la propensidad al apareamiento, pero puesto que el hombre es en gran parte un ser autocontrolado, el deseo sexual no es periódico, por lo tanto se torna necesario para la sociedad imponer el autocontrol sobre el individuo.

Sin embargo, esto no garantiza el mero éxito de la civilización. Actualmente la humanidad dispone de más tiempo libre para la búsqueda de distracciones, lo cual la puede precipitar a la destrucción personal por la búsqueda desmedida del placer.

En la entrada pasada comentamos que los Documentos señalan que Jesús nos trajo el único camino para lograr trascender la esclavitud de nuestra herencia animal. El nuevo nacimiento es lo único que lo puede conseguir. Sin embargo, es necesario recordar algo que las Iglesias no han podido señalar correctamente:
 (1582.2) 140:8.21 Jesús poco tenía que decir sobre los vicios sociales de su era; pocas veces se refirió a la delincuencia moral. Era un maestro positivo de la virtud verdadera. Evitaba cuidadosamente el método negativo de impartir instrucción; se negaba a publicar el mal. No era ni siquiera un reformador moral. Bien sabía, y enseñó a sus apóstoles, que los impulsos sensuales de la humanidad no se reprimen mediante el reproche religioso ni las prohibiciones legales. Sus pocas denuncias estaban dirigidas en gran parte contra el orgullo, la crueldad, la opresión y la hipocresía.
(1582.3) 140:8.22 Jesús ni siquiera denunció con vehemencia a los fariseos como lo hiciera Juan. Sabía que muchos de los escribas y fariseos eran de corazón honesto; comprendía que eran esclavos de las tradiciones religiosas. Jesús insistía en «primero sanar el árbol». Reiteró a los tres que él valoraba toda la vida, y no sólo unas pocas virtudes especiales.
Incluso cuando observamos los Evangelios, notamos éstas premisas reflejadas. En el sermón del monte Jesús aborda el corazón y los pensamientos como productores del mal. Posteriormente comenta que del corazón proceden los actos como hurto, fornicaciones y adulterios. El animó a limpiar el interior de la copa, no a realizar una mera reforma conductual externa.
Pero ciertamente Jesús evitó concentrarse en el método negativo de instrucción, en publicar el mal. Sabía que la prohibición religiosa no soluciona el problema de los impulsos sexuales humanos descontrolados. Es más, parece ser que la constante reglamentación al respecto, la mera amonestación prohibitiva y repetitiva causa más problemas. Esto lo abordé una vez, incluso realizando un análisis de Romanos capítulo 7:

El problema de la moralidad sexual

http://estudiosdelasescrituras.blogspot.com/2013/09/el-problema-de-la-moralidad-sexual.html

Qué triste y lamentable  que los sistemas religiosos gasten tanto tiempo y energías en la persecución negativa del mal, mediante intricados procedimientos judiciales, comités judiciales y constantes penalizaciones, y admoniciones,  más que abordar la raíz del problema. El problema de las miles de expulsiones y disciplinas religiosas radica en que a los hombres y mujeres no se les ha enseñado que deben Nacer Otra Vez. Esta es la única vía para comenzar a liberarse de las fuerzas imperfectas que nos tienden a derrumbar en el pecado. Mientras a los fieles no se les eduque preventivamente en la auténtica espiritualidad, aquella que mediante el nuevo nacimiento los coloca en la posición de Hijos de Dios para hacer el bien, no estarán correctamente protegidos contra el mal. Su protección contra el mal solo dependerá de una penitencia, de una corrección externa mediante el miedo a la sanción negativa, y no por una transformación de la naturaleza.

La verdadera religión no consiste realmente en enseñar moralidad. La verdadera moralidad es uno de los frutos, de los productos derivados de la verdadera religión. La religión viviente conecta al hombre con su Hacedor en un vínculo del Nuevo Nacimiento, y aquella relación provoca los frutos morales secundarios y protege al hombre del mal, porque el hombre comprende que la vida religiosa no es una actividad especial solo para ciertos ámbitos de la vida, comprende que toda la vida, todas las actividades humanas están iluminadas con el nuevo nacimiento.

En mi opinión, las religiones cometen estos errores al abordar los vicios morales centrados en la sexualidad:

1- Evitan enseñar de forma limpia y sana lo que es la sexualidad. La capacidad sexual tiene el propósito de una fraternización a nivel íntimo que incluso puede proveer aspectos espirituales, sociales y mentales, tal como una vez comentamos en una entrada en relación a los compañeros moronciales y la vida de pareja tras la muerte. Un aspecto derivado es el potencial de procrear seres ascendentes que puedan llegar al Padre y tener vida eterna, nos convierte en socios con Dios.

2- Abordar de forma penalista y negativa las desviaciones sexuales, la fornación, el adulterio, etc. El evitar estos vicios o problemas no se debe abordar de esa forma, ya que los transforma en un tabú, en un asunto atrayente ya que es prohibido de forma negativa. La mejor forma de abordar estos vicios humanos es que a los hombres se les enseñe a "nacer otra vez". Y este Nuevo Nacimiento provocará una "inmunización" contra las tendencias humanas destructivas y desajustadas de los deberes sociales y familiares.

Cuando las religiones aborden de forma correcta estos asuntos, realmente habrán hecho una contribución a la humanidad, y no mediante la producción de individuos santurrones e hipócritas que han traído descrédito al Padre Universal y al Hijo del Hombre.