sábado, 14 de febrero de 2015

Hacer la voluntad de Dios

Durante siglos las Iglesias han intentado definir “hacer la voluntad de Dios” como una acción religiosa circunscrita a las actividades de dicha comunidad. Por ejemplo, se suele señalar que hacer la voluntad de Dios es predicar o servir a los pobres, dependiendo de la institución.

Los Documentos señalan que hacer la voluntad de Dios es la clave para la vida eterna, y es comentada muchísimas veces como algo fundamental. En esta entrada, trataremos de aportar con algunas de esas citas y las comentaremos. De alguna forma, el trabajo por transformar el mundo parte con el trabajo de transformarnos a nosotros. Para eso, es vital comprender plenamente que es la voluntad de Dios.

(1431.2) 130:2.7 Fue ésta una conversación que duró hasta bien entrada la noche, en el curso de la cual, el joven le pidió a Jesús que le explicara la diferencia entre la voluntad de Dios y ese acto mental humano de elección que también se llama voluntad. En substancia Jesús dijo: la voluntad de Dios es el camino de Dios, el asociarse con la elección de Dios frente a cualquier alternativa potencial. Hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, es la experiencia progresiva de llegar a parecerse cada vez más a Dios, y Dios es el origen y el destino de todo lo que es bueno y bello y verdadero. La voluntad del hombre es el camino del hombre, la suma y substancia de lo que el mortal elige ser y hacer. La voluntad es la deliberada elección de un ser autoconsciente que lleva a una decisión conducta basada en una reflexión inteligente.

Notamos que: 

"la voluntad de Dios es el camino de Dios, el asociarse con la elección de Dios frente a cualquier alternativa potencial. Hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, es la experiencia progresiva de llegar a parecerse cada vez más a Dios, y Dios es el origen y el destino de todo lo que es bueno y bello y verdadero". 

Pero, ¿involucra esa asociación con Dios solo circunstancias difíciles y situaciones "sagradas"? Jesús dice en los Documentos:

(1732.4) 155:6.11 No olvidéis jamás que hay tan sólo una aventura que es más satisfactoria y emocionante que el intento de descubrir la voluntad del Dios vivo, y ésa es la experiencia suprema de tratar honestamente de hacer la voluntad divina. No dejéis de recordar que la voluntad de Dios puede cumplirse en cualquier ocupación terrenal. No hay unas vocaciones que sean santas y otras que sean seculares. Todas las cosas son sagradas en la vida de los que son conducidos por el espíritu; o sea, subordinados a la verdad, ennoblecidos por el amor, dominados por la misericordia, y controlados por la ecuanimidad —la justicia. El espíritu que mi Padre y yo enviaremos al mundo es no solamente el Espíritu de la Verdad, sino también el espíritu de la belleza idealista.

Hacer la voluntad de Dios impregna cada área de la vida. Incluso cuando cocinamos, trabajamos y nos alimentamos. Cada actividad humana puede tonarse consciente de que en ellas Dios quiere operar y que manifestemos el fruto del Espíritu de cualidades superlativas.

 "No dejéis de recordar que la voluntad de Dios puede cumplirse en cualquier ocupación terrenal. No hay unas vocaciones que sean santas y otras que sean seculares. Todas las cosas son sagradas en la vida de los que son conducidos por el espíritu; o sea, subordinados a la verdad, ennoblecidos por el amor, dominados por la misericordia, y controlados por la ecuanimidad —la justicia".

¿Cómo podemos vivir esta enseñanza del Maestro? ¿Cómo la podemos experimentar? Un saludable ejercicio es:

1- Estar conscientes del acto que realizamos en ese momento presente. Ya sea planchar, caminar, conversar con otro ser humano, etc; tomemos conciencia de esa acción.

2- Enfocarnos y absorbernos en ese momento presente (no dar cabida a pensamientos turbulentos sobre preocupaciones, miedo, etc). 

3- Impregnar con el deseo de Dios, su voluntad, esa actividad. Dios quiere que esos actos estén "conducidos por el espíritu, subordinados a la verdad, ennoblecidos por el amor, dominados por la misericordia, y controlados por la ecuanimidad —la justicia".


Notamos que esta forma de vivir la vida la llena de significado, felicidad y realización. Sin embargo, implica estar conscientes de nuestros pensamientos en todo momento, y  que nuestra voluntad elija voluntariamente la guía de la voluntad Divina. Esta es la "religión verdadera" de Jesús de Nazaret, la más ardua y difícil de todas, porque a diferencia de las religiones humanas evolutivas de la autoridad, esta no diferencia actividades sagradas y otras profanas. No provoca, por lo tanto, la hipocresía religiosa y la doble vida.

Como la voluntad humana entra en línea con la Voluntad de Dios

(1216.5) 111:1.4 La evolución material te ha proveído con una máquina vital, tu cuerpo; el Padre mismo te ha dotado de la realidad espiritual más pura conocida en el universo, tu Ajustador del Pensamiento. Pero en tus manos, sujeta a tu libre albedrío, se te ha dado la mente, y es por la mente por la que vives o mueres. Es dentro de la mente y con la mente que tomas esas decisiones morales que te permiten alcanzar semejanza con el Ajustador, que es semejanza con Dios.

(1217.4) 111:1.9 La mente es tu buque, el Ajustador es tu piloto, la voluntad humana es el capitán. El dueño del barco mortal debería tener la sabiduría de confiar en el piloto divino para guiar a su alma ascendente a los puertos morontiales de la supervivencia eterna. Sólo mediante el egoísmo, la pereza y el pecado puede la voluntad del hombre rechazar la guía de un piloto tan amante y finalmente naufragar su carrera mortal en los acantilados malignos de la misericordia rechazada y contra las rocas del pecado aceptado. Con tu consentimiento, este piloto fiel te conducirá con seguridad a través de las barreras del tiempo y de los obstaculos del espacio a la fuente misma de la mente divina y aun más allá, aun hasta el Padre Paradisiaco de los Ajustadores.

(1221.2) 111:5.1 Hacer la voluntad de Dios es ni más ni menos que una exhibición de la disposición de la criatura a compartir la vida interior con Dios —con el mismo Dios que ha hecho posible esa vida de valor y significado interior para la criatura. Compartir es semejante a Dios —es divino. Dios comparte todo con el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito, y ellos a su vez comparten todas las cosas con los Hijos divinos y las Hijas espíritu de los universos.

(1221.3) 111:5.2 La imitación de Dios es la clave para la perfección; hacer su voluntad es el secreto de la sobrevivencia y de la perfección en la supervivencia.

(1221.4) 111:5.3 Los mortales viven en Dios, y así Dios ha querido vivir en los mortales. Así como los hombres se confían en él, del mismo modo él, y en primer término, ha confiado una porción de sí mismo para que esté con los hombres; ha consentido en vivir en los hombres y residir en los hombres sujeto a la voluntad humana.

(1221.5) 111:5.4 La paz en esta vida, la supervivencia en la muerte, la perfección en la vida próxima, el servicio en la eternidad —todos éstos se logran (en el espíritu) ahora cuando la personalidad de la criatura consiente —elige— someter la voluntad de la criatura a la voluntad del Padre. Y el Padre ya ha elegido hacer que un fragmento de sí mismo esté sujeto a la voluntad de la personalidad de la criatura.

(1221.6) 111:5.5 Esta elección de la criatura no es un rendimiento de la voluntad. Es una consagración de la voluntad, una expansión de la voluntad, una glorificación de la voluntad, un perfeccionamiento de la voluntad; tal elección eleva la voluntad de la criatura del nivel de significado temporal a ese estado tanto más elevado en el que la personalidad del hijo criatura comulga con la personalidad del Padre espíritu.

(1221.7) 111:5.6 Esta elección de la voluntad del Padre es el hallazgo espiritual del Padre espíritu por el hombre mortal, aunque deba pasar una edad antes de que el hijo criatura pueda verdaderamente encontrarse de hecho ante la presencia de Dios en el Paraíso. Esta elección no consiste tanto en la negación de la voluntad de la criatura: «Que se haga no mi voluntad sino la tuya»; sino que consiste en la afirmación positiva de la criatura: «Es mi voluntad que se haga tu voluntad». Y si se hace esta elección, tarde o temprano el hijo que eligió a Dios hallará una unión interior (fusión) con el fragmento residente de Dios, mientras que este mismo hijo en perfeccionamiento encontrará suprema satisfacción de la personalidad en la comunión adoradora de la personalidad del hombre y la personalidad de su Hacedor, dos personalidades cuyos atributos creativos se unen eternamente y autovolitivamente en una mutualidad de expresión —el nacimiento de otra unión eterna de la voluntad del hombre y la voluntad de Dios.

Cuando en la carne percibimos a Dios, y al hacer su voluntad dejamos que el gobierne amorosamente nuestro ser, Algo maravilloso sucede. Ocurre una transformación en que Dios y el hombre se hacen socios, y toda la creación está al servicio de ese Hijo liberado. Esa mujer u hombre se convierte en un gigante. Algo difícil de explicar, pero que es tan real como el Amor.

Y nada se vuelve imposible para ese Hijo de Dios nacido del Espíritu. ¡Descubre que ahora es capaz de modificar la realidad de su entorno al entrar en comunión con el Todopoderoso!

(1467.5) 132:7.9 Así fue, y así es, por siempre. Lo que una imaginación humana esclarecida y reflexiva, que ha recibido la enseñanza y la guía espirituales, quiere sincera y altruísticamente ser y hacer, se torna mediblemente creativo según el grado de dedicación del mortal a la ejecución divina de la voluntad del Padre. Cuando el hombre se asocia con Dios, pueden ocurrir, y ocurren, realmente cosas grandiosas.