En verdad los Documentos
de Urantia tienen la capacidad de arrojarnos luz sobre algunos asuntos oscuros
por el dogma o la tradición. ¿Era la voluntad de Dios que su Hijo muriese una
muerte tan cruenta? En las entradas pasadas notamos como los judíos orquestaron
su asesinato, ¿fue acaso el Padre cómplice con ellos? De ninguna forma. Entonces, ¿qué
significan las palabras de Jesús en Getsemaní “hágase tu voluntad”?
Durante siglos no hemos
entendido bien estas palabras. Creemos que el Padre demandaba esa muerte en
sacrificio, que esa era la voluntad a la que se refería Cristo. Esta concepción
oscura de la Deidad se parece mucho al concepto de Maktub o destino en el
Islam. Se habla de someterse a la voluntad de Dios, sea incluso esta un suceso
malo. ¿Es el deseo de Dios que sus criaturas, incluso su Hijo, sufran de esa
forma? La teología se preocupa de inventar teoremas. El Amor nos indica algo más grande para Dios.
(1431.2)
130:2.7 En substancia Jesús dijo: la voluntad de Dios es el camino de Dios, el asociarse con la elección de Dios frente a
cualquier alternativa potencial. Hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, es la
experiencia progresiva de llegar a parecerse cada vez más a Dios, y Dios es el
origen y el destino de todo lo que es bueno y bello y verdadero. La
voluntad del hombre es el camino del hombre, la suma y substancia de lo que el
mortal elige ser y hacer. La voluntad es la deliberada elección de un ser
autoconsciente que lleva a una decisión conducta basada en una reflexión
inteligente.
La Voluntad de Dios es la
expresión del Amor Superlativo, de lo Bueno, Bello y Verdadero. Hacer la
Voluntad de Dios “es asociarse con Dios frente a cualquier alternativa
potencial”. Significa parecerse a Dios, en toda circunstancia de la vida.
Cuando personalmente logré comprender
esto en su real dimensión, fue como encontrar un diamante. ¡Todo tenía sentido!
(1221.2)
111:5.1 Hacer la voluntad de Dios es ni más ni menos que una exhibición de la
disposición de la criatura a compartir
la vida interior con Dios —con el mismo Dios que ha hecho posible esa vida de
valor y significado interior para la criatura. Compartir es semejante a
Dios —es divino. Dios comparte todo con el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito,
y ellos a su vez comparten todas las cosas con los Hijos divinos y las Hijas
espíritu de los universos.
(1221.3)
111:5.2 La imitación de Dios es la
clave para la perfección; hacer su
voluntad es el secreto de la sobrevivencia y de la perfección en la
supervivencia.
¡Lo que Jesús pedía a su
Padre en Getsemaní era que le diera fuerzas para que él siguiera expresando el
Amor y las Cualidades de Dios en medio de las circunstancias naturales más
penosas a las que puede enfrentarse un ser humano!
(1969.1) 182:3.6 Cada vez que oró él en el jardín, su humanidad se aferró más firmemente a
su divinidad por la fe; su voluntad humana se tornó más completamente una con
la voluntad divina de su Padre. Entre otras palabras dichas por el ángel
poderoso fue el mensaje de que el Padre deseaba que su Hijo terminara su
encarnación en la tierra pasando por la experiencia mortal de la criatura así
como todas las criaturas mortales deben experimentar la disolución material al
pasar de la existencia del tiempo a la progresión de la eternidad.
Cuando Jesús pide que se
Haga la Voluntad del Padre es rogar que incluso ante la muerte (que todos
experimentaremos) no perdamos la asociación con Dios, no perdamos el manifestar
su Amor en la Tierra. No hay alteración de las circunstancias y el rumbo que los asuntos toman. Que aún se hiciera su voluntad de amor y bondad en medio de estos mismos sucesos. Que la carne no lo llevase por el camino humano que a veces quizás tan fácilmente a nosotros nos lleva al odio, la venganza y la ira (sobre todo cuando sufrimos).
Pero la Voluntad de Dios
no era que el Hijo sufriera, sino que en medio del sufrimiento (que era causado por la vía de los sucesos humanos) Jesús siguiera
asociado a EL para enfrentar todas las circunstancias del tiempo.
(1969.2)
182:3.7 Más temprano esa noche no había parecido tan difícil el beber la copa,
pero cuando el Jesús humano se despidió de sus apóstoles y los mandó a su
reposo, la prueba se tornó más espantosa. Jesús experimentó esos altibajos de
sentimientos que son comunes a toda experiencia humana, y en este momento
estaba cansado del trabajo, agotado de las largas horas de labor esforzada y de
ansiedad penosa sobre la seguridad de sus apóstoles. Aunque ningún mortal puede
tener la presunción de en-tender los pensamientos y sentimientos del Hijo de
Dios encarnado en un momento como éste, sabemos que soportó gran angustia y
sufrió una congoja indescriptible, porque la transpiración bañaba su rostro a
grandes gotas. Por fin estuvo convencido de que el Padre tenía la intención de
permitir que los acontecimientos naturales siguieran su curso; estaba
plenamente decidido a no emplear para salvarse ninguno de sus poderes soberanos
como jefe supremo de un universo.
(1969.4)
182:3.9 La experiencia de separarse de los apóstoles fue un esfuerzo muy grande
para el corazón humano de Jesús; su pena de amor pesaba sobre su corazón e hizo
más difícil el enfrentamiento a una muerte como la que él bien sabía que le
aguardaba. Se daba cuenta de cuán débiles e ignorantes eran sus apóstoles, y
tenía miedo de dejarlos. Bien sabía que había llegado la hora de su partida, pero
su corazón humano deseaba descubrir si no existía la posibilidad de una vía
legítima de escape de tan terrible sufrimiento y congoja. Y al buscar así una
vía de escape, y fracasar, estuvo dispuesto a beber la copa. La mente divina de
Micael sabía que había hecho todo lo posible por los doce apóstoles; pero el
corazón humano de Jesús deseaba que se hubiera podido hacer más por ellos,
antes de dejarlos solos en el mundo. El corazón de Jesús estaba deshecho;
verdaderamente amaba a sus hermanos. Estaba aislado de su familia en la carne;
uno de sus asociados elegidos lo estaba traicionando. El pueblo de su padre
José lo había rechazado, arruinando así su destino de pueblo con una misión
especial en la tierra. Su alma estaba atormentada por el amor despreciado y la
misericordia rechazada. Fue uno de esos terribles momentos humanos en los que
todo parece desencadenarse con crueldad destructora y agonía tremenda.
Pero esa asociación con
Dios no fracasó.
(1221.5)
111:5.4 La paz en esta vida, la supervivencia en la muerte, la perfección en la
vida próxima, el servicio en la eternidad —todos éstos se logran (en el
espíritu) ahora cuando la personalidad de la criatura consiente —elige— someter
la voluntad de la criatura a la voluntad del Padre. Y el Padre ya ha elegido
hacer que un fragmento de sí mismo esté sujeto a la voluntad de la personalidad
de la criatura.
(1969.6)
182:3.11 Antes de que llegaran Judas y los soldados, el Maestro ya había
recobrado plenamente su entereza habitual; el espíritu había triunfado sobre la
carne; la fe se había afirmado sobre todas las tendencias humanas al temor y a
la duda incierta. La prueba suprema de la realización plena de la naturaleza
humana había sido enfrentada y sobrepasada en forma aceptable. Una vez más, el
Hijo del Hombre estaba preparado para enfrentarse a sus enemigos con
ecuanimidad y en la plena certeza de su invencibilidad como hombre mortal dedicado
sin reservas a hacer la voluntad de su Padre.
Y esa voluntad de Dios, fue
manifestada cuando lo injuriaron, lo maltrataron, en todos esas circunstancias él
manifestó Amor, incluso por sus verdugos.
“Padre, perdónales”
(2007.3) 187:2.4 Antes de
que Jesús fuera colocado en la cruz, ya se habían colocado en las cruces los
dos bandidos, que no dejaban de insultar y escupir a sus verdugos. Las únicas
palabras de Jesús, al clavarlo ellos al travensaño, fueron «Padre, perdónalos
porque no saben qué están haciendo». No podría haber intercedido tan
misericordiosa y amantemente en favor de sus verdugos si estos pensamientos de
devoción afectuosa no hubiesen sido el manantial mismo de su vida de servicio
altruista. Las ideas, motivos y anhelos de toda una vida se revelan
abiertamente en una crisis.
En medio de nuestras crisis demostramos cuan asociados estamos con la Voluntad del Amor del Padre.
(2062.11) 194:3.2 Después de todo, ¿triunfa la
fe sobre el mal, el pecado y la iniquidad? Sí que triunfa. La vida y la muerte de Jesús son la prueba eterna de que la verdad de
la bondad y la fe de la criatura conducida por el espíritu serán siempre
justificadas.
(2063.1)
194:3.3 La vida mortal le había asestado a Jesús sus golpes más duros, más
crueles y más amargos; y este hombre se había enfrentado a estas situaciones
desesperantes con fe, coraje y la férrea determinación de hacer la voluntad de su Padre. Jesús afrontó la vida en toda su
terrible realidad, y la venció — incluso en la muerte. No utilizó la religión
para liberarse de la vida. La religión de Jesús no intenta eludir esta vida
para disfrutar de la felicidad que espera en otra existencia. La religión de Jesús proporciona la alegría
y la paz de una nueva existencia espiritual para realzar y ennoblecer la vida
que los hombres viven ahora en la carne.
(1113.6) 101:6.17 Mediante
la apropiación de la fe de Jesús, el hombre mortal puede empezar a saborear en
el tiempo las realidades de la eternidad. Jesús hizo el descubrimiento, en la
experiencia humana, del Padre Final, y sus hermanos en la carne de la vida
mortal pueden seguirle en esta misma experiencia del descubrimiento del Padre.
Aun pueden obtener, por lo que son, la misma satisfacción en esta experiencia
con el Padre como lo logró Jesús por lo que era.
La Gran Lección es que ante cualquier situación angustiante o difícil no perdamos la Asociación con Dios, no perdamos el Amor, la Compasión y el Perdón a las personas. Al igual que Cristo, no perdamos el norte. Oremos para que su Voluntad se haga en todas las circunstancias de la vida material.