viernes, 21 de agosto de 2015

Natividad del Señor

Muy pocos "celebran" la Navidad el 21 de agosto. Uno de los personajes más conocidos que lo ha admitido es Juan José Benítez. Aunque Jesús nunca mandó a conmemorar su cumpleaños, si es interesante recordar que el gobernante de un entero universo se inmoló en la forma de un pequeño bebé renunciando a su gloria:

¡Gloria a Micael de Nebadón! 

Micael de Nebadon se entregó tan generosamente a su experiencia de efusión en la carne mortal que, incluso, renunció voluntariamente, y durante un tiempo, a su real y genuina personalidad de Hijo Creador. Y su muerte en la cruz ha sido tomado por las jerarquías y criaturas celestes como el más bello ejemplo de sumisión a la voluntad del Padre. ¿Comprendéis ahora el estremecedor sentido de sus palabras en el huerto de Getsemaní? Él, supremo creador de los hombres, aceptó el dolor y la humillación, sin proclamar sus títulos y derechos. Él, soberano de esa tierra, consintió con amor y benevolencia que sus propias criaturas le infamaran y ejecutaran. Y ha sido escrito con verdad: "Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." Todo un Dios hecho hombre se entrega a la voluntad del Padre. He ahí la suprema lección. He ahí la suprema elección. Y Él hizo la voluntad del Padre y su soberanía es proclamada por todo lo creado. ¡Bendito aquel que, al igual que Micael de Nebadon, acepte siempre la voluntad del Padre Universal!»


Y cada Micael es eterno y, como fieles reflejos del Padre y del Hijo Original, su poder es infinito y su amor, bondad y misericordia no tienen fin. Ellos son los creadores de los cien mil universos de cada Superuniverso. Y sólo al Padre y al Hijo se deben y sólo a Ellos rinden cuentas. Y todo lo creado en cada universo local es obra suya, por expreso designio de la Deidad. Y cuantas criaturas pueblan cada universo local son igualmente hijos de cada Hijo Creador. Tú eres su obra. Y el espíritu del Padre habita en ti. Es Micael de Nebadon, el universo al que perteneces, el amantísimo creador de sus constelaciones, de sus sistemas de mundos y de todos los mundos que en él giran, nacen y mueren. Y nada escapa a su mirada y a su poder. Él ostenta la gloria de todo lo creado en Nebadon por designio del Padre y del Hijo y por designio propio. Él conoce a sus criaturas y, en su infinito amor, ha descendido siete veces hasta ellas, "encarnándose" en los diferentes círculos de sus existencias. Él os ha creado y Él os conoce en la carne. Y su séptima y última efusión en los mundos evolucionarios del tiempo y del espacio ha marcado su gloria hasta la eternidad. En esa séptima encarnación, Micael de Nebadon se hizo hombre y recibió el nombre de Jesús de Nazaret. Y compartió la vida y la muerte con sus criaturas más humildes. Y hoy reina y gobierna en su universo con plena autoridad. El llamado Jesús de Nazaret es, pues, con pleno derecho, el Hijo del Dios vivo, el fiel reflejo del Padre Universal. Él os ha sacado de las tinieblas ancestrales para mostraros el camino que os aguarda. Él os ha revelado al Padre y al Hijo Eternos y, por encima de todo, os ha revelado vuestra propia esencia y naturaleza divinas. Él os ha dicho con verdad y justicia: "Sois hijos del Padre y nadie os arrebatará tal privilegio."


»É1 os aguarda al final de vuestra ascensión por el universo de Nebadon, pero no es ése vuestro final. Llegado el día, Micael de Nebadon os verá partir hacia la Isla Nuclear de Luz y con vosotros viajará toda su gloria. Y así es en cada uno de los cien mil universos de cada Superuniverso.» - El Testamento de San Juan