jueves, 13 de agosto de 2015

Por que NO a una Iglesia

Desde que comencé con estas investigaciones públicas el 2008 varios lectores amigos me han pedido crear una especie de entidad, iglesia u organización, y me he negado rotundamente. ¿La razón? Aunque a veces es muy idealista, la realidad nos demuestra otra cosa.

El crecimiento espiritual siempre es personal y es desigual cuando lo aplicamos a grupos humanos. Es una utopía, un sueño esperar una uniformidad de crecimiento. 

Debido a esa realidad, las Iglesias como instituciones tienden a crear reglas y normas organizacionales de conducta, lo cual solo se traduce en observancias de hábitos externos. Esto lleva a que algunos individuos que no han tenido el renacimiento interior, se alcen como jueces y árbitros. Aún grupos creados con idealismos positivos, como lo fué el de C.T.Russell, que pretendía restaurar el cristianismo primitivo, terminan convirtiéndose por otros hombres, en organizaciones que dictan pautas de conducta y que de alguna forma controlan la vida de la gente, impidiendo (paradojalmente)  su auténtico crecimiento espiritual. De esta forma se anula la misión de la misma Iglesia.

El punto al formar una agrupación de individuos es que inevitablemente surgirán roces por los altibajos del desarrollo espiritual y desigualdad de madurez. 

También surgirán situaciones complicadas. Un ejemplo es la violación de normas morales. ¿Cómo reaccionarán los miembros ante la mentira, el adulterio, el abuso de menores? ¿Se crearán pautas para restringir y normar muchos ámbitos como lo es el vestirse, el noviazgo y tantas situaciones que choquen contra la cultura previa de algunos miembros? Esto lamentablemente desvía el objetivo espiritual de una organización. La desvía del servicio de Dios al servicio de las normas. Se olvida la búsqueda interior, por la normativa exterior. Es inevitable que toda Iglesia que funcione como agrupación humana tienda a crear estos reglamentos. Esto solo finalmente genera sufrimiento ya que el espíritu humano no puede uniformarse.

(1092.1) 99:6.1 Es mucho mejor tener una religión sin iglesia que una iglesia sin religión. La agitación religiosa del siglo veinte no habla por sí misma de una decadencia espiritual. La confusión precede tanto al crecimiento como a la destrucción.

(1092.4) 99:6.4 La religión formal frena a los hombres en sus actividades espirituales personales en vez de liberarlos para un servicio enaltecido de constructores del reino.

Hay muchos aspectos positivos de las religiones humanas que los Documentos comentan y que quizás dan para otra entrada. Pero está bien dejarlas ahí. Sin embargo, a esta altura, volvernos para crear una "Iglesia" para satisfacer un anhelo social, con este conocimiento, es más bien un retroceso. 

Es cierto que en Dalamatia habían "escuelas". Pero eso ocurrió hace casi medio millón de años, cuando el hombre recién salia de su condición protohumana, y era un "niño" en muchos ámbitos.

Cuando Jesús de Nazaret vino a la Tierra, no tuvo ninguna intención de fundar una Iglesia. Notamos que incluso en los Evangelios no hay mención de los Obispos o Diákonos como personajes con autoridad formal. La llamada Iglesia Cristiana es un producto de los apóstoles, y en las cartas apostólicas, precisamente notamos que aparecen los llamados "cargos" eclesiásticos. Pero este modelo deformó en una Iglesia Estatal alejada del mensaje de Jesús.

No necesitas una Iglesia para socializar. Cuando descubres la Paternidad de Dios y la hermandad entre los hombres, comprendes que la auténtica Iglesia es sobrehumana, y además entiendes que todos los hombres son tus hermanos. Puedes socializar en cada contacto humano. No hay lugares sagrados u especiales. Cada actividad y momento de la vida se vuelve sagrado y especial.