jueves, 17 de septiembre de 2015

Una reflexión sobre los desastres

Nuestro planeta sigue padeciendo constantemente desastres. Al respecto es bueno reflexionar en lo que nos enseñan los Documentos:

(60.2) 4:5.3 El pueblo de Urantia sigue padeciendo la influencia de los conceptos primitivos de Dios. Los dioses desencadenados en la tormenta; que hacen temblar la tierra en su cólera, y destruyen a los hombres en su ira; que manifiestan su descontento con carestías e inundaciones —éstos son los dioses de la religión primitiva; no son los Dioses que viven y rigen los universos. Estos conceptos son una reliquia de los tiempos en que los hombres suponían que el universo estaba sujeto a los caprichos y al dominio de estos dioses imaginarios. Pero el hombre mortal está comenzando a darse cuenta que vive en un dominio de relativa ley y orden en lo concerniente a las directrices administrativas y a la conducta de los Creadores Supremos y de los Controladores Supremos.

(57.2) 4:2.5 Dios no está personalmente presente en la naturaleza ni en cualesquiera de las fuerzas de la naturaleza, porque el fenómeno de la naturaleza es la sobreimposición de las imperfecciones de la evolución progresiva.

Dios no es el causante de los desastres de la naturaleza impersonal.

(57.4) 4:2.7 Los defectos aparentes del mundo natural no son indicios de ningún defecto correspondiente en el carácter de Dios. Más bien las imperfecciones que se observan son meramente las inevitables y momentáneas interrupciones en la proyección de una película infinita. Son estas mismas interrupciones-defectos de la continuidad-perfección las que permiten que la mente finita del hombre material obtenga una visión fugaz de la realidad divina en el tiempo y en el espacio. Las manifestaciones materiales de la divinidad parecen defectuosas en la mente evolutiva del hombre, sólo porque el hombre mortal persiste en visualizar los fenómenos de la naturaleza a través de los ojos naturales, por medio de la visión humana sin la ayuda de mota morontiana ni de la revelación, su sustituto compensatorio en los mundos del tiempo.

Parece también que existiera una divergencia entre los actos breves, pero destructivos e impersonales de la naturaleza, con nuestra percepción personal interna. Esta aparente divergencia o interrupción es porque los otros agentes de la Deidad funcionan en torno a las fuerzas impersonales físicas. Y cómo la naturaleza es impersonal, a veces, parece divorciada de tus sentimientos espirituales personales. Intentaré simplificarlo peligrosamente:

1-    El Padre Universal mediante el Ajustador funciona en una relación personal interna que te empuja a la compasión, bondad y verdad. El se ocupa de la relación con el individuo. Opera desde tu interior hacia el exterior.

2-     EL Hijo Eterno y Original se ocupa constantemente de los   múltiples grupos de seres vivientes. Se ocupa de las administraciones universales, planetarias y colectivas, los planes cósmicos o propósito para las especies y razas. Opera a través de los cambios y evoluciones en las épocas.

3-     El Espíritu Infinito o Actor Conjunto se ocupa a través de los universos de las fuerzas impersonales, y las agencias del Actor Conjunto manipulan incesantemente las fuerzas y energías de todo el espacio. La Tercera Fuente responde tanto a lo material como a lo espiritual. Opera desde el exterior afectando a los individuos y grupos.

Notamos que el Padre opera en nosotros, en el interior, como personas. El Hijo, en los grupos y administradores de los universos (varias órdenes de inteligencias y ángeles) y el Espíritu Infinito en las fuerzas más impersonales. De pronto, la naturaleza material y aún en evolución, progreso, calibración y ajuste a su mejoramiento, obra en un breve espacio-tiempo, en desarmonía con el aspecto más personal del Padre que opera en nosotros, en las inteligencias personales. Así un día puedes estar fervientemente hablando con tu Ajustador, y a la vez, sufriendo una lluvia torrencial que anega tu casa.

¿Cómo es posible que el Dios Todopoderoso con el que converso no pueda detener esa lluvia? Y el hombre aún carente de esta visión del funcionamiento Cósmico se apresura en culpar a Dios o reclamar su intervención externa. Una visión infantil de Dios aún persiste en muchas personas.

Pero el Padre, si intervendrá. Y lo hace desde tu interior al exterior.

La razón, es que el Padre obrará en ti en su ministerio personal interno, para lograr la  armonización de la devastación que provoca lo impersonal. La tormenta es temporal, pero representa la posibilidad de manifestar el amor, altruismo y compasión de forma heroica ante los desastres naturales. Nosotros somos colaboradores de Dios al restablecer el equilibrio.

(115.7) 10:7.5 La mente mortal puede pensar inmediatamente en mil y una cosas —catástrofes físicas, accidentes espantosos, desastres horribles, enfermedades dolorosas, y calamidades mundiales— y preguntarse si tales visitaciones están correlacionadas con las maniobras desconocidas de este probable funcionamiento del Ser Supremo. Francamente, no lo sabemos; no estamos realmente seguros. Pero sí observamos que, según pasa el tiempo, todas estas situaciones difíciles y más o menos misteriosas resultan siempre en el bienestar y progreso de los universos. Puede ser que la función del Supremo y el supercontrol de la Trinidad entrelazan todas las circunstancias de la existencia y las inexplicables vicisitudes de la vida en un modelo significativo de alto valor.

Definitivamente el Dios personal y Padre no causa el sufrimiento y desastre. Estos son fenómenos de una interrupción breve del dominio de la Tercera Fuente porque el universo material también es un organismo impersonal que muta y que a veces choca con lo personal. Pero la sabiduría Divina permite que de estas situaciones adversas nuestras cualidades sean refinadas como el Oro.

Otro aspecto es que colectivamente la humanidad debe aprender a minimizar los riesgos evitando construir en zonas peligrosas.