domingo, 8 de noviembre de 2015

Aún en los albores del pensamiento

(973.1) 88:6.8 Hoy en día, Urantia está en los albores de su evolución intelectual.

Siempre he meditado en esta frase de los Documentos. Creo que tiene una gran fuerza. Toda generación de seres humanos han creído que han alcanzado el pináculo del pensamiento religioso y científico. Sin embargo, los Documentos nos recuerdan que recién estamos comenzando a pensar de verdad. Nuestra evolución y modificación de los patrones de pensamiento apenas comienzan en cuanto al descubrimiento de la realidad. Nuestra inteligencia como humanidad recién se está desarrollando.

Esto lo podemos ver en el ejemplo de la eliminación de los desechos. Pese a todos los aparentes desarrollos tecnológicos, la inteligencia (que involucra la capacidad de solucionar problemas) aún no consigue crear comunidades globales en que la eliminación de la basura no implique contaminación ambiental. Recién en algunos países la evolución del pensamiento ha comenzado una forma un poco más coherente de abordar esto. Pero la mayoría de las naciones aún distan mucho que desear en el desarrollo de la inteligencia ordenada. Se están dando los primeros pasos de una evolución mental.

Pero esto también tiene grandes implicaciones.  Aún muchos fenómenos siguen tachándose a causas sobrenaturales. Algunos de ellos son los supuestos fantasmas y canalizaciones en relación a los difuntos.

(956.1) 86:6.5 Cada generación que pasa se ríe de las supersticiones tontas de sus antepasadospero persiste en errores de pensamiento y de adoración que motivarán la risa de una posteridad esclarecida.

La electricidad es y las tormentas eléctricas son un ejemplo interesante. Este fenómeno natural solo ocurre esporádicamente en algunas épocas del año. La infrecuencia del fenómeno que sacaba al hombre primitivo de su esquema mental normal al que se había aclimatado, provocaba que al ser un fenómeno antinatural (para el salvaje), este elemento sin explicación fuera asociado con fantasmas furiosos y posteriormente con dioses. Así nace el dios del rayo o la tormenta para las diversas culturas.

Desde la antigüedad los primeros fenómenos relacionados con la electricidad se observaron en materiales que podían atraer pequeños pedazos de papel y paja, después de haber sido frotados con ciertos tejidos. Para explicar estos fenómenos surgieron ideas cargadas de fantasía y que prácticamente colindaban con la magia. De manera consistente, hay afirmaciones citadas por Aristóteles que tradicionalmente se han atribuido a Tales de Mileto, como que «la piedra imán tiene alma porque atrae el hierro» y «todas las cosas están llenas de los dioses». El magnetismo y los imanes provocaba la creencia en que estas piedras estaban habitadas por entidades que provocaban el movimiento. Ya los olmecas usaban una brújula geomagnética de imán mucho antes del 1.000 a. C. Ellos pueden haber utilizado esos artefactos  como dispositivo direccional para astrología o para propósitos geománticos, o para orientar sus templos, las viviendas de los vivos o los enterramientos de los muertos de acuerdo a que veían a las piedras de magnetita moverse “sobrenaturalmente”. Con el tiempo, esto derivó a la posesión de  rocas, estatuas o árboles por parte de espíritus.

Varios escritores antiguos, como Plinio el Viejo y Escribonio Largo, atestiguaron el efecto adormecedor de las descargas eléctricas naturales. Plinio en sus libros escribe: «Los antiguos Toscanos aprendieron que hay nueve dioses que envían relámpagos de once clases.» Esta era en general la temprana idea pagana del relámpago. Y esto se asocia con Zeus o Thor relacionados con los rayos.

Durante siglos los marineros han experimentado el “Fuego de San Telmo”. Esto consiste en un plasma de baja densidad y relativamente a baja temperatura provocado por una enorme diferencia de potencial eléctrico atmosférico. Ellos creían que su aparición era de mal agüero; aunque otros marineros lo asociaban con una forma de protección de parte de su patrono. El fuego de San Telmo se observa con frecuencia en los mástiles de los barcos durante las tormentas eléctricas en el mar, donde en tales circunstancias también era alterada la brújula. Desde la muy temprana antigüedad ocurría en las embarcaciones y era asociado a los cuerpos de los espíritus y dioses. En la Grecia antigua, la aparición del fuego de San Telmo se llamaba «Helena», por su sentido original de "antorcha", y cuando eran dos se les llamaba «Cástor y Pólux» los hijos gemelos de Zeus, patrones de los marineros que calmaban las tormentas a petición de éstos. Pasaron siglos hasta que este fenómeno eléctrico dejara de ser asociado a los espíritus o dioses.

Ya hacia la mitad del Siglo XVIII los experimentos eléctricos se habían convertido en espectáculos de salón que servían para entretenimiento o demostraciones espiritistas.

Hasta llegado el siglo XIX y principios del XX aún los hombres pensadores asociaban la electricidad a un fenómeno espiritista. El mismo Papa Pío IX llegó a oponerse al uso de la luz eléctrica por verla como diabólica (una alternativa maligna antinatural a la luz solar o natural). 

Como se muestra en la figura lateral aún no se había logrado saber como era la fuerza que actuaba sobre las cargas que podían separarse, la electricidad parecía misteriosa y sobrenatural.

En esa figura lateral observamos como "Una dama electrificada cede los espíritus de fuego a través de chispas eléctricas". El fenómeno de la electricidad estaba de moda en aquel momento (grabado del Tratado sobre electricidad, de autor anónimo, Venecia, Italia, 1746). La cargas estáticas y electrificación del cuerpo con los golpes eléctricos y haces lumínicos, eran vistos como casi manifestaciones fantasmales en donde los aparatos creados intentaban canalizar a los espíritus.

 En la misma obra “Frankenstein o el moderno Prometeo”  la escritora Mary Shelley relacionaba el Alma con la electricidad, cuando mediante unos artilugios, el científico intenta insuflar el alma a un cadáver a través de las corrientes eléctricas de esa misteriosa energía llamada “electricidad”.

“Mas, he aquí que, aman, explotan, cantan las grandezas de la Electricidad que es la esposa del Espiritismo, y niegan y aun persiguen al esposo, sin el cual, ella, su esposa eterna, no puede mostrarse. Y si todo esto acepta el hombre sin temor, tácitamente, ama y acepta el Espiritismo, cuyo pan, para su reinado, es la Electricidad. Este descubrimiento nos prueba ya, que la Electricidad es la credencial del Espiritismo” – 1923 Sobre el Espiritismo y la Electricidad, Joaquín Trincado. Se creía que la electricidad y sus efectos invisibles o lumínicos eran la prueba de las fuerzas espirituales.

Hoy usamos la electricidad incluso en este mismo momento. Ha salido de la superstición de asociarla con los espíritus. A cada momento trabajamos con esta energía impersonal que nos permite hacer múltiples tareas. Todo temor morboso y misterioso ha sido disipado de las mentes actuales debido al uso regular y constante de algo ya "domesticado", y que en la antigüedad parecía esporádico o extraño. Hasta hay carreras de Ingieneria en Electricidad. Su misticismo delirante de la antigüedad ha comenzado a ser borrado con los nuevos patrones de pensamiento. Ya nadie medita en la electricidad como algo "especial" o místico.

Los Documentos nos señalan que aún muchos fenómenos y energías físicas son desconocidas en la Tierra. La ciencia el día que las integre a los hábitos regulares humanos derribará muchas creencias supersticiosas basadas en el miedo animal.  Además, hay fenómenos como la reflectividad de información que ocurren en el universo, y posiblemente son confundidos con "comunicaciones con el más allá". Los Documentos no tienen como objeto enseñarnos esa ciencia de forma prematura. Pero nos sugieren que aún estamos por dar el próximo salto en los patrones de pensamiento y esquemas mentales.

Y agradecemos inmensamente el papel de una Revelación. Solo la verdad revelada nos hace libres, nos saca las cadenas del miedo ancestral.

Véase "Fantasmas y otros fenómenos"

http://estudiosdelasescrituras.blogspot.cl/2014/06/fantasmas-y-otros-fenomenos.html