lunes, 14 de diciembre de 2015

Aún en la forma y no en el fondo

(1090.2) 99:4.6 Durante los tiempos psicológicamente agitados del siglo veinte, en el medio de los trastornos económicos, las corrientes encontradas de la moral y las mareas sociológicas de las transiciones ciclónicas de la era científica, miles y miles de hombres y mujeres se han dislocado humanamente; están ansiosos, desapacibles, temerosos, inseguros e inestables; como nunca antes en la historia del mundo, necesitan el consuelo y la estabilización de una religión sólida. Frente a los logros científicos y al desarrollo mecánico sin precedentes existe un estancamiento espiritual y un caos filosófico.

Es interesante que muchas Iglesias están realizando re-invenciones internas con el fin de mantener activos a sus feligreses. Por ejemplo, desde hace tiempo, la Iglesia Mormona ha liderado la transición a Internet junto a la aparición de muchos vídeos, actividades para niños y familia, mensajes y discursos de sus líderes. La organización Watchtower no se ha quedado atrás y últimamente ha creado y potenciado su sitio web con actividades muy similares a las Mormonas, cambiando el sistema de sus reuniones para hacerlas más interactivas, con vídeos, etc. Todas estas iniciativas me parecen interesantes, positivas y didácticas. 

Sin embargo, hay una "sensación" que me queda. Y las palabras de los Documentos me resuenan. Aún así, "existe un estancamiento espiritual", una especie de "vacío".  Muchos están "ansiosos, desapacibles, temerosos, inseguros e inestables; como nunca antes en la historia del mundo". Parece que éstas reformas religiosas nuevamente son como cosméticos externos que no atacan la raíz del problema. Precisamente se estimula el intelecto y la mente, pero el espíritu interno parece quedar vacío.

Jesús advirtió muchas veces del peligro de la adoración externa basada en ritos, normas, estudios intelectuales, y mecánica de acciones. Las religiones pueden reinventarse mil veces, adaptarse a los tiempos y a las nuevas tecnologías, pero estos asuntos lamentablemente pueden crear dependencias y desvíos hacía los medios y herramientas más que a la misma esencia espiritual que no es algo que necesariamente entra por la vista y penetra en la mente. Es más bien, algo que te transforma interiormente.

La revolución más importante que deben hacer las religiones no es crear tanta parafernalia visual y tecnológica para las mentes. Tampoco está en fabricar tantas actividades en un mundo tan agobiante.  Con el tiempo, la mente humana igual busca otros estímulos, y siempre permanecerá en ese estancamiento espiritual. Ese no es el camino principal para llenar el Espíritu.

Jesús de Nazaret nos dejó el camino:

(1113.6) 101:6.17 Mediante la apropiación de la fe de Jesús, el hombre mortal puede empezar a saborear en el tiempo las realidades de la eternidad. Jesús hizo el descubrimiento, en la experiencia humana, del Padre Final, y sus hermanos en la carne de la vida mortal pueden seguirle en esta misma experiencia del descubrimiento del Padre. Aun pueden obtener, por lo que son, la misma satisfacción en esta experiencia con el Padre como lo logró Jesús por lo que era.

Descubrir al Padre Viviente que nos habita. Nacer otra vez del Espíritu y producir los frutos espirituales espontáneos como Hijos de Dios guiados por el Espíritu son la clave para experimentar la religión del Espíritu.

Sin embargo, la religión humana de la mente actúa en otra área. Por ejemplo, un consejo de la religión organizada para evitar la tendencia humana al odio es la siguiente: Controlar los propios pensamientos con esfuerzo y volverlos en otra dirección. Sin embargo, en las criaturas humanas gobernadas por impulsos imperfectos a menudo el torrente de emoción bloquea al pensamiento. No se puede amar solo por simples actos de voluntad. Por esa razón, las iglesias tienen problemas tan frecuentes entre sus miembros. Se les dice que se amen a través de la mente, pero no se les enseña que solo mediante el nacer otra vez puedes modificar tu naturaleza interior para entregarla a la guía del Espíritu de Dios.

Uno de los textos que más me han impactado de los Documentos de Urantia son las siguientes líneas, y creo que la clave para que una religión sea revelatoria es que muestre y enseñe como Amar, más que llenar la cabeza con mapas, líneas de tiempo e ideas mentales:

(1097.7) 100:4.3 Pero el gran problema de la vida religiosa consiste en la tarea de unificar los poderes del alma de la personalidad mediante el dominio del amor. La salud, la eficacia mental y la felicidad surgen de la unificación de los sistemas físicos, de los sistemas espirituales. El hombre mucho entiende de salud y de cordura, pero de la felicidad realmente ha comprendido muy poco. La felicidad más elevada está indisolublemente vinculada con el progreso espiritual. El crecimiento espiritual produce un deleite duradero, una paz que trasciende toda comprensión.

(1098.1) 100:4.4 En la vida física, los sentidos se percatan de la existencia de las cosas; la mente descubre la realidad de los significados; pero la experiencia espiritual revela al individuo los verdaderos valores de la vida. Estos altos niveles de vida humana se logran en el amor supremo de Dios y en el amor altruista del hombre. Si amas a tus semejantes, debes haber descubierto sus valores. Jesús amaba tanto a los hombres, porque les adjudicaba un valor tan alto. Puedes mejor descubrir los valores de tus asociados descubriendo sus motivaciones. Si alguien te irrita, te produce sentimientos de resentimiento, debes buscar con simpatía el discernimiento de su punto de vista, sus razones de una conducta tan censurable. Una vez que entiendas a tu prójimo, te volverás tolerante, y esta tolerancia crecerá en amistad y madurará en el amor.

(1098.2) 100:4.5 Forma con los ojos de la mente el retrato de uno de vuestros antepasados primitivos de los tiempos de las cavernas —un hombre bajo, deforme, corpulento, sucio, hosco, de pie, con las piernas abiertas, blandiendo un garrote, emanando odio y animosidad, a medida que fija la vista delante de él con expresión feroz. Este cuadro no pinta la dignidad divina del hombre. Pero ampliemos el cuadro. Frente a este humano animado se agazapa un tigre de dientes sable. Detrás de él, una mujer y dos niños. Inmediatamente reconocerás que este cuadro simboliza los comienzos de mucho de lo que es noble y bueno en la raza humana; pero el hombre es el mismo en ambas situaciones. Sólo que en la segunda, tienes un horizonte más amplio. Allí disciernes la motivación de este mortal evolutivo. Su actitud se vuelve loable, porque lo comprendes. Si puedes tan sólo imaginar los motivos de tus asociados, cuanto mejor podrás comprenderlos. Si tan sólo puedes conocer a tus semejantes, finalmente te enamorarás de ellos.

(1098.3) 100:4.6 No puedes realmente amar a tus semejantes por un simple acto de tu voluntad. El amor tan sólo nace de la comprensión completa de las motivaciones y sentimientos de tus semejantes. No es tan importante amar a todos los hombres hoy como lo es que cada día aprendes a amar aún a uno más entre los seres humanos. Si cada día o cada semana consigues comprender a uno más de entre tus semejantes, y si éste es el límite de tu habilidad, estás entonces ciertamente socializando y verdaderamente espiritualizando tu personalidad. El amor es contagioso, y cuando la devoción humana es inteligente y sabia, el amor es más contagioso que el odio. Pero tan sólo el amor genuino y altruista es verdaderamente contagioso. Si cada mortal pudiese volverse tan sólo el objeto de un afecto dinámico, este virus benigno del amor llenaría muy pronto la corriente sentimental de emoción de la humanidad hasta tal punto que toda civilización estaría comprendida por el amor y ésa sería la realización de la hermandad del hombre.