lunes, 2 de mayo de 2016

El "pueblo elegido"

 ¿Qué religión tiene el amor?
 ¿Qué religión tiene el oxígeno que respiras?
 - Conversaciones con Dios

La idea del pueblo elegido ha causado considerable atraso en la humanidad. Las mil y una religiones en la tierra claman y se disputan por ser los elegidos de Dios, cada cual cree que es la única religión verdadera.

La idea del “pueblo elegido” surgió en el exilio israelita como una respuesta a su cautiverio:

(1075.3) 97:9.27 En Babilonia los judíos llegaron a la conclusión de que no podían existir como pequeño grupo en Palestina, con sus propias costumbres sociales y económicas peculiares, y que, si sus ideologías habían de dominar, debían convertir a los gentiles. Así se originó su nuevo concepto de destino —la idea de que los judíos deben ser los servidores elegidos de Yahvé. La religión judía del Antiguo Testamento evolucionó realmente en Babilonia durante el cautiverio.

Sin embargo, la idea de compartir se estancó en el pueblo judío. Con los siglos el orgullo de “pueblo elegido” provocó que muy pocos cristianos judíos aceptasen a los gentiles. Por esa razón el cristianismo terminó divorciándose de su cuna judía. Las cartas de Pablo lo atestiguan.

El cristianismo primitivo no pretendía ser una especie de “club exclusivo”. Habían comprendido que “en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”. Además, las diversas iglesias tenían discrepancias en algunos asuntos. Así, la Iglesia de Antioquia difería de la de Jerusalén, etc. Esta “libertad en Cristo” no estaba basada en una agrupación de superioridad teológica o espiritual. Lamentablemente con la uniformidad implantada por Constantino, el cristianismo se perdió en la oscuridad. Y así todas las organizaciones religiosas han padecido el problema de creerse “elegidas”. Los Documentos de Urantia dicen:

(1092.3) 99:6.3 Pero cuando la religión se vuelve institucionalizada, se limita su poder para el bien, mientras que las posibilidades del mal se multiplican grandemente. Los peligros de una religión formalizada son: La fijación de las creencias y la cristalización de los sentimientos; la acumulación de los intereses establecidos con un aumento de la secularización; la tendencia a estandardizar y fosilizar la verdad; la desviación de la religión, del servicio a Dios al servicio a la iglesia; la tendencia de los líderes a volverse administradores en vez de ministros; la tendencia a formar sectas y divisiones competitivas; el establecimiento de una autoridad eclesiástica opresiva; la creación de una actitud aristocrática de «pueblo elegido»; el fomentar ideas falsas y exageradas de lo sagrado; la rutinización de la religión y la petrificación de la adoración; la tendencia a venerar el pasado, ignorando al mismo tiempo las demandas del presente; la incapacidad de hacer interpretaciones contemporáneas de la religión; el enredo con las funciones de las instituciones seculares; la creación de una discriminación maligna en forma de castas religiosas; el volverse juez intolerante de la ortodoxia; la incapacidad de mantener el interés de la juventud aventurosa y la pérdida gradual del mensaje salvador del evangelio de la salvación eterna.

Algunos de estos elementos aparecen en las organizaciones actuales en menor o mayor grado. La evolución de las mismas depende de la depuración de estos nocivos estados. Sin embargo, la actitud aristocrática de «pueblo elegido» aún persiste en las agrupaciones nominales. Y esto es lamentable.

(1090.4) 99:4.8 El peligro espiritual más grande del hombre consiste en el progreso parcial, el problema de un crecimiento a medias: el abandono de las religiones evolucionarias del temor sin acogerse inmediatamente a la religión revelatoria del amor.

Hay quiénes han abandonado las religiones evolutivas del temor, y la decepción los ha hecho dudar o negar al mismo Dios. Han sido tan lastimados que tristemente han perdido la Fe en la religión revelatoria del amor. Sus críticas y ataques a la religión organizada son la cosecha de las religiones de la mente.

Pero la verdadera religión existe. No tiene que ver con la pertenencia externa a un grupo humano, aunque sus frutos inmediatos son para todos los humanos. Es tu experiencia interior de conocer a Dios y amar a tu prójimo:

(1091.1) 99:5.2 Recuerda siempre: la verdadera religión consiste en conocer a Dios como a tu Padre y al hombre como a tu hermano. La religión no es la creencia esclavizadora en las amenazas de castigo ni las promesas mágicas de premios místicos futuros.

(1089.11) 99:4.3 La verdadera religión es una manera significativa de vivir en forma dinámica frente a frente con las realidades comunes de la vida diaria. Pero si la religión ha de estimular el desarrollo individual del carácter y aumentar la integración de la personalidad, no debe ser estandardizada. Si ha de estimular la evaluación de la experiencia y servir como un señuelo que en sí mismo es un valor, no debe ser estereotipada. Si la religión ha de promover lealtades supremas, no debe ser formalizada.

Algún día, las mujeres y hombres renacidos del Espíritu sembrados en todas las esferas humanas, en todas las religiones y credos, causarán algo maravilloso:

(1091.6) 99:5.7 Tan ciertamente como los hombres comparten sus creencias religiosas, crean también un grupo religioso de algún tipo que eventualmente crea objetivos comunes. Algún día los religionistas se unirán y efectuarán una verdadera cooperación sobre la base de una unidad de ideales y objetivos en vez de intentar hacerlo sobre la base de opiniones psicológicas y creencias teológicas. Los objetivos, más bien que los credos, deberían unificar a los religiosos. Puesto que la verdadera religión es asunto de experiencia personal espiritual, es inevitable que cada religionista individual tenga su propia interpretación personal de la realización de la experiencia espiritual. Haced que el término «fe» sirva para definir la relación del individuo con Dios, más bien que la formulación credal sobre lo que un grupo de mortales ha conseguido ponerse de acuerdo en una actitud religiosa común. «¿Tienes fe? Entonces tenla contigo».

No se logrará una unión de credos o una amalgama. Sin embargo, el espíritu del amor a Dios y a los demás deberá gobernar las relaciones entre las religiones, de ésta forma, religiones con visiones comunes de hermandad y servicio lograrán ser aportes en la transformación planetaria.