lunes, 15 de agosto de 2016

La Cumbre del Desarrollo

55:5.1 (629.10) Las criaturas mortales que viven en un mundo sacudido por el pecado, dominado por el mal, egoísta y aislado, tal como Urantia, difícilmente pueden concebir la perfección física, el logro intelectual, y el desarrollo espiritual que caracterizan a estas épocas avanzadas de evolución en una esfera sin pecado.

Miles de mundos en el universo ya han llegado a la Etapa de Luz y Vida. Estas eras son equivalentes al desarrollo de los mundos moronciales. En otras palabras, ingresaremos a la experiencia de un mundo nuevo y maravilloso al ser resucitados. Los mundos moronciales son similares a los planetas establecidos en luz y vida. 

Cuando los habitantes de los planetas en luz y vida desean seguir progresando, son trasladados sin morir a la sede del universo local. No pasan por los planetas de capacitación morontiales previos. Sin embargo, muchos de ellos regresan a los planetas morontiales para servir en calidad de maestros de los resucitados y así de alguna forma intercambian puntos y opiniones de sus alumnos.

En otras palabras, algunos de nuestros maestros en los mundos de estancia serán individuos de planetas y civilizaciones muy avanzadas que nos instruirán acerca de esa cultura superior que impregna también a la cultura morontial, a la vez que se benefician de la comunicación de nuestras experiencias en este primer mundo dificultoso que hemos tenido. Una especie de compensación interesante se logrará.

Notamos que la meta de un sistema de mundos es volverse semejante al modelo de los mundos sede arquitectónicos y sus planetas moronciales. Es llevar el Reino de Dios a los mundos. Y así de la misma forma los universos siguen el modelo de la perfección establecida en el Universo Central.

Cuando examinamos la historia humana y su impulso, notamos que el progreso es la consigna del universo. Hemos visto como la humanidad cambia su forma de vestir, su tecnología y su mentalidad grupal. El progreso eterno es el camino. Pero no nos alarmemos pensado que nunca veremos un mundo así. Al resucitar seremos llevados a un régimen muy similar a los planetas en luz y vida. Así que en cierto modo, ver el nuevo mundo, está más cerca de lo que imaginamos.

Algún día la Tierra será un mundo en Luz y Vida. Este planeta estará a la altura de un glorioso mundo moroncial. La Tierra será exaltada y honrada porque se le estimará como el escenario de la última donación del Gobernante del Universo Local, Jesús de Nazaret. De hecho, ya es un mundo de gran atención, donde cientos de civilizaciones y planetas, observan con gran cuidado el progreso planetario y sus transformaciones.