miércoles, 28 de septiembre de 2016

"Dentro de ustedes"

Lucas 17:20,21 señala una expresión vital en la comprensión sobre el reino de Dios. La expresión en el griego koiné  entos humon  literalmente significa “dentro de ti”. 

Jesús literalmente habría dicho “el reino de Dios está dentro de ustedes”. 

Sin embargo, varias traducciones de la Biblia parece que dividen por la mitad este tema. Podemos leer varios textos que declaran que entos humon debe ser traducido como “dentro de ti”, mientras que un número igual con confianza afirman que “en medio de ti” es la mejor traducción. También podría traducirse  "a tu alcance" o "entre ustedes". Sea como sea, todas estas posibilidades indican que el reino podía ser una realidad presente al alcance de todos los hombres. Estoy plenamente de acuerdo con este sentido amplio de entos humon, el cual no contradice lo que hemos analizado en las entradas pasadas sobre que el reino es una experiencia espiritual interior del creyente en el verdadero mensaje de Jesús.

Sin embargo, me ha dado vueltas que la frase literal sea realmente “dentro de ustedes”. Quiénes se esfuerzan por desacreditar esa expresión a menudo expresan éstas líneas argumentales:

1-    Qué Jesús estaba dirigiendo a los fariseos estas palabras, y que por ser ellos corruptos, no podrían tener el reino de Dios en su interior.

2-    Qué el reino es una agencia gubernamental celestial extraterrena.

Pues bien, analicemos estas argumentaciones. Con respecto al punto 2 ya hemos comentado que Jesús arrojó luz sobre el reino. Este no puede ser explicado a la luz de los anhelos judíos anteriores, sino más bien bajo las mismas definiciones y enseñanzas asociadas al reino dadas por Cristo. Todas las declaraciones de Jesús instan a buscar el reino como si fuese una experiencia personal para poder entrar en él. Esto no quiere decir que no tenga una especie de sede celestial, sino que más bien la influencia o dominio de este, se extiende hasta los mismos hombres.

Con relación a la argumentación de los fariseos, ésta parece introducir el prejuicio más bien discriminatorio que estos estaban marcados para no poder recibir el reino. Sin embargo, ésto no necesariamente debe entenderse así. Aunque muchos fariseos se opusieron a Jesús, algunos de estos sinceramente lo buscaron y se hicieron seguidores de él.

Fue precisamente a un fariseo llamado Nicodemo que Jesús hizo la sorprendente revelación evangelistica sobre "nacer otra vez" para "ver el reino" (Juan 3:3). Deliberadamente el relato explica que Nicodemo es un "fariseo y gobernante de los judíos" (Juan 3:1). Cuando Nicodemo se presenta dice algo interesante: "sabemos que tú como maestro has venido de Dios" (Juan 3:2). Nicodemo parece representar a un grupo de estos maestros judíos que estaban comenzado a tener fe en Jesús (José de Arimatea fue otro de ellos). Y note la expresión de Jesús a este fariseo: "No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez" (Juan 3:7). Jesús responde al embajador de estos fariseos inquietos por lo espiritual e indica claramente que los fariseos que desearan "nacer otra vez" tenían la puerta abierta, al igual que todos los seres humanos. De hecho, Jesús también comió en alguna ocasión con un fariseo (Lucas 11:37), tal como lo hizo con recaudadores de impuestos y pecadores. El sabía distinguir a los de buen o mal corazón estuviesen donde estuviesen. Sus palabras duras a los fariseos malvados no era porque fuesen fariseos, sino que al representar a Dios de mala forma y ostentar puestos religiosos, tenían más responsabilidad si obraban mal.

De hecho, el gran maestro de los fariseos, el mismo Gamaliel aconsejó no oponerse a la obra de los cristianos (Hch 5:34-39), y el fariseo Saulo (Pablo) de Tarso llegó a ser un apóstol de Jesucristo, quizás el de mayor impacto histórico. (Hch 26:5; Flp 3:5.) 

Es interesante que cuando los fariseos de mal corazón intentaban entrampar a Jesús, el relato lo explica con claridad. Sin embargo, es claro que en el relato de este caso del reino interior, no se declara ninguna intención torcida de estos fariseos que se le acercan y le preguntan "cuando vendría el reino de Dios" (Lucas 17:20). También, la participación de estos en esta escena es sumamente breve.  Es más, los mismos apóstoles harían una pregunta semejante después de la resurrección (Hechos 1:6). Al parecer estas preguntas no tenían mala intención sino que reflejaban la creencia popular, y en ambas respuestas Jesús aclara aspectos importantes del reino.

De hecho, al leer el contexto, éste mismo nos arroja la luz definitiva sobre cual es la mejor expresión de Lucas 17:21:


“Pero cuando los fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino de Dios, les contestó y dijo: “El reino de Dios no viene de modo que sea llamativamente observable, ni dirán: ‘¡Miren acá!’, o, ‘¡Allá!’. Porque, ¡miren!, el reino de Dios está……………” – Lucas 17:20,21

La creencia extendida era que el Reino se manifestaría con gloria y poder observable, en donde los sentidos orientados al exterior jugarían un papel clave en un reino externo. 

Sin embargo, Jesús declara la opuesto, que el reino no es de una naturaleza sensorial de los sentidos físicos exteriores. Por eso, la frase más evidente y lógica es la expresión literal del griego que dice:

"Porque, ¡miren!, el reino de Dios está dentro de ustedes”. Aquí el da el golpe de gracia al decir que no miren hacia afuera, sino búsquenlo en su propio interior.

Si la frase fuera "en medio de ustedes" o "entre ustedes", quizás aludiendo al Jesús visible designado por Dios frente a ellos (como algunos tratan de explicar), el objetivo del contraste enseñado por Jesús perdería su efecto, porque estas expresiones igual aluden a un sentido externo.

En la misma conversación con el fariseo Nicodemo, Jesús da una clave en la respuesta:

“A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios” – Juan 3:3.

¿Notáis entonces que ver el reino de Dios es una cuestión que se percibe con la vista interior al producirse el nuevo nacimiento que es una cuestión personal?

Los fariseos honestos, incluido Nicodemo, buscaban ver el reino en una manifestación sobrenatural llamativa externa. Jesús les recalca que para verlo realmente lo debes hallar en tu interior, cuando te consagras al Padre, y naces de nuevo.