jueves, 24 de noviembre de 2011

Consideración bíblica sobre la "expulsión" (Actualizado Apéndice)

Ésta consideración está basada en la evidencia bíblica y no en las directrices o normas diferentes que aplican las distintas organizaciones religiosas para disciplinar y reajustar a sus miembros.
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Es interesante que la expresión "expulsión" nunca aparece vinculada a un procedimiento dentro de la congregación cristiana. Al contrario, en Juan 9:22, Juan 12:42 y Juan 16:2 se declara explicitamente que se "expulsaba" a quienes ponían Fe en Jesús. Concretamente eran expulsados de las sinagogas y del sistema religioso judío. W. E. Vine comenta sobre esta palabra: "aposunagogos (ajposunavgwgo", 656), adjetivo que denota «expulsado de la congregación», excomulgado. Se usa: (a) con ginomai, venir a ser, ser hecho (Jn 9: 22; 12:42); (b) con poeio, hacer (Jn 16:2). Esta excomunión involucraba la prohibición no solo de asistir a la sinagoga, sino de toda relación con israelitas". La Traducción del Nuevo Mundo dice: "excluido de la iglesia (eklesia o asamblea judía)".
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Ahora es interesante que en el caso del hombre inicuo de la congregación de Corinto (1 Corintios 5:13)  se usa la expresión "remuevan", la cual es exairō (ex-ah'ee-ro) lo cual literalmente significa: "poner o tomar distancia" (Strong). Tiene que ver con la connotación de "colocar a distancia" y se relaciona con la expresión "transportar" y "levantar" como los barcos que toman cierta distancia al levantar anclas. Por eso algunas traducciones dicen peligrosamente: "Alcen hacia afuera".  No obstante, esto no debe confundirse con la expresión "expulsión" antes comentada. Más bien, habla de tomar "distancia" o "remover" al pecador, pero no significa "expulsarlo" de la Congregación.
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Por lo tanto, la expresión de la T.N.M sobre 1 Corintios 5:13 es correcta: Allí dice: "Remuevan" o "coloquen a distancia" al hombre inicuo. Por lo tanto, la expresión "expulsión" aplicada a los cristianos biblicamente no es correcta, ya que implica que la persona deja de ser miembro de la congregación como si ésta fuese una Sinagoga Judía, mientras que "colocar a distancia" muestra que los cristianos no deberían asociarse con esa persona, pero ésto no significa una "expulsión" de la  religión en el sentido estricto de la palabra. Por lo tanto, la expresión "expulsión" no es apropiada. Debería ser "Remoción".
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En otras palabras, y para concluir esta primera parte de éste estudio, la oveja extraviada sigue siendo parte del redil, aunque ha sido apartada de alguna forma. Por esa razón el Pastor emprende la búsqueda de ella para recobrarla (Lucas 15:4-7). No tendría sentido que la recobrara si ella ya no fuera parte de su Redil. La oveja perdida sigue siendo miembro del Redil, aunque está a "distancia". Por lo tanto, no tendría lógica que los ancianos y pastores hicieran visitas anuales a los expulsados, a "personas que ya no son testigos de Jehová" para que volvieran a la congregación, puesto que los pastores buscan a las ovejas del rebaño extraviadas y no a ovejas "expulsadas" del rebaño. Puesto que éstas  ya "no son miembros de esa religión" ("no son testigos de Jehová", según el anuncio), deberían para regresar volver a bautizarse y dar todos los pasos. Sin embargo, en una extraña contradicción no se toma en cuenta esa posibilidad y aún se le considera como "oveja". Por lo tanto, la expresión "expulsión" genera todas éstas situaciones contradictorias y extrañas que no son planteadas en las cartas apóstolicas.

Cuando un hombre de Corinto cometió inmoralidad y no mostró arrepentimiento, Pablo dijo a la congregación: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre". (1 Cor. 5:11-13)
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Queda claro que los cristianos deben evitar la compañía de las personas con éstas características y que se mantienen en el pecado. Pablo  dice que hay que REMOVER al hombre inicuo de en medio de la congregación. Esto significa que hay que colocarlo a "distancia". Sin embargo, el término "expulsión" no debería aplicarse a ésta acción. Por supuesto, ésto no tiene nada que ver con la renuncia voluntaria que alguién quisiera hacer. Esto último no puede calificarse como expulsión ni remoción y, por lo tanto, las palabras de Pablo no aplicarían, puesto que esa persona que renuncia al grupo puede que lo haya hecho por razones personales y no sea un practicante del pecado.

Notemos que Pablo habla de personas que alegan ser cristianas y que son inmorales, son avaras, son borrachas, etc. Claramente las palabras del apóstol se relacionan con un curso de vida continuado, una característica y factor distintivo en el que se encuentra la persona en ese momento. El adherirse a esa instrucción apostólica no representa problema de complejidad relevante para los cristianos. No debería ser difícil distinguir si una persona es alguien que, de ser nuestro invitado, represente un claro peligro, una influencia corrupta, para la moralidad y la fe cristiana de nuestra familia, y de nuestros hijos.

Notemos ahora bien, el proceder de la congregación de Corintios en la segunda carta. Aquí nuevamente se vuelve a hablar del pecador mencionado en la primera carta.

"Ahora bien, si alguien ha causado tristeza, ese no me ha entristecido a mí, sino a todos ustedes hasta cierto grado —para no ser demasiado severo en lo que digo—.  Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre,  de modo que, al contrario ahora, deben perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste.  Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él.  Pues con este objeto también escribo para conseguir la prueba de lo que ustedes son, si es que son obedientes en todas las cosas.  Cualquier cosa que le perdonen bondadosamente a cualquiera, yo también se la perdono. De hecho, en cuanto a mí, lo que yo he perdonado bondadosamente, si es que bondadosamente he perdonado algo, ha sido por causa de ustedes a vista de Cristo;  para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios". - 2 Corintios 2:5-11

Notamos el consejo bíblico con el mismo equilibrio que el anterior. Puesto que era evidente que el hombre inmoral cesó su conducta inmediatamente al ser "colocado a distancia", se anima ahora a la Congregación a Perdonarlo. Pablo dice claramente que dicha "reprensión dada por la mayoría es suficiente" para tal hombre. Una vez que el pecador deja de tener la práctica del mal y ya no sigue realizando actos inmorales debido a su arrepentimiento, no hay razón bíblica para mantenerlo alejado del grupo o congregación religiosa. Tampoco habría razón para darle el plazo de un año, etc.
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Muchas veces en las religiones  la persona es considerada en “condición de expulsada”. En adelante no se trata ya de lo que esté haciendo en la actualidad ni de la vida que esté llevando, sino de esa condición o status en la que se encuentra. Unicamente podrá salir de esa situación siguiendo al pie de la letra el procedimiento diseñado por la organización. La decisión en cuanto a declarar como finalizado o no el “status” de expulsado corresponde por entero a un comité judicial de ancianos. 

Así una persona joven podría ser expulsado por algún acto de inmoralidad sexual. Podría tomar la decisión de no seguir los pasos para su “restauración” y el final de su “status” como expulsado. Sin embargo, puede no envolverse nunca más en inmoralidad sexual, se puede casar, tener hijos, mostrar ser un esposo fiel, un buen padre, y una persona honesta y responsable que se deja guiar por los principios cristianos. Aún así, independientemente de los años transcurridos o de la clase de persona que muestra ser, se le sigue considerando de la misma manera como una persona inmoral, de influencia corruptora, una persona con quien los demás cristianos, incluyendo a sus familiares, no deben asociarse. ¿Por qué razón? Por no haber seguido los pasos legalmente establecidos por la organización para dejar la “condición de expulsado” y ser declarado oficialmente dentro de la pauta para la consideración de asociado. Si el padre de la parábola del hijo pródigo se hubiera regido por semejantes normas, cuando hubiera visto al hijo rebelde acercarse a casa, en lugar de correr a su encuentro y abrazarlo como hizo, habría insistido en que primero compareciera ante un comité de tres personas para determinar si el padre estaba justificado para expresar tal interés y afecto paternal. 

Me parece que esa parte es el problema de la "expulsión". En realidad se ha vuelto un asunto técnico, un procedimiento extra-bíblico impuesto por la organización y que carece de respaldo bíblico.

El acto de separar y colocar a distancia al pecador y no asociarse con él es correcto. Pero solo debería mantenerse en personas que continuan dicha conducta peligrosa e inmoral. El resto es añadir a las Escrituras e imponer procedimientos que los ancianos están obligados a obedecer. Es el tecnicismo y añadidura a la Palabra lo que nuevamente genera el problema. 
Estas exposiciones están destinadas a mostrar tal cual la Biblia nos habla del tema de la "excomunión". Están carentes de sentimientos apasionados en favor o en contra de las directrices de alguna organización religiosa. Simplemente nos muestra la instrucción bíblica como máxima autoridad. Cada cual deberá sacar sus propias reflexiones al respecto.

En todos los pasajes bíblicos y cartas dirigidas a las congregaciones no hay ninguna indicación  que el procedimiento de "colocar a distancia" (mal llamado "expulsión") tiene que ser ejecutado por un Comité Judicial compuesto por algunos hombres. Al contrario, la Biblia declara sobre el hombre pecador que debía ser readmitido en Corinto:

"Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste.  Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él" - 2 Corintios 2:6-8.
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Todos los miembros de las congregaciones eran los que colectivamente tenían que retirar el compañerismo por el bien de la congregación y su nombre, y con la esperanza de que el malhechor pudiera avergonzarse y abandonar su proceder, y notamos bien la expresión del apóstol a los Corintios en cuanto a que la “reprensión dada por la mayoría” de la congregación era suficiente y que la persona ahora sería perdonada por ellos, no restaurada por un comité. (2 Corintios 2: 6-8). En contraste, la política de algunas organizaciones lleva a que Cuerpos Judiciales, verdaderos Tribunales Eclesiásticos compuestos por pocos hombres tomen decisiones y deliberen de forma privada. Ese proceder no tiene ningún respaldo bíblico.

La admonición de "cesen de mezclarse" es dada a toda la congregación. Luego se dice a la congregación:  “Remuevan al [hombre] inicuo de entre ustedes.” (1 Cor. 5:11-13). Y cómo leímos antes, fué la "mayoría" de la congregación la que ante el proceder deliberado, continuo y persistente de la maldad es la  que tomaba las acciones. El adherirse a esa instrucción apostólica no representa problema de complejidad relevante para los cristianos. La congregación en conjunto tenía la evidencia clara de ese curso obstinado de acción persistente en la maldad.

”Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto.  Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos" - Mateo 18:15-17.
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En ninguna parte se habla de llevar el asunto finalmente a "los ancianos" en privado. No, la instrucción de Jesús es clara. Se habla de hablar a la "congregación",  “a la ecclesía (asamblea)”. Nunca en las Escrituras se habla de realizar audiencias privadas. La congregación como cuerpo debería estar presente para escuchar la disciplina, apoyarla y confirmarla. Es interesante que con respecto a la Censura, se sigue el mismo proceder:
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"Censura delante de todos los presentes a las personas que practican el pecado, para que los demás también tengan temor. " - 1 Timoteo 5:20. Nuevamente Pablo previene a Timoteo de no realizar censuras ni asuntos judiciales a solas con los acusados. La congregación como una familia tenía que tratar y estar al tanto del asunto. Quizás para algunos ésto podría parecer un atentado contra su intimidad, pero tenía un efecto purificador fraternal  y evitaba que se cuestionaran los fallos alegando procedimientos repentinos y precipitados, etc.
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Puesto que en Israel el tribunal local estaba situado en las puertas de la ciudad, ¡eso eliminaba
toda duda en cuanto a ser público el juicio! (Deu. 16: 18-20) No cabe duda de que el carácter
público de los juicios hacía que los jueces obraran con cuidado y justicia, cualidades que a veces
desaparecen cuando se celebran audiencias secretas a puerta cerrada. ¿Qué se puede decir acerca de los testigos? 
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En tiempos bíblicos se exigía que los testigos testificaran en público. Por eso se les advertía
que no dejaran que la presión de la opinión pública influyera en su testimonio ‘de modo que
se desviaran con la muchedumbre a fin de pervertir la justicia’ - ¡Despertad! del 8 de Junio de  1981, página 17.

Es sorprendente que la organización que publica esa cita practica exactamente lo contrario de lo allí expuesto. A pesar de que alaba la actitud hacia el “cuidado y la justicia” que logran las audiencias públicas, con la política de la organización se actúa precisamente como en “audiencias a puerta cerrada”, resultando que el comité es, en realidad, responsable ante sí mismo. La validez de sus decisiones han de ser acatadas puramente por fe por parte de la congregación. Contrariamente a los miembros de la congregación de Corinto, quienes conocieron con exactitud la razón y las circunstancias que movieron a Pablo a impulsarlos a que dejaran de asociarse con la persona en cuestión, los miembros de la congregación de hoy quedan en la oscuridad total. Suposiciones, conjeturas y chismes con frecuencia vienen a llenar ese vacío que deja el secreto de las acciones del comité. Como lo expresó alguien: “intentar parar un rumor es como intentar detener el sonido de una campana”, y, una vez desatado, el chismorreo provocado por esas audiencias secretas puede acarrear daño duradero e injusto para la reputación de persona.

Sobre el llamado "señalamiento" la Biblia también es clara. Dirigiéndose a la entera congregación de Tesalónica, Pablo dice:

"Por otra parte, los exhortamos, hermanos: amonesten a los desordenados, hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, tengan gran paciencia para con todos" - 1 Tes. 5:14.
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"Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence.  Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano" - 2 Tesalonicenses 3:14-15
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Cómo notamos, la congregación nuevamente "señala" al desordenado. No lo hace a puertas cerradas para luego dar un nebuloso discurso en dónde no se da el nombre. Al contrario de ésta añadidura humana, la Biblia señala que con claridad se debe saber quién es el "señalado". Ahora bien, de forma sorprendente 1 Corintios 5 y 2 Tes. 3 están conectados de alguna forma.

En Tesalonicenses el contexto muestra que la falta está en desobedecer la palabra escrita de un apóstol enviado por Cristo. Ciertamente ese no es un asunto menor. Seguramente la organización Watch Tower no lo consideraría así, si se tratara de un asunto de pasar por alto sus reglamentos y enseñanzas.Por lo tanto, el "señalamiento" de forma bíblica no es una falta menor, tal como suele presentarse hoy.

En su explicación del texto, en la página 31 de La Atalaya del 15 de Abril de 1985, cita las palabras de Pablo, “dejen de asociarse con él” y dice: 

Los hermanos no lo evitarían completamente, porque Pablo les dio el consejo de ‘continuar
amonestándolo como a hermano’. Sin embargo, el que ellos limitaran [Note, no terminar] el
compañerismo social que sostuvieran con tal persona podría llevarla a avergonzarse...                           

Lo que La Atalaya no reconoce (o acepta) es que la expresión griega (synanamignysthai) utilizada por Pablo para “dejen de asociarse con” es la misma que utiliza en 1 Corintios 5: 11 en donde la Traducción del Nuevo Mundo vierte “cesen de mezclarse en la compañía de”. Eso se puede observar leyendo la Kingdom Interlinear Translation. No hay diferencia en la fuerza del término de ambos textos. En ambos casos se urge a los cristianos a evitar tener compañerismo íntimo a nivel personal con aquellos que hayan caído en los errores señalados tanto en el capítulo 5 de la Primera a los Corintios como en la Segunda a los Tesalonicenses capítulo 3, de forma que el malhechor pueda sentirse avergonzado. Hasta ahí llega el consejo, no más allá.
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Cómo vemos, el verbo griego  utilizado en 2 Tesalonicenses 3: 14 en la expresión “dejen de asociarse” es exactamente la misma palabra utilizada en 1 Corintios 5: 11 (“cesen de mezclarse en la compañía de”). Este último texto lo hemos venido aplicando a personas a las que se expulsa o ‘cesamos de mezclarnos en compañía de’. Pero 2 Tesalonicenses muestra que cesar de mezclarse en la compañía de alguien no impide amonestarle y, por tanto, hablarle. Si decimos que mediante ofrecerles consejo bíblico o darles reprensión somos culpables de tener compañerismo espiritual con ellos, ¿no significa que cuando testificamos a personas de otras creencias (incluso a clérigos) estamos teniendo compañerismo  espiritual con ellos? ¿Realmente la manera de ver el asunto de la expulsión se rige por estos  textos o se ha interpretado con mayor rigidez de la que los mismos encierran?
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En realidad, la transparencia y franqueza de expresión con el pecador para amonestarlo con las Escrituras impedería que algunos miembros tuviesen una actitud morbosa e incluso hipócrita al tener que reunirse a escondidas con el expulsado. Un punto de vista sano y maduro sobre este asunto evitaria situaciones innecesarias.

Cómo hemos analizado, no hay ninguna base para procedimientos judiciales en que tres personas actuén como jueces y deliberadores. Puede que a muchos no les agrade el arreglo bíblico que se ha señalado aquí, pero éste proceder hubiese prevenido muchos errores y abusos y cargas innecesarias sobre ámbas partes envueltas en las audiencias. En casos en que alguién hubiese cometido un desliz o falta puntual e inmediatamente esté arrepentido bastaría con el consejo amoroso de uno o dos ancianos u hombres sabios, pero sin necesidad de formar un comité judicial. Esa persona necesita la ayuda espiritual de Cristo. Pero esto sería muy diferente al curso obstinado de un pecador empedernido.
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A veces los seres humanos son dados a arreglar la Palabra de Dios debido a la "necesidad de los tiempos". Pero si tal fuese el motivo todas las normas de la Biblia deberían relativizarse, porque los "tiempos son otros". Tal argumento no manifiesta confianza en que el arreglo de la Biblia es el mejor. Puesto que la congregación es una familia, una fraternidad, actuar de acuerdo a los consejos bíblicos producirían una fuerza colectiva positiva para derrotar el mal con el bien.
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"Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre,  de modo que, al contrario ahora, deben perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste. Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él."

Una vez que el hombre se arrepiente la congregación debe ayudarlo inmediatamente. En realidad nunca fué expulsado. Eso no existía en el I siglo. Solo fué "colocado a distancia", pero seguía siendo un hermano tal como hemos visto. Los hermanos  limitaban su trato social con él (como invitarlo a una fiesta), pero seguían "amontestándolo como hermano" (le hablaban para que recobrara el Juicio). Lo hacían con franqueza de expresión y evitaban una actitud de hacer las cosas a "escondidas" como si tuvieran que saludarlo de forma oculta. Esta acción bondadosa y a la vez firme provocaba un efecto positivo en el hermano removido. Era mucho más poderosa que retirarle el saludo y no mirarlo. En realidad, esta última situación  puede endurecer más al pecador. Como se desprende en los Corintios inmediatamente en que él dejaba el mal proceder, era acogido por la Congregación. No existía un periodo de "prueba" ni nada semejante. Pablo finalmente señala la verdadera cuestión tras este asunto.

"para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios" (2 Cor. 2.11)

Es el propósito de Satanás desmoralizar al hombre y hundirlo más en el pecado, de esa forma él logra aniquilar a la oveja extraviada. Mientras más protocolos y elementos humanos se añaden a la Palabra de Dios, más Mala Hierba del Diablo provoca un efecto en dónde Satanás sale venciendo. Así decenas de miles son apartados cada año (a menudo de forma presta y rápida), pero de éstos,  muy pocos son rescatados y ayudados para volver al rebaño. Claramente hay una falla en el sistema. Un Sistema que añade a la Escritura y que provoca muchos problemas añadidos.

Apéndice
¿Se refería 2 Juan 10, que dice que uno no reciba en casa a ciertas personas ni se les salude,únicamente a los que habían promovido alguna doctrina falsa?

Efectivamente. El único aspecto de evitar el saludo está relacionado con eso.

“Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo” – 2 Juan 10.

Según el contexto, este consejo tenía que ver con los “muchos engañadores” que habían surgido, ‘personas que no confesaban a Jesucristo como venido en carne’ (2 Juan 7). El apóstol Juan ofreció instrucciones respecto a cómo debían tratar los cristianos de aquel entonces a alguien que negara que Jesús hubiera existido o fuera el Cristo y Rescatador. Juan instruyó lo siguiente: “Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo. Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas” (2 Juan 10, 11).

Solamente personas obstinadas que niegan a Jesucristo como rescatador son merecedoras de no recibir un saludo. Es bien sabido que el apóstata o anticristo es el que "se desvía de la enseñanza de Cristo" y no de la enseñanza particular de una religión.

 A esos fue los que el Apóstol Juan se refirió y que ni siquiera les deberíamos saludar muy afectuosa o amigablemente. Pero aún así quizás esto no signifique que incluso con estos auténticos apostatas, no pueda existir una formalidad básica y simple.

Juan usa aquí la palabra griega que se usaba para saludar, khairo. Pero Khairo quería decir regocijarse (Lucas 10:20; Filipenses 3:1; 4:4), lo cual involucraba un saludo. Pero Aspázomai (Lucas 10:4) involucra “estrechar entre los brazos, es decir saludar, dar la bienvenida”. ¿Puede existir una diferencia?

Algunos se empeñan en atribuir al término aspazomai un saludo especialmente efusivo que sobrepasa por mucho al de la palabra utilizada en la segunda carta de Juan, khairo.

 Eso les permite decir que khairo, al expresar menos “calor” que aspazomai se referiría al saludo más cotidiano, más superficial como un simple “Hola”. Sobre esa base se permitirían reglamentar todo tipo de comunicación hablada con los expulsados. Sin embargo, en el relato de Lucas podemos leer lo siguiente con respecto a la visita del ángel de Dios a María:

”Y entrando el ángel donde ella estaba, dijo: ¡Salve [griego khaire], muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué saludo [griego aspasmos] sería este” – Lucas 1:28,29.

Obviamente los dos términos son usados aquí de manera intercambiable. María aplica el término aspasmos a la palabra khaire pronunciada por el ángel. No hizo eso porque el ángel se hubiera, según definición de La Atalaya, echado en sus brazos o la besara, ni se había envuelto en una “conversación larga” con ella. Ella no se refiere a un abrazo o un beso, sino a sus “palabras”.


La Atalaya no solamente cae en ese error, sino que además no reconoce que el verbo griego khairein utilizado por Juan no se refiere a algo semejante a un simple “Hola”. No es menos “cálido” que el otro término griego tratado. Muy al contrario, el término khairein significa literalmente “estar regocijándose” y se corresponde con el término hebreo shalom, que significa “la paz sea contigo”. Por eso ese término aparece en Lucas 10:20; Filipenses 3:1; 4:4.  Se utilizaba para expresar, no un mero saludo habitual, sino como muestra de especial interés y aceptación personal o social, incluso como reconocimiento de autoridad. De acuerdo con eso, algunas traducciones vierten el término más que como un simple saludo, como una “bienvenida”. Entendiendo bien el significado de las palabras de Juan, una traducción las vierte así:

”No le den la bienvenida en su casa; ni siquiera le digan, “La paz sea contigo” [De ninguna manera lo encomien, Living Bible]. Porque todo el que le desea paz se hace partícipe de las cosas malas que hace”.

Claramente, pues, lo que el cristiano niega a un anticristo no es un saludo rutinario como “hola” o “cómo estás”, sino aquello que supone aceptación y acuerdo con su persona o causa, deseándole favor y éxito. Darle una “bienvenida” de esa clase supondría hacerse “partícipe de sus obras inicuas”. Por el contrario, el hablar simplemente a una persona no implica en sí mismo aceptación, acuerdo o favor. Es determinante lo que uno dice. Ciertamente uno no se hace partícipe de lo malo que esa persona lleva a cabo, si procura contradecirlo o señalarle sus erróneos puntos de vista, convenciéndole de lo erróneo de su proceder. Muy al contrario, las Escrituras muestran que eso puede ser un deber cristiano.

Tal como se analizó  anteriormente, sugkoinonos (“cesen de mezclarse en compañía de”)  involucra  evitar un trato "intimo", es decir, estrecho y permanente con una persona que practica permanentemente el pecado. Pero la Biblia no reglamenta nada en cuanto al saludo básico (un simple “hola”) o amonestar al desordenado.

Pablo habló de no "mezclarse" en cuanto a la adoración o en sentido espiritual y las comidas íntimas de adoración que puede involucrar comunión con Dios. Ciertamente un cristiano genuino no debería participar en actos de adoración (tales como lectura de la Biblia, conmemorar la cena del Señor, oración, etc.) con una persona que practica el pecado trátese de quien se trate.

A pesar de todas estas situaciones y pecados que cometían los fariseos y recaudadores de impuestos, Jesús "comió" con ellos en varias ocasiones (Mateo 9:10-13; Marcos 7:1-3;Lucas 7:36;11:37;14:1). Los fariseos y recaudadores eran judíos por naturaleza y por lo tanto eran considerados hermanos espirituales de Jesús. ¿Por qué comió Jesús con ellos en tantas ocasiones sin importarle qué tantos pecados o injusticias cometían los fariseos?  La respuesta es clara, porque el hecho de que una persona cristiana cometa males o practique el pecado, no es motivo para rechazarla totalmente.

 Sin duda Jesús quería ayudarlos a recuperar la relación con Dios y en esas comidas él iba claramente con propósitos definidos (buscar el arrepentimiento de la gente) y no para participar meramente de asuntos sociales triviales sin norte alguno. El caso de Zaqueo es claro. Jesús  le dijo a Zaqueo que se alojaría en su casa mientras estuviese en Jericó. No obstante, los habitantes de la ciudad objetaron, diciendo que Jesús se hacía amigo de los pecadores. Zaqueo mostró un cambio en su actitud, pues dijo que devolvería el cuádruple de lo que había obtenido injustamente y daría la mitad de sus bienes a los pobres. Jesús reconoció que entonces su casa estaba en vías de salvación. (Lu 19:3-10.) Cómo notamos, Jesús deseaba el arrepentimiento de Zaqueo. Por lo tanto, un familiar de un pecador que se mantiene permanentemente en el pecado, podría recibir la visita de un pariente con el fin de animarlo al arrepentimiento siguiendo el ejemplo del profeta Natán.

Pero esto difiere de las comidas espirituales de comunión de los cristianos en dónde hay lazos de adoración.  Es interesante notar que Jesús nunca partió el pan en la presencia de fariseos de la misma manera que lo hacía cuando estaba con sus discípulos. Esto demuestra que para Jesús la relación con sus discípulos era diferente a la que tenía con su hermanos espirituales fariseos y recaudadores de impuestos. Por el mero hecho de ellos cometer pecados Jesús no los rechazó totalmente, pero tampoco tuvo un trato íntimo y no compartía en sentido espiritual-íntimo con ellos. Por esa razón, solo los 11 fieles fueron admitidos en el Pacto, y la Providencia hizo que Judas saliera de la habitación.

Esa es la diferencia. Entonces, ¿qué quiso decir Pablo con las palabras citadas anteriormente respecto al trato con las personas que llamándose hermanos cristianos practican el pecado?  ¿Hay motivos bíblicos para rechazarlos totalmente y cortar de raíz toda relación con esas personas? La respuesta categórica, según la Biblia, es No. Y si una persona ya ha dejado de pecar, no hay razón ni base alguna para mantenerla en una “condición de expulsado”.

19 Hermanos míos, si alguno de entre ustedes se deja extraviar de la verdad y otro lo hace volver, 20 sepan que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados.-Santiago 5:19,20

Este relato demuestra que se anima a todos los cristianos a ayudar al descarriado. Esto sería imposible si se evitara todo contacto verbal con la persona,  y obra en armonía con el pasaje antes citado:

13 Por su parte, hermanos, no desistan de hacer lo correcto. 14 Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a este señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. 15 Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano.- 2 Tes. 3:13-15