Es común que en el camino de la ciencia y la religión a veces ésta última recurra a algunos argumentos o citas descontextualizadas para probar ciertos hechos. Algunos investigadores bíblicos del siglo XIX quisieron relacionar la aniquilación de los dinosaurios con el Diluvio bíblico. Hoy sin embargo, ningún estudio científico puede avalar que eso fué cierto y hasta la Revista ¡Despertad! de la organización Watchtower ha tenido que reconocer esa realidad.
Otro mito que se intenta utilizar para justificar una supuesta potencialidad eterna en la carne es que solo usamos el 10% por ciento de nuestra capacidad cerebral. Esta idea proviene de una malinformación que analizaremos, y que ha sido utilizada por la religión e incluso la metafísica (esotéricos paranormales) para sugerir ciertas potencialidades ocultas o justificar la teoría de una vida eterna en la materia.
Pues bien, analicemos los hechos.
¿Cuántos de nosotros hemos oído varias veces esa frase en la televisión o en la vida diaria? Otra de las grandes falacias actuales y que aguanta ya casi un siglo.
Es totalmente falso que sólo utilizamos un 10% de nuestro cerebro. Utilizamos el 100%, eso sí, no de forma simultánea. (De hecho, sólo en grandes ataques epilépticos es cuando se puede llegar a utilizar el 100% del cerebro al unísono). Al igual que pasa con nuestros músculos, utilizamos las regiones del cerebro según la actividad que estemos realizando. A mayor complejidad, mayor uso del cerebro. Los incontables TACs y resonancias magnéticas que se han hecho para estudiar la actividad eléctrica a lo largo de décadas así lo demuestran.
Quizás una de las razones por las que surgió el mito fue que algunas personas tergiversaron la afirmación de que utilizamos el 10% de nuestro cerebro de forma consciente, mientras que el 90% restante es inconsciente (se encarga de tareas como controlar las pulsaciones del corazón, el peristaltismo intestinal, la dilatación o contracción de las pupilas, etc). Al final se trastocó todo eso y quedó como el mito de ahora.
Si la afirmación del 10% fuera cierta, ante la más mínima lesión cerebral se produciría la muerte, y eso no es así. Cuando hay una lesión, y si ésta es pequeña, las zonas colindantes de la región alterada intentan compensar la pérdida de función mediante un procedimiento lento de plasticidad neuronal. Además si sólo utilizáramos el 10% seríamos vegetales o estaríamos muertos. Nadie puede vivir con ese porcentaje de actividad cerebral.
El origen de ese mito es muy difuso. Se estima que surgió a partir de principios del siglo XX. Pero a pesar de todas las investigaciones, no se sabe con certeza cual fue el hecho desencadenante. Entre las diversas hipótesis que se manejan se cree que surgió por hallazgos científicos mal entendidos o mal interpretados por gente que no entendía ese campo y posteriormente lo fue difundiendo.
Este es un ejemplo de lo que algunos llaman “Psico-Hecho“.Una creencia que, aunque no es soportada por evidencia real, es tomada como real porque su constante repeticion cambia la forma en que experimentamos la vida. La gente que no tiene más conocimientos, no sabrá mas que repetirlo una y otra vez.
No hay una sola prueba o evidencia que demuestre que tan solo utilizamos un 10% de nuestro cerebro. Se ha hecho mucha literatura al respecto y es uno de los mitos (o leyendas urbanas) que más éxito tiene entre los amigos de propagarla. Hay quien incluso se la atribuye (erróneamente) a Albert Einstein, aunque, posiblemente, el mito nace a principios del siglo XX, en el que los charlatanes, vendedores ambulantes y otros amigos de lo paranormal, querían convencer a la gente de que aún no habían llegado a su potencial máximo y así convencerles para que comprasen sus productos milagrosos.
Los seres humanos utilizamos la totalidad de nuestro cerebro y todas las resonancias magnéticas, tomografías por emisión de positrones o PET y otros estudios por imágenes que se han realizado para determinar la actividad del cerebro, no han mostrado zonas del cerebro inactivas (en personas sin lesiones cerebrales), evidentemente.
Por lo tanto, la Neurociencia ha demostrado que lo del 10% es un mito.
Incluso la sola mención de que usamos el 10% del cerebro (siguiendo el hilo de esa idea) es falaz, ya que tendríamos que saber la totalidad de la potencialidad de la mente, y NADIE puede saber toda la potencialidad de la mente. Para hacerlo más fácil: alguién le dice que usted solo ha caminado el 10% de una carretera. Para decir esa afirmación, esa persona tendría que conocer la totalidad del trayecto y cuantos metros mide la carretera.
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Pero eso es imposible saberlo en cuanto al cerebro o capacidad de la mente. Nadie ha podido medir el supuesto otro 90%, y por lo tanto la argumentación es sumamente falaz. Al parecer la mente y el cerebro tiene la capacidad para lo que sea necesario durante la vida, sea ésta más larga o corta. Notamos que hay una gran diferencia con la otra argumentación.
Incluso desde un punto de vista bíblico la argumentación del 10% es una falacia. Si los apóstoles tenían la perspectiva de la vida celestial, ¿para que tener un cerebro con un 90% sin utilizar? Incluso, en la gran mayoría de la humanidad, sería una gran incoherencia que el cuerpo humano tuviese una sentencia de 80 años de vida y supuestamente su cerebro no funcionara en paralelo con su cuerpo. Lo lógico sería que la posibilidad de la eternidad en el cerebro material fuera generada a la par con la activación de la eternidad en todas las células del cuerpo. Pero sabemos que eso es ignorancia, puesto que el cerebro también envejece a la par con el cuerpo. Creer lo contrario demostraría una gran incrongruencia de parte del Hacedor de un Automóvil que fabricaría un vehículo con una carrocería para durar 50 años, pero con un motor material para durar para siempre. Pero eso es falso, ya que nuestros cerebros materiales no serán trasplantados a nuevos cuerpos.
Sea por dónde se mire, y con más información, la creencia del 10% del cerebro es un mito.
El hombre tiene lo necesario para la vida, sea que ésta dure 500 años o 30 años. No puede disociarse la capacidad cerebral, el aprendizaje y la mente con el cuerpo humano.