lunes, 10 de septiembre de 2012

Gradual reconocimiento a la mujer

Cierto lector me ha señalado la información aparecida recientemente en la revista religiosa La Atalaya de septiembre de 2012. En ella los redactores han incluido unas cuñas idénticas a cierta investigación publicada en este blog  sobre el verdadero papel bíblico de la Mujer.

 
Lo que aparece en el recuadro de la revista "textos antiguos que discriminan a la mujer" es idéntico a lo que mencionamos en el blog, sobre cómo las ideas paganas influyeron en los Padres de la Iglesia. Incluso hasta cierto punto se reconoce como se malinterpretaron las Escrituras sobre el asunto de Eva. Algo que fué defendido en este sitio, pese a los ataques de algunos lectores como William Alvares.  Para nosotros es evidente que el asunto de Pablo sobre las mujeres y su comparación con Eva es una tergiversación de sus palabras.
 
Es más, la Atalaya admite en el recuadro: "¿Prohibió el apóstol Pablo que hablaran las mujeres?" que el asunto de guardar silencio no era porque fueran mujeres, sino que también fué dado a los que profetizaban y hablaban en lenguas. Esto y para tristeza de Williams Alvares y todos los testigos cerrados es un reconocimiento de que el asunto de "guardar silencio" no era por que fueran mujeres, sino para evitar interrupciones en la congregación. Sin embargo, es sumamente triste que ésta importante aclaración no ha sido analizada en un artículo de estudio, para que a todos les quede claro. Es una pena que aparezca en un recuadro lateral. Esperemos que se haga un reconocimiento más fuerte como el ser "siervas ministeriales" y otros asuntos como hablar directamente a la congregación. Pero sabemos que la religión organizada tiene problemas de políticas internas que frenan éstos asuntos.
 
A petición de ese lector se incluirá nuevamente las citas del artículo  publicado el año  pasado (2011) . Compárelo con la información de la Atalaya reciente:

"Para Pablo, el estado de descontrol y desorden que reinaba en la iglesia de Corinto, podía provocar confusión si un desconocido entraba durante la celebración del culto, porque podía pensar que estaban bajo la misma locura de los que adoraban a Dionisos. Por otra parte, la mayoría de las mujeres, tanto judías como gentiles, no recibían instrucción religiosa, por lo que era normal que durante los cultos preguntaran cuando no entendían lo que estaba sucediendo, creando mayor confusión todavía. Es en este contexto que hay que entender el capítulo 14 de 1 de Corintios. A tres grupos diferentes les pide que guarden silencio: a los que hablan en lenguas sin que haya un intérprete, a los que profetizan al mismo tiempo, y a las mujeres. En los dos últimos casos Pablo les exhorta al autocontrol (versículos 32 y 34), usando el mismo verbo "hupotasso", que en voz media indica que la persona realice la acción sobre sí misma. Esta idea normalmente aparece en las traducciones del verso 32, pero no así en las del 34. ¿Cómo es posible traducir el mismo verbo de forma tan diferente cuando se refiere a las mujeres? La única explicación es que el traductor está imponiendo sobre el texto sus supuestos teológicos. Literalmente el texto dice en realidad: "que las mujeres se controlen a sí mismas, como la ley dice".

Los eruditos bíblicos han tratado de encontrar tal ley en el Antiguo Testamento o en la tradición judía, sin conseguirlo. La razón es que Pablo no está aludiendo a la Ley con mayúscula, como traduce la Reina-Valera o la Traducción del Nuevo Mundo. Sería inconcebible que Pablo, el gran defensor de la gracia frente a la Ley, acudiera ahora a ella. Pero, además, es que no hay ni un solo texto en el Antiguo Testamento que afirme tal cosa. Ni siquiera la T.N.M puede entregar referencia alguna a cierto pasaje de las Escrituras Hebreas que afirme tal cosa.

En realidad, parece que Pablo estaba haciendo referencia a la ley civil de la sociedad Greco-Romana, que ponía límites a los excesos de ciertas prácticas religiosas, especialmente llevadas a cabo por mujeres. Algún culto, como el de Isis, era considerado políticamente como peligroso, ya que proclamaba la igualdad entre hombres y mujeres, algo que socavaba los fundamentos de la sociedad de la época. El Senado Romano también tomó acciones en contra del culto a Dionisos, uno de los más populares entre las mujeres, que a veces usaban la religión como un medio de protesta y de hostilidad hacia los hombres. Se entiende, por tanto, el interés de Pablo porque las reuniones de los cristianos no pudieran confundirse con estos cultos, incumpliendo las leyes y provocando escándalo. Y en este contexto hay que entender este pasaje.
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De ninguna de las maneras puede significar que las mujeres debían abstenerse de ministrar con sus dones en la Congregación, puesto que en el capítulo 11 habla del atuendo adecuado para aquellas que oran o profetizan en la iglesia. En el capítulo 14, verso 34, posiblemente está exhortando al autocontrol a aquellas mujeres que proferían gritos sagrados al estilo de sus religiones de origen. El verbo "laleo" que aquí se traduce como "hablar", puede ser usado para hacer cualquier tipo de ruido y es usado repetidamente en este capítulo para describir palabras incomprensibles (verso 9). En el verso 35 puede estar haciendo referencia a las conversaciones privadas de las mujeres durante cultos o ceremonias donde no entendían lo que estaba sucediendo. Por eso dice Pablo que pregunten a sus maridos en casa.
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En realidad, Pablo rompe aquí una lanza a favor de las mujeres, a quienes considera capaces de autocontrol y con derecho a ser instruidas, cosa que les negaba la sociedad de su época. Él aboga porque pregunten y aprendan, aunque de forma que no alteren el orden en los cultos. El guardar silencio no significaba necesariamente abstenerse por completo de hablar, sino prestar atención a lo que otra persona estaba diciendo, como se puede apreciar en Hechos 12:17; 15:12,13; 21:40; 22:2. El "guardar silencio" de 1 Corintios 14:34 no significa, por tanto, que las mujeres estén excluidas del liderazgo espiritual.
Además, hay algunos puntos que son evidentes en ésta lectura de los Corintios. Notemos que el capítulo 11 no excluye ni deja fuera a las mujeres en la instrucción religiosa:

"Todo varón que ora o profetiza con algo sobre la cabeza avergüenza su cabeza; pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza, porque es una y la misma cosa como si fuera [mujer] con la cabeza rapada" - 1 Corintios 11: 4,5.

Aqui se hace patente que tanto varones como mujeres pueden hablar a la Congregación en el culto, salvo con ciertos detalles de su atuendo: La Mujer debe cubrirse la cabeza, y el hombre debe hacer lo contrario. Pero notemos bien: La instrucción solo es para "orar y profetizar". El programa sencillo de dichas reuniones incluía además: "salmo, otro tiene una enseñanza, otro tiene una revelación, otro tiene una lengua, otro tiene una interpretación" (1 Cor. 14:26). El don de profecía y oración solo eran una parte de la acción en dichas reuniones. Por lo tanto, no se puede inventar un procedimiento extra bíblico que haga que la Mujer se cubra la cabeza si ésta se dirige de frente a la Congregación. Ella perfectamente podría presentar un sermón y una enseñanza con la cabeza descubierta. Ella puede dar un discurso de frente a la congregación sin cubrirse la cabeza. Puesto que el don formal de la profecía cesó, solo para orar en una reunión, la Mujer debería cubrirse. Además no hay ninguna indicación bíblica que las Mujeres solo deberían participar en las reuniones cuando no hay varones. Esas son normas añadidas humanas. Más bien, las palabras de Pablo indican que ellas deberían tener una participación frecuente y normal en las reuniones estando los varones presentes, solo teniendo las precauciones parar orar y profetizar. Precauciones que también los varones tenían que cuidar.


"Por lo tanto, deseo que en todo lugar los hombres se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates. Igualmente deseo que las mujeres se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio, no con estilos de cabellos trenzados y oro o perlas o traje muy costoso, sino como es propio de mujeres que profesan reverenciar a Dios, a saber, mediante buenas obras. Que la mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. No permito que la mujer enseñe, ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que esté en silencio. Porque Adán fue formado primero, luego Eva. También, Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y llegó a estar en transgresión. No obstante, a ella se le mantendrá en seguridad mediante el tener hijos, con tal que continúen en fe y amor y santificación junto con buen juicio" - 1 Timoteo 2:8-15.

Este pasaje, especialmente el verso 12, es el más usado para negar a las mujeres la posibilidad de ejercer el ministerio de enseñanza en la congregación. Sin embargo, notemos el contexto que rodea dicha declaración. Se habla de actitudes mundanas que estaban afectando a la congregación a la cual Timoteo estaba asignado. De ahí la importancia de entender el contexto y las doctrinas falsas que algunos estaban difundiendo. Estas enseñanzas se caracterizaban por especulaciones inútiles y deseo de controversia (1 Timoteo 1:4; 6:4; 2 Timoteo 2:23), rechazo del matrimonio y abstinencia de ciertos alimentos (1 Timoteo 4:3), prácticas inmorales (1 Timoteo 4:2), dar mucha importancia a genealogías y mitos (1 Timoteo 1:4; 3:9) y negar la resurrección del cuerpo (2 Timoteo 2:18).
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Todas estas creencias se ajustan bastante al Gnosticismo, movimiento religioso sincrético que tuvo sus primeras manifestaciones en el siglo I, y que floreció con esplendor en el siglo II. La mención que se hace en 1 Timoteo 1:6; 6:20; y 2 Timoteo 2:16 de discusiones inútiles, vana palabrería y los argumentos de la falsamente llamada ciencia ("gnosis", de donde se deriva la palabra "gnosticismo"), es interesante porque los escritos Gnósticos están llenos de pensamientos ilógicos y de ideas sin sentido.
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En el caso que nos ocupa, creemos que el horizonte cultural del texto es fundamental para una exégesis correcta del mismo. Así, aunque generalmente se piensa que 1 Timoteo fue escrita como un manual sobre gobierno eclesiástico para una iglesia que no era muy distinta de la nuestra, la realidad es diferente. 1 Timoteo es una carta personal, dirigida a un joven ministro que se está enfrentando a una serie de problemas concretos en una congregación concreta.

Pero si queremos encontrar el auténtico mensaje de este pasaje, debemos tener en cuenta una serie de consideraciones relacionadas no sólo con el contexto, sino también con la gramática y con los términos usados en el texto. En primer lugar, es importante notar el significado de la presencia o ausencia del artículo en este pasaje, ya que en griego la presencia del mismo indica identidad y la ausencia enfatiza la cualidad o el carácter.

En el verso 11 no hay artículo, con lo cual la mujer que no se está comportando correctamente, es la que debe "aprender en silencio con toda sujeción" (a Dios). Pablo está estableciendo en este verso la vía por la cual aquel tipo de mujer puede y debe ser restaurada. No es un mandato universal y atemporal. Esto se hace evidente cuando analizamos el contexto y también se amonesta a quienes están con debates e ira, especialmente a los hombres.

En el verso 14 aparece el artículo delante de "mujer". Este uso del artículo, llamado de mención previa, hace referencia a Eva. Cuando no se interpreta correctamente este uso del artículo, la conclusión a la que se llega es que la mujer, por el simple hecho de serlo, es susceptible de ser engañada, y por lo tanto inferior al hombre. Es evidente que aquellos que entienden este texto en sentido genérico, pero al mismo tiempo no creen en la inferioridad de la mujer, están en clara contradicción.
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Pasemos ahora a aun análisis más detallado del verso 11. Pablo exhorta aquí a las mujeres que tenían un comportamiento inadecuado a aprender en silencio, con toda sujeción. Esto que muchos han interpretado como algo denigratorio para la mujer, en realidad es todo lo contrario. Aunque en Deuteronomio 31:12 Moisés encomendó que se congregara a todo el pueblo, incluidas las mujeres, para enseñarles la Ley, con el paso del tiempo a las mujeres les fue vetado el aprender la Torah, y participar en las actividades que se celebraban en las sinagogas. La única esfera de la mujer era el hogar. Ahora Pablo, siguiendo el ejemplo de Jesús, exhorta a que las mujeres aprendan, algo que la mujer griega también tenía vetado. Este aprendizaje debía hacerse en silencio, porque es la actitud necesaria para cualquiera que esté aprendiendo. La palabra que se usa en griego, "besuchia", no significa refrenarse de hablar, sino que significa estar en quietud, la quietud necesaria para meditar o estudiar (Similar a cuando dice antes: "deseo que en todo lugar los hombres se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates"). Por eso, cuando Pablo le dice a las mujeres de la Iglesia de Corinto que guarden silencio, usa otro verbo, que es "sigao", ya que en este caso se trataba de abstenerse de hablar porque estaban interrumpiendo con sus preguntas.
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En cuanto al sentido auténtico de la expresión "con toda sujeción", observamos, en primer lugar, que dicha sumisión, dado el contexto, no es al marido ni a los hombres en general, sino a los maestros, especialmente a Pablo y Timoteo. En vez de someterse a los falsos maestros deben hacerlo a aquellos que enseñan la sana doctrina. En segundo lugar, la ausencia del artículo indica otra cualidad de dicho aprendizaje. La palabra sujeción es la forma nominal del verbo "hupotassomai" que hace referencia a la disposición voluntaria de ser receptivo a las necesidades de los otros, en este caso la necesidad que tienen los maestros de comunicar sus enseñanzas sin ruidos molestos y con la debida atención.
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Pasemos ahora al verso 12. Si entendemos que Pablo está prohibiendo a todas las mujeres el enseñar a cualquier hombre, encontraremos que esta interpretación se contradice con numerosos textos del mismo Pablo (2 Timoteo 2:2; Colosenses 3:16; 1 Corintios 14:3, 26, 31, etc.). Por otra parte, en las Cartas Pastorales el verbo "didaskein" se une en contextos que expresan o implican el contenido de la enseñanza, ya sea para hablar de la falsa doctrina, o de la enseñanza de la verdad. Si en el verso 12 se refiere a la enseñanza en general es la única vez que ocurre en las cartas apóstolicas. Por todo ello, debemos concluir que lo que está prohibiendo Pablo es que ciertas mujeres enseñen una doctrina errónea.
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¿De qué doctrina se trata? La clave está en el tercer verbo que aparece en este verso, "authentein". El problema es que esta palabra aparece únicamente en este texto, y su significado varió con el paso del tiempo, con lo cual resulta realmente difícil saber su significado exacto en este contexto. Puede significar "usurpar, dominar, gobernar, ser responsable de un asesinato, proclamarse a sí mismo el autor u originador de algo, etc.". En el caso de que aquí significara "ejercer dominio sobre", Pablo no estaría haciendo otra cosa que recordarles las palabras de Jesús a sus discípulos cuando les exhorta a ser siervos en vez de "ejercer autoridad" unos sobre otros, como hacían los gobernantes de los gentiles (Mateo 20:25). En esta misma línea, Pedro amonesta a los ancianos que no apacienten a la grey de Dios como "teniendo señorío" sobre los que están bajo su cuidado (1 Pedro 5:3). Se trataría, pues, de la enseñanza de un principio general, aplicado en este caso particular a las mujeres. En el verso 8, se da la circunstancia contraria, ya que se dirige de forma particular a los hombres, pero puede decirse que la enseñanza de orar sin ira ni contienda es de aplicación general.
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El último verbo del verso 12 "einai en hesuchia", estar en quietud, en armonía, refuerza la idea de servicio que debe caracterizar las relaciones entre hermanos, sean del sexo que sean, en conformidad con las enseñanzas de Jesús. La enseñanza que se hacía ejerciendo dominio propiciaba ira y contienda.

Esta es una explicación. Sin embargo, el verso siguiente, y especialmente su nexo de unión "gar", permite una interpretación más certera. "Gar" es una conjunción que, dependiendo del contexto, puede ser causal o explicativa. Tradicionalmente se le ha interpretado como causal (porque), resultando el verso 14, interpretado en clave de prioridad temporal y de prioridad de culpa, la causa por la cual las mujeres, en general, no pueden enseñar a los hombres ni ejercer liderazgo. Sin embargo, tal exégesis es totalmente contraria al relato de la Creación, como hemos visto, y se opone al resto de las Escrituras, por lo que es evidente que no se trata de una partícula causal. Por otra parte, esta partícula enlaza los versos 13, 14 y 15 con los anteriores, y su significado debe depender de la relación de éstos últimos con los versos 8 al 12, y no al revés.

Desde esta perspectiva, y considerando "gar" una partícula explicativa, y "authentein" en su acepción de "autor u originador", se entendería que lo que Pablo está prohibiendo es que la mujer enseñe o se proclame autora y originadora del hombre, además de tener una actitud mundana. En la zona de Asia Menor, lo femenino era considerado como la fuente de la vida. La Gran madre recibía diferentes nombres, uno de ellos era Artemisa, la diosa que se adoraba en Éfeso como Diana, cuyo templo era una de las siete maravillas del mundo. A veces se la identificaba también con Eva, a la que los mitos gnósticos consideraban como la que trajo la vida y el conocimiento a Adán. Por eso, el verso 13 puede entenderse como una refutación de dicha enseñanza. Se le prohibe a las mujeres que enseñen que la actividad femenina dio la vida al hombre, porque, de acuerdo con las Escrituras Adán fue creado primero. Por otra parte, Eva no trajo el conocimiento (gnosis), sino que, siendo engañada, cayó en transgresión.
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Por lo tanto, los versos 13 y 14 no son la razón por la cual las mujeres no pueden ejercer el liderazgo, sino que se trata más bien de la refutación de una herejía ampliamente difundida en la zona por los mitos gnósticos o protognósticos que glorificaban a Eva. Esta interpretación, por otra parte, armoniza con otros ejemplos en los que Pablo primero indica la herejía y después la refuta: 1 Corintios 15:12-57; 1 Timoteo 4:3-5: 2 Timoteo 2:17-19; Romanos 3:8.

Ya hemos visto que a lo largo de la Biblia aparecen mujeres en posición de liderazgo, con la bendición de Dios, y el reconocimiento de los que las rodeaban. También lo hemos estudiado con respecto al mundo cristiano.
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Si se interpretan los versos 13 y 14 en el sentido de que la superioridad del hombre procede del hecho de haber sido creado primero, como hemos visto anteriormente, el texto de la creación no le da ninguna significación a este hecho. El relato de Génesis muestra que tanto el hombre como la mujer fueron comisionados igualmente por Dios para ejercer dominio sobre la tierra, sin ninguna referencia a la existencia de roles jerárquicos entre ellos.

Tenemos que tener cuidado al interpretar al vuelo ciertos pasajes y darles una aplicación sectaria sin tomar en consideración todas las partes. Si la razón para la prohibición es que las mujeres, como Eva, son crédulas y fácilmente engañables, por lo que no deben enseñar o dirigir, este argumento no se sostiene, ya que en momentos cruciales de la historia del pueblo de Dios, surgieron una serie de mujeres que hicieron frente a problemas que los hombres no habían sabido solucionar (1 Samuel 25:3-35; 2 Samuel 14:2-23; 20:16-22; Jueces 4; Ester 8:17; 9:11-12; 29-32). Por otra parte, supondría sostener que la mujer, por naturaleza, es inferior.
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Interpretar este pasaje en el sentido de que las mujeres deben continuar siendo castigadas por el pecado de Eva, representa una seria contradicción teológica y doctrinal. De acuerdo con 1 Juan 1:9 "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad", por lo que esto afecta a todos los redimidos por la sangre de Cristo, y no sólo a la mitad de los mismos. Por otra parte, ¿por qué los hombres no son responsables del pecado de Adán, y las mujeres sí lo son por el de Eva? 1 Timoteo 2:11-15 no puede ser, a la luz del resto de las Escrituras, un decreto de castigo perpetuo y universal para todas las mujeres y por ende la prohibición de enseñar no puede relacionarse con ese asunto, sino que el pasaje se ha entendido mal.
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Por último, el Nuevo Testamento o Escrituras Cristianas enseñan que "tenemos dones diferentes, según la gracia que nos es dada" (Romanos 12:6), no según el sexo.

Por lo tanto, una lectura correcta de 1 Timoteo 2:8-15 nos muestra que Pablo advierte de evitar iras, debates y actitudes mundanas de prepotencia sobre ciertos aspectos. El habla del cuidado en el vestido que tienen que tener mujeres con esas tendencias y es a ellas a quienes se dirigen sus palabras. Es para prevenir las influencias Gnósticas que hablaban que Eva era la dadora del conocimiento, torciendo el relato bíblico. La mujer que no se está comportando correctamente, es la que debe "aprender en silencio con toda sujeción" (a Dios). Pablo está estableciendo en este verso la vía por la cual aquel tipo de mujer puede y debe ser restaurada. No es un mandato universal y atemporal que signifique que la Mujer está desprovista de liderazgo espiritual. Si fuera así, Pablo sería el Amo de la gran contradicción ya que todos los otros pasajes y relatos que hemos estudiado muestran que sus colaboradoras eran Mujeres piadosas.

Para concluir, podemos decir que un estudio de todas las Escrituras y en especial de lo que Pablo realmente escribió, demuestra que él no relegó a la mujer a una posición de subordinación dentro de la iglesia. Él realmente desafió los roles sociales que desempeñaban las mujeres en su tiempo, y la filosofía y teología que los sustentaban. Sin embargo, de forma paradojal sus palabras han sido interpretadas de forma que se usan para defender esos mismos roles. ¿Cómo pudo ocurrir tal cambio? Creemos que la respuesta está en el hecho de que la iglesia postapostólica interpretó sus escritos a través de la cultura y costumbres de su época. En un sentido, leyeron a Pablo a través de los ojos de Aristóteles, de Platón, de los Estoicos, etc., que veían en la mujer a un ser inferior, nacido para obedecer, necesitado de tutela e incapaz, por su propia naturaleza, de asumir ninguna actividad que implicara el ejercicio de autoridad o liderazgo.
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Es el apresuramiento, el sacar ciertos versículos del cuadro general para apoyar ciertas ideas, lo que ha cumplido una notable profecía de Pedro:

"Además, consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, así como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada, les escribió, al hablar de estas cosas como también lo hace en todas [sus] cartas. En ellas, sin embargo, hay algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también [hacen con] las demás Escrituras, para su propia destrucción" - 2 Pedro 3:15,16.

Una cantidad impresionante de Iglesias han establecido reglas humanas, torciendo de forma intencional o indocta las palabras de Pablo, sacándolas de su contexto, para perpetuar formas "cristianas" de esclavitud, de dominio y ataduras a organizaciones humanas.

Nota Adicional: Notemos que Pablo finalmente dice de esa mujer (que necesita ayuda espiritual):

"No obstante, a ella se le mantendrá en seguridad* mediante el tener hijos, con tal que continúen en fe y amor y santificación junto con buen juicio" - 1 Timoteo 2:15.

* Significa literalmente "se le salvará".

Si esto fuese un mandato universal, TODA mujer debería tener Hijos como requisito de forma paralela a no poder enseñar. Sin embargo, queda patente que esto no es así, puesto que una referencia de este pasaje nos lleva a las mujeres desordenadas (que necesitaban "buen juicio"):

"Por eso deseo que las viudas de menos edad se casen, que tengan hijos, que manejen la casa, que no den al opositor incentivo alguno para injuriar. Ya, de hecho, algunas han sido apartadas para seguir a Satanás" - 1 Timoteo 5:14,15.

Además, notemos como la expresión "se le mantendrá en seguridad mediante el tener hijos" nos recuerda a personas débiles en la fe o incrédulos:

"Porque el esposo incrédulo es santificado con relación a [su] esposa, y la esposa incrédula es santificada con relación al hermano; de otra manera, sus hijos verdaderamente serían inmundos, pero ahora son santos" (1 Corintios 7:14)



¡Cuan distinto habría sido el mundo si se hubiese permanecido leal al mensaje de Jesús de Nazaret y estimulado por Pablo! ¡Cuantas mujeres martirizadas durante siglos! ¡Cuánto abuso de varones apoyándose en las torceduras de las Escrituras! ¡Tanto los niños como las mujeres han sido los grandes víctimas de la traición al mensaje del amado Jesús de Nazaret!

En alguna parte del camino se había dado un golpe de mano tomando por bandera una exégesis e interpretación incorrecta de algunas frases paulinas que ya analizamos. Se entró en la discusión acerca del deber de las mujeres de llevar velo en la cabeza para orar, y se derivó en una interpretación absolutamente diferente y lesiva para la mujer.

De lo anterior derivan sentencias tan conocidas como la de Haimo d’Auxerre (siglo VIII): «en la Iglesia se entiende por mujer a quien obra de manera mujeril y boba»; la de Graciano (siglo XII): «la mujer no puede recibir órdenes sagradas porque por su naturaleza se encuentra en condiciones de servidumbre»; o la de Santo Tomás (siglo XIII): «como el sexo femenino no puede significar ninguna eminencia de grado, porque la mujer tiene un estado de sujeción, por eso no puede recibir el sacramento del Orden». La mujer, según la ha entendido la patrística cristiana, es un ser inferior, boba y condenada a la servidumbre «por su naturaleza». Hoy, no pocos sacerdotes y prelados siguen pensando lo mismo de ellas (aunque haciéndolas, también, como siempre fue, objeto de su lascivia).

A pesar de que, según lo visto, no fuese así en los Evangelios, sino todo lo contrario, la mujer comenzó a ser discriminada de la ekklesía cristiana bastante tempranamente; entre los siglos II y IV fue aboliéndose progresivamente la presencia de las diaconisas en las congregaciones cristianas y, bajo el control del emperador Constantino, la Iglesia católica fue configurándose según el modelo del sacerdocio pagano que había sido oficial, hasta entonces, en el Imperio romano. Por igual razón, los escritos bíblicos se han interpretado siempre desde una óptica profundamente androcéntrica y con un lenguaje no solo escasamente neutral sino abiertamente antifemenino.

Así, miles de mujeres fueron martirizadas en la terrible Edad Media y ha sido muy difícil que las Iglesias protestantes y otras organizaciones restauren la dignidad espiritual de la Mujer.

La Declaración Inter insigniores, emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santa Inquisición) el 15 de octubre de 1976, es un claro ejemplo de este machismo clerical falto de fundamento y discriminatorio para la mujer. A propósito de este texto, la teóloga católica Margarita Pintos comenta muy certeramente que «la antropología que subyace en esta declaración está claramente ligada al androcentrismo. Se asume la teología escolástica medieval que adoptó la antropología aristotélica en la que se define a las mujeres como “hombres defectuosos”. Esta antropología defendida por San Agustín y más tarde reforzada por Santo Tomás, que declara que las mujeres en sí mismas no poseen la imagen de Dios, sino sólo cuando la reciben del hombre que es “su cabeza”, no es, como parece obvio, una antropología revelada.

»El hecho de que el sacerdote actúa in persona Christi capitis sobre todo en la eucaristía —añade Margarita Pintos—, sirve a la declaración para afirmar que si esta función fuera ejercida por una mujer “no se daría esta semejanza natural que debe existir entre Cristo y el ministro”. Queda así reforzado el principio de masculinidad para el acceso al ministerio ordenado. Sólo el ser humano de sexo masculino puede actuar in persona Christi, es decir, representar a Cristo, ser su imagen. Así se acentúa el carácter androcéntrico de la cristología y de la eclesiología».

Sólo desde esta plataforma ideológica que considera a las mujeres como a «hombres defectuosos», especialmente enquistada en la jerarquía católica, puede comprenderse la marginación que la mujer católica todavía sufre en cuanto a sus derechos de participación en el ejercicio y organización de su propia religión. La mujer católica tiene limitadas sus posibilidades de contribución eclesial a los roles de clienta y de sirvienta de la Iglesia (o, más a menudo, del clero masculino).

A pesar de que las corrientes evangélicas actuales están intentando devolver a la mujer el protagonismo religioso que nunca debió perder y que, desde 1958, va incrementándose de modo progresivo e imparable, la Iglesia católica y muchas otras organizaciones religiosas prefieren seguir ignorando lo que el Nuevo Testamento aportó como novedad y como la gran verdad que hubiese cambiado al mundo, prefiriendo mantenerse atrincheradas en su tradición: ¡las mujeres no pasarán! Qué lejos y olvidado ha quedado aquel Jesús que predicó la igualdad de derechos espirituales y privilegios de la mujer y las aceptó junto a él como discípulas, con gran escándalo de los sacerdotes, claro está. Igual que hoy.


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