Si bien el Libro de Urantia no ofrece respuestas directas a algunas cuestiones, si nos proporciona valiosa información para atar cabos sueltos sobre historias, leyendas y relatos históricos muy misteriosos.
En una serie de entradas pasadas analizamos que los Anunakis eran realmente los 100 de Caligastia que hicieron de maestros extraplanetarios en los albores de la humanidad. Ahora bien, de los 100 solo 60 se unieron en la rebelión planetaria. Sabemos también que los descendientes de los 60 que se mezclaron con humanos dieron origen a la civilización nodita, la cual es la ancestra de los sumerios.
Dalamatia, la capital del Príncipe, fue arrasada por un tsunami y quedó sumergida hasta el día de hoy. Esto dio origen a la historia de Dilmun de los sumerios y antiguos egipcios. Platón la llamaría la Atlántida siglos más tarde.
Pero, ¿qué sucedió con los 40 miembros que no se unieron a Caligastia?
(759.4) 67:6.1 Se retiraron muy pronto los adeptos de Van a las tierras altas al oeste de la India, donde quedaron a salvo de los ataques de las razas confundidas de las tierras bajas; desde este lugar de retiro proyectaron la rehabilitación del mundo, tal como todos sus primitivos antecesores badonitas una vez habían trabajado inadvertidamente para el bienestar de la humanidad antes de nacer las tribus sangik.
Se nos habla de Van (uno de los 100) que se mantuvo leal junto a sus 40 compañeros y a decenas de humanos modificados y otras criaturas. Ellos se refugiaron en las tierras altas o cordilleras de la India y en ese lugar de retiro ayudaron a la humanidad hasta la llegada de Adán y Eva.
(759.7) 67:6.4 Se dejó a Van en Urantia hasta la época de Adán, en donde quedó en calidad de titular de todas las personalidades superhumanas que funcionaban en el planeta. Él y Amadón se sustentaron con la técnica del árbol de la vida en unión con el ministerio vital especializado de los Melquisedek durante más de ciento cincuenta mil años.
Se nos cuenta que Van y su asociado humano vivieron 150.000 años gracias a los frutos del árbol de la vida, que ellos se llevaron bajo custodia desde Dalamatia a esas tierras altas.
(760.1) 67:6.6 Los doce síndicos Melquisedek de Urantia realizaron una labor heroica. Preservaron los restos de la civilización, y Van ejecutó fielmente su política planetaria. Mil años después de la rebelión, Van tenía más de trescientos cincuenta grupos avanzados dispersos en el mundo. Estos puestos remotos de la civilización constaron en gran parte de los descendientes de los andonitas leales levemente cruzados con las razas sangik, sobre todo con el hombre azul, y con los noditas.
Esa larga estadía en las montañas vecinas de la Cordillera del Himalaya y en otros puntos 350 puntos avanzados por el mundo sin duda constituye el origen de la leyenda de Shambala, Agartha, el Dorado, etc.
Shambhala es el reino místico del Asia Central, para algunos en el Tíbet, un lugar donde reina la sabiduría y la paz, llamado también Tierra Prohibida, Tierra de las Aguas Blancas, Tierra de los Espíritus Radiantes, los hindúes la conocen cono Aryavarsha, la tierra de la que proceden los Vedas. Manuscritos tibetanos de la religión prebudista bön conocían este reino oculto con los nombres de Olmolungring y Dejong, a la vez que también utilizaban el nombre de Shambhala. Y los relatos nos hablan de un árbol de la vida en esa ciudad que otorgaba inmortalidad a sus habitantes.
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De hecho, en casi todas las versiones del mito de Shambhala hay un árbol que sostiene la fruta de la sabiduría y la vida. Y también ese lugar ha sido llamado Shangri-La en la novela Horizontes Perdidos de James Hilton (adaptada al cine años más tarde en dos versiones). En esta versión también hay una planta que sostiene la vida de los habitantes del lugar. Y en ese lugar hay una especie de paraíso terrenal donde unos sabios sostienen la cultura espiritual del mundo. Parece evidente que ésta historia tiene su origen en Van y Amadón:
(826.2) 73:6.5 Durante la época del régimen del Príncipe se cultivaba el árbol en la tierra del patio central y circular del templo del Padre. Al estallar la rebelión, Van y sus asociados volvieron a cultivarlo a partir de su núcleo central en su campamento provisional. Este arbusto de Edentia se trasladó posteriormente a su retiro en las tierras altas, donde les sirvió a Van así como a Amadón durante más de ciento cincuenta mil años.
El hecho de que Van y Amadón viviesen tantos años como seres materiales en ese lugar de retiro marcó a fuego en la memoria de los alrededores la existencia de un lugar casi utópico que actuó como preservante de la cultura mundial:
(822.5) 73:2.1 Durante casi los cien años anteriores a la inspección de Tabamantia, Van y sus asociados, desde su sede en tierras altas de ética y cultura mundial venían predicando el advenimiento de un Hijo de Dios prometido, un elevador de la raza, un maestro de la verdad y el digno sucesor del traidor Caligastia.
No olvidemos que Van era el último miembro de los 100 (llamados Anunakis en las culturas posteriores), y que no se unió a Caligastia. Al respecto es interesante que la escritora Earlyne Chaney creía que los habitantes de Agartha o Shambala eran almas muy avanzadas vinieron a la Tierra desde otros planetas. Ella también las llama anunnaki; su descendencia en la Tierra son los annu. Los anunnaki y los annu ayudaron a construir las grandes civilizaciones de la Atlántida y Lemuria. Finalmente los Anunnaki se marcharon dejando a la Tierra en manos de los annu que se habían emparejado con terrícolas. Cuando el tiempo pasó, la Atlántida empezó a ser tomada por los Hijos de Belial, o la Hermandad Oscura.
Como notamos estas leyendas armonizan con el hecho de que los 40 miembros leales fueron trasladados de la tierra, quedando solo Van. Y los 60 miembros que se unieron a Caligastia permanecieron en Dalamatia (procreando hijos con los humanos), la cual fue anegada por las aguas.
Cuando se preparó el Jardín en Mesopotamia para la llegada de Adán y Eva, Van transportó el árbol de la vida hasta el Jardín, y el centro de la cultura mundial igualmente fue trasladado.
(760.1) 67:6.6 Los doce síndicos Melquisedek de Urantia realizaron una labor heroica. Preservaron los restos de la civilización, y Van ejecutó fielmente su política planetaria. Mil años después de la rebelión, Van tenía más de trescientos cincuenta grupos avanzados dispersos en el mundo. Estos puestos remotos de la civilización constaron en gran parte de los descendientes de los andonitas leales levemente cruzados con las razas sangik, sobre todo con el hombre azul, y con los noditas.
Al parecer algunos de estos puestos remotos quedaron en la tierra incluso tras el fracaso de Adán, y quizás tengan que ver con las ciudades intraterrenas.
Agartha estaría formada por varias ciudades. Shamballa es su ciudad central. Habría unas cien colonias subterráneas debajo de la Tierra, todas menos una bastante cerca de la superficie. Estas ciudades subterráneas han sido conocidas como la «Red de Agartha». Sus costumbres varían, pero siguen una estructura de vida común orientada espiritualmente en las enseñanzas de Melquisedec.
En una parte del texto El dios humeante escrito por Willis George Emerson, también habla de la longevidad de los habitantes de Agartha, ya que relata como la gente vivía entre cuatrocientos y ochocientos años, y que éstos tendrían una altura de 12 pies de alto (unos 3,6576 metros aprox.). Además en ese lugar no habían guerras ni maldad. Este detalle de la altura concuerda con lo narrado en L.U sobre la altura de los descendientes del Séquito.
El Libro no declara que aún existan algunas de estas ciudades, pero tampoco lo niega. Es interesante que se declare que durante la estadía de Van en la Tierra, en ese lugar prácticamente se desarrolló la administración espiritual del mundo:
(759.8) 67:6.5 Los asuntos de Urantia fueron administrados durante mucho tiempo por un consejo de síndicos planetarios, doce Melquisedek, confirmados por el mandato del soberano decano de la constelación, el Padre Altísimo de Norlatiadek. Asociado con los síndicos Melquisedek estaba un consejo asesor que constaba de: uno de los asistentes leales del Príncipe caído, los dos Portadores de Vida residentes, un Hijo Trinidizado aprendiz, un Hijo Instructor voluntario, una Brillante Estrella Vespertina de Avalón (periódicamente), los jefes de los serafines y querubines, asesores de dos planetas vecinos, el director general de la vida angélica subalterna y Van, el jefe supremo de los seres intermedios. De este modo se gobernó y administró Urantia hasta la llegada de Adán. No es extraño que al valiente y leal Van se le asignara un cargo en el consejo de los síndicos planetarios que durante tanto tiempo administró los asuntos de Urantia.
El Libro nos cuenta también que aún Van está al servicio de la tierra, pero ya como un ser morontial elevado, liberado de su larga materialización.
(760.3) 67:6.8 Van y Amadón permanecieron en la tierra hasta poco después de la llegada de Adán y Eva. Pocos años después, fueron trasladados a Jerusem, donde Van se volvió a reunir con su Ajustador que lo aguardaba. Actualmente Van está al servicio de Urantia mientras espera la orden de partir en la senda larguísima a la perfección paradisiaca y al destino no divulgado de la asamblea del Cuerpo de la Finalidad Mortal.
La historia de Shambala que con los años fue tergiversada e incluso usada de forma alterada hasta en fechas recientes por los miembros del New Age, ciertamente se origina en hechos reales.