jueves, 31 de octubre de 2013

Saliendo de una era de superstición

(958.2) 87:0.2 El hombre ha sostenido una larga y amarga lucha con el culto a los fantasmas. Nada, en la historia de la humanidad inspira mayor lástima que este cuadro de la esclavitud abyecta del hombre al temor de los espíritus-fantasmas. Con el nacimiento de este mismo temor, la humanidad empezó su evolución religiosa. La imaginación humana zarpó de los límites del yo y no volverá a echar ancla hasta llegar al concepto de la verdadera Divinidad, el Dios real.

Todas las fiestas en relación a los muertos, el terror asociado y las supersticiones vinculadas nos muestra cuan atados están muchos seres humanos a ese mismo terror absurdo. Este miedo y superstición es esclavizante para los hombres y ha evolucionado en múltiples formas paralizantes. El que las fiestas actuales de los fantasmas y muertos tengan un componente más lúdico es un paso en una dirección para no tomarse en serio el terror de antaño, aunque sigue siendo una forma absurda de hacerlo.

 (960.8) 87:3.4 La mayoría de las tribus instituyeron un festival para todas las almas, por lo menos una vez por año. Los romanos tenían doce fiestas anuales para los fantasmas, con sus ceremonias correspondientes. La mitad de los días del año estaba dedicada a algún tipo de ceremonia asociada con estos cultos antiguos. Un emperador romano intentó reformar estas prácticas reduciendo el número de días feriados a 135 por año.

(959.4) 87:2.3 El servicio fúnebre se originó en el esfuerzo del hombre por inducir al alma fantasmal a partir hacia su futuro hogar, y el sermón fúnebre fue originalmente inventado para instruir al nuevo fantasma sobre el camino para llegar a él. Era costumbre pro-veer alimentos y vestimentas para el viaje del fantasma, colocándose estos artículos dentro de la tumba o cerca de ella. El salvaje creía que se requerían de tres días a un año para «conjurar al fantasma» —para que abandonara la cercanía de la tumba. Los esquimales todavía creen que el alma permanece con el cuerpo durante tres días.

Otro punto interesante que tocan los documentos es que aún muchas religiones mantienen una visión dualista de la pugna entre el bien y el mal. Este es un residuo de las antiguas ideas paganas sobre la existencia de fuerzas opuestas en constante lucha:

(961.7) 87:4.6 Sin embargo la religión evolucionaria ha pagado un precio tremendo por el concepto del espiritismo dualista. La primitiva filosofía del hombre podía reconciliar la coherencia de los espíritus con las vicisitudes de la suerte temporal solamente mediante el postulado de dos tipos de espíritus: uno bueno y otro malo. Aunque esta creencia permitió al hombre reconciliar las variables del azar con el concepto de las fuerzas supermortales invariables, esta doctrina, desde su comienzo, ha hecho difícil para los religiosos concebir la unidad cósmica. En general los dioses de la religión evolucionaria han sido objeto de la oposición de las fuerzas de la oscuridad.

(962.1) 87:4.7 La tragedia de todo esto yace en el hecho de que, cuando estas ideas se estaban arraigando en la mente primitiva del hombre, no había en realidad espíritus malos ni desarmoniosos en el mundo entero. Dicha situación desafortunada no se desarrolló hasta después de Caligastia y tan sólo persistió hasta Pentecostés. El concepto del bien y del mal como coordenadas cósmicas está muy vivo, aún en el siglo veinte, en la filosofía humana; la mayor parte de las religiones del mundo aún llevan esta marca cultural de nacimiento de los días pasados del surgimiento de los cultos a los fantasmas.

Es cierto que Caligastia tuvo una rebelión planetaria junto a muchos seres celestes. Pero ellos nunca jamás han colocado en jaque a Dios o han puesto en peligro la soberanía de Dios, ni tampoco poseen un poder tan magnificado como el que se les atribuye. Tampoco han actuado como monstruos repulsivos o criaturas terroríficas tal como se les ha pintado en la literatura o en el cine. De hecho, la mayoría de ellos  están en una condición de poder anulado, y aún así la influencia que tuvieron en el mundo fue más bien sobre una cuestión filosófica y moral, y no terrorífica ni sobrenatural. Todo esto último es pura superstición, exageración y temor irreal hacia los llamados demonios. Y esto ha sido nefasto porque los hombres tienden a culpar al diablo de muchos asuntos que ellos mismos han provocado, ya sea al causarlos o no querer realizar elecciones de progreso mental y espiritual. Esto es estar atado a superstición.

(968.7) 88:2.2 La creencia en las reliquias es una consecuencia del antiguo culto fetichista. Las reliquias de las religiones modernas representan un intento de racionalizar el fetiche del salvaje elevándolo así a una posición de dignidad y respetabilidad en los modernos sistemas religiosos. Es pagano creer en los fetiches y en la magia, pero parecería bien aceptar las reliquias y los milagros.

(969.5) 88:2.7 En los tiempos antiguos la palabra fetiche de la autoridad era una doctrina que inspiraba temor, el tirano más terrible que esclaviza al hombre. Un fetiche doctrinal lleva al hombre mortal a traicionarse a sí mismo, cayendo en las garras de la mojigatería, el fanatismo, la superstición, la intolerancia y la más atroz de las crueldades bárbaras. El respeto moderno por la sabiduría y la verdad es tan sólo un escape reciente de la tendencia a fabricar fetiches hasta los niveles más altos del pensamiento y del razonamiento. En cuanto los escritos fetiche acumulados que muchos religiosos consideran libros sagrados, no sólo se cree que el contenido del libro es verdad, sino también que toda verdad está contenida en el libro. Si uno de estos libros sagrados llega a declarar que la tierra es plana, por largas generaciones los hombres y mujeres por otra parte de mente sana rehusarán aceptar pruebas positivas de que el planeta es redondo.

(969.7) 88:2.9 Pero representa un real progreso evolutivo el avance del temor fetichista de las uñas del cacique salvaje a la adoración de una espléndida colección de cartas, leyes, leyendas, alegorías, mitos, poemas y crónicas que, después de todo, reflejan la selección de la sabiduría moral de muchos siglos, por lo menos hasta el momento y acontecimiento en que se los reúne en un «libro sagrado».

(970.1) 88:2.10 Las palabras, para volverse fetiches, deben ser consideradas inspiradas, y la invocación de los escritos supuestamente inspirados por la divinidad condujo directamente al establecimiento de la autoridad de la iglesia, mientras que la evolución de las formas civiles, condujo al florecimiento de la autoridad del estado.

La autoridad eclesiástica e incluso el apego al dogma escrito o verbal es una especie de residuo de los cultos de fetiche. El nombre de un grupo o Dios también puede transformarse en fetiche en el nivel mental.

También la Ciencia actual tiene vestigios de prácticas primitivas supersticiosas:

(972.5) 88:6.5 La magia fue la rama del árbol religioso evolucionario que finalmente dio el fruto de la era científica. La creencia en la astrología llevó al desarrollo de la astronomía; la creencia en la piedra filosofal llevó al conocimiento de los metales, mientras que la creencia en los números mágicos fundó la ciencia de las matemáticas.

(970.10) 88:4.5 Los objetos de la ciencia son idénticos a los de la magia. La humanidad está progresando de la magia a la ciencia, no mediante la meditación y el razonamiento, sino más bien a través de una larga experiencia, gradual y dolorosamente. El hombre está llegando lentamente a la verdad, comenzando desde el error, progresando en el error, y finalmente aproximándose al umbral de la verdad. Sólo con la llegada del método científico ha empezado a mirar hacia adelante. Pero el hombre primitivo tenía que experimentar o perecer.

(972.7) 88:6.7 Gradualmente la ciencia está eliminando de la vida el elemento del juego de azar. Pero si los métodos modernos de educación fracasan, habrá una reversión casi inmediata a las creencias primitivas en la magia. Estas supersticiones aún habitan la mente de muchos pueblos así llamados civilizados. El idioma contiene muchos fósiles que atestiguan que la raza por mucho tiempo ha estado impregnada de la superstición mágica, palabras como hechizado, malaventurado, posesiones, inspiración, quitarle a uno el espíritu, ingenio, embelesador, estupefacto y asombrado. Los seres humanos inteligentes aún creen en la buena suerte, el mal de ojo y la astrología.

(973.1) 88:6.8 La magia antigua fue el capullo de la ciencia moderna, indispensable en su tiempo pero ya no útil. Así los fantasmas de la superstición ignorante agitaron las mentes primitivas de los hombres hasta que pudieran nacer los conceptos de la ciencia. Hoy en día, Urantia está en los albores de su evolución intelectual. Una mitad del mundo busca ansiosamente la luz de la verdad y los hechos del descubrimiento científico, mientras que la otra mitad languidece en los brazos de la superstición antigua y de la magia sólo ligeramente disfrazada.

Realmente tenemos que hacer una purga grande de nuestras ideas y patrones de pensamiento que son vástagos de antiguas supersticiones. Pero podemos ser precursores de una nueva humanidad. Una humanidad que se volverá libre de estos residuos. Jesús de Nazaret dijo precisamente que su verdad nos haría libres:

Y conoceréis la Verdad y la Verdad os libertará.