miércoles, 15 de enero de 2014

Una entrada final

Sobre la gran tribulación o crisis mundial terminal

Lo he publicado muchas veces. Los Documentos no descartan una gran tribulación global, una terrible nueva guerra mundial, cambio climático repentino, crisis financiera, etc. Lo hemos analizado en muchas entradas. Pero,  ¿debemos asociar estos eventos con la venida de Jesús y el castigo final de Dios? También lo hemos analizado muchas veces.

Como conclusión os colocaré unas citas muy claras de los Documentos que resumen la cuestión:

(1863.13) 170:4.15 Aunque Jesús se refirió a una fase del reino situada en el futuro, y sugirió en numerosas ocasiones que dicho acontecimiento podría suceder como parte de una crisis mundial; y aunque en diversas ocasiones prometió con precisión que algún día regresaría con toda seguridad a Urantia, hay que indicar que nunca asoció explícitamente estas dos ideas entre sí. Prometió una nueva revelación del reino en la Tierra en algún momento del futuro; también prometió que volvería alguna vez en persona a este mundo; pero no dijo que estos dos acontecimientos tuvieran la misma significación. Por todo lo que sabemos, estas promesas pueden referirse, o no, al mismo acontecimiento.

Lo anterior dice que:

1- Una crisis mundial podría estar asociada a una fase futura del reino. (Pero no debe confundirse la crisis mundial con un castigo divino, solo coincidiría). Por ejemplo, al tiempo de la expansión global del reino (el evangelio), podría haber también una crisis que ayude a la receptividad del mensaje espiritual, dejando la era material.

2- Jesús dijo que regresaría a Urantia. 

Sin embargo, no deben mezclarse inmediatamente las dos cosas. 

No obstante, podrían "coincidir": 


"Por todo lo que sabemos, estas promesas pueden referirse, o no, al mismo acontecimiento".

Me parece muy interesante lo anterior, pero nuestra madurez para entender estos asuntos radica en saber colocar las cosas en su justo lugar. Los humanos tendemos a dogmatizar los asuntos, sin ver las variables. Y lo peor, es que la naturaleza humana desvía al hombre al asunto de la salvación egoísta en vez de luchar por el altruismo constructivo.

Una cosa es provocar una certeza dogmática absoluta de esto como lo hacen las religiones con el consiguiente riesgo de generar desilusión edificando en la expectación (en vez de comunicar el evangelio de la filiación de Jesús), y otra muy diferente es considerar que son posibilidades, sin obsesionarse con el resultado.

(1863.14) 170:4.16 Sus apóstoles y discípulos asociaron con toda seguridad estas dos enseñanzas. Cuando el reino no se materializó tal como habían esperado, recordaron la enseñanza del Maestro sobre un reino futuro y se acordaron de su promesa de volver, apresurándose a deducir que aquellas promesas se referían a un mismo acontecimiento. Por eso vivieron con la esperanza de su segunda venida inmediata para establecer el reino en su plenitud, con poder y gloria. Y así han vivido las generaciones sucesivas de creyentes en la Tierra, albergando la misma esperanza inspiradora pero decepcionante.

Los Reveladores son conscientes de la naturaleza humana y nos enseñan la diferencia entre posibilidades y certezas. Los seguidores nominales de Jesús durante casi dos mil años han edificado sobre la presión del castigo y el premio. Durante la Edad Media la Iglesia Católica trasladó la materialización del Reino a la condición política de la Europa Medieval con una Iglesia estatal. Y tras la Reforma Protestante (Evangélicos) y los movimientos de Restauración (Mormones, Adventistas y Testigos de Jehová), se ha vuelto a la carga al considerar la interpretación mesiánica judía bélica del reino trasladada ahora a una dimensión celestial que castigará literalmente a la humanidad. 

Lo anterior ha provocado que muchas personas hayan sido afiliadas al "cristianismo" con una esperanza inspiradora de solución a los males del mundo. No obstante, no se les ha inculcado la religión revelatoria de Jesús sobre la Paternidad de Dios y la hermandad entre los hombres. No se les ha enseñado a "nacer de nuevo" explorando sus propios potenciales transformadores. Más bien se ha dado énfasis en una especie de propaganda similar a la política que apela a los deseos humanos de solución a los problemas por un medio externo, más que enseñarles a enfrentarse a las dificultades humanas con la fe y el contacto con Dios.

Así, millones de almas han sido decepcionadas durante generaciones y el verdadero evangelio ha quedado dormitando. 

No, no es el problema que pueda darse una de las dos posibilidades. Es el énfasis y la coacción de las personas en base a esa presión del castigo eterno. Así las religiones durante décadas han usado únicamente la motivación de la inminente destrucción como catalizador de su religión.

Repito una vez más. El punto no es si puede ocurrir o no una crisis mundial. La relación con Dios no puede fundamentarse en un premio o castigo inminente. Eso de alguna forma condiciona al ser humano, dando tanto énfasis en la supervivencia personal por miedo al castigo y no por amor a Dios y a los hombres.  La prueba de esto es que muchos testigos de Jehová se desafiliaron después de 1975.

Y hasta el día de hoy, muchos han arrastrado el lastre de la neurosis de la expectación e impaciencia desproporcionada, en vez de realizar la transformación interior.

Algún día la literalidad de las profecías bíblicas serán reconsideradas. Se entenderá que los símbolos de la guerra celestial son realmente la expansión del verdadero reino en el corazón de la humanidad. Y se entenderá con claridad que los posibles eventos mundiales como las guerras, cataclismos y crisis son provocados o agravados por los mismos humanos. Y también se comprenderá que el hombre puede reconfigurar sus motivos interiores al ver como su reino material puede ser sobrecogido y cuestionado por los cambios. Y el hombre cambiará, no por miedo, sino por que comprenderá la esterilidad de su vida "mundana". Y su alma lo empujará a la búsqueda de lo trascendente. Entonces será conquistado con las Buenas Nuevas que trajo Jesús.

 Y entonces el Evangelio del Reino irá triunfando progresivamente en medio de sus enemigos hasta que toda la Tierra se llene del conocimiento del Padre Universal.

No sabemos si las crisis mundiales están a punto de venir o no. Independiente de esto,  primero debemos nosotros "nacer de nuevo", debemos "encontrar y hacer contacto" con el Padre Celestial que mora en nuestro interior. Luego, con nuestro ejemplo, mediante palabra y obra, podemos ayudar a que otros también encuentren al Padre en su propia experiencia.

(2082.9) 195:9.4 La religión necesita nuevos líderes, hombres y mujeres espirituales que se atrevan a depender solamente de Jesús y de sus enseñanzas incomparables. Si el cristianismo persiste en desatender su misión espiritual, mientras sigue ocupándose de los problemas sociales y materiales, el renacimiento espiritual deberá esperar el advenimiento de estos nuevos maestros de la religión de Jesús, que se dedicarán exclusivamente a la regeneración espiritual de los hombres. Entonces, estas almas nacidas del espíritu proveerán rápidamente el liderazgo y la inspiración que se requieren para una reorganización social, moral, económica y política del mundo.