sábado, 15 de marzo de 2014

La revelación viva

(1931.6) 178:1.15 Este evangelio del reino es una verdad viva. Yo os he dicho que es como levadura en la masa, como el grano de la semilla de mostaza; ahora os declaro que es como la semilla del ser vivo que, de generación en generación, aunque sigue siendo la misma simiente viva, se desarrolla infaliblemente en nuevas manifestaciones y crece aceptablemente en canales de nueva adaptación a las necesidades y condiciones particulares de cada generación sucesiva. La revelación que yo os he hecho es una revelación viva, y deseo que rinda los frutos apropiados en cada individuo y en cada generación de acuerdo con las leyes del crecimiento, el aumento y el desarrollo adaptativo espirituales. De generación en generación este evangelio debe mostrar una vitalidad en aumento y exhibir mayor profundidad de poder espiritual. No debe permitirse que se vuelva meramente un recuerdo sagrado, un mero relato tradicional sobre mí y los tiempos en los que vivimos ahora.

(1917.3) 176:3.7 La verdad está viva; el espíritu de la verdad por siempre conduce a los hijos de la luz a nuevos dominios de realidad espiritual y servicio divino. No se os da la verdad para que la cristalicéis en formas establecidas, seguras y honradas. Vuestra revelación de la verdad tanto se ha de enaltecer al pasar por vuestra experiencia personal que se descubrirá nueva belleza y nuevos frutos espirituales ante todos los que contemplan vuestros frutos espirituales y por ello son conducidos a glorificar al Padre que está en el cielo. Sólo aquellos siervos fieles que crecen así en el conocimiento de la verdad, y que así desarrollan una capacidad de apreciación divina de las realidades espirituales, pueden esperar alguna vez «entrar plenamente en el gozo de su Señor». Qué triste visión para las generaciones sucesivas de los seguidores profesos de Jesús decir, refiriéndose a su mayordomía de la verdad divina: «Aquí, Maestro, está la verdad que tú nos confiaste cien o mil años atrás. Nada perdimos; hemos conservado fielmente todo lo que nos diste; no hemos permitido que se haga ningún cambio en lo que nos enseñaste; aquí está la verdad que tú nos diste». Pero este llamado concerniente a la indolencia espiritual no justifica al mayordomo de verdad vacío en la presencia del Maestro. De acuerdo con la verdad entregada a vuestras manos, el Maestro de la verdad requerirá una rendición de cuentas.