martes, 6 de mayo de 2014

"Hágase tu voluntad"

“Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” - Mateo 6:10

Cuando pedimos que venga el reino de Dios, notamos que está vinculado a la voluntad del Padre. ¿Cuál es su voluntad? ¿Que un gobierno justo pronto destruya a las naciones y preserve solo a los escogidos por Dios? Pues la Biblia misma nos dice que es la Voluntad de Dios que pedimos en oración:

"Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios,  cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad"- 1 Timoteo 2:3,4

 Notamos como la voluntad de Dios es que los hombres se salven y conozcan la verdad. Notemos como Pedro también vincula esto al deseo o voluntad de Dios:

"no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento" - 1 Pedro 3:9 (compárese con Ezequiel 33:11).

Es interesante que la expresión "arrepentimiento" significa “cambio de mente”. La cuestión se nos hace evidente. 

Cuando pedimos en oración: "hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” queremos realmente que la humanidad pueda ser transformada para bien. Ese es el deseo y voluntad del Todopoderoso, y si nuestra voluntad se sincroniza con el deseo de Dios, ciertamente nada nos será imposible.


(1467.5) 132:7.9 Así fue, y así es, por siempre. Lo que una imaginación humana esclarecida y reflexiva, que ha recibido la enseñanza y la guía espirituales, quiere sincera y altruísticamente ser y hacer, se torna mediblemente creativo según el grado de dedicación del mortal a la ejecución divina de la voluntad del Padre. Cuando el hombre se asocia con Dios, pueden ocurrir, y ocurren, realmente cosas grandiosas.

¿Hace cuanto tiempo que no pides en oración "Hágase tu voluntad"? Cuando con humildad renunciamos a nuestras expectativas pequeñas de lo que es la salvación y nos sometemos a la voluntad del Padre comprendemos que ésta voluntad de cambio y transformación de la humanidad es realmente la venida del Reino de Dios a la humanidad.

¿Quiénes somos nosotros para resistir la voluntad y deseo de Dios? ¿Acaso dudamos que la voluntad del Ser más Grande de todas las cosas no pueda prosperar? 

Nuestra actitud no debe ser la de un resistidor de esa voluntad, sino que humildemente pidamos en oración que realmente se efectué plenamente en la Tierra.

En la Tierra realmente muy pocos corazones han comprendido y pedido con sinceridad y humildad que la Voluntad de Dios se haga en nuestro mundo.