Si nos ponemos a reflexionar, la religión verdadera, la religión del Espíritu fundada por Jesús de Nazaret establece verdades sumamente poderosas y sencillas y poderosas:
Dios es nuestro Padre y todos somos hermanos.
Notamos que hay una fuerza inmensa de un concepto familiar en la realidad. No necesitamos un gran conocimiento ni intrincadas doctrinas para entenderlo. El hombre al ya experimentar la paternidad en su propia experiencia en la vida, debería reflexionar este hecho y transportarlo en su relación con la Deidad y los otros hombres.
Todos los padres, madres e hijos del mundo podrían entender este Evangelio con facilidad. Pero como todas las cosas grandes y sublimes del mundo, sucede a menudo que la costumbre y distracción nos hace perder de vista el objetivo principal. Por esa razón, pese a que muchos tienen hijos, no caen en la cuenta de que su experiencia es en realidad una ilustración y prolongación de la realidad de Dios con nosotros. Dios no actúa como un padre, como sugieren algunas religiones negadoras de la Paternidad de Dios. Jesús de Nazaret enseñó que realmente Dios es nuestro Padre.
Haz este ejercicio: Cuando observes a tus hijos, medita en que ese mismo sentimiento de amor a ellos, a ese ser que vino a través de ti, es lo mismo, y a mayor grado, lo que siente Dios contigo como su Hijo. Entonces experimentarás el Amor de Dios y sabrás como Ama Dios. Luego expande esa ternura a todos los hombres. Notarás que te vuelves como Él.