El reciente programa de
J.L de “mundo desconocido” sobre la “crucifixión” y los “clavos” me parece un
bodrio. Es cierto que J.L tiene algunos
aciertos, pero a veces peca de sensacionalista y carente de rigor sobre todo
cuando habla de los “reptilianos”. Ahora se ha mandado una chambonada sobre la
crucifixión intentado forzar una conclusión inverosímil al declarar que Jesús
no fue clavado sino solo amarrado. El forzamiento del asunto es realmente
intrascendente como veremos, y notaremos que las pruebas internas objetivas se
equilibran por la evidencia de los clavos (aunque también hubiesen obviamente amarras
incluidas).
“Correspondiendo al verbo
(stauroo) qué era más común, stauros puede significar una estaca que a veces
era aguda en donde a un delincuente se le ejecutaba y como castigo adicional se
hacía públicamente para su vergüenza. Podía usarse para colgarlo (tan
probablemente Diod. Sic., 2, 18, 2), clavándole, o asfixiándole. El stauros
también podía ser un instrumento de tortura, quizás en el sentido latín de
patíbulo, como se le llamaba al madero que se le ponía sobre los hombros.
Finalmente podía ser un instrumento de ejecución en forma de una estaca
vertical con un travesaño de la misma longitud que formaba una cruz en el
sentido condensado del término. Tenía la forma ya sea de una T (en Latín crux
commissa) o de una + (crux immissa).” (Vol.1, página 391 en inglés) - New
International Dictionary of New Testament Theology
Así que notamos con
claridad que podía el reo ser sometido a varios estilos, incluyendo el ser
clavado u amarrado, y quizás una combinación de ambos. Tengamos presente que hubieron miles de ejecutados con estos variados estilos en la época romana. Lo importante aquí son las pruebas contextuales que indican que en el caso de Cristo, además de las posibles amarras, evidentemente hubieron clavos. No es necesario forzar el razonamiento a otra conclusión.
"Por consiguiente,
los otros discípulos le decían: “¡Hemos visto al Señor!”. Pero él les dijo: “A
menos que vea en sus manos la impresión
de los clavos y meta mi dedo en la impresión de los clavos y meta mi mano
en su costado, de ninguna manera creeré”- Juan 20:25
Aunque J.L cuestione este
versículo que es extremadamente claro, se le escapa cuando Pablo dice
“clavándolo al madero de tormento”. (Col 2:13, 14.). Cuestionar las cartas de
Pablo es algo sumamente difícil tal como lo ha declarado el Catedrático Antonio
Piñero.
Además una persona atada a
una cruz podría haber demorado varios días en fallecer, pero sabemos que la
muerte de Jesús fue en pocas horas al ser ejecutado, evidentemente por
desangramiento y asfixia.
Además, la arqueología ha encontrado algunos clavos de esa época. Por ejemplo, en 1968 se encontró el osario de un tal Jehohanan bar Haggol. Pues
bien, dichos restos estaban con uno de los clavos utilizados en su suplicio,
por la nada desdeñable razón de que se había adherido en modo tal al cuerpo a
cuya terrible muerte había contribuido, que a sus amortajadores les había sido
imposible extraerlo.
En síntesis, las
conclusiones de “mundo desconocido” no resisten mucho análisis.