domingo, 20 de marzo de 2016

Los clavos de Cristo

El reciente programa de J.L de “mundo desconocido” sobre la “crucifixión” y los “clavos” me parece un bodrio.  Es cierto que J.L tiene algunos aciertos, pero a veces peca de sensacionalista y carente de rigor sobre todo cuando habla de los “reptilianos”. Ahora se ha mandado una chambonada sobre la crucifixión intentado forzar una conclusión inverosímil al declarar que Jesús no fue clavado sino solo amarrado. El forzamiento del asunto es realmente intrascendente como veremos, y notaremos que las pruebas internas objetivas se equilibran por la evidencia de los clavos (aunque también hubiesen obviamente amarras incluidas).

“Correspondiendo al verbo (stauroo) qué era más común, stauros puede significar una estaca que a veces era aguda en donde a un delincuente se le ejecutaba y como castigo adicional se hacía públicamente para su vergüenza. Podía usarse para colgarlo (tan probablemente Diod. Sic., 2, 18, 2), clavándole, o asfixiándole. El stauros también podía ser un instrumento de tortura, quizás en el sentido latín de patíbulo, como se le llamaba al madero que se le ponía sobre los hombros. Finalmente podía ser un instrumento de ejecución en forma de una estaca vertical con un travesaño de la misma longitud que formaba una cruz en el sentido condensado del término. Tenía la forma ya sea de una T (en Latín crux commissa) o de una + (crux immissa).” (Vol.1, página 391 en inglés) - New International Dictionary of New Testament Theology

Así que notamos con claridad que podía el reo ser sometido a varios estilos, incluyendo el ser clavado u amarrado, y quizás una combinación de ambos. Tengamos presente que hubieron miles de ejecutados con estos variados estilos en la época romana. Lo importante aquí son las pruebas contextuales que indican que en el caso de Cristo, además de las posibles amarras, evidentemente hubieron clavos. No es necesario forzar el razonamiento a otra conclusión.

"Por consiguiente, los otros discípulos le decían: “¡Hemos visto al Señor!”. Pero él les dijo: “A menos que vea en sus manos la impresión de los clavos y meta mi dedo en la impresión de los clavos y meta mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”- Juan 20:25

Aunque J.L cuestione este versículo que es extremadamente claro, se le escapa cuando Pablo dice “clavándolo al madero de tormento”. (Col 2:13, 14.). Cuestionar las cartas de Pablo es algo sumamente difícil tal como lo ha declarado el Catedrático Antonio Piñero.

Además una persona atada a una cruz podría haber demorado varios días en fallecer, pero sabemos que la muerte de Jesús fue en pocas horas al ser ejecutado, evidentemente por desangramiento y asfixia.

Además, la arqueología ha encontrado algunos clavos de esa época. Por ejemplo, en 1968 se encontró el osario de un tal Jehohanan bar Haggol. Pues bien, dichos restos estaban con uno de los clavos utilizados en su suplicio, por la nada desdeñable razón de que se había adherido en modo tal al cuerpo a cuya terrible muerte había contribuido, que a sus amortajadores les había sido imposible extraerlo.

En síntesis, las conclusiones de “mundo desconocido” no resisten mucho análisis.