Hoy con los recientes sucesos de Cataluña, a veces
pienso que estamos en una peligrosa etapa de
inminente retroceso en la evolución humana. Desde un punto de vista
interno, una independencia puede parecer justa, pero el problema que logra es generar más división que integración. En cierto momento la autodeterminación es
necesaria, pero a esta altura y en ésta época parece más bien un fenómeno
retrógrado que evolutivo:
134:5.9 (1488.7) La soberanía política se crea a partir
de la renuncia a la autodeterminación, primero del individuo dentro del núcleo
familiar, y luego de la familia y del clan dentro de la tribu y de las
agrupaciones más grandes. Esta transferencia progresiva de la
autodeterminación, desde las organizaciones políticas más pequeñas a las cada
vez más grandes, ha seguido su curso prácticamente sin interrupciones en el
Oriente, desde el establecimiento de las dinastías Ming y Mogol. En el
Occidente siguió durante más de mil años hasta el fin de la Guerra Mundial,
momento este en el que un desafortunado
movimiento retrógrado revirtió temporalmente esta tendencia normal
restableciendo la soberanía política sumergida de numerosos grupos pequeños de
Europa.
Lo anterior puede ser una referencia a los grupos
nacionalistas alemanes que provocaron el germen de las primeras guerras
mundiales. Las guerras son consecuencia inevitable del patriotismo desmedido
entre los pueblos.
Se nos comenta que este proceso de transiciones desde
la familia, clan, tribu y nación al gobierno de la Humanidad fue frenado en las
Guerras Mundiales por la lamentable
proliferación de naciones tras las guerras. De hecho, el número de países
tras las guerras mundiales aumentó considerablemente. Y un número abundante de
naciones con sus propios intereses aumenta grandemente el número de choques y
fricciones de intereses.
134:5.8 (1488.6) La dificultad en la evolución de la
soberanía política, desde el núcleo familiar hasta la humanidad en bloque, yace
en la inercia-resistencia que se observa en todos los niveles
intermedios. Las familias desafían en ocasiones a su clan, en tanto que los
clanes y las tribus a menudo estaban subversivos en cuanto a la soberanía del
estado territorial. Cada evolución nueva y progresiva de la soberanía política
se encuentra (y se ha encontrado siempre) estorbada
y entorpecida por las «etapas de andamio» de las evoluciones anteriores en
la organización política. Y esto ocurre porque la lealtad humana, una vez en
movimiento, es difícil de cambiar. La misma lealtad que posibilita la evolución
de la tribu, dificulta la evolución de la supertribu —el estado territorial. Y
la misma lealtad (el patriotismo) que hace posible la evolución del estado
territorial, complica enormemente el desarrollo evolutivo del gobierno de toda
la humanidad.
Hoy con tristeza observamos un rebrotar de la inercia-resistencia y el estorbo por
mantener las «etapas de andamio».
Notamos que entre la etapa de las tribus hasta la etapa
de una nación, sin duda hubieron problemas. Cuando analizamos el nacimiento de
los países en América notamos los muchos
conflictos internos de los mismos "padres de la nación" que
estuvieron a punto de hacer colapsar las recién estrenadas naciones. Muchos
no estaban de acuerdo con pasar al concepto de una "nación" sólida e
independiente de los antiguos imperios, y surgieron voces conspirativas, etc.
La misma guerra civil estadounidense es un trágico ejemplo que se llevó a
Abrahán Lincoln a la tumba.
Cuando observamos como una fracción de España se quiere
independizar es realmente volver al concepto anterior de “tribu” separada. Lo
mismo ocurre con las ambiciones de algunos grupos de California que desean
salirse de EEUU.
Parece que esto es una especie de proliferación de las
ideas separatistas (que desde una óptica interna parecen justas pero que rompen
con un cuadro más grande) de Lucifer y Caligastia:
(759.1) 67:5.3 El esquema de Caligastia para la
reconstrucción inmediata de la sociedad humana de acuerdo con sus conceptos de la libertad individual y los
derechos de los grupos, resultó un veloz y, en cierto modo, rotundo
fracaso. La sociedad pronto revirtió a su antiguo nivel biológico, y volvió a
comenzar la lucha progresiva a partir de un punto no mucho más adelantado de
donde se encontraba al principio del régimen de Caligastia; pues este
levantamiento había dejado al mundo en un estado de suma confusión.
La proliferación de “los derechos de los grupos” solo
puede llevar a la animosidad entre pueblos. Hoy, en vez de hacer nacer más
naciones, necesitamos llegar a un concepto de “gobierno representativo de la
Humanidad”, que ayude a lograr la hermandad entre los hombres. Pero ésta idea
incluso ha sido manchada como conspirativa por aquellos que en su corta visión
insisten en el separatismo nacional, el llamado “virus de la soberanía nacional”:
(1491.1) 134:6.7 La guerra no es una enfermedad grande y terrible del hombre; la guerra es un síntoma, un resultado. La verdadera enfermedad es el virus de la soberanía nacional.
(1491.1) 134:6.7 La guerra no es una enfermedad grande y terrible del hombre; la guerra es un síntoma, un resultado. La verdadera enfermedad es el virus de la soberanía nacional.