El verdadero concepto del Reino de Dios predicado por Jesús aún yace dormido en la Humanidad. Hay dos formas en las cuales podemos contribuir a acelerar el despertar planetario:
1- Iniciar nuestra propia transformación interior. Esto quiere decir "nacer otra vez" para poder experimentar la Paternidad de Dios y su Reino, y luego expandirlo en la "hermandad entre los hombres". Con nuestra forma de vivir podemos ser lumbreras que proclamen este Evangelio.
2- Motivar e inspirar a que los dirigentes mundiales tengan ideales espirituales que incorporen a sus propias soluciones e ideas. Estos ideales de amor, bondad, belleza y verdad los sabrán adaptar a sus propias circunstancias.
En entradas posteriores me centraré en el segundo punto, retomando algunos aspectos mencionados en nuestro sitio "Transformación Global". Es esencial una actividad persistente en éste último campo, ya que nunca se ha realizado una siembra auténtica. En los siguientes post se analizarán éstos puntos críticos:
1- Educación
2- Evolución hacia la Cooperación
3- Transformación Política
Lamentablemente el factor tiempo me limita con acciones. Mientras más personas tomen sus propias iniciativas, las fuerzas se sumarán a esta "revolución silenciosa" que ya está en marcha desde hace un tiempo. Jesús la comparó a la levadura silenciosa, oculta, que fermenta la masa de la Humanidad. No hay resultados visibles o espectacuales inmediatos, pero la siembra paciente, genera fundamentos poderosos para las generaciones venideras.