Dada nuestra educación judeo-cristiana y cierto grado indirecto de condicionamiento cultural, tendemos a creer que Adán y Eva son personajes exclusivos de la Biblia. Es cierto que en el Corán se les menciona y nombra así, pero es evidente que el comentario sobre ellos viene de una base cultural anterior en las Escrituras Hebreo-Arameas.
Para los judíos el énfasis
se centró en los linajes, en las
genealogías, para llegar a la conclusión de que Israel venía de un linaje,
de una herencia tocada por la Divinidad, no dando el énfasis en la existencia
de otros seres humanos.
74:8.8
(837.7) En sus enseñanzas tempranas, Moisés, inteligentemente, no intentó remontarse más allá de los
tiempos de Adán; puesto que Moisés era el maestro supremo de los hebreos,
las historias de Adán llegaron a relacionarse estrechamente con las de la
creación. Consta que las tradiciones más tempranas reconocieron una civilización preadánica, por el hecho de que los
redactores posteriores, con ánimo de borrar toda referencia a los asuntos humanos
antes de los tiempos de Adán, olvidaron borrar la referencia reveladora a la
emigración de Caín a la tierra de «Nod», donde aquél tomó mujer.
74:8.10
(838.2) La versión tradicional judía se cristalizó en torno a Moisés. Debido a que se esforzó éste por atribuir
el origen de la descendencia de Abraham a Adán, los judíos dieron por sentado
que Adán había sido el primero de la raza humana. Yahvé fue el creador y ha
de haber hecho el mundo justamente antes de hacer a Adán, ya que se supone que
Adán fue el primer hombre. Entonces la versión tradicional de los seis días de
Adán se intercaló en la historia y, casi mil años después de la estadía de
Moisés en la tierra, resultó que la versión tradicional de la creación en seis
días se asentó por escrito y, posteriormente, a aquel se le atribuyó el mérito.
74:8.11
(838.3) Cuando los sacerdotes judíos retornaron a Jerusalén, ya habían
terminado su relato escrito sobre el principio de las cosas. Pronto afirmaron
que esta narración era una historia recién descubierta sobre la creación,
escrita por Moisés.
74:8.12
(838.4) Este documento espurio, las presuntas enseñanzas de Moisés, vino a
conocimiento de Ptolomeo, el rey griego de Egipto, quien lo mandó traducir al
griego por una comisión de setenta eruditos para su nueva biblioteca en
Alejandría. Así se integró este relato a aquellas escrituras que,
posteriormente, llegaron a formar parte de las colecciones ulteriores de las
«escrituras sagradas» de las religiones hebrea y cristiana. Y estos conceptos
durante mucho tiempo influyeron profundamente en la filosofía de muchos pueblos
occidentales que se identificaron con estos sistemas teológicos.
Los judíos al tiempo del
exilio necesitaban exaltar la figura de un “pueblo especial”, prácticamente con
un origen Divino. Esto era porque las décadas en el destierro habían arruinado
su orgullo nacional. Entonces no nos extraña el énfasis de ellos en los
linajes, genealogías y el trato con pueblos extranjeros, los llamados gentiles o gentes de las naciones. Esto
llevaría a la creencia en que Adán fue el primer hombre, y que su
prole llegaba hasta el mismo Israel. No, no sería por un engaño hacia nosotros,
sino por el énfasis de ciertas cuestiones culturales. Pero aun así, siempre
algunos pocos eruditos judíos sabían que habían otras personas aparte de Adán y Eva. Por ejemplo, el maestro judío Yehuda Ribco comenta:
“Si
atendemos lo que Maimónides nos enseña en su More Nebujim (Guía de perplejos
libro I, capítulo 7; y basado en el Midrash Bereshit Rabá 24:6), Adam y Eva también copularon con otras especies (llamadas demonios por el Midrash, pero
que en realidad se explica como seres físicamente humanos, pero espiritualmente
carentes de la cualidad humana) de los cuales engendraron numerosos hijos,
cuasi (o sub) humanos. ¿Por qué no cualifican (para los antiguos judíos) como
humanos esas otras especies? Simplemente porque tener la forma de humano, pero
no sus cualidades y potencialidades (espíritu si así lo quieres denominar) no
convierte a un ser en humano. Recién con Set Adam alcanzó procrear un ser
similar a él, en todo descendiente de Adam, tanto en lo físico como en lo
espiritual. Y que recién cuando contaba con 130 años se nos cuenta que engendró
hijos a su imagen y semejanza, el primero de los cuales fuera Set”.
Esto se corresponde con
Lilith, otra supuesta mujer de Adán según el folclore judío, además de que el
comentario anterior tiene una correspondencia con el Génesis 5 que se llama el
Libro de "generaciones" , “Estos son los orígenes históricos”. Heb.:
’él‧leh thoh‧ledhóhth, “Estos son los engendramientos de Adán”, los cuales parten con Set centrados en los
futuros judíos. Evidentemente el pueblo judío quería resaltar su linaje hasta
Adán.
Lo
anterior tiene correspondencia con las opiniones interesantes de Isaac de La Peyrère. El argumentó que las palabras de Pablo en
el Capítulo 5, versos 12-14 de su Epístola a los Romanos debe interpretarse de
tal manera que "si Adán pecó, en un sentido moralmente significativo,
debía haber existido una ley, ya establecida antes de Adán, según la cual pecó.
Si la ley fue quebrantada por Adán, tuvo que haber un mundo sin ley antes de
que Adán pecara, y ese mundo era habitado por seres humanos. Por lo tanto, según La Peyrère se
presentaron dos creaciones de Dios: primero la creación de los gentiles y luego la de Adán, el cual fue padre de los judíos.
Por ejemplo Romanos 5:14 habla “de aquellos que no pecaron a la manera de la transgresión
de Adán, el cual es figura del que había de venir”.
Esto daría entender que había otros humanos que pecaron, pero solo desde
Adán existe una transgresión divina deliberada consciente a las leyes de Dios,
y por ende una penalización. “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo;
pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado” – 5:13. Así que la redención
partiría para aquellos al momento en que Adán es el primero en quebrantar un
mandamiento deliberado de Dios, y por ende, para aquellos que creen en la
expiación, no habría un dilema teológico.
Para justificar la existencia de los pre-adamitas, La Peyrère argumentó, que después del asesinato de Abel, que el Génesis narra, Caín tomó como esposa a una mujer que no era de la descendencia de Adán e inició la construcción de una ciudad.
¿Podrían ser entonces Adán y Eva figuras alegóricas y totalmente simbólicas? Ese extremo
parece que tampoco es posible porque otras culturas también hablan de una
“pareja original”, “pareja celestial”, etc. Así que como diría Antonio Piñero,
por la “economía de la información” *, es ciertamente lógico que sí hubo una pareja real con un origen
especial que impactó culturalmente en otros pueblos. Tenemos a Ask y Embla: los
Adán y Eva nórdicos. En los egipcios tenemos al matrimonio de Osiris e Isis, en
los hindúes a los esposos Shiva y Parvati,
etc.
Nota
*: Esto se refiere a que si un personaje es citado por varias fuentes diversas
o hay una evocación cultural del mismo en otros pueblos, es evidente que existe
la base de un hecho histórico recordado real.
Pero centrémonos en un caso interesante que refleja el mismo relato condimentado por los siglos, pero con un enfoque cultural diferente al judío. Hablemos de Zeus y su esposa Hera. En primer lugar Zeus es presentado como el «padre de los dioses y los hombres», una frase muy parecida a la de Adán como el “padre de la humanidad”.
Zeus tiene un gran resplandor desde su cabeza y cuerpo que nos recuerda la descripción de Adán en el Libro de Urantia. Además Zeus y Hera tienen hijos y hay una gran familia de dioses que provienen de ellos y que hacen hazañas. Estos se establecen en el Monte Olimpo, pero hay otra variante en el mito que nos habla de un lugar análogo: El Jardín de las Hespérides. Este era un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, en el algún punto del Gran Mar, lo que nos recuerda la ubicación del Jardín descrita en los Documentos.
Este
Jardín es el huerto de Hera (esposa de Zeus) en el oeste, donde un único árbol
o bien toda una arboleda daban manzanas
doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados
de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con
Zeus. A las Hespérides (Ninfas) se les encomendó la tarea de cuidar de la
arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas.
Todo lo anterior es muy
parecido a que en el Jardín habían adanitas (los hijos de Adán que nacieron
allí) que hasta cierto punto estaban en el huerto y veían el árbol de la vida.
Todo esto influyó en la narración algo distorsionada que los griegos
escribieron siglos más tarde.
Curiosamente también un “custodio” del árbol, un dragón llamado Ladón que se enfrenta a Heracles (un mestizo semidios hijo de Zeus) que intenta robar los frutos. Por cierto, este incidente mitológico parece una mezcla de historias, sobre todo el relato de los Noditas furiosos que atacaron el Jardín y el árbol de la vida.
A Zeus precisamente se le
atribuyen múltiples amantes, algunas de ellas humanas, que engendraron a
semidioses como Heracles o Hércules y Perseo.
Lo anterior me recuerda ésta cita de Urantia:
76:4.8
(851.6) Tras haberse establecido en el segundo jardín junto al Eufrates, Adán
optó por dejar atrás tanto plasma vital como le fuera posible para beneficiar
el mundo después de su muerte. Como corresponde, se convirtió Eva en jefa de la
comisión de doce miembros sobre el perfeccionamiento de las razas; antes de morir Adán, esta comisión había
seleccionado a 1.682 mujeres del tipo superior en Urantia, y éstas fueron
impregnadas con el plasma vital de Adán. Todos sus hijos llegaron a la
madurez excepto 112, de modo que el mundo, de esta forma, fue beneficiado por
la adición de 1.570 hombres y mujeres superiores. Si bien estas madres
candidatas fueron seleccionadas de todas las tribus circundantes y
representaban la mayoría de las razas de la tierra, fue escogida la mayoría de
los elementos superiores de los noditas, y constituyeron las semillas de la
poderosa raza andita. Estos hijos nacieron y se criaron en el contorno tribal
de su madre respectiva.
Lo anterior puede
parecernos chocante, pero los Elevadores Biológicos sin duda pensaban en otros
términos, y por lo tanto, puede que esa acción haya sido transformada en una
narrativa mitológica de los hijos híbridos de Zeus, sembrados por doquier en
sus aventuras amorosas.
80:7.5 (895.5) Finalmente Grecia y la región de las islas egeas sucedió a Mesopotamia y Egipto como centro occidental del comercio, el arte y la cultura. (…) Todo el arte y el genio de este pueblo que surgió más adelante es herencia directa de la posteridad de Adansón, el primer hijo de Adán y Eva, y de su extraordinaria segunda esposa, una hija descendiente directa del puro linaje nodita del Príncipe Caligastia. No es de extrañar que los griegos tuvieran tradiciones mitológicas que remontaban su origen directamente a los dioses y seres sobrehumanos.
Además aunque la cultura popular declara que Afrodita o Deméter eran un arquetipo de la “diosa madre”, otros investigadores señalan que Hera es la patrona original con ese atributo, incluso como la “Gran Diosa”.
80:7.7
(895.7) Este culto glorificaba a Eva en la adoración de la
«gran madre». Había imágenes de Eva por
doquier. Miles de templos públicos fueron erigidos a lo largo y a lo ancho de
Creta y Asia Menor.
Así que claramente los
Documentos de Urantia nos permiten establecer conexiones para ver como los
Griegos visualizaban su concepto de Adán y Eva, no centrado tanto en las
genealogías, como lo hacían los judíos, sino en sus hazañas y poderío como
civilización avanzada de dioses (adanitas), semidioses (anditas y noditas mestizos) y otros pueblos.
Por qué esa era la visión
griega. Era más de supremacía en artes y ciencias, más que en cuestiones
genealógicas. Así que no tenían
problemas en representar con rasgos humanos a sus dioses (que efectivamente los
tenían), y rodearlos abiertamente en sus narrativas con decenas de otros
adanitas (dioses) y otros humanos con los cuales estos dioses se mezclaban.
Las diferencias judía y griega ejemplifican y nos enseñan como una misma base para una narrativa se enfoca de forma diferente en algunos asuntos culturales o nacionales, más que otros, por razones puramente históricas y de procesos naturales y culturales en la transmisión del relato, pero que sí tiene un origen común.
Y si sabemos “leer bien” esta luz veremos que nuestra visión de Adán y Eva como seres reales no es mermada, sino que se ve fortalecida.