Es esencial leer la entrada anterior para comprender el concepto de transición de los niveles de gobierno: Familiar, Tribal, Nacional, Mundial.
Los Documentos ofrecen
ciertas recomendaciones para la creación correcta de un gobierno mundial.
Analicemos lo que significa:
134:6.8 (1491.2) Las
naciones de Urantia no han poseído una soberanía verdadera; no han tenido nunca
una soberanía que las protegiera de los estragos y devastaciones de las guerras
mundiales. Al crear un gobierno mundial de la humanidad, las distintas naciones no dejan su soberanía como tal, sino que
crean en realidad una soberanía mundial verdadera y permanente, que de ahí en
adelante podrá protegerlas de todas las guerras. Los asuntos locales serán manejados por los gobiernos locales; los asuntos nacionales, por los gobiernos
nacionales; los asuntos internacionales serán administrados por el gobierno
mundial.
Notamos que el gobierno mundial NO significa que las naciones dejen de existir en beneficio de una entidad global política opresiva. El ejemplo más claro es el de EEUU:
134:5.13 (1489.4) Podemos utilizar una ilustración importante de los siglos diecinueve y veinte: los cuarenta y ocho estados de la unión federal norteamericana viven en paz desde hace mucho tiempo. Ya no hay guerras entre éstos. Han renunciado a su soberanía, entregándosela a un gobierno federal, y por medio del arbitraje en caso de guerra, abandonaron toda pretensión ilusoria de autodeterminación. Aunque cada uno de los estados regula sus asuntos internos, no se ocupa de las relaciones exteriores, tarifas, inmigración, asuntos militares, ni comercio interestatal. Tampoco se ocupan los estados individuales de los asuntos de la ciudadanía. Los cuarenta y ocho estados sufren los azotes de la guerra sólo cuando se encuentra en peligro la soberanía del gobierno federal.
134:5.14 (1489.5) Estos cuarenta y ocho estados, al abandonar el doble sofisma de la soberanía y la autodeterminación, disfrutan de paz y tranquilidad interestatal. Así comenzarán a disfrutar de la paz las naciones de Urantia, cuando renuncien libremente a su soberanía para confiársela a un gobierno mundial —la soberanía de la fraternidad de los hombres. En este estado mundial las naciones más pequeñas serán tan poderosas como las más grandes, así como el pequeño estado de Rhode Island tiene sus dos senadores en el Congreso norteamericano, al igual que el estado de Nueva York con su gran población, o que el estado de Texas con su gran territorio.
(En una situación ideal a nivel global un gobierno pequeño como Montenegro o Uruguay debería en su voto pesar lo mismo que EEUU o Rusia en las decisiones finales).
Nota: Otro asunto interesante son las elecciones internas de EEUU que explican que Trump fuera el ganador. Cada Estado de EEUU tiene su representación de voto que aspira a pesar lo mismo que cualquier otro Estado. No se trata de cantidad de habitantes porque entonces el Estado de Nueva York y California al tener mayores habitantes habrían logrado que Hillary ganara. Algunos han criticado el sistema actual e intentarían un sistema de voto directo por cabeza, pero esto atentaría contra el concepto de los Estados Unidos en donde un Estado más pequeño pesa en igualdad a un Estado más grande. En un gobierno planetario sin duda estaríamos en contra si China ganara siempre porque tiene más habitantes que se inclinen en una opción de su ventaja. Por esa razón el sistema de elección federal representativa de EEUU es apropiado para el concepto de la existencia de los Estados Unidos.
134:5.15 (1490.1) La soberanía (estatal) limitada de estos cuarenta y ocho estados, fue instituida por los hombres y para los hombres. La soberanía superestatal (nacional) de la unión federal norteamericana fue creada por los primeros trece estados para su propio beneficio, y para el beneficio de los hombres. Del mismo modo las naciones crearán alguna vez la soberanía supernacional del gobierno planetario de la humanidad, para su propio beneficio y para el beneficio de todos los hombres.
134:6.5 (1490.8) Los cuarenta y ocho estados libres norteamericanos conviven en paz. Entre los ciudadanos de estos cuarenta y ocho estados se encuentran todas las diversas nacionalidades y razas que viven en los países europeos en pugna constante. Entre los norteamericanos se encuentran casi todas las religiones, sectas religiosas y cultos de todo el mundo, y sin embargo aquí en Norteamérica conviven en paz. Lo cual sucede simplemente porque estos cuarenta y ocho estados han renunciado a su soberanía, abandonando toda noción falaz del así llamado derecho a la autodeterminación.
Aunque a los conspiracionistas este ejemplo no les agrade, es el mejor ejemplo de un gobierno planetario. Pero notad bien, las Naciones como Estados siguen existiendo y manteniendo su diversidad. No es una tiranía global en manos de unos pocos. Aunque el internacionalismo y las “ligas de naciones” es un paso en la dirección adecuada, actualmente la ONU es controlada en cuestiones de guerra por el Consejo de Seguridad compuesto por EEUU, Gran Bretaña, China, Rusia y Francia. Se cumplen estas palabras:
134:5.10 (1489.1) Urantia no disfrutará de una paz duradera hasta que las llamadas naciones soberanas no cedan inteligente y plenamente sus poderes soberanos en las manos de la fraternidad de los hombres —el gobierno de la humanidad. El internacionalismo — las ligas de las naciones— no puede asegurar la paz permanente a la humanidad. Las confederaciones mundiales de las naciones podrán prevenir eficazmente las guerras menores, y podrán controlar de forma aceptable a las naciones más pequeñas, pero no pueden prevenir las guerras mundiales, ni controlar a los tres, cuatro o cinco gobiernos más poderosos. En presencia de un conflicto real, una de estas potencias mundiales se retirará de la Liga y declarará guerra. Es imposible evitar que las naciones entren en guerra mientras éstas estén infectadas con el virus engañoso de la soberanía nacional. El internacionalismo es un paso en la dirección adecuada. Una policía internacional podrá prevenir muchas guerras menores, pero no hará ningún efecto en la prevención de las guerras mayores, los conflictos entre los grandes gobiernos militares de la tierra.
134:5.11 (1489.2) A medida que disminuye el número de las naciones verdaderamente soberanas (grandes potencias), aumenta tanto la posibilidad como la necesidad del gobierno de la humanidad. Cuando existan tan sólo unas pocas (grandes) potencias realmente soberanas, éstas tendrán que embarcarse en una lucha a muerte por la supremacía nacional (imperial) o, mediante la renuncia voluntaria a ciertas prerrogativas de la soberanía, crearán el núcleo esencial de la potencia supernacional que marcará el comienzo de la verdadera soberanía de toda la humanidad.
Notamos que el gobierno mundial NO significa que las naciones dejen de existir en beneficio de una entidad global política opresiva. El ejemplo más claro es el de EEUU:
134:5.13 (1489.4) Podemos utilizar una ilustración importante de los siglos diecinueve y veinte: los cuarenta y ocho estados de la unión federal norteamericana viven en paz desde hace mucho tiempo. Ya no hay guerras entre éstos. Han renunciado a su soberanía, entregándosela a un gobierno federal, y por medio del arbitraje en caso de guerra, abandonaron toda pretensión ilusoria de autodeterminación. Aunque cada uno de los estados regula sus asuntos internos, no se ocupa de las relaciones exteriores, tarifas, inmigración, asuntos militares, ni comercio interestatal. Tampoco se ocupan los estados individuales de los asuntos de la ciudadanía. Los cuarenta y ocho estados sufren los azotes de la guerra sólo cuando se encuentra en peligro la soberanía del gobierno federal.
134:5.14 (1489.5) Estos cuarenta y ocho estados, al abandonar el doble sofisma de la soberanía y la autodeterminación, disfrutan de paz y tranquilidad interestatal. Así comenzarán a disfrutar de la paz las naciones de Urantia, cuando renuncien libremente a su soberanía para confiársela a un gobierno mundial —la soberanía de la fraternidad de los hombres. En este estado mundial las naciones más pequeñas serán tan poderosas como las más grandes, así como el pequeño estado de Rhode Island tiene sus dos senadores en el Congreso norteamericano, al igual que el estado de Nueva York con su gran población, o que el estado de Texas con su gran territorio.
(En una situación ideal a nivel global un gobierno pequeño como Montenegro o Uruguay debería en su voto pesar lo mismo que EEUU o Rusia en las decisiones finales).
Nota: Otro asunto interesante son las elecciones internas de EEUU que explican que Trump fuera el ganador. Cada Estado de EEUU tiene su representación de voto que aspira a pesar lo mismo que cualquier otro Estado. No se trata de cantidad de habitantes porque entonces el Estado de Nueva York y California al tener mayores habitantes habrían logrado que Hillary ganara. Algunos han criticado el sistema actual e intentarían un sistema de voto directo por cabeza, pero esto atentaría contra el concepto de los Estados Unidos en donde un Estado más pequeño pesa en igualdad a un Estado más grande. En un gobierno planetario sin duda estaríamos en contra si China ganara siempre porque tiene más habitantes que se inclinen en una opción de su ventaja. Por esa razón el sistema de elección federal representativa de EEUU es apropiado para el concepto de la existencia de los Estados Unidos.
134:5.15 (1490.1) La soberanía (estatal) limitada de estos cuarenta y ocho estados, fue instituida por los hombres y para los hombres. La soberanía superestatal (nacional) de la unión federal norteamericana fue creada por los primeros trece estados para su propio beneficio, y para el beneficio de los hombres. Del mismo modo las naciones crearán alguna vez la soberanía supernacional del gobierno planetario de la humanidad, para su propio beneficio y para el beneficio de todos los hombres.
134:6.5 (1490.8) Los cuarenta y ocho estados libres norteamericanos conviven en paz. Entre los ciudadanos de estos cuarenta y ocho estados se encuentran todas las diversas nacionalidades y razas que viven en los países europeos en pugna constante. Entre los norteamericanos se encuentran casi todas las religiones, sectas religiosas y cultos de todo el mundo, y sin embargo aquí en Norteamérica conviven en paz. Lo cual sucede simplemente porque estos cuarenta y ocho estados han renunciado a su soberanía, abandonando toda noción falaz del así llamado derecho a la autodeterminación.
Aunque a los conspiracionistas este ejemplo no les agrade, es el mejor ejemplo de un gobierno planetario. Pero notad bien, las Naciones como Estados siguen existiendo y manteniendo su diversidad. No es una tiranía global en manos de unos pocos. Aunque el internacionalismo y las “ligas de naciones” es un paso en la dirección adecuada, actualmente la ONU es controlada en cuestiones de guerra por el Consejo de Seguridad compuesto por EEUU, Gran Bretaña, China, Rusia y Francia. Se cumplen estas palabras:
134:5.10 (1489.1) Urantia no disfrutará de una paz duradera hasta que las llamadas naciones soberanas no cedan inteligente y plenamente sus poderes soberanos en las manos de la fraternidad de los hombres —el gobierno de la humanidad. El internacionalismo — las ligas de las naciones— no puede asegurar la paz permanente a la humanidad. Las confederaciones mundiales de las naciones podrán prevenir eficazmente las guerras menores, y podrán controlar de forma aceptable a las naciones más pequeñas, pero no pueden prevenir las guerras mundiales, ni controlar a los tres, cuatro o cinco gobiernos más poderosos. En presencia de un conflicto real, una de estas potencias mundiales se retirará de la Liga y declarará guerra. Es imposible evitar que las naciones entren en guerra mientras éstas estén infectadas con el virus engañoso de la soberanía nacional. El internacionalismo es un paso en la dirección adecuada. Una policía internacional podrá prevenir muchas guerras menores, pero no hará ningún efecto en la prevención de las guerras mayores, los conflictos entre los grandes gobiernos militares de la tierra.
134:5.11 (1489.2) A medida que disminuye el número de las naciones verdaderamente soberanas (grandes potencias), aumenta tanto la posibilidad como la necesidad del gobierno de la humanidad. Cuando existan tan sólo unas pocas (grandes) potencias realmente soberanas, éstas tendrán que embarcarse en una lucha a muerte por la supremacía nacional (imperial) o, mediante la renuncia voluntaria a ciertas prerrogativas de la soberanía, crearán el núcleo esencial de la potencia supernacional que marcará el comienzo de la verdadera soberanía de toda la humanidad.
Actualmente nos encontramos en esta etapa peligrosa.
Las potencias se embarcarán a muerte en una lucha por su existencia o renunciarán
al poder de declarar la guerra. ¿Qué camino han de elegir?
134:5.12 (1489.3) No habrá paz en Urantia hasta que todas las naciones llamadas soberanas entreguen el poder de declarar la guerra en las manos de un gobierno representativo de toda la humanidad. La soberanía política es innata en los pueblos del mundo. Cuando todos los pueblos de Urantia creen un gobierno mundial, tendrán el derecho y el poder de hacer que dicho gobierno sea SOBERANO; y cuando esa potencia mundial representativa o democrática, controle las fuerzas terrestres, aéreas, y navales del mundo, la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres podrán prevalecer, pero no hasta entonces.
Si algún día las potencias CEDEN su capacidad de declarar la guerra y el control de sus ejércitos a un Gobierno Mundial representativo, esto logrará verdadera paz. Aún es muy difícil que ocurra y vemos el fantasma de una guerra global en potencia.
Pero no debemos confundirnos, esto no se trata de desarme ni pactos por la paz:
134:6.6 (1490.9) No se trata de armamento o de desarme. Tampoco influyen sobre el problema del mantenimiento de la paz mundial, los factores correspondientes al servicio militar obligatorio o voluntario. Si le quitáis a las naciones poderosas todas las armas mecánicas modernas y todos
134:5.12 (1489.3) No habrá paz en Urantia hasta que todas las naciones llamadas soberanas entreguen el poder de declarar la guerra en las manos de un gobierno representativo de toda la humanidad. La soberanía política es innata en los pueblos del mundo. Cuando todos los pueblos de Urantia creen un gobierno mundial, tendrán el derecho y el poder de hacer que dicho gobierno sea SOBERANO; y cuando esa potencia mundial representativa o democrática, controle las fuerzas terrestres, aéreas, y navales del mundo, la paz en la tierra y la buena voluntad entre los hombres podrán prevalecer, pero no hasta entonces.
Si algún día las potencias CEDEN su capacidad de declarar la guerra y el control de sus ejércitos a un Gobierno Mundial representativo, esto logrará verdadera paz. Aún es muy difícil que ocurra y vemos el fantasma de una guerra global en potencia.
Pero no debemos confundirnos, esto no se trata de desarme ni pactos por la paz:
134:6.6 (1490.9) No se trata de armamento o de desarme. Tampoco influyen sobre el problema del mantenimiento de la paz mundial, los factores correspondientes al servicio militar obligatorio o voluntario. Si le quitáis a las naciones poderosas todas las armas mecánicas modernas y todos
los tipos de explosivos, pelearán con los puños,
piedras y palos, mientras que persistan en la ilusión de su derecho divino a la
soberanía nacional.
134:6.9 (1491.3) No se puede mantener la paz mundial
mediante tratados, diplomacia, política exterior, alianzas, equilibrio de
poderes, ni por otras medidas paliativas basadas en las soberanías del
nacionalismo. Una ley mundial debe ser creada y puesta en vigencia por un
gobierno mundial —la soberanía de toda la humanidad.
134:6.7 (1491.1) La guerra no es la gran y terrible
enfermedad del hombre; la guerra es un síntoma, un resultado. La verdadera
enfermedad es el virus de la soberanía nacional.
Es el poder de declarar la guerra, lo que debe cederse en un gobierno mundial de la Humanidad. Las naciones no dejarán de existir tras un gobierno mundial, sino más bien dejan de estar infectadas por el virus de la soberanía nacional y ceden la autoridad de sus ejércitos a un control global.
Es el poder de declarar la guerra, lo que debe cederse en un gobierno mundial de la Humanidad. Las naciones no dejarán de existir tras un gobierno mundial, sino más bien dejan de estar infectadas por el virus de la soberanía nacional y ceden la autoridad de sus ejércitos a un control global.