viernes, 14 de diciembre de 2018

La estrella de Belén


“Lo veré, pero no ahora;
lo contemplaré, pero no de cerca.
Una estrella ciertamente saldrá de Jacob,
y un cetro verdaderamente se levantará de Israel” – Números 24:17

Desde tiempos remotos los eclipses, cometas y estrellas brillantes han sido considerados símbolos de acontecimientos importantes en la Tierra. Ni los hebreos escaparon a esas relaciones de los astros y los hombres. El referido pasaje de Números es una muestra de lo anterior y ha sido usado por algunos estudiosos católicos para demostrar que la “estrella de Belén” era el cumplimiento de esa antigua profecía judía.

Es interesante que muchos han teorizado sobre que era realmente  la “estrella de Belén”, cual era su verdadero origen. Muchos creyentes piensan que efectivamente era una señal divina que indicaba el nacimiento del Hijo de Dios y la ven de una forma positiva, tal como lo muestran los adornos navideños. Otros creyentes de manera interpretativa haciendo algunas asociaciones con algo de lógica en el relato han razonado que los eventos asociados a la estrella dan a entender que ésta era obra de Satanás. Sin embargo, éstas posiciones opuestas parten de la premisa que la estrella tenía un carácter “sobrenatural” porque (según el relato de Mateo) guió a los astrólogos o magos para encontrar al niño Jesús. Sin embargo, Mateo no hace ningún comentario sobre la “intencionalidad de la estrella”, no menciona que ni era de Dios ni del Diablo. Solo se describe el “fenómeno”.

Por otro lado, en tiempos más recientes se ha especulado con que la estrella sería un OVNI asociado al nacimiento “extraterrestre” de Jesús. Y también no debemos olvidar a la comunidad astronómica que ha declarado que es posible que la estrella fuera un cometa o conjunción planetaria.

Lo que me llama la atención de este asunto es precisamente que Mateo no declara la  intencionalidad de la estrella”, no menciona que ni era de Dios ni del Diablo. Solo se describe el “fenómeno”. Por ejemplo, es común que los evangelistas hiciesen comentarios inmediatos sobre lo que entendían en torno a algunas acciones o fenómenos vinculados a la vida de Jesús (Véase Lucas 22:3; Mateo 2:15) atribuyéndolos a lo que discernían o a profecías. En los textos entre paréntesis hago mención a solo dos ejemplos de muchos: que el diablo se metió en Judas y que muchos sucesos de Cristo cumplían profecías. Así que sin duda sí se hacen esas observaciones en la narrativa.

El que en la narrativa Mateo (que es solo el único evangelio que narra sobre la “estrella”) se cuente el asunto de forma tan aséptica sin vinculación a Dios ni al diablo (que los evangelios sí hacen cuando corresponde) o sin un comentario profético (que también realizan) me lleva inevitablemente a éstas conclusiones:

1-    El fenómeno interpretado como una “estrella” fue real. Pero...

2-    El compilador o redactor de Mateo no intenta atribuirle ningún significado especial maligno o benigno.

Si el asunto no tiene mayor trascendencia ya indicada en el texto (independiente de las conjeturas posteriores) parece evidente que fue un fenómeno natural cercano a las fechas del nacimiento de Jesús. Sin embargo, el asunto se "comentaba" entre las gentes de esos días que tendían a vincular asuntos ordinarios con hechos extraordinarios (no olvidemos que incluso los apóstoles siendo judíos creían en "fantasmas" (Mateo 14:26).

 Los Documentos de Urantia explican:

122:8.7 (1352.3) Ninguna estrella guió a estos hombres sabios a Belén. La hermosa leyenda de la estrella de Belén se originó de esta manera: Jesús nació al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C. El 29 de mayo del año 7 a. de J.C. hubo una extraordinaria conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Y es un hecho astronómico notable el que conjunciones similares ocurrieran el 29 de septiembre y el 5 de diciembre del mismo año. Sobre la base de estos acontecimientos extraordinarios, pero totalmente naturales, los creyentes bien intencionados de las generaciones sucesivas construyeron la atractiva leyenda de la estrella de Belén y de los Reyes Magos adoradores conducidos por la estrella al pesebre para contemplar y adorar al recién nacido. La mente oriental y del cercano Oriente se deleita en las fábulas, e inventa constantemente bellos mitos sobre la vida de sus dirigentes religiosos y de sus héroes políticos. En la ausencia de la imprenta, cuando la mayor parte del conocimiento humano se trasmitía oralmente de una generación a la otra, era muy fácil que los mitos se tornaran tradiciones y que las tradiciones finalmente se aceptaran como hechos.

Notamos que los Documentos no hablan directamente de Mateo como el autor de éste asunto, sino como algo que circulaba oralmente. Ya que había una tendencia oriental a asociar a los líderes con las profecías y estrellas como presagios sobre ellos, las mentes de aquellos que recordaban el año del nacimiento de Jesús mencionaron el asunto de la observación estelar décadas más tarde. Finalmente el compilador definitivo del Evangelio de Mateo lo incluye en su crónica, aunque como hemos visto, igualmente toma ciertas precauciones al describir el asunto sin hacer muchos comentarios sobre la misma estrella y su objetivo. Sin embargo, esto fue suficiente para que siglos más tarde la Iglesia fuera más allá e incluso colocara a los astrólogos en el mismo pesebre, la misma noche del nacimiento de Jesús, cuando el evangelio no indica eso. Sin embargo, todo lo anterior, más una serie de asuntos posteriores asociados a vincular el 25 de diciembre con el nacimiento de Jesús han creado toda una leyenda y mitología de ropaje artificial alrededor del nacimiento de Micael.

“En el año 7 antes de nuestra era, Júpiter y Saturno se encontraron tres veces. Tal vez deberíamos eliminar las estrellas en forma de cometa de los árboles de Navidad y reemplazarlas por planetas”, concluye en su argumentación el profesor Aleks Scholz, astrónomo de la Universidad St. Andrews.

Es interesante que años después los apóstoles tocaran este asunto de la astrología con Jesús:

150:3.2 (1680.4) Tarde esa noche Jesús pronunció ante el grupo reunido un memorable discurso sobre «La magia y la superstición». En aquellos días, la aparición de una estrella brillante y supuestamente nueva era considerada un signo del nacimiento de un gran hombre en la tierra. Como se había observado recientemente una estrella semejante, Andrés preguntó a Jesús si estas creencias tenían fundamento. En la larga respuesta a la pregunta de Andrés, el Maestro habló en forma extensa sobre el tema de la superstición humana. La declaración de Jesús en esa ocasión puede ser resumida en fraseología moderna como sigue:

150:3.3 (1680.5) 1. El curso de las estrellas en los cielos nada tiene que ver con los acontecimientos de la vida humana en la tierra. La astronomía es un interés apropiado de la ciencia, pero la astrología es una masa de errores supersticiosos que no tiene lugar en el evangelio del reino.

Así que para Jesús el asunto de la “estrella” era totalmente intrascendente, el producto de la mente humana que busca asociaciones de fenómenos naturales con actos de la Providencia.

Apéndice: 

La idea de que la estrella se "movía" insinuada en la crónica de Mateo es producto de las tres conjunciones de Júpiter y Saturno. El 29 de mayo adquirió gran magnitud, antes del nacimiento de Jesús que fue el 21 de agosto. La crónica asociada a que los sacerdotes de Mesopotamia (llamados astrólogos o magos) les guió hacia Belén se basa en esta información, ya que la vieron mientras ellos estaban en el oriente (Mateo 2:2). Esto fue antes de la partida de ellos así que debe referirse a la conjunción o alineación del 29 de mayo de ese año.

(Sin embargo, en un sentido técnico, como dice Urantia, no les guió ninguna estrella hacia Belén)

Jesús nace el 21 de agosto, pero la segunda conjunción importante se produce el 29 de septiembre, más de un mes después de su nacimiento. Esto se aproxima a lo que declaran los Documentos que indican que:

122:8.6 (1352.2) El niño tenía casi tres semanas al tiempo de esta visita.

También ésto concuerda con Mateo que dice que:

"Al ver la estrella, verdaderamente se regocijaron mucho. Y cuando entraron en la casa vieron al niñito con María su madre, y, cayendo, le rindieron homenaje. También abrieron sus tesoros y le presentaron regalos: oro, olíbano y mirra". - Mateo 2:10,11

Así que esta visita concuerda en que la conjunción estaba acercándose a su magnitud para el 29 de septiembre. Sin embargo, debe tenerse presente que:

122:8.7 (1352.3) En la ausencia de la imprenta, cuando la mayor parte del conocimiento humano se trasmitía oralmente de una generación a la otra, era muy fácil que los mitos se tornaran tradiciones y que las tradiciones finalmente se aceptaran como hechos.

La nueva conjunción del 5 de diciembre daría más fuerza a esa memoria oral que finalmente fue aglutinando los recuerdos.

De hecho, los Documentos enseñan que la búsqueda de estos sacerdotes de Ur, no fue provocada por la observación de la estrella, sino por otros datos, y aunque parece evidente que sí la observaron (la conjunción), la fusión de todos los hechos anteriores en la construcción final de la crónica de Mateo es por:

- La creencia oriental en que una estrella augura el nacimiento de un héroe.

- Los recuerdos de los primeros discípulos sobre una "estrella" en las fechas cercanas o alrededor del nacimiento del Maestro.

- Los hechos relacionados con estos sacerdotes de Mesopotamia que visitaron a la familia algunas semanas después.