El viernes pasado Alemania, secundada por los franceses, asumió un decisivo liderazgo de 26 de los 27 países de la Unión Europea.
Todos adhirieron a un pacto intergubernamental de integración fiscal por el cual la UE toma el control de los presupuestos nacionales, la armonización conjunta de las políticas económicas de cada país y reduce los parámetros de déficit estructural al 0,5%, estableciendo además sanciones automáticas por medio de un futuro tribunal europeo para aquellos socios que no cumplan las premisas fijadas.
La única nación que se negó a suscribir el pacto fue Gran Bretaña, quien volvió e elegir un total aislamiento como en sus grandes épocas imperiales.
Surge una Unión Europea de veintiséis integrantes y, por ahora, la Eurozona continúa con diecisiete socios. El conjunto decidió imponerse una disciplina fiscal con cierta cesión de soberanía. Esto torna el pacto en “inaceptable” para Londres. Como en tantas otras ocasiones, los británicos optaron por la “política de espléndido aislamiento” (Benjamin Disraeli, 1866).
Tanto ese analista político como sus colegas alemanes opinan que Londres ha cometido un grueso error estratégico. “Sucede –apunta el periódico económico Handelsblatt- que ese país dejó hace rato de ser un imperio ultramarino. Hoy, su magro peso económico o financiero lo expone a cualquier cimbronazo generalizado”.
Político Alexander Graf, del partido alemán FDP, que ha llegado incluso a decir que fue un "error dejar que los británicos ingresaran a la Unión Europea", según ha informado la cadena británica BBC. A su juicio, el Reino Unido deberá ahora replantearse su vínculo con los 26 porque considera que a partir de ahora se crea una nueva Unión sin Cameron.
Estamos observando un gran movimiento de poder global. Todo indica que grandes modificaciones se acercan. Ya está por llegar el reinado de la Bestia de 42 meses.