sábado, 28 de enero de 2012

La Unidad universal del Amor

 Durante miles de años han existido religiones en la Tierra. El objetivo principal de dichas creencias ha sido establecer una palataforma inicial para rescatar al hombre de la degradación cósmica y moral. La mayoría de  las creencias de alguna forma han fomentado el servicio al semejante y una visión más espiritual.


En una época en que la superstición  y politeísmo amenazaba con expandirse por Canaán, aparece la Revelación a Abrahán sobre el único Dios. Esta sería amplificada por Moisés y finalmente exaltada por Jesús de Nazaret.

Y tanto Mahoma como Buda ayudaron a sus pueblos a eliminar la esclavitud supersticiosa a deidades oscuras, y promover la espiritualidad verdadera y el Amor.

El crecimiento espiritual es en primer lugar, el despertar a las necesidades, luego el discernimiento de los significados y finalmente el descubrimiento de los valores. La prueba de verdadero desarrollo espiritual consiste en la exhibición de una personalidad humana motivada por el amor, activada por el ministerio altruista y dominada por la adoración sincera de los ideales de perfección de la divinidad. Y toda esta experiencia constituye la realidad de la religión, en contraste con las meras creencias teológicas.

La religión en la experiencia humana tiene como objetivo fomentar esos valores verdaderos que irremediablemente llegan a la visión de Jesús de Nazaret.

Sin embargo, toda agrupación de creyentes que se haga una institución con las décadas termina fosilizando el mensaje, provocando que el servicio al Culto sea más importante que el servicio a los ideales de la Divinidad y el Amor al prójimo. Esta degradación ocurrió con los Hebreos, con el Cristianismo, con el Islam, con el Budismo, etc.

La religión no es una técnica para llegar a una paz mental estática y dichosa; es un impulso hacia la organización del alma para el servicio dinámico. Es enlistar la totalidad del yo para el servicio leal del Dios amante y para servir al hombre. La religión paga cualquier precio esencial para el logro del fin supremo, el premio eterno. Hay una consagración interior tan completa en la lealtad religiosa verdadera que es soberbiamente sublime. Y estas lealtades son socialmente eficaces y espiritualmente progresivas.

Y perfectamente personas individuales nacidas en todas las religiones pueden lograr éstos estados elevados de conexión con la Divinidad y amor altruísta al prójimo. Estas personas saben mirar más allá del rito, de los ropajes y del mito o historia sagrada asociada a su religión formal. Saben que esas cosas son accesorias y son parte de una herencia ancestral deformada. Pero con gran capacidad de desarrollo interno, éstos valiosos seres humanos saben exaltar las enseñanzas de amor, verdad y devoción de sus creencias, y lo mejor es que las aplican.

"Me he dejado buscar por los que no habían preguntado [por mí]. Me he dejado hallar por los que no me habían buscado. He dicho: ‘¡Aquí estoy, aquí estoy!’, a una nación que no invocaba mi nombre"- Isaías 65:1. 
 
Qué ironía. Tal como comenté en una ocasión, "poner fe en el Nombre de Dios" o en el "Nombre de su Hijo Jesús" tiene mucho más que ver con una pronunciación audible de dicha palabra. El asunto no es "nombrar audiblemente" a Jesús. Jesús mismo dijo que no todo el que le dice "Señor Señor" sería aceptado, sino aquel que hace la voluntad del Padre. "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos muchas obras poderosas?" Pablo mismo mostró el quid del asunto al decir: "Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy". 

Poner fe realmente en Jesús tiene que ver con VIVIR lo que SIGNIFICA dicho en Nombre en un sentido vital y profundo. Jesús significa "Yaveh Salva" y nos recuerda el Amor del Padre por la humanidad (Juan 3:16).

Jesús pretendía que gran parte de la Humanidad mediante su nombre (su ejemplo y vida) pudiese Vivir en el Amor. Él deseaba que la mayor parte de la Humanidad comprendiese mediante él esta verdad, y viviese en el AMOR.

Así de forma irónica, otros que no conocen el nombre, pero que tienen sus vidas basadas en el Amor (dado por otras culturas) son más CRISTIANOS que los realmente llamados cristianos.

Gandhi (fotografía)  lo mostró a la perfección. Él dijo:

«Si sólo existiera el Sermón de la Montaña no titubearía en decir, oh sí, soy cristiano. Pero desafortunadamente mucho de lo que se llama cristiano es una negación del Sermón de la Montaña.»

«Estoy totalmente convencido de que la Europa actual no realiza el Espíritu de Dios o el cristianismo, sino el espíritu de Satanás. Y Satanás tiene el mayor éxito cuando aparece con el nombre de Dios en los labios. En la actualidad Europa es únicamente cristiana de nombre. En realidad adora a Mammon, el dios dinero.»

Y aún hay más declaraciones sobre el cristianismo, él dijo por ejemplo: «No conozco a nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesús. En realidad no hay nada que criticar a la fe cristiana. El problema sois vosotros los cristianos. Ni siquiera os esforzáis en vivir según vuestras propias enseñanzas.» - Mahatma Gandhi

En la humanidad hay fuerzas retrógradas que siempre han intentado hundir al hombre en el puro materialismo y la búsqueda desenfrenada del placer. Civilizaciones han caído y se han autodestruído por hundirse espiritualmente. Las religiones (en su mensaje primordial y no organizacional) tienen la misión de provocar una fuerza opuesta para elevar a la humanidad. Cada cierto tiempo, en oriente y occidente, éstas fuerzas opuestas se enfrentan en los grupos humanos.

La razón de la predicación de las Buenas Nuevas no tiene que ver con una conversión masiva a determinado culto nominal.  La razón es ayudar a que un número considerable de seres humanos pueda salir de las fuerzas retrógradas que lo anclan al espejismo del materialismo y la búsqueda efímera del placer. Cuando ayudamos al hombre a buscar por sí solo a Dios y le damos las herramientas, lo unimos y reconciliamos al Padre Celestial,  y mantenemos el auténtico altruísmo espiritual humano en pie.

No hay razón para creer entonces que la predicación tiene que tener el patrocinio uniforme de una sola entidad religiosa. La predicación de determinada religión cumple un papel importante, pero es solo una pequeña parte que envuelve la predicación combinada de otras religiones y los mensajes relativos al amor (no las doctrinas rituales) de otras culturas, y que provocan una fuerza combinada.  

Las religiones se transforman en falsas cuando añaden a su mensaje primordial de amor, preceptos humanos, ritos y costumbres mecánicos, y el servicio se desvía desde el prójimo hacia un servicio frenético hacia la organización religiosa, en una casi idolotría. Cuando ésto ocurre, dicha religión formal deja de cumplir su primer objetivo: llevar el hombre a Dios, y se transforma en religión falsa (suplanta a Dios).