sábado, 28 de enero de 2012

Una lección de amor

Éste es uno de los pasajes más conocidos de la Biblia. Leyendo esta parábola de Jesús, viéndolo con los ojos del espíritu, podemos ver, con la mente de Cristo, un sentido nuevo, más profundo, que nos indica el camino que debe seguir todo discípulo de Cristo. Además nos muestra que otras personas que no imaginamos hacen lo correcto y lo que Dios nos pide.

En el Evangelio de Lucas 10: 25-37, se nos presenta a un religioso que está conversando con Jesús. Sin embargo, en su corazón recela, aunque reconoce en Él su autoridad, pues intenta probarle. 


"Y he aquí un intérprete de la Ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás."

Ya hemos dicho que el interlocutor es un hombre de religión, alguien que conoce las Escrituras y que intenta ser buena persona, cumplidor de la Ley, que cree en Dios y quiere salvarse. Él está seguro de estar haciendo lo correcto ante Dios y, pregunta a Cristo, para ver si la respuesta de Jesús se ajusta a la Palabra de Dios. Conociendo Jesús lo que de verdad intenta hacer este hombre, deja que él mismo responda lo que, efectivamente, viene en la Ley. 


"Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?"

Con esta pregunta, el hombre está cuestionando si hay que amar a todos los hombres, ya que pregunta ¿quién es mi prójimo?. La tradición judía expresa que el prójimo es alguien de su propio pueblo o un extranjero que se convierte al judaísmo y convive con ellos, formando parte de Israel (Levítico 19.18, 33-34). Un pagano, un extranjero de otra religión, no es considerado, por este hombre, como su prójimo y, por tanto, según él, no tiene obligación legal de amarle como a sí mismo. Sin embargo, se hace de nuevas, esperando que Jesús entre de lleno en la cuestión, haciendo la pregunta: y ¿quién es mi prójimo?. 


"Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto."

Hay que resaltar que Jesús no dice de qué nacionalidad es el hombre. Es de suponer que fuese judío, puesto que iba de Jerusalén a Jericó.

"Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo."

Cristo hace referencia a los "maestros" e intérpretes de la Ley. Los hombres de religión, los dirigentes, que en teoría, guían al pueblo, sepulcros blanqueados. ¿Cómo iban ellos a asistir al hombre si sus compañeros eran los que le habían despojado?


"Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia"

Ahora nos presenta un nuevo personaje. Especifica su nacionalidad, ya que los samaritanos eran considerados por los judíos como extranjeros, paganos, despreciables. Recuerda el pasaje donde Cristo le pide agua a una samaritana, como ella le responde: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí" (Juan 4:9). Por supuesto, un judío, que aquí representa a todo hombre de religión que se autoproclama justa, no va a considerar a un samaritano (de otra religión ) como un Sacerdote u hombre de Dios. 

Este hombre de otra religión se acerca al herido y siente el Amor verdadero, se apena de su situación y ahora veremos qué hace para salvarlo.

"y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él."

Lo primero que hace es entrar en contacto con él, curar sus heridas con aceite y vino, es decir, el mensaje de amor de Jesús, como su sangre nos lava de nuestros pecados y nos devuelve la vida, ungiéndonos con su aceite, que es el Espíritu Santo. Una vez que realiza esta primera cura, le pone en su cabalgadura, ya que aún este hombre está débil y no es capaz de andar por si mismo: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo" (Gálatas 6:2).

"Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese."

Tanto los dos denarios como los gastos a pagar a su vuelta, representan la promesa, por parte del samaritano a Dios, de que va a ofrecerse en garantía, haciendo sacrificios agradables a Él, amando a ese hombre como a si mismo, dando su vida espiritual por su ahora hermano, orando por él en la confianza de que Dios derramará su Sabiduría y Amor en este nuevo hijo de Dios. 
 
"¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?"

Date cuenta que, al principio de la parábola, el intérprete de la Ley pregunta quién es su prójimo y, al final de la misma, Jesús le ha dado la vuelta a la pregunta, contestándole quién fue el prójimo del hombre. Lo importante no es pensar a quién tienes obligación de ayudar, sino saber que debes ayudar a cualquiera, pero una ayuda espiritual o material para que conozca al Dios de amor.

Veamos ahora la respuesta del religioso:


"Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo."

Todo hombre de Dios, que ha nacido de nuevo en Él, se convierte en Sacerdote del Dios Altísimo y tiene la obligación de predicar su Palabra, Ofrecer sacrificios agradables a Dios: "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos." (1 de Juan 3:16), ya que esto, y no otra cosa, es amar al prójimo como a nosotros mismos.

Y la gran lección es que también personas de otra religión cumplen la Ley del Cristo, incluso sin saber todos los detalles de un culto formal.