viernes, 24 de febrero de 2012

¿Hechos exactos?

Los Evangelios son obras maravillosas que han cambiado el mundo. Cada redactor aportó sus recuerdos personales y comentarios de otros testigos oculares. En esencia lo narrado en los Evangelios es correcto. Sin embargo, éstos no son obras que narren detalles exactos. Por esa razón hay supuestas contradicciones entre éstos. Esto nos enseña la gran lección de que no podemos tomarlos como obras con hechos que al pie de la letra así ocurrieron. Para sopresa de muchos, aporto la investigación honesta de una obra de la misma Watchtower sobre éste punto:

Cuando dos o más escritores consideran el mismo suceso, uno de ellos pudiera dar detalles que otro omitiera. También, diferentes escritores tratan de diversa manera el asunto que consideran. Un escritor pudiera considerar el asunto cronológicamente, mientras que otro pudiera optar por un orden diferente.

Testigos independientes

Surgen “contradicciones” cuando se dan dos o más relatos del mismo incidente. Por ejemplo, en Mateo 8:5 leemos que cuando Jesús vino a Capernaum “se le acercó un oficial del ejército, y le suplicó” que curara a su criado. Pero en Lucas 7:3 leemos que aquel oficial del ejército “envió a él algunos ancianos de los judíos a pedirle que viniera a sacar de peligro a su esclavo”. ¿Habló a Jesús el oficial del ejército, o envió a los ancianos a hacerlo?

 Considere otro ejemplo similar. Mateo 20:20, 21 dice: “Se le acercó [a Jesús] la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, rindiéndole homenaje y pidiéndole algo”. Ella pidió que sus hijos recibieran la posición más favorecida cuando Jesús entrara en su Reino. El relato de Marcos dice lo siguiente sobre este mismo suceso: “Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: ‘Maestro, queremos que hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos’”. (Marcos 10:35-37.) ¿Quién presentó la solicitud a Jesús?, ¿los dos hijos de Zebedeo, o la madre de ellos?

 Es obvio que los dos hijos de Zebedeo hicieron la solicitud, como declara Marcos. Pero la hicieron mediante su madre. Ella fue su portavoz.

¿Ha oído usted a dos personas describir un suceso que ambas han visto? Si así es, ¿ha notado que cada una enfatiza los detalles que le han causado impresión? Una quizás omite cosas que la otra menciona. Sin embargo, ambas personas dicen la verdad. Lo mismo pasa en los cuatro relatos evangélicos del ministerio de Jesús, y en el caso de otros sucesos históricos informados por más de un escritor bíblico. Cada escritor ha presentado información exacta aunque alguno haya registrado detalles que otro haya omitido. Al considerar todos los relatos se puede obtener mejor entendimiento de lo que ha sucedido. Esas variaciones prueban que los relatos bíblicos son independientes. Y su armonía esencial prueba que son verídicos.

Con exageración justificable, el apóstol Juan escribió lo siguiente acerca del ministerio de Jesús: “Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran”. (Juan 21:25.)

En realidad, la Biblia es un milagro de condensación. Contiene suficiente información como para que podamos reconocer en ella más que simplemente una obra humana. Las variaciones que contiene prueban que los escritores eran en verdad testigos independientes.  - ¿Se contradice la Biblia? - La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?


Comparto totalmente el punto de vista de los redactores de esta publicación. A menudo, somos nosotros los que tenemos que llegar a alguna conclusión externa como lectores para saber como fueron realmente los hechos (por ejemplo si Judas murió ahorcado o se lanzó a un precipicio). El punto es que la investigación reconoce que los Evangelios por sí solos no pueden darnos detalles cien por ciento exactos y perfectos,  e incluso omitir algunos hechos.

Este razonamiento maduro muchas veces no es apreciado y se suele lanzar a la hoguera cualesquier otra información que pueda aportar detalles más exactos o ampliar un cuadro completo de los hechos. Se necesita mucha madurez y sabiduría para lograr esta visión de la Biblia que combina el valorarla como una obra inspirada pero que a la vez no contiene todos los detalles exactos.

Inspiración no significa que algo sea "perfecto" en sentido estricto. Un obra artística puede ser producto de la "inspiración" del pintor, pero difícilmente puede ser algo perfecto, mecanizado u robotico. En esencia yo veo la mano de Dios combinada con la mano humana, hecha a su imagen, y aceptando su imperfección. Esa es la grandeza de Dios.

 Creo firmemente que la esencia de la Biblia está inspirada por Dios, pero esa misma visión permite la combinación de lo humano y lo divino para producir una obra magnífica.

Sin embargo, esa visión también nos demuestra que lo imperfecto e inexacto también está presente. Por lo tanto, la sabiduría nos debe empujar a rescatar lo ESENCIAL, el "espíritu" tras la letra y no la letra misma.

La misma Watchtower reconoce sabiamente que cada palabra y letra de la Biblia no está inspirada. Es su mensaje general el inspirado en cada libro. Por lo tanto, el extremismo de los judíos para otorgarle una especie de misticismo a cada frase no es real y es una exageración irracional e infantil.

"Dios ha conservado su mensaje en la Biblia, pero no ha conservado intacta cada letra, como si estuviera obsesionado con cosas tan triviales como las variaciones ortográficas que se han producido con el paso de los siglos"- The Watchtower  1 de abril de 2000, págs. 29-31.