Una de las razones del éxito de las religiones organizadas ha sido presentar "señales" en relación al fin de los tiempos. Ciertamente la excitación provoca aumento en sus filas, mayores ingresos, etc. Cuando una página de internet o un pesonaje suele presentar "señales" del fin de los tiempos, capta la atención y la "audiencia" es amplificada. En este mismo blog he comprobado que al tocar temas de actualidad y noticias con ésa línea, claramente los lectores aumentan en sus visitas. La actitud de los visitantes de los blogs (testigos de Jehová y personas de otra confesión) se parece a ésta:
“Todos los atenienses y los extranjeros que residían allí temporalmente no pasaban su tiempo libre en ninguna otra cosa sino en decir algo o escuchar algo nuevo.”—Hech. 17:21.
Asi puede parecer ventajoso para tener "público" señalar constantemente terremotos, y sucesos políticos como el cumplimiento de las señales. Incluso hasta cierto punto, puede ser beneficioso tener una actitud de ese tipo, pero edificar nuestro sentido de urgencia y el estar alertas basándonos en las señales cambiantes es edificar sobre la arena.
"Entonces, como contestación a él, algunos de los escribas y fariseos dijeron: “Maestro, queremos ver de ti alguna señal”. En respuesta, les dijo: “Una generación inicua y adúltera sigue buscando una señal, mas no se le dará ninguna señal, sino la señal de Jonás el profeta" - Mateo 12:38,39.
Honestamente reconozco haber sido víctima de éste pensar equivocado, y en el último tiempo he tratado de rehacer mi mente con humildad bajo el verdadero significado de las buenas nuevas. He comprobado que el auténtico Evangelio de Cristo no consiste en privarnos de las inquietudes de la vida o buscar la evasión de la realidad añorando un fin. Todos deseamos el fin de la maldad y el sufrimiento del Planeta, pero a menudo confundimos la realidad del mundo, con nuestros propios anhelos personales de obtener liberación. He descubierto que el Evangelio del Reino no tiene como objeto suprimir las preocupaciones y problemas, más bien nos ayuda a hacerles frente AHORA, nos ilumina para vivir una vida consagrada a Dios cada día. Es bueno anhelar un mundo mejor, pero sin sacrificar las realidades del presente y la vida del día a día.
Cuando caemos en la búsqueda frenética de "señales externas" nos volvemos como los guías ciegos, que solo buscaban llenar su curiosidad y satisfacer su excitación. Pero edificar sobre una "señal" es como un fuego artificial fatuo, que dura unos pocos instantes y no provoca un auténtico estado de alerta.
En las Asambleas de los Testigos por lo general se llega a un climax esperado en los últimos discursos. Se presentan "pruebas" o asuntos "excitantes" que pretenden generar un estado de alerta. Pero rápidamente a los pocos días los publicadores vuelven a bajar la guardia y a decaer en su sentido de urgencia. Y para eso son necesarias las nuevas "arengas", declaraciones excitantes que estimulen la expectativa y los vuelva a tener alertas por un tiempo, para luego decaer. Conozco a decenas de testigos que ya no están satisfechos con éstas tácticas agotadoras y cíclicas. Reconocen que "algo" esencial falta en su corazón para brindarles la paz en Cristo.
Pero el señalamiento de los acontecimientos mundiales como "LA SEÑAL" no es algo exclusivo de los testigos. Muchos proclamadores del fin de los tiempos de casi todas las confesiones señalan al fin de los tiempos. En el libro The late Great Planet Earth (Los últimos días del Gran Planeta Tierra), Hal Lindsey, al considerar la petición que hicieron los discípulos de una señal como se registra en Mateo 24:3, explica: "En su respuesta, Jesús dio muchas señales generales que incluían condiciones mundiales a las que él se refirió como “dolores de parto”. Dijo que estas señales –apostasía religiosa, guerras, revoluciones nacionales, terremotos, hambre, etc.–, aumentarían en frecuencia e intensidad igual que aumentan los dolores de parto antes de que se produzca el nacimiento de un niño".— Página 52.
El libro Good Bye, Planet Earth (Adiós, Planeta Tierra), del autor Adventista del Séptimo Día Robert Pierson, aunque no centra su atención en fechas específicas, adopta un punto de vista similar en cuanto al significado de nuestros tiempos. Al hablar de las guerras de este siglo, se refiere a ellas como guerras “de una escala que este mundo nunca antes había presenciado”, de “elementos de destrucción que sobrepasan los límites de la imaginación humana”; cuando considera el asunto de las catástrofes naturales, dice que la naturaleza “corre ahora sin control alrededor de nosotros” y habla de la ”creciente frecuencia e intensidad” de las sacudidas y temblores de la tierra; cuando considera el problema del hambre, se refiere a predicciones que hablan de “hambre creciente, pestes, genocidios” … y todo ello presentado como prueba indiscutible de que “Jesús vendrá pronto”.—Páginas 8, 15, 19-21, 23.
El Dr.Billy Graham, un tanto cautelosamente, dice que estas señales “se han convertido actualmente en el centro de atención” y que se intensificarán en un futuro próximo. Y la publicación de la Iglesia Universal de Dios Hambre…¿podemos sobrevivir?, en las páginas 89 y 90, dice:
Estas crisis de guerra, peste y HAMBRE, fueron predichas hace mucho tiempo. Fueron predichas con siglos de anticipación por el orador más grande que jamás ha existido: JESUCRISTO. Cristo dijo a sus discípulos que observasen con atención las señales de los tiempos …Jesucristo, el orador más grande que ha existido en el mundo, le estaba diciendo a sus discípulos lo que ocurriría en NUESTRA generación, la generación que vería estas cosas antes de desaparecer (véase [Mateo 24] versículo 3). ¡Esta fantástica predicción se está CUMPLIENDO de una forma cada vez mayor!
Así una gran mayoría de religiones afirma que nuestros sucesos constituyen LA SEÑAL dada por Jesús. Sin embargo, parece ser que éstas señales que han durado demasiado a menudo no edifican la fe verdadera, y tampoco generan un auténtico sentido de urgencia. Más bien provocan un estado de excitación que a la larga agota a las criaturas y genera decepción religiosa hacia Dios. Jesús y Pablo mismo nos advirtieron:
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"Dijo: “Cuidado que no los extravíen; porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, y dirán: ‘Yo soy ese’, y: ‘El debido tiempo se ha acercado’. No vayan en pos de ellos. Además, cuando oigan de guerras y desórdenes, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no [sucede] inmediatamente” Lucas 21:8,9..
"Sin embargo, hermanos, tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión inspirada, ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí" - 2 Tes. 2:1,2
Y me llama la atención como la excitación constante provocada por "señales" externas se parece mucho a lo que clamaban los judíos para "tener fe". “Maestro, queremos ver de ti alguna señal” era su proclama.
"22 Porque tanto los judíos piden señales como los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo fijado en el madero; para los judíos causa de tropiezo, pero para las naciones necedad; 24 no obstante, para los que son los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo el poder de Dios y la sabiduría de Dios. 25 Porque una cosa necia de Dios es más sabia que los hombres, y una cosa débil de Dios es más fuerte que los hombres." - 1 Corintios 1:22-25
Cómo bien dice Pablo, no debemos buscar "señales" ni vivir en base a éstas para tener espiritualidad o tener un sentido de urgencia. El estar alertas significa más bien que nos preocupamos de que nuestra espiritualidad este en pie, nos preocupamos de edificar una relación basada en "Cristo el poder de Dios y la sabiduría de Dios".
El fruto de estar alertas en base a esperar una fecha u observar constantes sucesos trágicos globales, no provoca una fe verdadera, no nos edifica en Cristo. Y este obrar ha provocado que miles dejen el camino correcto e incluso se vuelvan ateos. El fruto a corto o a largo plazo no es el mejor.
Jesús dijo que por el fruto conocemos el árbol. Y solo la influencia del Hombre del Desafuero explica porque los rebaños religiosos están siendo conducidos a la desilusión y destrucción de su fe.
¿Qué señal dio realmente Jesús?
Pocos días antes de su muerte, Jesús predijo la futura destrucción del templo de Jerusalén (Mateo 24:1,2). Debido a esa predicción, algunos de sus discípulos le hicieron un par de preguntas:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida, y del fin de la edad?—Mateo 24:3, NASB.
Antes de responder directamente a esas preguntas, Jesús dio algunas advertencias a sus discípulos:
‘Tened cuidado de que nadie os engañe’, respondió Jesús, ‘pues muchos hombres vendrán en mi nombre diciendo “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. Ciertamente oiréis de guerras y rumores de guerras, pero no os alarméis. Estas cosas realmente tienen que suceder, pero eso no es el fin. Porque se alzará en armas una nación contra otra, y un reino contra otro, y habrá hambres y terremotos en diferentes partes del mundo. Pero todo eso es sólo el principio de los dolores de parto’. —Mateo 24:4–8, The New Testament in Modern English, por J.B.Phillips, Edición Revisada.
Además de guerras, hambres y terremotos, Jesús, en los versículos siguientes, menciona persecuciones, falsos profetas y aumento de la maldad. ¿Debían entenderse todos estos acontecimientos como señales claras que identificarían su regreso y el fin de la edad? ¿O, por el contrario, estaba en realidad Jesús advirtiendo a sus discípulos que no se dejasen confundir por esos acontecimientos?
Con frecuencia, varios comentaristas cuidadosos y discernidores de la Biblia han señalado que Jesús en ninguna parte identifica estos acontecimientos como la “señal” de su venida (o presencia), sino que más bien parece advertir a sus discípulos que no sacasen esa conclusión cuando ocurriesen los desastres o catástrofes que él mencionó. Desde el mismo comienzo de su respuesta, su advertencia fue: “No os equivoquéis. No os aterroricéis. Estas cosas tienen que suceder, pero todavía no es el fin”. También señalan al hecho de que la palabra griega que en Mateo 24:3 se traduce “señal”, tosemeíon, está en singular, lo cual difícilmente permite la posibilidad de que se refiera a varios acontecimientos distintos.
También señalan que Jesús no describe realmente su regreso hasta los versículos 27 al 31, después de predecir la destrucción de Jerusalén. Sólo entonces comienza a hablar de la señal de su venida, de “la señal del Hijo del Hombre” (versículo 30), y nuevamente en singular, como en el versículo 3.
Esta “señal”, según las palabras de Jesús, debía “aparecer en el cielo”, no en la tierra. Esto es algo que la Sociedad Watch Tower admite. Por lo tanto, ellos se ven obligados a hacer una distinción entre “la señal del Hijo del Hombre … en el cielo”, que aparece cuando él viene para el Juicio Final, y la “señal” de su venida (parousía), que según ellos son las guerras, hambres, pestes, terremotos y demás, que han ocurrido desde 1914. De esa manera, resulta que ellos no sólo tienen dos tipos diferentes de “señales” de la venida de Cristo, sino también dos venidas diferentes: una en 1914 y otra en la “gran tribulación”.
Sin embargo, las palabras introductorias de Jesús deberían entenderse evidentemente como advertencias en contra de sacar falsas conclusiones. “Vigilad que nadie os engañe … no os alarméis”. Habría guerras, hambres, pestes, terremotos y otras aflicciones. Sus seguidores se enfrentarían a odio y persecución en el futuro, y no solamente una vez, sino muchas veces. Ellos tendrían que soportar estas cosas hasta el mismo momento del fin. Antes de eso el evangelio del Reino sería predicado en todas las naciones de la tierra. Sólo entonces vendría el fin (Mateo 24:4–14). Después de dar esa vista general del futuro, Jesús comienza a responder las preguntas de sus discípulos: la pregunta acerca de la destrucción del templo (versículos 15 al 22), y la pregunta acerca de su regreso y del fin de la edad (versículos 27 en adelante).
Los proclamadores del fin de los tiempos en general no aceptan esta forma natural de entender la respuesta de Jesús. Muchos comentaristas actuales de las profecías insisten en interpretar las palabras iniciales de Jesús acerca de futuras aflicciones, no como una introducción preliminar, sino como la respuesta a la pregunta acerca de la señal de su venida y del fin. La Sociedad Watch Tower, por ejemplo, justifica hábilmente el hecho de que la palabra griega para “señal” aparezca en singular, diciendo que la señal consiste en sí misma de varios rasgos distintivos diferentes. Hablan de la señal como una “señal compuesta“. Cuando todos los acontecimientos –guerras, hambres, pestes, terremotos y otras tribulaciones– aparecen al mismo tiempo y durante la misma generación, entonces podemos discernir “la señal”, la señal que prueba que Cristo ha llegado y está presente invisiblemente.
Contra esta interpretación se podría objetar lo siguiente: ¿No han visto todas las generaciones esta “señal compuesta”?
La Iglesia Adventista y C.T Russell señalaron a varios sucesos importantes ANTES del siglo XX como prueba de que éstos cumplían la Señal. 1844, 1874 fueron años "claves" según ellos y los sucesos ocurridos con las guerras de Napoleón y su invasión a Europa, el arresto del Papa en 1798, la Guerra Civil de Estados Unidos, el gran y terrible terremoto de Lisboa de 1755, el día oscuro de 1780 y la lluvia de estrellas de 1833, la tormenta solar de 1859 y la caída de los telégrafos, los inventos de la Revolución Industrial y la luz eléctrica fueron considerados hechos sin precedentes. Posteriormente en los años de la I Guerra mundial, luego en la II Guerra, durante la Guerra Fría, la Guerra de Vietnam, la Crisis de los Misiles en Cuba con una inminente III Guerra en los años 60, los años 80 (con las guerras de la Unión Soviética con Afganistán) y los sucesos con una inminente paz mundial, la Guerra del Golfo en los 90, la Caída de la URRSS, etc, y etc algunos religiosos han señalado a esos sucesos noticiosos para tener excitación constante de un inminente fin. Pero, ¿ha edificado la fe este sentido de alerta? ¿Ha debilitado la confianza en Dios y en sus predicciones? El estancamiento de la fe religiosa va en aumento y gran parte de la responsabilidad obedece a que las instituciones han provocado un agotamiento en las personas. Se ha edificado sobre las arenas movedizas de cambiantes y siempre presente hechos externos del mundo, en vez de desarrollar una espiritualidad verdadera.
Por eso, en el día verdadero, Jesús nos pregunta: "Sin embargo, cuando llegue el Hijo del hombre, ¿verdaderamente hallará la fe sobre la tierra?”.
Erase una vez un pequeño pastor que se pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando sus ovejas y, como muchas veces se aburria mientras las veía pastar, pensaba cosas que hacer para divertirse.
Un día, decidió que sería buena idea divertirse a costa de la gente del pueblo que había por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:
- Socorro! El lobo! Que viene el lobo!
La gente del pueblo cogió lo que tenía a mano y corriendo fueron a auxiliar al pobre pastorcito que pedía auxilio, pero cuando llegaron, descubrieron que todo había sido una broma pesada del pastor. Y se enfadaron.
Cuando se habían ido, al pastor le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vió a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:
Cuando se habían ido, al pastor le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vió a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:
- Socorro! El lobo! Que viene el lobo!
Las gentes del pueblo, en volverlo a oír, empezó a correr otra vez pensando que esta vez si que se había presentado el lobo, y realmente les estaba pidiendo ayuda. Pero al llegar donde estaba el pastor, se lo encontraron por los suelos, riendo de ver como los aldeanos habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez los aldeanos se enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enojados.
A la mañana siguiente, el pastor volvió a pastar con sus ovejas en el mismo campo. Aún reía cuando recordaba correr a los aldeanos. Pero no contó que, ese mismo día, si vió acercarse el lobo. El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar:
- Socorro! El lobo! Que viene el lobo! Se va a comer todas mis ovejas! Auxilio!
Pero esta vez los aldeanos, habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.
El pastorcillo vió como el lobo se abalanzaba sobre sus ovejas, y chilló cada vez más desesperado:
El pastorcillo vió como el lobo se abalanzaba sobre sus ovejas, y chilló cada vez más desesperado:
- Socorro! El lobo! El lobo! - pero los aldeanos continuaron sin hacer caso.
Es así, como el pastorcillo vió como el lobo se comía unas cuantas ovejas y se llevaba otras para la cena, sin poder hacer nada. Y se arrepintió en lo más profundo de la broma que hizo el día anterior.