jueves, 12 de abril de 2012

Algunos apuntes sobre el Génesis

Muchas veces hemos creído que el Génesis nos narra un inicio "perfecto" para la creación. El término "perfección" es relativo tal como lo reconoce la Obra Perspicacia y en mi opinión suele ser muy problemático ya que se ha abusado de esa palabra, al igual que el catolicismo ha hecho abuso de la expresión "santidad".

No hay ninguna perfección absoluta. Solo el Padre es completo. Toda la creación tiene perfección relativa. Por lo tanto, debemos sacarnos ciertos paradigmas mentales extremos. Veamos el caso del Génesis.

La Biblia nos declara que la Tierra progresivamente mediante un camino de evolución o progreso fué adquiriendo forma, los contintentes se formaron, etc. Para esto, grandes erupciones y terremotos en la corteza terrestre tuvieron lugar.

Posteriormente aparecieron plantas primitivas, luego los dinosaurios, de los cuales algunos no eran bestias mansas y pacifícas sino muy agresivas y carnívoras. Ciertas especies o "monstruos marinos" tuvieron que desaparecer tal como reconoce la Watchtower. Luego aparecen otras especies animales que anteceden al hombre.

Esto nos muestra que la vida nunca fué una manifestación súbita e idílica de las cosas. La lucha de los seres vivos, las erupciones volcánicas, los soles y estrellas en constante cambio, nos muestran un cosmos en progreso o evolución, pero nunca algo creado estático o perfecto tal como se suele entender esa expresión.

Algunas publicaciones Watchtower incluso reconocen que el Jardín de Edén solo era  una minúscula porción del Planeta, y que los descendientes de Adán extenderían dicho Jardín al expandirse por la Tierra. Aunque ésta última afirmación no sale en la Biblia, al parecer tendría cierta lógica.

Sin embargo, ésto demuestra que nunca existió una Tierra convertida en un Paraíso. El decir que el Planeta volverá a su origen es una exageración, porque solo una pequeña fracción de ésta era un Jardín. El resto del Planeta estaba en constante cambio y quizás hasta era inhóspito y difícil para la vida, con un clima extremo.

Esto nos muestra que Dios nunca creó un planeta con un estado idílico como si fuera de "plástico" al estilo Disneylandia. Incluso al parecer el mismo Jardín requería de los cuidados del hombre:

Ahora bien, todavía no se hallaba ningún arbusto del campo en la tierra y ninguna vegetación del campo brotaba aún, porque Jehová Dios no había hecho llover sobre la tierra y no había hombre que cultivara el suelo. - Gén. 2:5

Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. - Gén. 2:15

Claramente la mano humana haría grandes diferencias con un planeta salvaje y en progreso en cuantos a las formas de vida. Dios al declarar que había "hecho buenas las cosas" no declara una inmutabilidad cómo si los seres vivos no necesitaran reajustarse y adaptarse. La vida y la muerte eran elementos adyacentes ya existentes en esas "cosas buenas" que Dios hizo. Los dinosaurios y otras criaturas nos recuerdan esa realidad.

Dios es lo único completo e inmutable en perfección absoluta. Pero toda otra cosa separada e inferior a él, carece de muchos elementos de la completitud de Dios. Carece de ellos, no porque Dios lo hiciera así. Es simplemente una consecuencia natural ajena a Dios al separar la fracción del todo.

Así el suceso imprevisto del accidente que destruye a los animales reptiles miles de años antes de la caída de Adán, o la gota que separada del mar se enfrenta al aire y puede desvanecerse obedece a causas mecánicas y físicas inherentes a un cósmos en progreso constante y no creado automáticamente en perfección.

La perfección es un destino, no  es el origen. El niño en su aprendizaje para caminar cae y tropieza, y finalmente logra caminar, correr y hacer proezas con sus piernas.

Cuando algo se separa de la fuente, ese algo ya adquiere inherentemente la posibilidad de un libre albedrío, estar sujeto a otro ambiente incompleto, e incluso morir. Un padre humano lo sabe, una madre lo vive en carne propia. Y qué dolor cuando los hijos reclaman por haber sido traídos al mundo.

Eso mismo experimenta Dios cuando sus criaturas no entienden que la vida misma lleva la posibilidad de la libertad y que la misma criatura puede buscar lo mejor.