jueves, 19 de abril de 2012

«Sacar el vellón de lana»

El asunto de las señales y pactos con el Creador solo obedecen a lo íntimo y privado de cada persona. No son asuntos que se publiciten o se comenten a muchas personas. Dios ante nuestras inquietudes existenciales puede responder mediante una extraña mariposa en una fecha en que no hay mariposas, o un sin fin de "pistas" o "señales" en el camino para percibir su voluntad. Al contrario, cuando notamos que las cosas se ponen en contra, éso puede ser un indicativo que Dios no lo quiere y nos sugiere esperar o reconsiderar las cosas. Evidentemente el Padre respetará nuestro Libre Albedrío.

Esto no tiene nada que ver con poner a prueba a Dios, ni con la suerte. No es un desafío o apuesta con Dios. Es en realidad una forma íntima de comunicación basada en la realidad y la experiencia. Esto no tiene nada que ver con controlar las fuerzas sobrenaturales a través de hechizos y encantamientos, y tampoco con pensar que podemos controlar a Dios con tales demandas. Nuestro Padre Celestial no tiene interés alguno en hacer que Su poder sobrenatural acceda a nuestros caprichos. El objetivo que Él tiene para nosotros es que lo conozcamos de manera personal, en una relación que se fundamente en la fe y dependa de ella. Las respuestas y señales no tienen como objeto satisfacer demandas materiales, sino obtener respuestas espirituales y guía para movernos en el viaje de la vida.

 Entre dos personas amigas existe ese feed-back, ésa comunicación solo con la mirada, esa complicidad e intimidad. Cuando él ser humano logra una intimidad avanzada con Dios suceden esas cosas, y el universo (la obra de Dios), nos responde de formas maravillosas e inesperadas. El aprendiz de Dios llega a un nivel en que incluso pide señales precisas a Dios, y éste responde de forma magnífica.

Se menciona a Gedeón como uno de los héroes de la fe (Hebreos 11:32), y él «sacó el vellón de lana» no sólo una vez, ¡sino dos!

Considerando la naturaleza peligrosa y aterradora de las instrucciones del ángel, es fácil entender la inquietud de Gedeón y su deseo de una mayor confirmación.  A la luz del temor de Gedeón ante esta tarea aparentemente imposible, Dios, en Su gracia, le concedió las señales adicionales que solicitó.

"Permíteme hacer una prueba más con el vellón. Esta vez haz que sólo el vellón quede seco, y que todo el suelo quede cubierto de rocío" - Jueces 6:39

Naturalmente, es importante definir lo que quiere decir una persona cuando dice que «está sacando el vellón de lana». Si lo que quiere decir es que está estudiando cuidadosamente su situación en busca de las indicaciones generales para la guía de Dios, entonces está haciendo lo que debe hacer. También como Gedeón le pide una «señal» específica en la intimidad puede significar ese grado de comunicación. Sin embargo, el Padre puede responder con otra señal, una quizás inesperada. Recordemos que él es un amigo, y un amigo no funciona como una máquina que entrega dinero, él puede optar por sorprendernos de formas increíbles.

A veces creemos que la Fe está en contra de la necesidad de evidencias, pero si una persona quiere confrontar su propia fe y acrecentarla, puede buscar evidencias que aumenten esa fe. Esto hizo Gedeón y en su íntimidad logró percibir el respaldo de Dios para situaciones críticas. El no puso a prueba a Dios, él puso a prueba su misma fe personal y la deseó acrecentar. Esa es la diferencia.

La religión verdadera, la religión del espíritu consiste en estimular que los hombres logren en la experiencia viva de sus vidas cotidianas SENTIR el cuidado y amor del Padre Celestial, logrando una relación bidireccional.

Sin embargo, el Amor del Padre es tan grande, que incluso ofrece guía y señales a sus hijos que ignoran el tener una relación con él. Debido a cómo está construído el mundo moderno, muchas personas no están atentas a las señales de Dios. Ahora bien,  ¡con cuanta más razón los hijos de Dios que se vuelven conscientes de su filiación pueden obtener respuestas!

"Una joven a la que yo trataba tuvo, en un momento crítico, un sueño en el que le regalaban un escarabajo dorado. Mientras me lo contaba, yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De pronto oí detrás de mí un ruido, como un suave golpeteo. Me volteé y vi que un insecto volador golpeaba por fuera el vidrio de la ventana.

Abrí ésta y atrapé al insecto en el aire cuando entraba. Era lo más parecido a un escarabajo dorado que se encuentra en nuestras latitudes, un escarabeido llamado "Cetonia aurata", que en contra de sus costumbres había sentido la necesidad de entrar en una habitación obscura en ese preciso momento…"- Carl Gustav Jung