miércoles, 18 de abril de 2012

Advertencias contra las falsas conclusiones

Dijo: “Cuidado que no los extravíen; porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, y dirán: ‘Yo soy ese’, y: ‘El debido tiempo se ha acercado’. No vayan en pos de ellos. Además, cuando oigan de guerras y desórdenes, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no [sucede] inmediatamente”.

En octubre de 1962, aviones espías norteamericanos U2 detectaron en Cuba  la construcción de rampas de misiles y la presencia de tropas soviéticas. El 22 de octubre, con el apoyo claro de sus aliados occidentales, Kennedy toma una medida de gran dureza: establece una "cuarentena defensiva", es decir, un bloqueo de la isla, desplegando unidades navales y aviones de combate en torno a Cuba. Si los navíos soviéticos intentaran forzar el bloqueo, el conflicto armado entre los dos superpotencias estaba servido.
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Fue el momento de la guerra fría en que más cerca se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EEUU y de la hecatombe nuclear. Nunca antes el mundo estuvo tan cerca de la III Guerra Mundial como en ese entonces. Finalmente, tras negociaciones secretas, Kruschev lanza una propuesta aceptada por Kennedy: la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los misiles Júpiter que EE.UU. tenía desplegados en Turquía.

Poco antes en el año 1960, ocurría el terremoto más grande jamás registrado:  Magnitud 9,5 en Chile. Posteriormente en 1964 Alaska sufre otro gigantezco terremoto magnitud 9,2.

Los años sesenta estaban especialmente convulsionados. El presidente de Estados Unidos era asesinado, y comenzaba la Guerra de Vietnam. Posteriormente  la llegada del hombre a la Luna provocaba gran excitación y muchos comentarios. También algunos grupos comenzaron a señalar a que a mediados de los años 70 llegaría Armagedón.

Pasaron los años y no llegó el esperado fin, y durante los años ochenta volvieron a ocurrir hechos que tensaban el ambiente mundial. Y así el siglo XXI también repite los mismos patrones cíclicos. Hoy se habla mucho del fin del mundo y se vuelven a señalar eventos mundiales (Siria, terremotos, Irán) como pruebas de la inminencia del fin. ¿Cómo deberíamos actuar los cristianos?

Pocos días antes de su muerte, Jesús predijo la futura destrucción del templo de Jerusalén (Mateo 24:1,2). Debido a esa predicción, algunos de sus discípulos le hicieron un par de preguntas:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida, y del fin de la edad?—
Mateo 24:3, NASB.
Antes de responder directamente a esas preguntas, Jesús dio algunas advertencias a sus discípulos:
‘Tened cuidado de que nadie os engañe’, respondió Jesús, ‘pues muchos hombres vendrán en mi nombre diciendo “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. Ciertamente oiréis de guerras y rumores de guerras, pero no os alarméis. Estas cosas realmente tienen que suceder, pero eso no es el fin. Porque se alzará en armas una nación contra otra, y un reino contra otro, y habrá hambres y terremotos en diferentes partes del mundo. Pero todo eso es sólo el principio de los dolores de parto’. —
Mateo 24:4–8, The New Testament in Modern English, por J.B.Phillips, Edición Revisada.
Además de guerras, hambres y terremotos, Jesús, en los versículos siguientes, menciona persecuciones, falsos profetas y aumento de la maldad. ¿Debían entenderse todos estos acontecimientos como señales claras que identificarían su regreso y el fin de la edad? ¿O, por el contrario, estaba en realidad Jesús advirtiendo a sus discípulos que no se dejasen confundir por esos acontecimientos?

Con frecuencia, varios comentaristas cuidadosos y discernidores de la Biblia han señalado que Jesús en ninguna parte identifica estos acontecimientos como la “señal” de su venida, sino que más bien parece advertir a sus discípulos que no sacasen esa conclusión cuando ocurriesen los desastres o catástrofes que él mencionó. Desde el mismo comienzo de su respuesta, su advertencia fue: “No os equivoquéis. No os aterroricéis. Estas cosas tienen que suceder, pero todavía no es el fin”. También señalan al hecho de que la palabra griega que en Mateo 24:3 se traduce “señal”, tosemeíon, está en singular, lo cual difícilmente permite la posibilidad de que se refiera a varios acontecimientos distintos.
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También señalan que Jesús no describe realmente su regreso hasta los versículos 27 al 31, después de predecir la destrucción de Jerusalén. Sólo entonces comienza a hablar de la señal de su venida, de “la señal del Hijo del Hombre” (versículo 30), y nuevamente en singular, como en el versículo 3.

Esta “señal”, según las palabras de Jesús, debía “aparecer en el cielo”, no en la tierra. Esto es algo que la Sociedad Watch Tower admite. Por lo tanto, ellos se ven obligados a hacer una distinción entre “la señal del Hijo del Hombre … en el cielo”, que aparece cuando él viene para el Juicio Final, y la “señal” de su venida (parousía), que según ellos son las guerras, hambres, pestes, terremotos y demás, que han ocurrido desde 1914. De esa manera, resulta que ellos no sólo tienen dos tipos diferentes de “señales” de la venida de Cristo, sino también dos venidas diferentes: una en 1914 y otra en la “gran tribulación”.

Sin embargo, las palabras introductorias de Jesús deberían entenderse evidentemente como advertencias en contra de sacar falsas conclusiones. “Vigilad que nadie os engañe … no os alarméis”. Habría guerras, hambres, pestes, terremotos y otras aflicciones. Sus seguidores se enfrentarían a odio y persecución en el futuro, y no solamente una vez, sino muchas veces. Ellos tendrían que soportar estas cosas hasta el mismo momento del fin. Antes de eso el evangelio del Reino sería predicado en todas las naciones de la tierra. Sólo entonces vendría el fin (Mateo 24:4–14). Después de dar esa vista general del futuro, Jesús comienza a responder las preguntas de sus discípulos: la pregunta acerca de la destrucción del templo (versículos 15 al 22), y la pregunta acerca de su regreso y del fin de la edad (versículos 27 en adelante).

Los sucesos como guerras, hambres y pestes no señalan el inminente retorno de Cristo, sino más bien son distractores que tienen como objeto conducir a las masas a los falsos Cristos (hombres y organizaciones) que dicen representar a Jesús, y agotar su espiritualidad provocando desengaño.

En realidad debemos mantenernos alerta no debido a los hechos externos que van y vienen. No podemos edificar nuestras esperanzas en base al cambiante panorama mundial. Nuestro verdadero sentido de alerta se debe basar en éstos cimientos:

1- Cuidar nuestra propia espiritualidad y avanzar en logro espiritual y pureza propia. Trabajo sobre uno mismo y no en base a hechos externos que provocan excitación y agotamiento.

2- Tener presente que la posibilidad de la muerte propia  es tan real y segura como el posible advenimiento repentino de Jesús.

Éstos elementos fundamentan el verdadero sentido de Alerta para recibir la llegada inesperada de Cristo o nuestra posible muerte natural, y nos ayudan a visualizar los hechos mundiales como interesantes, pero no como patrones para actuar en base a ellos. Además obtenemos Paz interior, seguridad y nos libramos de la ansiedad morbosa que agota a las personas. La gente comete el craso error de actuar o apurarse en base a hechos externos, pero éstos con el tiempo bajan su guardia y se decepcionan.

Jesús previno del engaño religioso de las organizaciones que hablan en su nombre. Que nuestro sentido de alerta JAMÁS dependa de los agoreros humanos y de las excitaciones pasajeras de las noticias.