¿Qué es la Biblia?
Por lo general solemos
afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios. Esa afirmación a simple vista es
correcta. No obstante, debemos tener claridad de lo que realmente
significa.
El Corán, el Libro del Mormón e incluso el Bhágavad-guitá tienen una particularidad: Son un solo libro escrito por un autor. La Biblia en cambio es muy diferente. Es una colección de varios libros, redactados por diferentes autores, y recopilados durante varios siglos. Cómo se analizó en una entrada, aunque los libros internamente pueden ser obras inspiradas, el compendio o recolección de dichos libros no es un fenómeno inspirado. La expresión "Biblia" hace alusión a esa reunión de libros. Y desde cierta perspectiva, esa reunión de libros no está inspirada.
Si hubiésemos vivido en el siglo I habríamos observado una multitud de libros sagrados circulando. No existia una "Biblia" que reuniera de forma oficial y dijera cuales libros eran sagrados o no. Los rollos circulaban independientes unos de otros, y cada Sinagoga contaba con los que podía tener. Algunas Sinagogas incluso tenían libros como el de Enoc y otras escrituras que hoy son llamadas apócrifas. Sin embargo, las comunidades judías y cristianas no hacían distinción entre libros "apócrifos" y "canónicos". Judas cita en su carta un fragmento del libro de Enoc. En realidad la canonicidad de cada libro varía dependiendo de la tradición adoptada. Cómo se vislumbró en una entrada anterior, los judíos tenían una multiplicidad de libros "sagrados", algunos de los cuales han desaparecido.
Si hubiésemos sido cristianos del siglo I, solo una gran parte de los libros del Antiguo Testamento hubiesen sido considerados "sagrados" e "inspirados" por nosotros. E incluso estos libros eran considerados independientes unos de otros, sin formar una biblioteca en forma de una Biblia compacta. No existía tal cosa.
Para nosotros como cristianos del siglo I, las cartas apóstolicas e incluso los Evangelios no tenían carácter de sagrado en inspirado. No se había desarrollado una tradición cultural para elevar a la misma categoría las cartas de Pablo que las Escrituras Hebreas. Por eso Pablo en sus cartas muestra que muchos cristianos no tomaban en serio sus cartas y otros preferían seguir fuertemente atados a la Ley de Moisés debido a su tradición histórica y cultural. Esto nos muestra que NUNCA en el primer siglo las epístolas apóstolicas fueron llamadas "La Palabra de Dios" ni se logró generar hacia ellas un sentimiento de tradición. Solo eran consideradas recomendaciones espirituales internas de la Iglesia.
Por lo tanto, la Biblia, para los cristianos del Siglo I, era en realidad las Escrituras Hebreas. Solo a modo de recordatorios y sin el mismo nivel eran vistas las cartas apóstolicas. Muchas cartas apóstolicas, y muchos evangelios estarían en un limbo de aprobación a medida que pasaran los siglos.
Por lo tanto, como muchos cristianos del siglo I, las instrucciones de Pablo habrían sido colocadas por nuestra mente en un nivel secundario en relación a la tradición ya establecida.
Así ocurrio desde tiempos remotos. Incluso en la época de David, la Biblia practicamente eran los libros de Moisés. Y tuvieron que pasar generaciones para que los libros de los "profetas" fueran considerados como "sagrados". El fenómeno de incluir libros a la Biblia, por lo tanto ha durado siglos (desde el último libro de las Escrituras Hebreas al salto oficial de catálogo de las Escrituras Griegas hay siglos de separación), y no hay nada que indique que aún ese fenómeno haya concluído.
Cómo se analizó antes, libros como el Apocalipsis, la Carta a los Hebreos y muchos otros, fueron cuestionados en su veracidad durante siglos. Pero en los siglos posteriores la Iglesia Católica comenzó a elaborar un catálogo y darle forma a la "Biblia" tal como la conocemos hoy.
De hecho, los libros de la Biblia nunca tuvieron capítulos o versículos.
El Futuro de los Nuevos Libros Revelados
En el presente no hay tradiciones sociales vinculadas con nuevos libros "revelados". Muchas veces la gente (en ignorancia) usa el criterio de la simple tradición social y herencia religiosa para cuestionar libros que afirman traer nueva luz. Pero esas mismas personas también hubiesen rechazado por la misma regla varios "libros" que aún no eran reconocidos socialmente como sagrados en los siglos pasados.
Por lo tanto, nuestro criterio para evaluar una publicación religiosa debe ser el fruto espiritual que produce, su mensaje y contenido, y no una mera afirmación de tradición social y cultural o el decreto de una autoridad eclesiástica. Quizás en los siglos posteriores, la sociedad cultural humana en conjunto añada más libros a las Escrituras Sagradas. No obstante, nuestro criterio como buscadores de la verdad no debe basarse en la opinión popular o la tradición social religiosa.
Cómo conclusión entonces los libros individuales que componen la Biblia pueden tener la inspiración de la Deidad, pero la colección o el catálogo es otra cosa. Desde ese ángulo la Biblia como compendio no es inspirada.
El Corán, el Libro del Mormón e incluso el Bhágavad-guitá tienen una particularidad: Son un solo libro escrito por un autor. La Biblia en cambio es muy diferente. Es una colección de varios libros, redactados por diferentes autores, y recopilados durante varios siglos. Cómo se analizó en una entrada, aunque los libros internamente pueden ser obras inspiradas, el compendio o recolección de dichos libros no es un fenómeno inspirado. La expresión "Biblia" hace alusión a esa reunión de libros. Y desde cierta perspectiva, esa reunión de libros no está inspirada.
Si hubiésemos vivido en el siglo I habríamos observado una multitud de libros sagrados circulando. No existia una "Biblia" que reuniera de forma oficial y dijera cuales libros eran sagrados o no. Los rollos circulaban independientes unos de otros, y cada Sinagoga contaba con los que podía tener. Algunas Sinagogas incluso tenían libros como el de Enoc y otras escrituras que hoy son llamadas apócrifas. Sin embargo, las comunidades judías y cristianas no hacían distinción entre libros "apócrifos" y "canónicos". Judas cita en su carta un fragmento del libro de Enoc. En realidad la canonicidad de cada libro varía dependiendo de la tradición adoptada. Cómo se vislumbró en una entrada anterior, los judíos tenían una multiplicidad de libros "sagrados", algunos de los cuales han desaparecido.
Si hubiésemos sido cristianos del siglo I, solo una gran parte de los libros del Antiguo Testamento hubiesen sido considerados "sagrados" e "inspirados" por nosotros. E incluso estos libros eran considerados independientes unos de otros, sin formar una biblioteca en forma de una Biblia compacta. No existía tal cosa.
Para nosotros como cristianos del siglo I, las cartas apóstolicas e incluso los Evangelios no tenían carácter de sagrado en inspirado. No se había desarrollado una tradición cultural para elevar a la misma categoría las cartas de Pablo que las Escrituras Hebreas. Por eso Pablo en sus cartas muestra que muchos cristianos no tomaban en serio sus cartas y otros preferían seguir fuertemente atados a la Ley de Moisés debido a su tradición histórica y cultural. Esto nos muestra que NUNCA en el primer siglo las epístolas apóstolicas fueron llamadas "La Palabra de Dios" ni se logró generar hacia ellas un sentimiento de tradición. Solo eran consideradas recomendaciones espirituales internas de la Iglesia.
Por lo tanto, la Biblia, para los cristianos del Siglo I, era en realidad las Escrituras Hebreas. Solo a modo de recordatorios y sin el mismo nivel eran vistas las cartas apóstolicas. Muchas cartas apóstolicas, y muchos evangelios estarían en un limbo de aprobación a medida que pasaran los siglos.
Por lo tanto, como muchos cristianos del siglo I, las instrucciones de Pablo habrían sido colocadas por nuestra mente en un nivel secundario en relación a la tradición ya establecida.
Así ocurrio desde tiempos remotos. Incluso en la época de David, la Biblia practicamente eran los libros de Moisés. Y tuvieron que pasar generaciones para que los libros de los "profetas" fueran considerados como "sagrados". El fenómeno de incluir libros a la Biblia, por lo tanto ha durado siglos (desde el último libro de las Escrituras Hebreas al salto oficial de catálogo de las Escrituras Griegas hay siglos de separación), y no hay nada que indique que aún ese fenómeno haya concluído.
Cómo se analizó antes, libros como el Apocalipsis, la Carta a los Hebreos y muchos otros, fueron cuestionados en su veracidad durante siglos. Pero en los siglos posteriores la Iglesia Católica comenzó a elaborar un catálogo y darle forma a la "Biblia" tal como la conocemos hoy.
De hecho, los libros de la Biblia nunca tuvieron capítulos o versículos.
Fué Esteban Langton, futuro arzobispo de Canterbury
(Inglaterra) quién
decidió crear una división en capítulos, más o menos iguales. Su éxito
fue tan resonante que la adoptaron todos los doctores de la Universidad de
París, con lo que quedó consagrado su valor ante la Iglesia. Sin embargo, era
necesario todavía subdividirlos en partes más pequeñas con numeraciones propias,
a fin de ubicar con mayor rapidez y exactitud las frases y palabras
deseadas.
Uno de los primeros intentos fue el del dominico italiano
Santos Pagnino, el cual en 1528 publicó en Lyon una Biblia toda entera
subdividida en frases más cortas, que tenían un sentido más o menos completo:
los actuales versículos.
Sin embargo no le correspondería a él la gloria de ser el
autor de nuestro actual sistema de clasificación de versículos, sino a Roberto
Stefano, un editor protestante. Éste aceptó, para los libros del Antiguo
Testamento, la división hecha por Santos Pagnino, y resolvió adoptarla con
pequeños retoques.
Aunque la arbitraria división de capítulos y versículos
favorecía el estudio y ubicar más rapidamente los pasajes, en opinión trajo una
consecuencia nefasta: Se comenzaron a utilizar los versículos de forma aislada,
como si el versículo separado tuviese casi fuerza propia inspirada
independiente, dejando de lado los contextos. Esto ha provocado la manipulación
bíblica, el uso y abuso de ciertas frases dejando de lados el cuadro completo
contextual. Debido a esta separación de versículos se han creado dogmas falsos,
interpretaciones equivocadas, y miles de sectas religiosas.
El Futuro de los Nuevos Libros Revelados
En el presente no hay tradiciones sociales vinculadas con nuevos libros "revelados". Muchas veces la gente (en ignorancia) usa el criterio de la simple tradición social y herencia religiosa para cuestionar libros que afirman traer nueva luz. Pero esas mismas personas también hubiesen rechazado por la misma regla varios "libros" que aún no eran reconocidos socialmente como sagrados en los siglos pasados.
Por lo tanto, nuestro criterio para evaluar una publicación religiosa debe ser el fruto espiritual que produce, su mensaje y contenido, y no una mera afirmación de tradición social y cultural o el decreto de una autoridad eclesiástica. Quizás en los siglos posteriores, la sociedad cultural humana en conjunto añada más libros a las Escrituras Sagradas. No obstante, nuestro criterio como buscadores de la verdad no debe basarse en la opinión popular o la tradición social religiosa.
Cómo conclusión entonces los libros individuales que componen la Biblia pueden tener la inspiración de la Deidad, pero la colección o el catálogo es otra cosa. Desde ese ángulo la Biblia como compendio no es inspirada.
¿Hechos exactos?
Los Evangelios son obras maravillosas que han
cambiado el mundo. Cada redactor aportó sus recuerdos personales y comentarios
de otros testigos oculares. En esencia lo narrado en los Evangelios es correcto.
Sin embargo, éstos no son obras que narren detalles exactos. Por esa
razón hay supuestas contradicciones entre éstos. Esto nos enseña la gran lección
de que no podemos tomarlos como obras con hechos que al pie de la letra así
ocurrieron. Para sopresa de muchos, aporto la investigación honesta de una obra
de la misma Watchtower sobre éste punto:
Cuando dos o más escritores consideran el mismo
suceso, uno de ellos pudiera dar detalles que otro omitiera. También, diferentes
escritores tratan de diversa manera el asunto que consideran. Un escritor
pudiera considerar el asunto cronológicamente, mientras que otro pudiera optar
por un orden diferente.
Testigos
independientes
Surgen “contradicciones” cuando se dan dos o más
relatos del mismo incidente. Por ejemplo, en Mateo 8:5 leemos que cuando Jesús
vino a Capernaum “se le acercó un oficial del ejército, y le suplicó” que curara
a su criado. Pero en Lucas 7:3 leemos que aquel oficial del ejército “envió a él
algunos ancianos de los judíos a pedirle que viniera a sacar de peligro a su
esclavo”. ¿Habló a Jesús el oficial del ejército, o envió a los ancianos a
hacerlo?
Considere otro ejemplo similar. Mateo 20:20, 21
dice: “Se le acercó [a Jesús] la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos,
rindiéndole homenaje y pidiéndole algo”. Ella pidió que sus hijos recibieran la
posición más favorecida cuando Jesús entrara en su Reino. El relato de Marcos
dice lo siguiente sobre este mismo suceso: “Santiago y Juan, los dos hijos de
Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: ‘Maestro, queremos que hagas por nosotros
cualquier cosa que te pidamos’”. (Marcos 10:35-37.) ¿Quién presentó la solicitud
a Jesús?, ¿los dos hijos de Zebedeo, o la madre de ellos?
Es obvio que los dos hijos de Zebedeo hicieron
la solicitud, como declara Marcos. Pero la hicieron mediante su madre. Ella fue
su portavoz.
¿Ha oído usted a dos personas describir un suceso
que ambas han visto? Si así es, ¿ha notado que cada una enfatiza los detalles
que le han causado impresión? Una quizás omite cosas que la otra menciona. Sin
embargo, ambas personas dicen la verdad. Lo mismo pasa en los cuatro relatos
evangélicos del ministerio de Jesús, y en el caso de otros sucesos históricos
informados por más de un escritor bíblico. Cada escritor ha presentado
información exacta aunque alguno haya registrado detalles que otro haya omitido.
Al considerar todos los relatos se puede obtener mejor entendimiento de lo que
ha sucedido. Esas variaciones prueban que los relatos bíblicos son
independientes. Y su armonía esencial prueba que son verídicos.
Con exageración justificable, el apóstol Juan
escribió lo siguiente acerca del ministerio de Jesús: “Hay, de hecho, muchas
otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo
detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se
escribieran”. (Juan 21:25.)
En realidad,
la Biblia es un milagro de condensación. Contiene suficiente información
como para que podamos reconocer en ella más que simplemente una obra humana. Las
variaciones que contiene prueban que los escritores eran en verdad testigos
independientes. - ¿Se contradice la Biblia? - La Biblia... ¿la Palabra
de Dios, o palabra del hombre?
Comparto totalmente el punto de vista de los redactores de esta publicación. A menudo, somos nosotros los que tenemos que llegar a alguna conclusión externa como lectores para saber como fueron realmente los hechos (por ejemplo si Judas murió ahorcado o se lanzó a un precipicio). El punto es que la investigación reconoce que los Evangelios por sí solos no pueden darnos detalles cien por ciento exactos y perfectos, e incluso omitir algunos hechos.
Este razonamiento maduro muchas veces no es apreciado y se suele lanzar a la hoguera cualesquier otra información que pueda aportar detalles más exactos o ampliar un cuadro completo de los hechos. Se necesita mucha madurez y sabiduría para lograr esta visión de la Biblia que combina el valorarla como una obra inspirada pero que a la vez no contiene todos los detalles exactos.
Inspiración no significa que algo sea "perfecto" en sentido estricto. Un obra artística puede ser producto de la "inspiración" del pintor, pero difícilmente puede ser algo perfecto, mecanizado u robotico. En esencia yo veo la mano de Dios combinada con la mano humana, hecha a su imagen, y aceptando su imperfección. Esa es la grandeza de Dios.
Creo firmemente que la esencia de la Biblia está inspirada por Dios, pero esa misma visión permite la combinación de lo humano y lo divino para producir una obra magnífica.
Sin embargo, esa visión también nos demuestra que lo imperfecto e inexacto también está presente. Por lo tanto, la sabiduría nos debe empujar a rescatar lo ESENCIAL, el "espíritu" tras la letra y no la letra misma.
La misma Watchtower reconoce sabiamente que cada palabra y letra de la Biblia no está inspirada. Es su mensaje general el inspirado en cada libro. Por lo tanto, el extremismo de los judíos para otorgarle una especie de misticismo a cada frase no es real y es una exageración irracional e infantil.
"Dios ha conservado su mensaje en la Biblia, pero no ha conservado intacta cada letra, como si estuviera obsesionado con cosas tan triviales como las variaciones ortográficas que se han producido con el paso de los siglos"- The Watchtower 1 de abril de 2000, págs. 29-31.
Comparto totalmente el punto de vista de los redactores de esta publicación. A menudo, somos nosotros los que tenemos que llegar a alguna conclusión externa como lectores para saber como fueron realmente los hechos (por ejemplo si Judas murió ahorcado o se lanzó a un precipicio). El punto es que la investigación reconoce que los Evangelios por sí solos no pueden darnos detalles cien por ciento exactos y perfectos, e incluso omitir algunos hechos.
Este razonamiento maduro muchas veces no es apreciado y se suele lanzar a la hoguera cualesquier otra información que pueda aportar detalles más exactos o ampliar un cuadro completo de los hechos. Se necesita mucha madurez y sabiduría para lograr esta visión de la Biblia que combina el valorarla como una obra inspirada pero que a la vez no contiene todos los detalles exactos.
Inspiración no significa que algo sea "perfecto" en sentido estricto. Un obra artística puede ser producto de la "inspiración" del pintor, pero difícilmente puede ser algo perfecto, mecanizado u robotico. En esencia yo veo la mano de Dios combinada con la mano humana, hecha a su imagen, y aceptando su imperfección. Esa es la grandeza de Dios.
Creo firmemente que la esencia de la Biblia está inspirada por Dios, pero esa misma visión permite la combinación de lo humano y lo divino para producir una obra magnífica.
Sin embargo, esa visión también nos demuestra que lo imperfecto e inexacto también está presente. Por lo tanto, la sabiduría nos debe empujar a rescatar lo ESENCIAL, el "espíritu" tras la letra y no la letra misma.
La misma Watchtower reconoce sabiamente que cada palabra y letra de la Biblia no está inspirada. Es su mensaje general el inspirado en cada libro. Por lo tanto, el extremismo de los judíos para otorgarle una especie de misticismo a cada frase no es real y es una exageración irracional e infantil.
"Dios ha conservado su mensaje en la Biblia, pero no ha conservado intacta cada letra, como si estuviera obsesionado con cosas tan triviales como las variaciones ortográficas que se han producido con el paso de los siglos"- The Watchtower 1 de abril de 2000, págs. 29-31.
¿Es el Canon bíblico un fenómeno inspirado?
El fragmento muratoriano, o fragmento de Muratori, también llamado canon muratoriano es la lista más antigua conocida de libros considerados canónicos del Nuevo Testamento.
Aunque el manuscrito en que figura el Fragmento Muratoriano data del siglo VII, la lista se ha fechado en torno al año 170, ya que se refiere como reciente al papado de Pío I, muerto en 157. ¡Estamos hablando de la época en que la gran apostasía estaba en pleno desarrollo!
Es un error dar a entender que el Cannon corresponde en la época final del cristianismo verdadero. ¡Ya había pasado mucha agua bajo el río!
El Fragmento acepta cuatro evangelios, dos de ellos son Lucas y Juan -falta el principio del manuscrito, donde estarían los nombres de los dos primeros (se supone que son Mateo y Marcos)-, los Hechos de los Apóstoles, y 13 epístolas de Pablo (no se menciona la Epístola a los Hebreos).
Si fuera por guiarnos por esa lista Eclesiástica la carta los Hebreos sería un libro Apocrífo. También la carta de Santiago.
Creo que en honor a la verdad hay que puntualizar estas cosas.
Alrededor del año 230 E.C. Orígenes aceptó entre las Escrituras inspiradas los libros de Hebreos y Santiago, que faltan en el Fragmento Muratoriano. Aunque él indica que algunos dudaban de su canonicidad, esto también muestra que para ese tiempo se aceptaba la canonicidad de la mayor parte de las Escrituras Griegas, y solo unos cuantos dudaban de algunas de las epístolas menos conocidas.- Toda Escritura es Inspirada de Dios.
Cómo observamos, es la opinión cambiante de los hombres las que aceptaban o quitaban libros de la compilación llamada Biblia. Tal como analizamos en una entrada pasada. Esto no es una crítica la inspiración interna de la Biblia. Es ver las cosas de forma objetiva, madura, y sin disfrazarlas de un halo romántico infantil. Sé que hay personas que no quieren escuchar o leer estas cosas y buscan gente que les regale los oídos. Pero la verdad es simplemente la verdad.
El Apocalipsis es considerado uno de los
libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por la multiplicidad de
posibles interpretaciones en los significados de nombres, eventos y símbolos que
se narran. La admisión de este texto en el canon bíblico del Nuevo Testamento no
fue nada fácil, la polémica entre los Padres de la Iglesia respecto a la
canonicidad del Apocalipsis duró varios siglos.
Algunos, como el romano Cayo, a principios del siglo
III rechazaron el Apocalipsis por fomentar el milenarismo. El antagonista
más importante de la autoridad del Apocalipsis fue Dionisio, obispo de
Alejandría, discípulo de Orígenes. Él no se oponía a la idea de que Cerinto
fuese el autor del Apocalipsis como se puede leer en su obra Sobre las
promesas:
"El Apocalipsis es aceptado por algunos entre los
libros canónicos, pero otros lo rechazan." (Historia Eclesiástica, III,
25).
En el siglo IV, san Juan Crisóstomo y otros obispos
argumentaban contra la inclusión de este libro en el canon del Nuevo Testamento,
sobre todo debido a las dificultades que planteaba su interpretación y el
peligro latente que podía entrañar. Los cristianos de Siria también lo
rechazaron debido a que los montanistas se apoyaban mucho en él.
En el siglo IX, fue incluido junto con el
Apocalipsis de Pedro entre los libros "discutidos" de la
Stichometría de san Nicéforo, patriarca de Constantinopla.
Martín Lutero consideraba que el Apocalipsis
"no es ni apostólico ni profético", y decía que "Cristo no se enseña ni se sabe
de él aquí". (Tratado de Lutero de libros discutidos del Nuevo Testamento (en
inglés))-Wikipedia.
Fué en el Concilio de
Cartago (397 E.C.), donde se formuló un catálogo oficial de libros. Jerónimo
inició una traducción latina de la Biblia, completada en el año 405, llamada la
Vulgata y
considerada desde entonces la Biblia canónica u oficial de la Iglesia
Católica. El investigador Pepe Rodriguez nos
comenta:
.
.
Los textos fueron declarados "inspirados" y que
fueron seleccionados entre 60 evangelios diferentes. Se descartaron
textos de los Apóstoles Tomás, Pedro, Andrés, Tadeo, Bartolomé, Pablo, o
Santiago y fueron declarados apócrifos (llamados así al principio los textos
ocultos para uso privado, pero con las primeras luchas para lograr el control de
la ortodoxia cristiana, apócrifo pasó a designar primero textos de dudosa
autenticidad y después, escritos nada recomendables). Si una idea ganaba quedaba
establecida como ortodoxa, pero si perdía se convertía en herejía.
Los evangelios seleccionados citan a menudo textos apócrifos y de los primeros padres de la Iglesia, de hecho los textos canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan fueron rechazados por los primeros apologistas cristianos hasta San Justino (100-165 d.C.).
La selección de los textos se realizó por medio de la "elección milagrosa" y se han conservado cuatro versiones para explicar cómo sucedió:
1- Después de rezar mucho los cuatro textos volaron hasta posarse sobre un altar.
2- Se colocaron todos los textos sobre un altar y los apócrifos cayeron al suelo.
3- Elegidos los cuatro se conminó a Dios para que si hubiera alguna palabra falsa cayeran al suelo, cosa que no pasó.
4- Penetró el Espíritu Santo en forma de paloma y posándose en el hombro de cada obispo les susurró qué evangelios eran los auténticos.
Y eso que hubo una ajustada votación, mayoritaria, que no unánime, para su elección.