miércoles, 9 de mayo de 2012

La verdad en torno a la Biblia

Algunos lectores como "La Lengua de los Enseñados" han pedido que dé alguna opinión en torno a lo que es la Biblia y la verdad. En entradas pasadas he tocado ese tema, y ahora para beneficio de los lectores analizaremos éstos puntos que involucran un entendimiento maduro y avanzado de lo que es realmente la "La Palabra de Dios".

¿Qué es la Biblia?

Por lo general solemos afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios. Esa afirmación a simple vista es correcta. No obstante, debemos tener claridad de lo que realmente significa.

El Corán, el Libro del Mormón e incluso el Bhágavad-guitá tienen una particularidad: Son un solo libro escrito por un autor. La Biblia en cambio es muy diferente. Es una colección de varios libros, redactados por diferentes autores, y recopilados durante varios siglos. Cómo se analizó en una entrada, aunque los libros internamente pueden ser obras inspiradas, el compendio o recolección de dichos libros no es un fenómeno inspirado. La expresión "Biblia" hace alusión a esa reunión de libros. Y desde cierta perspectiva, esa reunión de libros no está inspirada.
Si hubiésemos vivido en el siglo I habríamos observado una multitud de libros sagrados circulando. No existia una "Biblia" que reuniera de forma oficial y dijera cuales libros eran sagrados o no. Los rollos circulaban independientes unos de otros, y cada Sinagoga contaba con los que podía tener. Algunas Sinagogas incluso tenían libros como el de Enoc y otras escrituras que hoy son llamadas apócrifas. Sin embargo, las comunidades judías y cristianas no hacían distinción entre libros "apócrifos" y "canónicos". Judas cita en su carta un fragmento del libro de Enoc. En realidad la canonicidad de cada libro varía dependiendo de la tradición adoptada. Cómo se vislumbró en una entrada anterior, los judíos tenían una multiplicidad de libros "sagrados", algunos de los cuales han desaparecido.

Si hubiésemos sido cristianos del siglo I, solo una gran parte de los libros del Antiguo Testamento hubiesen sido considerados "sagrados" e "inspirados" por nosotros. E incluso estos libros eran considerados independientes unos de otros, sin formar una biblioteca en forma de una Biblia compacta. No existía tal cosa.

Para nosotros como cristianos del siglo I, las cartas apóstolicas e incluso los Evangelios no tenían carácter de sagrado en inspirado. No se había desarrollado una tradición cultural para elevar a la misma categoría las cartas de Pablo que las Escrituras Hebreas. Por eso Pablo en sus cartas muestra que muchos cristianos no tomaban en serio sus cartas y otros preferían seguir fuertemente atados a la Ley de Moisés debido a su tradición histórica y cultural. Esto nos muestra que NUNCA en el primer siglo las epístolas apóstolicas fueron llamadas "La Palabra de Dios" ni se logró generar hacia ellas un sentimiento de tradición. Solo eran consideradas recomendaciones espirituales internas de la Iglesia.

Por lo tanto, la Biblia, para los cristianos del Siglo I, era en realidad las Escrituras Hebreas. Solo a modo de recordatorios y sin el mismo nivel eran vistas las cartas apóstolicas. Muchas cartas apóstolicas, y muchos evangelios estarían en un limbo de aprobación a medida que pasaran los siglos.

Por lo tanto, como muchos cristianos del siglo I, las instrucciones de Pablo habrían sido colocadas por nuestra mente en un nivel secundario en relación a la tradición ya establecida.

Así ocurrio desde tiempos remotos. Incluso en la época de David, la Biblia practicamente eran los libros de Moisés. Y tuvieron que pasar generaciones para que los libros de los "profetas" fueran considerados como "sagrados". El fenómeno de incluir libros a la Biblia, por lo tanto ha durado siglos (desde el último libro de las Escrituras Hebreas al salto oficial de catálogo de las Escrituras Griegas hay siglos de separación), y no hay nada que indique que aún ese fenómeno haya concluído.

Cómo se analizó antes, libros como el Apocalipsis, la Carta a los Hebreos y muchos otros, fueron cuestionados en su veracidad durante siglos. Pero en los siglos posteriores la Iglesia Católica comenzó a elaborar un catálogo y darle forma a la "Biblia" tal como la conocemos hoy.

De hecho, los libros de la Biblia nunca tuvieron capítulos o versículos.

Fué Esteban Langton, futuro arzobispo de Canterbury (Inglaterra) quién decidió crear una división en capítulos, más o menos iguales. Su éxito fue tan resonante que la adoptaron todos los doctores de la Universidad de París, con lo que quedó consagrado su valor ante la Iglesia. Sin embargo, era necesario todavía subdividirlos en partes más pequeñas con numeraciones propias, a fin de ubicar con mayor rapidez y exactitud las frases y palabras deseadas.

Uno de los primeros intentos fue el del dominico italiano Santos Pagnino, el cual en 1528 publicó en Lyon una Biblia toda entera subdividida en frases más cortas, que tenían un sentido más o menos completo: los actuales versículos.

Sin embargo no le correspondería a él la gloria de ser el autor de nuestro actual sistema de clasificación de versículos, sino a Roberto Stefano, un editor protestante. Éste aceptó, para los libros del Antiguo Testamento, la división hecha por Santos Pagnino, y resolvió adoptarla con pequeños retoques.

Aunque la arbitraria división de capítulos y versículos favorecía el estudio y ubicar más rapidamente los pasajes, en opinión trajo una consecuencia nefasta: Se comenzaron a utilizar los versículos de forma aislada, como si el versículo separado tuviese casi fuerza propia inspirada independiente, dejando de lado los contextos. Esto ha provocado la manipulación bíblica, el uso y abuso de ciertas frases dejando de lados el cuadro completo contextual. Debido a esta separación de versículos se han creado dogmas falsos, interpretaciones equivocadas, y miles de sectas religiosas.


El Futuro de los Nuevos Libros Revelados
En el presente no hay tradiciones sociales vinculadas con nuevos libros "revelados". Muchas veces la gente (en ignorancia) usa el criterio de la simple tradición social y herencia religiosa para cuestionar libros que afirman traer nueva luz. Pero esas mismas personas también hubiesen rechazado por la misma regla varios "libros" que aún no eran reconocidos socialmente como sagrados en los siglos pasados.

Por lo tanto, nuestro criterio para evaluar una publicación religiosa debe ser el fruto espiritual que produce, su mensaje y contenido, y no una mera afirmación de tradición social y cultural o el decreto de una autoridad eclesiástica. Quizás en los siglos posteriores, la sociedad cultural humana en conjunto añada más libros a las Escrituras Sagradas. No obstante, nuestro criterio como buscadores de la verdad no debe basarse en la opinión popular o la tradición social religiosa.

Cómo conclusión entonces los libros individuales que componen la Biblia pueden tener la inspiración de la Deidad, pero la colección o el catálogo es otra cosa. Desde ese ángulo la Biblia como compendio no es inspirada.

¿Hechos exactos?

Los Evangelios son obras maravillosas que han cambiado el mundo. Cada redactor aportó sus recuerdos personales y comentarios de otros testigos oculares. En esencia lo narrado en los Evangelios es correcto. Sin embargo, éstos no son obras que narren detalles exactos. Por esa razón hay supuestas contradicciones entre éstos. Esto nos enseña la gran lección de que no podemos tomarlos como obras con hechos que al pie de la letra así ocurrieron. Para sopresa de muchos, aporto la investigación honesta de una obra de la misma Watchtower sobre éste punto:

Cuando dos o más escritores consideran el mismo suceso, uno de ellos pudiera dar detalles que otro omitiera. También, diferentes escritores tratan de diversa manera el asunto que consideran. Un escritor pudiera considerar el asunto cronológicamente, mientras que otro pudiera optar por un orden diferente.

Testigos independientes
 
Surgen “contradicciones” cuando se dan dos o más relatos del mismo incidente. Por ejemplo, en Mateo 8:5 leemos que cuando Jesús vino a Capernaum “se le acercó un oficial del ejército, y le suplicó” que curara a su criado. Pero en Lucas 7:3 leemos que aquel oficial del ejército “envió a él algunos ancianos de los judíos a pedirle que viniera a sacar de peligro a su esclavo”. ¿Habló a Jesús el oficial del ejército, o envió a los ancianos a hacerlo?
 
Considere otro ejemplo similar. Mateo 20:20, 21 dice: “Se le acercó [a Jesús] la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, rindiéndole homenaje y pidiéndole algo”. Ella pidió que sus hijos recibieran la posición más favorecida cuando Jesús entrara en su Reino. El relato de Marcos dice lo siguiente sobre este mismo suceso: “Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: ‘Maestro, queremos que hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos’”. (Marcos 10:35-37.) ¿Quién presentó la solicitud a Jesús?, ¿los dos hijos de Zebedeo, o la madre de ellos?
 
Es obvio que los dos hijos de Zebedeo hicieron la solicitud, como declara Marcos. Pero la hicieron mediante su madre. Ella fue su portavoz.
 
¿Ha oído usted a dos personas describir un suceso que ambas han visto? Si así es, ¿ha notado que cada una enfatiza los detalles que le han causado impresión? Una quizás omite cosas que la otra menciona. Sin embargo, ambas personas dicen la verdad. Lo mismo pasa en los cuatro relatos evangélicos del ministerio de Jesús, y en el caso de otros sucesos históricos informados por más de un escritor bíblico. Cada escritor ha presentado información exacta aunque alguno haya registrado detalles que otro haya omitido. Al considerar todos los relatos se puede obtener mejor entendimiento de lo que ha sucedido. Esas variaciones prueban que los relatos bíblicos son independientes. Y su armonía esencial prueba que son verídicos.
 
Con exageración justificable, el apóstol Juan escribió lo siguiente acerca del ministerio de Jesús: “Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran”. (Juan 21:25.)
 
En realidad, la Biblia es un milagro de condensación. Contiene suficiente información como para que podamos reconocer en ella más que simplemente una obra humana. Las variaciones que contiene prueban que los escritores eran en verdad testigos independientes. - ¿Se contradice la Biblia? - La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?

Comparto totalmente el punto de vista de los redactores de esta publicación. A menudo, somos nosotros los que tenemos que llegar a alguna conclusión externa como lectores para saber como fueron realmente los hechos (por ejemplo si Judas murió ahorcado o se lanzó a un precipicio). El punto es que la investigación reconoce que los Evangelios por sí solos no pueden darnos detalles cien por ciento exactos y perfectos, e incluso omitir algunos hechos.

Este razonamiento maduro muchas veces no es apreciado y se suele lanzar a la hoguera cualesquier otra información que pueda aportar detalles más exactos o ampliar un cuadro completo de los hechos. Se necesita mucha madurez y sabiduría para lograr esta visión de la Biblia que combina el valorarla como una obra inspirada pero que a la vez no contiene todos los detalles exactos.

Inspiración no significa que algo sea "perfecto" en sentido estricto. Un obra artística puede ser producto de la "inspiración" del pintor, pero difícilmente puede ser algo perfecto, mecanizado u robotico. En esencia yo veo la mano de Dios combinada con la mano humana, hecha a su imagen, y aceptando su imperfección. Esa es la grandeza de Dios.

Creo firmemente que la esencia de la Biblia está inspirada por Dios, pero esa misma visión permite la combinación de lo humano y lo divino para producir una obra magnífica.

Sin embargo, esa visión también nos demuestra que lo imperfecto e inexacto también está presente. Por lo tanto, la sabiduría nos debe empujar a rescatar lo ESENCIAL, el "espíritu" tras la letra y no la letra misma.

La misma Watchtower reconoce sabiamente que cada palabra y letra de la Biblia no está inspirada. Es su mensaje general el inspirado en cada libro. Por lo tanto, el extremismo de los judíos para otorgarle una especie de misticismo a cada frase no es real y es una exageración irracional e infantil.

"Dios ha conservado su mensaje en la Biblia, pero no ha conservado intacta cada letra, como si estuviera obsesionado con cosas tan triviales como las variaciones ortográficas que se han producido con el paso de los siglos"- The Watchtower 1 de abril de 2000, págs. 29-31.

¿Es el Canon bíblico un fenómeno inspirado?


Lo he tratado en una entrada anterior. Por lo general se suele evadir esta respuesta, porque es un asunto incómodo. Lo sé. Es más facil tener una visión romántica de las cosas, que enfrentarse a la realidad. Mi objetivo es precisamente mostrar los hechos con objetividad. A muchos lectores esto les duele. Y suelen imputar malos motivos. Pero aquí ante todo amamos la verdad. Y aunque la verdad puede ser incómoda o dolorosa (como dejar de creer en Santa), fianlmente te hace libre y te permite crecer.

El fragmento muratoriano, o fragmento de Muratori, también llamado canon muratoriano es la lista más antigua conocida de libros considerados canónicos del Nuevo Testamento.

Aunque el manuscrito en que figura el Fragmento Muratoriano data del siglo VII, la lista se ha fechado en torno al año 170, ya que se refiere como reciente al papado de Pío I, muerto en 157. ¡Estamos hablando de la época en que la gran apostasía estaba en pleno desarrollo!

Es un error dar a entender que el Cannon corresponde en la época final del cristianismo verdadero. ¡Ya había pasado mucha agua bajo el río!

El Fragmento acepta cuatro evangelios, dos de ellos son Lucas y Juan -falta el principio del manuscrito, donde estarían los nombres de los dos primeros (se supone que son Mateo y Marcos)-, los Hechos de los Apóstoles, y 13 epístolas de Pablo (no se menciona la Epístola a los Hebreos).

Si fuera por guiarnos por esa lista Eclesiástica la carta los Hebreos sería un libro Apocrífo. También la carta de Santiago.

Creo que en honor a la verdad hay que puntualizar estas cosas.

Alrededor del año 230 E.C. Orígenes aceptó entre las Escrituras inspiradas los libros de Hebreos y Santiago, que faltan en el Fragmento Muratoriano. Aunque él indica que algunos dudaban de su canonicidad, esto también muestra que para ese tiempo se aceptaba la canonicidad de la mayor parte de las Escrituras Griegas, y solo unos cuantos dudaban de algunas de las epístolas menos conocidas.- Toda Escritura es Inspirada de Dios.

Cómo observamos, es la opinión cambiante de los hombres las que aceptaban o quitaban libros de la compilación llamada Biblia. Tal como analizamos en una entrada pasada. Esto no es una crítica la inspiración interna de la Biblia. Es ver las cosas de forma objetiva, madura, y sin disfrazarlas de un halo romántico infantil. Sé que hay personas que no quieren escuchar o leer estas cosas y buscan gente que les regale los oídos. Pero la verdad es simplemente la verdad.

El Apocalipsis es considerado uno de los libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por la multiplicidad de posibles interpretaciones en los significados de nombres, eventos y símbolos que se narran. La admisión de este texto en el canon bíblico del Nuevo Testamento no fue nada fácil, la polémica entre los Padres de la Iglesia respecto a la canonicidad del Apocalipsis duró varios siglos.

Algunos, como el romano Cayo, a principios del siglo III rechazaron el Apocalipsis por fomentar el milenarismo. El antagonista más importante de la autoridad del Apocalipsis fue Dionisio, obispo de Alejandría, discípulo de Orígenes. Él no se oponía a la idea de que Cerinto fuese el autor del Apocalipsis como se puede leer en su obra Sobre las promesas:

"El Apocalipsis es aceptado por algunos entre los libros canónicos, pero otros lo rechazan." (Historia Eclesiástica, III, 25).

En el siglo IV, san Juan Crisóstomo y otros obispos argumentaban contra la inclusión de este libro en el canon del Nuevo Testamento, sobre todo debido a las dificultades que planteaba su interpretación y el peligro latente que podía entrañar. Los cristianos de Siria también lo rechazaron debido a que los montanistas se apoyaban mucho en él.

En el siglo IX, fue incluido junto con el Apocalipsis de Pedro entre los libros "discutidos" de la Stichometría de san Nicéforo, patriarca de Constantinopla.

Martín Lutero consideraba que el Apocalipsis "no es ni apostólico ni profético", y decía que "Cristo no se enseña ni se sabe de él aquí". (Tratado de Lutero de libros discutidos del Nuevo Testamento (en inglés))-Wikipedia.

Fué en el Concilio de Cartago (397 E.C.), donde se formuló un catálogo oficial de libros. Jerónimo inició una traducción latina de la Biblia, completada en el año 405, llamada la Vulgata y considerada desde entonces la Biblia canónica u oficial de la Iglesia Católica. El investigador Pepe Rodriguez nos comenta:
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Los textos fueron declarados "inspirados" y que fueron seleccionados entre 60 evangelios diferentes. Se descartaron textos de los Apóstoles Tomás, Pedro, Andrés, Tadeo, Bartolomé, Pablo, o Santiago y fueron declarados apócrifos (llamados así al principio los textos ocultos para uso privado, pero con las primeras luchas para lograr el control de la ortodoxia cristiana, apócrifo pasó a designar primero textos de dudosa autenticidad y después, escritos nada recomendables). Si una idea ganaba quedaba establecida como ortodoxa, pero si perdía se convertía en herejía.

Los evangelios seleccionados citan a menudo textos apócrifos y de los primeros padres de la Iglesia, de hecho los textos canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan fueron rechazados por los primeros apologistas cristianos hasta San Justino (100-165 d.C.).

La selección de los textos se realizó por medio de la "elección milagrosa" y se han conservado cuatro versiones para explicar cómo sucedió:

1- Después de rezar mucho los cuatro textos volaron hasta posarse sobre un altar.

2- Se colocaron todos los textos sobre un altar y los apócrifos cayeron al suelo.

3- Elegidos los cuatro se conminó a Dios para que si hubiera alguna palabra falsa cayeran al suelo, cosa que no pasó.

4- Penetró el Espíritu Santo en forma de paloma y posándose en el hombro de cada obispo les susurró qué evangelios eran los auténticos.

Y eso que hubo una ajustada votación, mayoritaria, que no unánime, para su elección.