domingo, 29 de julio de 2012

Encontrar al Padre Universal

"el verdadero Dios no está lejos, es parte de nosotros, su espíritu habla desde dentro de nosotros. El hombre sale en busca de un amigo e ignora que el mejor amigo vive dentro de su propio corazón" L.U 45
 
"El Padre ama a cada uno de sus hijos, y ese afecto es nada menos que verdadero, sagrado, divino, ilimitado, eterno y único... Y ese amor eclipsa totalmente todos los demás hechos" L.U 454 

Los Reveladores de L.U declaran lo difícil que es describir en el lenguaje humano la Chispa Divina que nos habita, por esa razón la expresión "Ajustador" , "Modelador"  o "Monitor" es un intento aproximado.

Tan amorosamente nuestro Padre Celestial ha asumido su paternidad que se ha reservado para sí mismo el derecho inaleanable de estar presente en la mente y alma de cada uno de sus hijos y, para ello, condesciende con su divinidad, modifica, diluye y atenúa su infinidad descendiendo del Paraíso a nuestra mente como Ajustador, Entidad Fragmentada de su Divinidad, para mantener contacto personal con nosotros, convertirse en nuestro socio experiencial, ayudarnos en la evolución de nuestra alma  y atraernos hacia Él. Ésta es la mayor prueba de amor, nuestro Ajustador, la presencia viva que nos une al Padre y nos da la identidad de sus hijos.

Cada Ajustador tiene la prerrogativa, voluntad y poder para elegir nuestra mente y residir en ella, teniendo en cuenta su facilidad de adaptación a la personalidad anfitriona. Los Ajustadores aceptan un encargo difícil cuando se ofrecen como voluntarios para morar en seres tan complejos como los que vivimos en Urantia. Después de esta elección reciben un entrenamiento en las Escuelas de Diviningtón y diseñan un plan de trabajo para desarrollar en la mente que van a habitar.

Tan pronto el niño haga su primera decisión moral nuestro Ajustador trabaja en las esferas de los niveles más altos de la mente humana y, desde allí, como ingeniero experto, estimula pacientemente todo el potencial de nuestro intelecto humano para guiarnos certeramente hacia adentro y hacia arriba para nuestra realización eterna.

Su misión es hacer los ajustes espirituales y cambios que nosotros aceptemos inteligentemente, pues siempre respeta profundamente nuestra voluntad, la soberanía de nuestra personalidad y, sobre todo, nuestro libre albedrío; sólo interviene en el proceso para mejorar, modificar, ajustar, coordinar y espiritualizar nuestros pensamientos y personalidad. Nunca influye arbitrariamente en nuestras decisiones, pues ningún ser humano será jamás espiritualizado contra su propia voluntad por un Monitor Divino.

El Ajustador, que es de naturaleza divina tiene bastantes dificultades y obstáculos para transmitirnos su riqueza de sabiduría y verdad. Se comunica con nosotros directa o indirectamente y sin reconocimiento. Y, es que, por nuestra condición humana con sus limitaciones inherentes y los remolinos de caudales de energía de nuestra mente, para Él es muy difícil que escuchemos sus guías espirituales inspiradoras y sus transmisiones universales de amor, sabiduría y verdad que vienen del Padre; sin embargo, hay ciertos pensamientos repentinos, revelaciones internas, conclusiones y reflexiones que vienen de Él y se registran en nuestra mente. Pero muy de vez en cuando oímos un leve y distante eco de la voz divina. Es difícil de describir, pero tan real como la visita de la Alegría.

A pesar de nuestro desconocimiento, abandono y desinterés, nuestro Yo Divino no se desanima; Él es persistente, ingenioso y perfecto en su método de trabajo; permanece firme y es constante e incansable en su tarea altruista para nuestra evolución y bienestar espiritual.

La devoción y el amor de nuestro Ajustador es un sentimiento divino, conmovedor, sublime y semejante al del Padre y que viene del mismo Padre. No sólo se preocupa por nuestra perfección progresiva, sino que también se interesa profundamente por nuestro bienestar material y nuestros logros terrenales y es solidario ante cualquier percance o enfermedad, siempre y cuando ésta no destruya nuestra mente. Le interesa nuestra salud, felicidad y prosperidad. Se involucra en nuestra cotidianidad e influye en nuestras decisiones espirituales y materiales. Nos ama divina y verdaderamente y, desde nuestra mente mortal, espera que alcancemos la divinidad para que termine su soledad y pueda ser liberado como nosotros de las limitaciones del tiempo y el espacio.

Es absolutamente reprochable y vergonzoso que no cuidemos el cuerpo ni la mente. No sólo me refiero al alcohol o al tabaco y a otras adicciones… sino también la a ausencia total de ejercicio físico, la mala alimentación, el abandono de nuestra salud, el negarnos el derecho al descanso y esparcimiento que tanto necesitamos. Pero algo más grave que nos carcome y debilita, fuera de hacer más difícil la tarea de nuestro Maestro Interior, es alimentar el temor, la ira, la envidia, los celos, la intolerancia y el rencor. Esta conducta es venenosa y cruel, no sólo atrasa los esfuerzos de nuestro Ajustador, sino que es la causante de muchas enfermedades y trastornos que deterioran nuestro cuerpo.

Les propongo que nos dejemos seducir de este “Gigante de Luz” que llevamos dentro, aceptemos gustosos esta asociación amorosa y el divino privilegio de compartir nuestra vida con Él. Tratemos de identificar su influencia en nuestra cotidianidad, abrámosle el corazón y nuestra alma y dispongámonos a trabajar hombro a hombro con Él para que las acciones, pensamientos y sentimientos de nuestra vida se conviertan en una verdadera obra de arte que irradie amor, verdad, belleza y bondad que agrade y glorifique a nuestro Padre Celestial y nos conduzca hacia El.

Si nos resistimos conscientemente a la guía de nuestro Ajustador, nos negamos el derecho a la supervivencia de nuestra alma evolutiva; somos nosotros los que perdemos si no colaboramos, pues el Ajustador por ser de naturaleza divina, jamás fracasa. Recordemos que “la supervivencia es un don de Dios que debe ser deseada por cada uno”.

Nuestro Ajustador es un director amoroso, guía certera, maestro paciente, el más celoso y cuidadoso guardián de nuestros valores espirituales. Es la energía más elevada y divina, el puente que desde nuestra orilla nos acerca a la Divinidad; es el GPS que permanentemente nos indica el camino al Padre; es el compañero inseparable del hombre, es el don del Padre del Paraíso, el Dios siempre presente y que lo abarca todo, es la posibilidad del hombre para lograr la Eternidad; nosotros también somos la posibilidad para que Él logre la personalidad.

Cómo puede cooperar la voluntad con el Ajustador.
“No debes considerar la cooperación con tu Ajustador como un proceso particularmente consciente, porque no lo es; pero tus motivos y tus decisiones, tus determinaciones fieles y tus deseos supremos, constituyen la cooperación real y eficaz. Puedes aumentar conscientemente la armonía Ajustadora al:  
“1. Elegir responder a la guía divina; basar sinceramente la vida humana en la conciencia más alta de la verdad, la belleza y la bondad, y luego coordinar estas cualidades divinas a través de la sabiduría, la adoración, la fe y el amor.

“2. Amar a Dios y desear ser como él —reconocimiento genuino de la paternidad divina y adoración amante del Padre celeste.

“3. Amar al hombre y sinceramente desear servirle —reconocimiento sincero de la hermandad de los hombres acoplado con un afecto inteligente y sabio por cada uno de tus semejantes mortales.

“4. Aceptación regocijada de la ciudadanía cósmica —reconocimiento honesto de tus obligaciones progresivas al Ser Supremo, conciencia de la interdependencia del hombre evolucionario y de la Deidad evolutiva. Éste es el nacimiento de la moralidad cósmica y el alba de la comprensión del deber universal.”(1206.4) 110:3.6

“Hoy en día estás pasando por un período de galanteo con tu Ajustador; y si demuestras ser fiel a la confianza puesta en ti por el espíritu divino que busca a tu mente y a tu alma en la unión eterna, eventualmente se producirá esa unidad morontial, esa armonía excelsa, esa coordinación cósmica, esa sincronización divina, esa fusión celestial, esa mezcla de identidad sin fin, esa unidad de ser que es tan perfecta y final que aun las personalidades más expertas jamás pueden segregar o reconocer como identidades separadas a los socios de la fusión: el hombre mortal y el Ajustador divino.” (1204.4) 110:1.6
 Cualquiera que more en el lugar secreto del Altísimo
se conseguirá alojamiento bajo la mismísima sombra del Todopoderoso.