martes, 18 de septiembre de 2012

¿Listo para participar?

(2059 ) - El evangelio del reino es: el hecho de la paternidad de Dios, combinado con la verdad resultante de la filiación-hermandad de los hombres.

(1569.4) «Lo que vuestros ojos contemplan, este pequeño núcleo inicial de doce hombres comunes, se multiplicará y crecerá hasta que finalmente toda la tierra se colme con alabanzas a mi Padre. Y no será tanto por las palabras que vosotros habléis, sino por la vida que vosotros viváis que los hombres conocerán que habéis estado conmigo y que habéis aprendido sobre realidades del reino. Y aunque no deposito cargas pesadas sobre vuestra mente, estoy a punto de depositar sobre vuestra alma la responsabilidad solemne de representarme en el mundo cuando yo dentro de poco os deje, así como ahora yo represento a mi Padre en esta vida que estoy viviendo en la carne».

(2084)- El llamado a la aventura de construir una sociedad humana nueva y transformada por medio del renacimiento espiritual de la hermandad jesuística del reino debería causar emoción a todos los que creen en él como nunca han estado emocionados los hombres, desde los días en que caminaban por la tierra como sus compañeros en la carne.

(1467) - Lo que una imaginación humana esclarecida y reflexiva, que ha recibido la enseñanza y la guía espirituales, quiere sincera y altruísticamente ser y hacer, se torna mediblemente creativo según el grado de dedicación del mortal a la ejecución divina de la voluntad del Padre. Cuando el hombre se asocia con Dios, pueden ocurrir, y ocurren, realmente cosas grandiosas.

Al haber descubierto al Padre Universal, al lograr el contacto con el Padre que nos habita, al sentirlo y percibirlo, al abrir los ojos a la verdad que nos llena,  una inmensa seguridad interior y fortaleza se apodera de nosotros. Hacemos del Padre una experiencia real y viviente. El nos cuida y envuelve. El nos sostiene siempre y siempre lo ha hecho, solo que no teníamos conciencia viva. Una actitud positiva de amor y de energía transformadora para hacer el bien se apodera de nosotros. Con él y en él todo es posible. Somos socios de Dios.  El miedo y los elementos bajos de nuestra naturaleza desaparecen bajo la fuerza de una energía creadora sin límites que solo irradía y utiliza sus fuerzas para hacer la voluntad de Dios en la materia. Estamos unidos a Dios transformando y creando la realidad, nos volvemos colaboradores de Dios en perfeccionar su creación y elevarla.
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El Amor es eternamente expansivo y creador. El Amor sostenido día a día como una nota alta en nuestro interior, y en unidad con la experiencia de vivir en el Padre y con el Padre como nuestro Aliado, nos transforma en un gigante.

Nada nos hará temer. Nada nos hará tambalear. Una fuerza se apoderará de nosotros y estaremos listos para expandir el amor y voluntad de Dios mediante  nosotros mismos al mundo. Nos hacemos aliados de la vida.

Al experimentar el renacimiento espiritual, no podemos guardarnos nuestro amor y luz. E irradiamos a otros la bondad y verdad con nuestras acciones de amor superlativo. Y deseamos contagiar a los hombres de la verdad del Padre. Ellos nos preguntarán por qué nuestras vidas son felices, serenas y significativas, y entonces les hablaremos del contacto con el Padre Universal, y como esto repercute en el amor al prójimo. Otros seres humanos afligidos y depresivos necesitarán nuestros cuidados y entonces también podemos predicarles sobre el cuidado del Padre y cómo ese contacto cambiará sus vidas.

En conversaciones diarias, cotidianas, en todo contacto humano, queremos dar testimonio de nuestra excelsa asociación con Dios manifestada en nuestras cualidades y frutos espirituales, y luego en nuestro silencio reposado, en escuchar y luego abrirles los ojos sobre el Padre Universal y la hermandad entre los hombres.

De esta forma sencilla, sublime y llenos de entusiasmo, en cualquier lugar, en cualquier hora, estaremos predicando realmente las Buenas Nuevas del Reino.