1- La "muerte que se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado" no se refiere a una herencia genética iniciada por Adán, sino a la penalización clara desde Adán hasta Moisés por violar las Leyes o Mandatos "directos" de Dios.
2- Adán no tenía inherentemente vida eterna, sino que su vida podía ser indefinida siempre que se mantuviese comiendo del árbol de la vida.
3- La Vida Eterna es realmente la experiencia de formar parte del "Propósito Eterno" para los Hijos de Dios en unión con el Padre y el Hijo, conociéndolos por la Eternidad.
Concluimos que significa simplicar demasiado definir que la vida eterna se refiere a una existencia sin fin en la materia. Y cuando ampliamos nuestra visión de lo que es la auténtica realidad (cómo se tocó en una entrada anterior), nuestra perspectiva cósmica se amplifica.
El sentido de la muerte
Hace poco la revista ¡Despertad! entrevistó a una cientifica testigo de Jehová sobre la "muerte celular programada". Ella estaba convencida que ese mismo proceso estaba diseñado, puesto que si las células seguían "vivas" por más tiempo podían provocar enfermedades. Aunque debido a las creencias religiosas personales ella explicaba que en teoría la producción de más células podría generar la "vida eterna", lo interesante es que reconoció que la muerte es un mecanismo necesario para preservar un balance. La muerte, por lo tanto, no sería una anormalidad, sino que es parte de un proceso normal.
El término muerte celular programada, más preciso desde el punto de vista del mecanismo, responde a estudios más recientes que demostraron la existencia de una maquinaria intracelular de muerte cuyos componentes, codificados genéticamente, se expresan en todas las células nucleadas del organismo. Es decir, existe un "programa" que controla el mecanismo de muerte celular. Uno de los ejemplos más visibles del resultado de la muerte celular programada es la morfogénesis de los dedos, que se produce por eliminación de las áreas interdigitales. La muerte celular programada origina que los humanos tengamos 5 dedos en cada extremidad. Su ausencia en los patos, por ejemplo, les hace conservar su característica pata palmeada. Otros casos serían la aparición de otros efectos adversos.
En sistemas más grandes como los ecosistemas, la muerte de los animales y plantas provoca un equilibrio. Si sumanos este hecho a que la muerte de alguna forma está sometida a la entropía y el paso del tiempo sobre la materia, nos hace llegar a la conclusión correcta.
Cada día la Tierra está en movimiento en relación al Sol, el tiempo siempre está teniendo un efecto sobre los objetos materiales y sus estructuras moleculares. La Biblia no evade esa realidad de la fugacidad de la materia. Ya lo hemos analizado antes. Y un estudio del Universo nos muestra que nuestro sistema planetario, y aún nuestra galaxia están en proceso de ajuste y formación. La Tierra a nivel geológico también está en proceso de ajuste, por eso hay terremotos, erupciones y tormentas. Estas cosas no son anormalidades, sino que son intrínsecas al ajuste que tiene la Tierra por miles de años.
En un universo en ajuste, en calibración y adaptación de la materia, el tiempo y los organismo vivos, la muerte tiene su razón de ser o es más bien una consecuencia física de esta adaptación. El hecho de que una persona no pueda sobrevivir sin equipamiento ni ropa en la naturaleza demuestra que nuestros cuerpos no están adaptados para vivir a priori en cualquier medio ambiente. El hecho de que no podamos mirar directamente con los ojos al Sol también ejemplifica que el cuerpo humano no fué creado de forma automática y calibrado totalmente en el medio ambiente que exista.
La muerte, es una consecuencia y posibilidad de estas mismas realidades incompletas de un universo en formación, de la misma forma como la sombra es un efecto de la luz sobre un objeto. Es un error culpabilizar a Dios por la muerte de nuestros seres queridos. En realidad nuestra perspectiva es limitada, pero no por eso debemos caer como presas fáciles de mitos que hablan de una especie de inmortalidad en la materia. Esos sueños son atrayentes al hombre, pero son mitos que desfiguran el verdadero concepto de la vida y la muerte.
Jesús asoció la muerte a un sueño. Cuando resucitó a Lázaro fué enfático en esa comparacíón. Él declaró: "Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle" (Juan 11: 11).
Y desde la perspectiva de la única realidad válida, Jesús dijo:
37. Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
38. Porque Dios NO es Dios de muertos, sino de VIVOS, pues para él, TODOS VIVEN" (Lucas 20).
Estemos vivos, o estemos muertos, para el Dios de la Biblia no hay ninguna diferencia. Para El todos viven, es decir, nunca dejan de vivir, de existir, aunque hayan muerto.
Solo el Creador que vive en el no-tiempo puede comprender esto que nos causa tanto dolor y separación. Pero el dolor y el sufrimiento que es muy válido para nuestra experiencia humana incompleta, desde la perspectiva real de Dios, no hay ninguna separación, sino solo un "hasta pronto". En la auténtica realidad solo pasan "segundos" desde que alguién fallece hasta que es resucitado.
Es la misma manera de enfocar la condición de los que han muerto que tiene una señora, quien perdió a un hijo hace más de 25 años, pero quien cada vez que habla de él, dice :
"A mi hijo le gusta comer, beber, o hacer esto, o aquello ..."
Ella nunca dice "le gustaba" Y es porque, para ella, su hijo querido sigue viviendo. Y en eso, ella está perfectamente de acuerdo con YHVH en Ex. 3:6 y por ende, con las claras palabras de Jesús, pues "Dios NO es Dios de muertos, sino de vivos, pues, para él, TODOS viven", es decir, todos, siguen viviendo después de y durante la muerte.
.
En realidad nada muere de verdad, solo lo que se olvida.