En lo concerniente a la eucaristía, dad gracias de esta manera. Al tomar la copa, decid:
«Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, que nos ha dado a conocer por Jesús, tu servidor. A tí sea la gloria por los siglos de los siglos.»Y después del partimiento del pan, decid:
«¡Padre nuestro! Te damos gracias por la vida y por el conocimiento que nos has revelado por tu siervo, Jesús. ¡A Tí sea la gloria por los siglos de los siglos! De la misma manera que este pan que partimos, estaba esparcido por las altas colinas, y ha sido juntado, te suplicamos, que de todas las extremidades de la tierra, reunas a ti Iglesia en tu reino, porque te pertenece la gloria y el poder (que ejerces) por Jesucristo, en los siglos de los siglos.»Pero Pablo a los judíos en la diáspora y a los gentiles les interpreta de otra forma las palabras de la Conmemoración.
23 Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí». 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí”. 26 Así pues, todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (Cor. 11:25-26)
Efectivamente, además de en la Primera Epístola a los Corintios, la institución de la santa cena solo se menciona en los evangelios sinópticos. Juan no la menciona. Hagamos, pues, un recorrido de este relato desde Pablo, indudablemente el fundador del concepto de expiación, el más antiguo, hasta Lucas.
Para los judíos Dios no podía ser apaciguado a no ser que fuese por sacrificio de sangre. Esta idea también era compartida por los paganos y gentiles. Cómo he analizado antes, Pablo conserva el concepto de sacrificio ceremonial y expiación mediante compararlo con la muerte de Jesús, pero lo hace en la forma de un símil para lograr estos efectos:
1- Ayudar a los conversos judíos en tierras gentiles a romper con el sistema de la ley y los ritos de los sacrificios animales. Los judíos exiliados tenían un sentimiento de no estar cumpliendo todas las exigencias de Dios al estar lejos de Jerusalén y el Templo, no participando plenamente del sistema de sacrificios. Ahora, si Jesús se había sacrificado para siempre, ya era la hora de terminar con el apego a la ley.
2- Explicar la muerte en ignominia de Cristo. Esto era para ayudar a los conversos judíos a reconocer que Jesús era el Mesías y que cumplía un papel en el propósito de Dios, rompiendo con la idea clásica judía de un Cristo material y triunfante que no moriría y que se sentaría en la Jerusalén terrestre. Ahora Pablo les presenta a un Cristo sacrificado con un significado mucho más trascendental y explicaba la aparente muerte humillante de Jesús.
3- Acercar a los gentiles y paganos al carpintero Jesús de una remota aldea de Israel llamada Nazaret. Los gentiles conocían la leyenda de la vida de un dios que ofrece su muerte en sacrificio. Y la martirología griega describía la "muerte noble". Esto también haría desistir a los paganos conversos de seguir realizando sacrificios a sus dioses.
El concepto del sacrificio era fuerte entre los paganos y judíos, y Pablo intenta hacer una transferencia a una visión más evolucionada, pero con el riesgo comentado de que se creara una doctrina a raíz de una visión teológica personal que era simplemente un método didáctico y no una dogma oficial.
Siempre me ha llamado la atención que se utilice en la Conmemoración de los testigos de Jehová el texto de Pablo como si contuviera el rito de forma completa en estructura, más que en los propios Evangelios:
23 Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí». 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí”. 26 Así pues, todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (Cor. 11:25-26)
Es cómo si Pablo tuviera más claro el procedimiento y él lo fijara, en vez de lo descrito en los otros tres evangelios que narran el hecho. Es más, da la impresión que los otros Evangelios copiaron parcialmente la información de Pablo, ya que omiten detalles importantes que da Pablo en Corintios.
22 Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y
les dio, diciendo: —Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Después tomó la copa y,
habiendo dado gracias, les dio y bebieron de ella todos. 24 Y les dijo: —Esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada. 25 De cierto os
digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba
nuevo en el reino de Dios. - (Mc. 14: 22-25)
Marcos toma de Pablo su descripción de la cena y
recoge la misma idea del nuevo pacto de la sangre redentora de Jesús. Esto se
dice en el evangelio de Marcos, probablemente escrito entre el año 68 y 73. Marcos no incluye la orden para que se
repita la cena como recordatorio de la muerte de Jesús, y se aparta del pan
como el cuerpo de Cristo, prefiriendo en su lugar enfatizar la copa como
símbolo de la sangre del mártir que se derrama “por vosotros”. Su descripción
de la cena no tiene el objetivo de instaurar el rito recordatorio. Para Marcos
la muerte y resurrección de Jesús no inauguraba un culto de presencia
espiritual sino su ida y ausencia hasta su regreso en poder como el hijo del
hombre.
Posteriormente, el Evangelio de Mateo, reescrito entre la década 80 y 90
de la era cristiana, tomando en parte de Marcos y Pablo, o quizás sufriendo la
interpolación de algún escriba que deseaba contrarrestar el docetismo (la
doctrina de que Cristo no tenía un cuerpo real), dice:
.
.
26 Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo
bendijo, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo:—Tomad, comed; esto es mi
cuerpo. 27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo:
—Bebed de ella todos, 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por
muchos es derramada para perdón de los pecados. 29 Os digo que desde ahora no
beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con
vosotros en el reino de mi Padre- Mateo.
Y el evangelio de Lucas, el acompañante de Pablo a
quien se atribuye este evangelio, y los Hechos de los Apóstoles, delinea la
santa cena en términos muy parecidos a los de Pablo:
15 Y les dijo: —¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!, 16 porque os digo que no la comeré más hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Tomando la copa, dio gracias y dijo: —Tomad esto y repartidlo entre vosotros, 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta que el reino de Dios venga. 19 También tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: —Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después de haber cenado, tomó la copa, diciendo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. (Lucas. 22:15-20).
Y cómo hemos dicho, Juan no comenta nada de nada sobre la Conmemoración. Notamos entonces y se hace evidente que Pablo era el que tenía más claro los detalles del evento, cuando él mismo no fué parte de los íntimos y no estuvo en la última cena. Por lo tanto, parece claro que es la interpretación de Pablo descrita en los Corintios el molde original para que las ediciones posteriores y finales de Marcos, Lucas y Mateo incluyan su comentario. No olvidemos que Mateo sufrió una edición final en décadas posteriores a Pablo y se nota un cambio de fraseología que demuestra que Mateo no lo terminó de escribir, sino otro personaje. Juan Marcos se basa en las ideas de Pablo, y Lucas (el compañero de Pablo) evidentemente en la información que otorga Pablo.