viernes, 29 de marzo de 2013

¿La prueba de la Resurrección?

Pruebas de infrarrojos confirmarían que Sudario de Turín no es una falsificación: ¡realmente habrían envuelto el cuerpo de Cristo!

Un día antes de Semana Santa un estudio científico dice haber comprobado que la Sábana Santa de Turín no es una falsificación medieval y que de hecho podría haberse utilizado para envolver al cuerpo de Cristo, según las pruebas de infrarrojos a las que se sometió el manto sagrado.

Su autenticidad fue puesta en entredicho cuando en 1988, autorizados por El Vaticano, tres laboratorios distintos realizaron pruebas de Carbono 14 para determinar la antigüedad de la tela, estudios que concluyeron que fue confeccionada en la Edad Media (entre los siglos XIII y XIV). Sin embargo, una nueva investigación de la U. de Padua (Italia) dada a conocer hoy, concluyó que el sagrado manto fue hecho en la época en que vivió Jesús, hace 2.000 años.

Además, según los últimos estudios científicos, la tela tiene la misma consistencia que las que se utilizaban para enterrar a los muertos en la época de Cristo hace unos 2000 años. Cabe recordar que el lienzo tiene un tamaño de 14 pies de largo y tiene impreso una débil imagen de un hombre alto, barbudo y con manchas de sangre, tanto en la parte delantera como trasera, coincidiendo con las heridas de los pies y las muñecas.


Los autores de este estudio son Giulo Fanti, experto en medición mecánica y térmica de la Universidad de la Facultad de Ingeniería de Padua, junto al periodista Saverio Gaeta. Ambos examinaron las fibras de la Sábana Santa en tres pruebas, dos químicas y una mecánica. Las primeras se ejecutaron con luz infrarroja, mientras que la última con espectroscopía, un procedimiento clásico a la hora de medir la radiación a través de longitudes de onda y que se utiliza normalmente en la ciencia forense. Como resultado se encontró que, precisamente, la tela cubre los años en que vivió Cristo.

Nota: Según autores como Juan José Benítez el sudario representa un "As en la manga de Dios" que algún día validará la ciencia:


El Libro de Urantia declara que la Resurrección de Jesús es un fenómeno aparte de la existencia de sus restos mortales. En otras palabras, Jesús no resucitó con el mismo cuerpo con el que fué ejecutado.

(2021.1) 189:1.2 Cuando el Jesús resucitado emergió de su tumba, el cuerpo de carne en el que había vivido y trabajado en la Tierra durante cerca de treinta y seis años yacía todavía allí en el nicho del sepulcro, intacto y envuelto en la sábana de lino, tal como había sido colocado para su descanso el viernes por la tarde por José y sus compañeros.

(2022.5) 189:2.1 A las tres y diez, mientras el Jesús resucitado fraternizaba con las personalidades morontiales reunidas de los siete mundos de las mansiones de Satania, el jefe de los arcángeles — los ángeles de la resurrección — se acercó a Gabriel y le pidió el cuerpo mortal de Jesús. El jefe de los arcángeles dijo: «No nos está permitido participar en la resurrección morontial de la experiencia de donación de nuestro soberano Miguel; pero quisiéramos que se nos entregaran sus restos mortales para disolverlos inmediatamente. No tenemos la intención de utilizar nuestra técnica de desmaterialización; deseamos simplemente invocar el proceso de la aceleración del tiempo. Ya es suficiente con haber visto al Soberano vivir y morir en Urantia; las huestes celestiales quisieran ahorrarse el recuerdo de soportar el espectáculo de la lenta putrefacción de la forma humana del Creador y Sostenedor de un universo. En nombre de las inteligencias celestiales de todo Nebadon, solicito un mandato que me confiera la custodia del cuerpo mortal de Jesús de Nazaret y que nos autorice a proceder a su disolución inmediata

(2023.5) 189:2.6 La creencia cristiana en la resurrección de Jesús se ha basado en el hecho de la «tumba vacía». En verdad es un hecho que la tumba estaba vacía, pero ésta no es la verdad de la resurrección. La tumba estaba realmente vacía cuando llegaron los primeros creyentes, y este hecho, unido al de la resurrección indudable del Maestro, les llevó a formular una creencia que no era cierta: la enseñanza de que el cuerpo material y mortal de Jesús había resucitado de la tumba. Puesto que la verdad está relacionada con las realidades espirituales y los valores eternos, no siempre se puede construir sobre una combinación de hechos aparentes. Aunque unos hechos individuales pueden ser materialmente ciertos, eso no significa que la asociación de un grupo de hechos deba conducir necesariamente a unas conclusiones espirituales verídicas.

(2023.6) 189:2.7 La tumba de José estaba vacía, no porque el cuerpo de Jesús había sido rehabilitado o resucitado, sino porque las huestes celestiales habían recibido el permiso solicitado para aplicarle una disolución especial y excepcional, una vuelta del «polvo al polvo», sin la intervención del paso del tiempo y sin el funcionamiento de los procesos ordinarios y visibles de la descomposición mortal y la corrupción material.

(2024.1) 189:2.8 Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración elemental que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la Tierra, excepto que, en lo que se refiere al tiempo, este modo natural de disolución fue enormemente acelerado, apresurado hasta tal punto que se volvió casi instantáneo.

El Libro de Urantia no dice directamente que el Sudario de Turín sea realmente la mortaja de Jesús, pero la información que provee concuerda con la evidencia científica que arroja la tela.

Todas las pruebas indican que la figura es producto de una desintegración del cádaver a nivel nuclear que por defecto provocó una energía que impregnó la imagen en la tela como si fuera una fotografía. Además, la imagen es formada por los dos primeros hilos, los cuales parecen haber sido envejecidos y deshidratados en segundos. Esto armoniza plenamente con el L.U que nos habla de una disolución acelerada del cuerpo de Jesús. Los primeros dos hilos de la superficie en contacto con el cuerpo de Jesús habrían padecido el fenómeno que afectó al cadáver.

El mismo Sudario representa un problema y una paradoja para el dogma católico, puesto que el Catecismo Católico enseña que Cristo resucitó con su mismo cuerpo. Esta cuestión es una de las razones por la que la misma Iglesia Católica desea mantener en un misterio el asunto del Sudario, solo llamándolo una reliquia sagrada, pero sin considerarlo como una prueba material arqueológica.

Solo en el futuro, y cuando la humanidad  pueda evitar caer en la inmadurez de la idolatria,  y la ciencia sirva a la revelación sobre el cosmos, se mostrará con certidumbre toda la verdad sobre la posible única prueba directa de la visita de Jesús. La experiencia demuestra que es cierto que primero hay que creer para ver,  y no ver para ceer. Cuando la humanidad en conjunto logre la estabilidad interior por la fe y la evolución espiritual sin la necesidad de las pruebas materiales, luego vendrá el regalo de la confirmación por la prueba material.