Estos días las inundaciones y desastres naturales están provocando muchos problemas e incluso tragedias. Los gobiernos y ciudadanos deben actuar con sabiduría al comprender que la Tierra es un planeta vivo, dinámico, en cambio, que avanza de la imperfección salvaje hacia una perfección y estabilidad futura.
El relieve y superficie actual de la Tierra, incluyendo el del fondo oceánico, es resultado de una lucha
permanente que se produce por lo menos desde hace tres mil millones de años,
entre los procesos endógenos creadores de las deformaciones de la superficie
terrestre y los exógenos, que a través de la erosión y la acumulación, actúan en
forma permanente para rebajar las elevaciones y rellenar las depresiones.
Los movimientos internos de la Tierra se manifiestan principalmente por la
actividad sísmica y volcánica. Con el primer fenómeno se relacionan los
movimientos de ascenso y descenso de la superficie terrestre, aquellos que dan
origen a las montañas y a las depresiones continentales y oceánicas, además de
los horizontales, principalmente los de grandes magnitudes como los movimientos
de las placas litosféricas.
A esta altura el conocimiento científico del Planeta ya debe producir en nosotros una visión que esté lejana del catastrofismo apocalíptico y más lejos aún del temor supersticioso religioso de un Dios castigador.
Las crisis que provocan los desastres naturales deben transformarse en grandes oportunidades para los ciudadanos y los gobiernos. No sacamos nada con un espíritu de queja sobre una maquinaria estatal imperfecta y limitada que no está preparada para actuar en estas contigencias de forma veloz. Debemos comprender que los gobiernos son entidades compuestas por seres humanos imperfectos y limitados. La responsabilidad de actuar frente a las catastrofes es algo conjunto entre los gobiernos y las personas. Los gobiernos deben crear sistemas de organización educativos y de prevención para estas contingencias permanentes. Y este proceso va a la par con los ciudados que deben comenzar un proceso personal de autocuidado y prevención.
Las personas individuales que forman los gobiernos necesitan ser iniciados en esta comprensión cósmica para no actuar como agentes reactivos sino como entes educadores-preventivos.
El impacto constante de la naturaleza en los ciudadanos debe mover a los gobiernos a crear ministerios permanentes de emergencias o agencias gubernamentales que trabajen sincronizadamente con los distintos actores de la sociedad para:
1- Crear un ministerio o agencia estatal dedicada exclusivamente a la educación, prevención y reacción ante las catástrofes.
2- Educar anualmente mediante un comunicado oficial gubernamental, claro y explícito por lo menos una vez al año antes del invierno. Trabajar con los medios de comunicación.
3- Volver a transmitir las instrucciones otra vez en el año mediante los municipios y asociaciones vecinales, iglesias, etc.
4- Educar anualmente a las empresas y trabajadores para contingencias de desastres.
5- Educar anualmente a las escuelas y colegios para contingencias ante desastres.
6- Diseñar políticas públicas y un plan de trabajo estatal para erradicar gradualmente las poblaciones en zonas peligrosas o sensibles a desastres. Trabajar en conjunto con profesionales para proyectar nuevos asentamientos humanos.
7- Crear sistemas de reacción ante los desastres, ya organizados previamente que involucren:
-Auto cuidado y previsión familiar.
-Una red clara y coordinada de ayuda a través de los municipios y asociaciones vecinales, iglesias, etc. Esta red los gobiernos la pueden utilizar para canalizar las ayudas.
8- Un sistema de reconstrucción ya organizado con tipos de viviendas previamente diseñados para las contingencias y reparaciones de estructuras públicas.
9- La participación y transformación del ejército para ser actores internos importantes en los programas de emergencias y reconstrucción.