Cuando llegaba a su
década final el siglo XX, en el año 1989, mi vida atravesaba un periodo
de intranquilidad espiritual y hambre de saber. Había experimentado
anteriormente episodios similares pero no con tanta intensidad y virulencia. Era
un sin parar de comprar libros, consumiéndolos con ávidas lecturas, en busca de
información y conocimientos. Mis temas favoritos eran siempre los mismos:
astrología, ciencias ocultas, parasicología, metafísica, etc. Recuerdo aún esta
época con intensidad por ser una etapa de intranquilidad y de cambio de
tendencias muy pronunciadas e intensas; en una semana podía pasar de hablar de
espiritismo a disertar sobre masonería. Leía desde libros de astrología al libro
de la Cábala ,
de Saint Germán y los Rosa Cruces al Libro de los Espíritus, y pasaba de la
masonería a la adivinación del tarot.
Los temas eran
diferentes pero la esencia era la misma. Seguía un impulso interno muy fuerte
que en aquel momento no comprendía y que me estimulaba a buscar
“algo”.
Este “algo” que estaba
buscando, y que no entendía en aquella época, se ha hecho más claro con el
transcurso de los años. Ese “algo” era la VERDAD y esta fase de vivencia marcó
el inicio de la parte de mi vida en compañía de esa VERDAD.
En una ocasión y
durante una de mis lecturas, me detuve en un párrafo de un capítulo que contenía
muy poca información pero que se refería a otro libro y apuntaba una idea que
decía algo como: “Todos los hombres que han leído este libro están convencidos
de que es una revelación, y que tienen toda la verdad del universo”. Ni las
palabras ni las frases son las que están en el libro, pero la idea sí que lo es
y este párrafo se refería a un libro llamado Libro de Urantia. Recuerdo que cuando leí este pequeño párrafo
me quede fascinado e intrigado al mismo tiempo por lo que decía de “la
verdad del universo” y empecé a
buscarlo inmediatamente. En aquella época, no existía Internet y la búsqueda de
la información era mucho más complicada; además el Libro de Urantia, por lo que
supe más tarde, no estaba editado en lengua española, ya que la primera edición
española de este libro se realizó en el año 1993. Averigüe que el libro estaba
editado en aquel momento en versión francesa, cosa que no representaba ningún
obstáculo para mí ya que había vivido en ese país durante 19 años y entiendo y
hablo perfectamente ese idioma. En aquella época yo estaba soltero, tenía 34
años y vivía solo en un piso de Barcelona, bueno “solo es un decir” ya que
siempre estaba rodeado de todos mis amigos que querían compartir charlas y
fiestas por todo lo alto conmigo. Aun ahora me sorprendo de las pocas quejas que
recibí por parte de los vecinos y aprovecho ahora para darles las gracias por
ello.
Pero volviendo
nuevamente al tema del LIBRO, al no encontrarlo en Barcelona, y no poder
conseguirlo rápidamente por otros medios, pensé en viajar en su búsqueda a
Francia. El fin de semana siguiente, ya había organizado una excursión con mis
amigos a Perpignan para buscar una librería donde poder comprarlo. Fue un fin de
semana diferente, una salida en grupo para buscar el tan anhelado LIBRO, pero
tampoco pudo ser. Me comentaron que conocían de su existencia pero no lo tenían
allí en ese momento, no obstante cabía la posibilidad de pedirlo y así lo hice.
A las pocas semanas, recibí en mi casa la versión francesa de Jacques Weis del
Libro de Urantia. Al ver el
paquete sentí un gran respeto por su
tamaño y lo peor fue ver el gran TOCHO de libro que venía dentro, muy bien
embalado. Esta fue la primera versión del Libro de Urantia que leí, y es
maravillosa en comparación con la poco afortunada versión española del mismo que
se editó en el año 1993.
Recuerdo perfectamente
mis primeras impresiones al hojear el libro y leer su contenido; me desilusioné
bastante, no lograba entender por qué en él se hablaba tanto de Dios y además
que, de las cuatro partes de que se compone el mismo, una de ella estuviera
enteramente dedicara a la vida de “Jesús”. También me sorprendió mucho el hecho
de que tampoco hablaba de cosas ni utilizaba las palabras que hasta el momento
me eran conocidas, ni usaba el vocabulario al que yo estaba acostumbrado. Como
ya he comentado anteriormente había pasado ya mucho tiempo tratando de descubrir
el sentido de la VIDA en lecturas que no me llenaban en absoluto y ahora que
pensaba haberlo conseguido, no era así. ¡Qué mala suerte la mía!, creía tener en
mis manos la verdad del universo con mi última adquisición y sin embargo me
quedé totalmente decepcionado. Esa tarde fue una tarde gris, y mi humor estaba
en consonancia con ella, cuando me fui a dormir, aún me duraba la desagradable
sensación de haber comprado, otra vez y como en otras ocasiones, un libro más
que llenaría las estanterías de mi biblioteca sin conseguir en absoluto apagar
mi sed de VERDAD.
Después de la primera
impresión, y superado el respeto que provoca la hojeada inicial a un ejemplar
tan voluminoso y complejo como aquél, me decidí a emprender su lectura, aunque
solamente fuera por amortizar su coste. Sorprendentemente la lectura del mismo
me certificó brutalmente y de una forma rotunda lo sumamente equivocado que
estaba en principio. Recuerdo esa etapa con mucho cariño, porque fue para mí el
despertar a la realidad de la vida, el dejar la sobrecarga de la ignorancia, el
inicio hacia un camino que me ha llevado a poseer en estos momentos un bagaje de
sensaciones, emociones y de conocimientos, de los que estoy en deuda con el
LIBRO, del que me siento profundamente agradecido por cambiar, a partir de ese
momento, el sentido a mi vida.
Con el Libro de
Urantia, me ocurrió algo que no me había sucedido jamás con ningún otro. Desde
el inicio de su lectura hasta la última hoja, no lo dejé nunca. Todos los días
leía casi un capítulo y a pesar de ello tardé cerca de un año en acabarlo. En
ese momento no podía leer nada más o, mejor dicho, no tenía la necesidad de leer
otra cosa. Estaba asombrado y esto me pasó desde el primer día en que empecé a
leerlo. Esta revelación apagaba de tal manera la sed de saber y conocer la
VERDAD que durante tanto tiempo había buscado que, con su lectura, conseguí
realmente alcanzar la plenitud que necesitaba. Me resulta muy difícil describir
la multitud de sensaciones que he sentido a lo largo de estos años. A lo largo
del tiempo el libro, por sí mismo, daba una explicación a mis dudas de una
manera asombrosamente clara y me expresaba conceptos, valores y significados de
una forma deliciosamente entendible. Explica cómo son los distintos universos,
la materia, la energía, de una forma lógica; nos presenta a nuestro Padre y a
toda su creación de una manera rotunda, por la fuerza de su verdad y la belleza
de su exposición. Esta revelación nos habla del amor de Dios hacia cada uno de
nosotros, del trato de Dios para con la humanidad, y de cuál es nuestro lugar en
su plan eterno; nos habla también del fin real de nuestra existencia.
Este libro, como ya he
dicho antes, desde su primera lectura me atrapó, y no ha dejado de fascinarme
desde entonces. Tengo varias versiones del Libro de Urantia, una en francés, y
otras dos ediciones más en español (años 1993 y 1999), y las he leído todas
ellas varias veces. Alternaba por años para dar una pasada a las diferentes
traducciones (son la misma versión pero al traducirla a otro idioma
desafortunadamente pierde bastante la edición española de 1993). He de confesar
que en estos años yo ya estaba en compañía, así que en muchas ocasiones mi mujer
me reprochaba alguna vez la cantidad de horas que empleaba en las múltiples
lecturas del LIBRO. La entiendo perfectamente porque desde que lo encontré hasta
este momento lo habré leído de principio a fin siete u ocho veces, y algunas de
sus partes muchas veces más, sin llegar a cansarme y seguiré haciéndolo ya que,
en cada lectura, sigo sintiendo cómo mi mente se agranda y entiende más todos
los conceptos que nos quiere transmitir, así como el motivo de mi propia vida
aquí y la de mi entorno. Cada lectura me prepara más para convivir mejor con
todos mis hermanos, me ayuda a entenderlos, a quererlos, y me hace sentir más
real.
En los comienzos de la
lectura de este libro, quise en repetidas ocasiones hablar con personas de mi
entorno del descubrimiento que creía haber alcanzado con este gran LIBRO y su
maravillosa revelación; sentía la necesidad de compartir este saber con todos
ellos, pero no lo pude comunicar ya que parecía no interesarles. La verdad es
que he llegado a entenderlos pues verdaderamente se necesita paciencia, voluntad
y mucho interés en el tema para conseguir leer el Libro de Urantia. Es un libro
muy extenso, denso con muchas páginas y tiene demasiados conceptos nuevos a
asimilar para la mayoría de las personas, y normalmente desisten solo con el
hecho de verlo. No obstante, y a pesar de todo lo expuesto, sigo teniendo esta
necesidad imperiosa de compartirlo con todos vosotros (mis hermanos), y por ello
he realizado este modesto trabajo escribiendo este libro para todos y que
pretende ser una pequeña muestra de esta gran REVELACION. Sé que muchos hombres
y mujeres de todo el mundo tienen hambre de sabiduría y sed de verdad. He
disfrutado mucho realizando este trabajo para vosotros y espero que más adelante
podáis gozar de las maravillas que nos enseña EL LIBRO DE URANTIA. Me gustaría
que esta pequeña muestra de la verdad que os quiero trasmitir os permita
entrever un poco del extraordinario plan donde nos encontramos, e incluso
desearía poderos trasmitir las mismas
ganas de leer esa asombrosa revelación que tengo yo desde que llegó a mis manos
Mi esperanza está depositada en conseguir acercaros a la verdad, la belleza y la
bondad que nos detalla el mismo, a los valores que nos muestra, a la sabiduría
que nos dibuja y al amor que nos enseña a dar.
A ti, hermano y hermana
de todas las naciones, razas y religiones, que te encuentras perdido, ansioso,
desapacible, temeroso, inseguro e inestable como lo he estado yo en muchas
ocasiones de mi vida, cuando mi hambre y mi sed de verdad espiritual no se
apagaban nunca, deseo obsequiarte, con todo mi amor, esta herramienta para que
te ayude en el camino por el que transitas en esta tierra y te sirva de una
“pequeña entrada” para el estudio profundo de la GRAN REVELACIÓN que nos da el
LIBRO, es decir, un pequeño pero sabroso aperitivo antes de una copiosa y
maravillosa comida de exquisitos alimentos espirituales que te ofrecerá. Solo
deseo que con esta lectura encuentres ayuda para que tu vida a partir de ahora
esté más llena de significado y que te sientas más feliz. - Gonzálo Vilar