viernes, 24 de mayo de 2013

Los malignos

Nota: Es imprescindible leer las dos entradas anteriores.

Actualmente hemos heredado los restos de las creencias judías que hablaban de una polaridad maligna de demonios tentadores del hombre. Aún la religión organizada reconoce en parte el libre albedrio humano, pero también sigue creyendo en la fuerte influencia de Satanás. En algunas ocasiones se dice que Satanás no es el causante de todos nuestros males, y en otras se le atribuyen dichas tentaciones a él.  Estos son los últimos vestigios de una era de superstición. Solo cuando asumamos nuestra propia responsabilidad al tomar las riendas de nuestras acciones estaremos creciendo. Es enteramente verdad lo que dice este texto:

Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte (Sant. 1:14, 15).

“‘Muchas veces, cuando habéis hecho el mal, habéis pensado en culpar la influencia del demonio en vuestros actos, aunque en realidad habéis errado guiados por vuestras propias tendencias naturales. ¿Acaso no os dijo el profeta Jeremías hace mucho tiempo que el corazón humano es engañoso por sobre todas las cosas, y a veces, aun desesperadamente perverso? ¡Cuán fácil es engañaros a vosotros mismos y caer así en temores tontos, deseos arrolladores, placeres esclavizantes, malicia, envidia y aun en odio vengativo!’” (1609.6) 143:2.5 Jer. 17:9. - L.U

La libertad como Hijos de Dios reside en asumir nuestra condición y en evitar justificaciones.

No es que Lucifer, Satanás, Caligastia y el resto de ángeles rebeldes no sean reales. Son muy reales. Pero su descripción, propósito e influencia en los asuntos humanos es diferente a todas las caricaturas que se han descrito.

En realidad, su influencia original se debe en realidad a que ellos dejaron una plataforma base original mal diseñada para la edificación de la civilización.

En otras palabras,  los cimientos de una propuesta errada como una plataforma  ha provocado retraso en el hombre y en su espiritualidad , como consecuencia colateral.

“Eva había accedido a participar en la práctica del bien y el mal. El bien es la ejecución del designio divino; el pecado es una transgresión deliberada de la voluntad divina; el mal es la mala adaptación de los designios y el mal ajuste de las técnicas que resultan en la discordia universal y la confusión planetaria.” (842.4) 75:4.2

Los rebeldes se embarcaron en un proyecto que utilizó técnicas erradas que causaron caos.

“Cincuenta mil años después del fracaso de la administración planetaria, estaban tan desorganizados y retrasados los asuntos terrenales que había avanzado muy poco la raza humana más allá del estado general de evolución que existía al llegar Caligastia trescientos cincuenta mil años antes. En ciertos aspectos, se habían hecho progresos; en otros aspectos, se había perdido mucho terreno.” (761.2) 67:7.3

“Las consecuencias personales (centrípetas) del rechazo intencional y persistente de la luz por parte de la criatura son tanto inevitables como individuales y únicamente les atañen a la Deidad y a aquella criatura personal. Tal cosecha de iniquidad, que destruye el alma, es el fruto interno de la criatura volitiva inicua.

“Pero éste no es el caso en lo que concierne las repercusiones externas del pecado: Las consecuencias impersonales (centrífugas) de abrazar al pecado son tanto inevitables como colectivas y le atañen a toda criatura que funcione dentro del ámbito afectado por tales acontecimientos.” (760.6) 67:7.1

El Proyecto de Lucifer y Caligastia tenía que ver con el éxito del autogobierno. Ellos pretendían hacer un bien al Sistema de mundos. Creían que Miguel era una especie de dictador y que Gabriel solo obedecía órdenes ciegas.

El problema de éstos rebeldes era que se estaban separando de la unidad universal (véase la entrada anterior). Y cuando fue demasiado tarde el orgullo les impidió retractarse.

“El esquema de Caligastia para la reconstrucción inmediata de la sociedad humana de acuerdo con sus conceptos de la libertad individual y los derechos de los grupos, resultó un veloz y, en cierto modo, rotundo fracaso. La sociedad pronto revirtió a su antiguo nivel biológico, y volvió a comenzar la lucha progresiva a partir de un punto no mucho más adelantado de donde se encontraba al principio del régimen de Caligastia; pues este levantamiento había dejado al mundo en un estado de suma confusión.” (759.1) 67:5.3

El Diablo directamente no busca tentarnos para hacer el mal. En realidad su propuesta es un sentido más amplio. El predicó que la libertad personal sin límites era un derecho. Provocó las condiciones planetarias para favorecer la falsa libertad individual, con las posibles consecuencias desastrosas de la falsa libertad (véase entrada anterior).

Jesús habla con Tomás sobre el mal y el pecado.

“«No cometas el error de confundir el mal con el diablo, más correctamente llamado el inicuo. El que vosotros llamáis el diablo es hijo del amor propio, aquel alto administrador que se rebeló a sabiendas y deliberadamente contra el gobierno de mi Padre y de sus Hijos leales. Pero ya yo subyugué a estos rebeldes pecaminosos. Aclara en tu mente estas actitudes diferentes hacia el Padre y su universo. No olvides nunca estas leyes relacionadas con la voluntad del Padre:

“«El mal es la transgresión inconsciente o sin intención de la ley divina, la voluntad del Padre. El mal es, del mismo modo, la medida de la imperfección de la obediencia a la voluntad del Padre.

“«El pecado es la transgresión consciente, conocedora y deliberada de la ley divina, la voluntad del Padre. El pecado es la medida de la renuencia a la guía divina y a la dirección espiritual.

“«La iniquidad es la transgresión voluntaria, decidida y persistente de la ley divina, la voluntad del Padre. La iniquidad es la medida del rechazo constante del plan amante del Padre para la supervivencia de la personalidad y del ministerio misericordioso de los Hijos para la salvación.

“«Por naturaleza, antes del renacimiento del espíritu, el hombre mortal está sujeto a inherentes tendencias perversas pero estas imperfecciones naturales de conducta no constituyen ni pecado ni iniquidad. El hombre mortal recién empieza su larga ascensión hacia la perfección del Padre en el Paraíso. El que uno es imperfecto o parcial en lo que la naturaleza le otorgó, no es pecaminoso. El hombre está en verdad sujeto al mal, pero no es en ningún sentido hijo del diablo, a menos que escoja a sabiendas y deliberadamente los caminos del pecado y una vida de iniquidad. El mal es inherente al orden natural de este mundo, pero el pecado es una actitud de rebelión consciente que fue traída a este mundo por los que cayeron de la luz espiritual a las profundísimas tinieblas.

“«Tú, Tomás, estás confundido por las doctrinas de los griegos y los errores de los persas. No comprendes las relaciones del mal y del pecado, porque visualizas a la humanidad como si hubiera empezado en la tierra con un Adán perfecto, degenerando rápidamente, a través del pecado, hasta la deplorable condición actual del hombre. Pero, ¿por qué te niegas a comprender el significado de la narración que revela que Caín, el hijo de Adán, fue a la tierra de Nod y allí encontró mujer? ¿Por qué te niegas a interpretar el significado de la narración que relata cómo los hijos de Dios encontraron mujer entre las hijas de los hombres?

“«Es verdad que los hombres son malos por naturaleza, pero no son necesariamente pecadores. El nuevo nacimiento —el bautismo del espíritu— es esencial para liberarse del mal y necesario para entrar al reino del cielo, pero no menoscaba el hecho de que el hombre es hijo de Dios. Tampoco significa esta presencia inherente del mal potencial que el hombre está separado en alguna forma misteriosa del Padre en el cielo de modo tal que debe, como ajeno, extranjero o hijastro, tratar de que el Padre lo adopte legalmente. Todas estas ideas nacieron en primer término de vuestra falta de comprensión del Padre y, en segundo término, de vuestra ignorancia en cuanto al origen, naturaleza y destino del hombre.” (1660.1) 148:4.2

“«Acaso no leíste en las Escrituras, Tomás, donde está escrito: `Vosotros sois los hijos del Señor vuestro Dios'. `Yo seré su Padre y él será mi hijo'. `Lo he elegido para que sea mi hijo —yo seré su Padre'. `Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra; trae todos los llamados de mi nombre, pora gloria mía los he creado'. `Sois los hijos del Dios viviente'. `Los que tienen el espíritu de Dios son en verdad hijos de Dios'. Mientras hay una parte material del padre humano en el hijo natural, hay también una parte espiritual del Padre celestial en cada hijo de la fe del reino.»” (1661.1) 148:4.10 Gén. 4:16. 1 Crón. 28:6. 1 Crón. 17:13. Isa. 43:6-7. Oseas 1:10. Rom. 8:14.