domingo, 12 de mayo de 2013

"Para la destrucción de la carne"


 Tal como lo indica Jonás 3:4 (que analizamos en una entrada anterior) la palabra  "destruida" viene de la palabra hebrea "haphak", que significa "derribar, voltear, cambiar, ser convertido, arrepentir". Así que, como puede usted ver, la proclamación profética de Jonás tenía que ver con que la ciudad iba a ser "convertida".


Encontramos un pasaje interesante en el Nuevo Testamento. Sobre el pecador inicuo en Corinto se dice: "Entreguen a tal hombre a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvado" (1 Cor. 5:5).

El pasaje anterior fue utilizado lamentablemente de forma literal en la Edad Media para justificar la inquisición  donde se daba muerte en tormento a los pecadores pensando que era un modo de salvar su alma.

Pero Pablo utilizaba una expresión ilustrativa en un contexto real en que la disciplina y admonición espiritual sobre el hombre lo motivaría finalmente al arrepentimiento. Este hombre era como un “poco de levadura” en “toda la masa”, es decir, “la carne” o elemento carnal dentro de la congregación; al disciplinar y corregir a este hombre incestuoso, la congregación, que es de inclinación espiritual, destruiría “la carne” que había en ella. (1Co 5:6, 7.)

En ningún caso fue una destrucción literal porque no mucho tiempo después todo indica que aquel pecador se había arrepentido y volvía a llevar una vida limpia (2 Cor. 2:8-11). Por lo tanto, la "destrucción de la carne" es un símbolo en que se logra la redención de la persona.

"sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El , para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado" - Romanos 6:6

¿Es la "destrucción de los hombres impíos" (2 Pedro 3:7) un símbolo de la anulación del poder de éstos e incluso de su redención?

En el antiguo Israel el fuego se utilizaba para la purificación ritual. “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso”  (Deuteronomio 4:24). Esto no significa que Dios sea el elemento fuego, pero este elemento es un símbolo apropiado del poder transformador de Dios sobre los hombres.  Isaías pregunta, “¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor?”  (Isaías 33:14).  Y Juan declaró sobre la relación del Espíritu Santo y el fuego: "él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Lucas 3:16,17). En Pentecostés se simbolizó esto por medio del relato de las lenguas de fuego en las cabezas.

Es evidente que este no es un fuego literal sino que es un símbolo del poder purificador y transformador. El fuego representa también un mecanismo de refinación utilizado para purgar al hombre. Sobre el tiempo del juicio y evaluación para los hombres se dice:

“La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” 1 Corintios 3.13

El contexto con claridad nos habla de materiales perecederos e imperecederos. Estas son las cualidades. Y hay cualidades que deben ser edificadas en Cristo.  El fuego es un símbolo de transformación y purificación que pone al descubierto lo que somos.

14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.

15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Esto es similar al texto anterior: "Entreguen a tal hombre a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvado" (1 Cor. 5:5).

El fuego representa la confrontación y destrucción de nuestro sistema mental al que tanto nos aferramos. El fuego es una purificación que pondrá al descubierto lo que somos.

La humanidad ya se encuentra en el horno. Este es el purgatorio.