martes, 4 de junio de 2013

De la competencia a la cooperación

(805.1) 71:5.1 La competición es esencial para el progreso social, pero la competencia, sin tasa ni medida, engendra la violencia. En la sociedad de hoy en día, la competición va desplazando poco a poco a la guerra en cuanto que determina la posición del individuo en la industria, y así decreta la supervivencia de las industrias mismas.

(805.3) 71:5.3 A través de las edades primitivas de cualquier mundo, la competencia es esencial para la civilización progresiva. A medida que progresa la evolución del hombre, la cooperación llega a ser cada vez más efectiva. En las civilizaciones avanzadas la cooperación es más eficaz que la competencia. La competencia estimula al hombre primitivo. La evolución primitiva se caracteriza por la supervivencia de los que son biológicamente aptos, pero las civilizaciones posteriores se fomentan mejor por la cooperación inteligente, la fraternidad compasiva y la hermandad espiritual.

Estamos en una Era en que las Industrias deben evolucionar de entidades competitivas hacia la cooperación inteligente. Cuando el hombre fue a la Luna decenas de empresas colaboraron en la gigantesca tarea. La gran cooperación hizo posible lo imposible. Este ejemplo ilustra que esto es posible. Si se emprende una gran tarea noble como una meta y se coordinan los esfuerzos, todo será posible.

(805.5) 71:6.1 Hoy por hoy la economía motivada por el lucro está destinada al fracaso, a no ser que los motivos de lucro puedan ser superados por motivos de servicio. La competición despiadada que se basa en el egoísmo de miras estrechas, a la larga, destruye aquello que procura mantener. La motivación egoísta y exclusiva de lucro es incompatible con los ideales cristianos —mucho más incompatible con las enseñanzas de Jesús.

(805.6) 71:6.2 En la economía, la motivación de lucro es para la motivación de servicio lo que el temor es para el amor en la religión.

(805.7) 71:6.3 El motivo del lucro en las actividades económicas es enteramente vil y totalmente indigno en un orden avanzado de sociedad; no obstante, es un factor indispensable durante las fases tempranas de la civilización. No se ha de quitar el motivo del lucro a los hombres hasta que cuenten con sólidos tipos superiores de motivos desprovistos de fines lucrativos para el empeño económico y el servicio social —el afán trascendente de la sabiduría superlativa, la hermandad fascinante y la excelencia del logro espiritual.

Para generar los cambios en los hombres de negocios, es esencial llegarles al corazón con las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Cristo no hizo una apología en favor de la caridad social a los pobres o que las empresas se destruyesen. Esto en realidad generaría más pobreza. El paso que los empresarios deben dar es en lograr una sincronización, una cooperación inteligente para solucionar los problemas materiales del hombre. Las empresas del futuro deben comprender que su objetivo debe ser el servicio.

(910.2) 81:6.29 10. Coordinación de los especialistas. La civilización ha avanzado extraordinariamente gracias a la división del trabajo, que se estableció muy pronto, y más adelante su corolario, la especialización. Ahora, la civilización depende de la coordinación eficaz entre los especialistas. A medida que la sociedad se amplía, es necesario hallar un método que reúna a los diversos especialistas.

En el siglo XIX Cornelius Vanderbilt  y Thomas Scott de las empresas de ferrocarriles, conspiraron juntos en un intento para que Rockefeller les pagara una tarifa mucho más alta si iba a enviar su producto de petróleo con sus ferrocarriles. Pero la competencia de éstos hombres los cegó para el impacto que se provocaría. Rockefeller se vengaría y se dio cuenta de que su producto podría fácilmente ser transportado a través de un oleoducto sin pasar por las vías férreas por completo. Esta feroz idea destruyó a las empresas de ferrocarriles y trajo una crisis financiera.

La historia hubiese sido diferente si estos hombres hubiesen dejado su orgullo a un lado y hubiesen visto que la cooperación entre ellos podría haber evitado una oleada de desempleo y miseria. Y casi todas las crisis financieras cíclicas han sido causadas por factores similares.

(805.5) 71:6.1 Hoy por hoy la economía motivada por el lucro está destinada al fracaso, a no ser que los motivos de lucro puedan ser superados por motivos de servicio. La competición despiadada que se basa en el egoísmo de miras estrechas, a la larga, destruye aquello que procura mantener. La motivación egoísta y exclusiva de lucro es incompatible con los ideales cristianos —mucho más incompatible con las enseñanzas de Jesús.